La alternativa entre el AVE y sus veinte minutos y el expreso y su consistente hora y media se saldó a favor de la parsimonia y no sólo por la brutal diferencia de tarifas, sino porque a Sevilla no se debe ir desde Córdoba a celebrar un aniversario como el que va a cerrar un negocio de ida y vuelta, sino en un viaje con fundamento. Pasar por el castillo de Almodóvar con tiempo para verlo pasar, parar en Posadas y su estación de otra época. Palma y Lora, las dos del Río. Por supuesto el río por antonomasia, aunque por la segunda pasa, como dice la copla, hasta tres veces:
El río Guadalquivir
pasa por Lora,
pasa por Lora,
Lora de Río.
Nos gusta este barrio, barrio de la segunda Sevilla diferente, no la de para los turistas, sino la de donde viven la gente. Pero cerca de puntos matrices en la historia de nuestra sentimentalidad: la casa-palacio donde nació Antonio Machado, la parroquia donde se bautizó Velázquez, el órgano que inspiró a Becquer la Leyenda de Maese Pérez, el modesto hogar donde Niño Ricardo cuajó las mejores falsetas de la guitarra flamenca moderna... ¿Qué más se puede pedir? Amor y cultura. Por una vez y sin que sirva de precedente ¡casi ná!