¿Alguien sabe cómo se hace para que lo declaren a uno persona non grata en una ciudad? ¿Basta sólo con insultarla con razón o sin ella? A ver, yo quiero que me declaren persona non grata en tres lugares concretos: Tordesillas, Marbella y Torrevieja. Ya sé que no soy suficientemente importante, pero bueno, también tengo derechos como los que sí lo son. A Juan Goytisolo lo consideraron persona non grata en El Ejido por decir que la mayoría de los habitantes de ese pueblo eran unos jodidos racistas, después de que se organizara en él un pogromo semioficial contra los inmigrantes magrebíes. A Sánchez Dragó varios pueblos andaluces por declarar que en esta comunidad ganaban los socialistas porque éramos unos analfabetos. Yo exijo el mismo derecho que ellos. Y así declaro:
Que la inmensa mayoría de los habitantes de Marbella son unos impresentables. Que durante muchos años han elegido como autoridades municipales a bandas de piratas declarados para que les limpien el pueblo de mendigos, hipis y moros. Que cuando los piratas han acabado, como es su obligación de piratas declarados, por limpiarles, además de las calles, las arcas municipales, se han declarado víctimas inocentes de los mismos. Y yo desde aquí les digo: una mierda pa vosotros, habitantes de Marbella. Cómplices y apaleados. Alguien que es capaz de elegir como alcalde a Jesús Gil o a los epígonos bandoleros que le siguieron solo se merece que se le pudra el clima y tenga que irse a vivir a un suburbio del infierno.
Que la mayoría de los habitantes de Tordesillas son unos bestialopitecos atrancados en plena evolución. Y que el gobierno de la Comunidad debería declararla RESERVA DE LOS BESTIALOPITECOS VIVIENTES hasta que no quiten la piedra que bloquea su rueda evolutiva y renuncien a la salvaje tradición de consentir que los mozos del pueblo descuarticen un toro vivo para divertirse en sus repugnantes fiestas locales.
Que los habitantes de Torrevieja son responsables directos de contar con una policía local reclutada entre las tribus de neonazis de los alrededores. Para ello han elegido a los reclutadores y por eso, porque no la tienen, no se les puede caer la cara de vergüenza por salir a la calle para defenderlos cuando la justicia ha tenido que tomar cartas en el asunto de las torturas infligidas a todo el que cae en sus manos en los siniestros calabozos de su ayuntamiento. Sólo se merecen que un día los confundan con un moro y los pongan a caldo en unos de ellos.
Lo peor de todo es que todos estos tipos y tipas son ciudadanos aparentemente normales, de los que te cruzas en el super, con sus peinados de peluquería, sus chuchos cagando en las aceras o sus barbacoas en el jardín. Pero bajo su inocente carcasa se esconde un pozo de miseria capaz de empozoñar definitivamente el mundo. Con el arma de sus votos. Y soy consciente de que en lugar de declararme persona non grata podrían mandarme un par de gorilas, de esos que tanto les gustan, para que me rompieran las piernas. Por bocazas. De gente así no se puede esperar nada bueno.