lunes, 6 de septiembre de 2010

El Defensor y el Manto de la Virgen

En Córdoba tenemos la inconmensurable suerte de contar con un Defensor de la Ciudadanía que aúna en su persona una delicada, fragante, almibarada alma lírica con una cultivada convicción en la existencia e influencia benéfica sobre los humanos de determinados Seres Imaginarios, de la misma textura esencial que el Coco, el Bute o el Ratoncito Pérez. Nada que objetar si esa delirante convicción la guardara en los cajones de su más estricta intimidad, como los demás mortales hacemos con nuestros vicios más o menos solitarios. Pero don Francisco García Calabrés Cobo siente un irrefrenable impulso a hablarnos de ellas en público, en la prensa local para más inri, salpicándonos con sus aficiones supersticiosas como el que hablando con la boca llena nos salpica con migas masticadas.

Defiende en su lírica columna nuestro melífluo Defensor que nuestro cuerpo produce unas benéficas sustancias químicas llamadas endorfinas encargadas de procurarnos la felicidad personal. Pero que la otra, la felicidad social, la paz, la justicia, el enderezamiento de la senda torcida del mundo hay que dejárselo a la VIRGEN DE LA FUENSANTA.

Yo sólo espero que si algún día necesito de su Defensa por alguna ofensa que me haya infligido el mundo no me la delegue en semejante ídolo de deidad femenina vestida como una novia bereber. Si puedo pedir, que sea por favor en el de GHANESA, el dios hindú de la cabeza de elefante que me parece mucho más divertido, extravagante y, desde luego, con muchos más SUPERPODERES.