lunes, 11 de julio de 2011

A ver si es que nos ha castigao Dios


Sí Dios, Dios, el Dios de la Razón Cultural, que no tiene nada que ver con el de la Rasión Culturá, !marchando!, con la que nos hemos atiborrado en esta ciudad, desde el infausto día de hace diez años en que los alquiladores de catres y vendedores de flamenquines (la hostecorosis que padece esta ciudad), del bracete del Orondo Cura Banquero consiguieron la fazaña de hacer conjuntar a dos irreductibles enemigos: La Innombrable y el Guerrero del Sarsillo pa que se pusieran los monos de implementaores a su servicio. Con unos cuantos meneos, montando tres tomatinas culturetas, cuatro performanses de artistasos, llenando la ciudad de banderitas azulonas y convocando un ejército de cherleaders voluntarios de vocación bobalicona íbamos a hacer creer a alguien que aquí rezumábamos Cultura, o cultura, a tan siquiera curtura o hasta incluso kultura. Y de sobra hasta para exportarlas. Ex nihilo. Recibidos por obra y gracia del espíritu Santo transformado en las momias de nuestros antepasados ilustres (peaso filósofoh, peaso poetah....) y de una convivencia entre diferencias religiosas que fue asesinada hace 1000 años. Todo para que les construyeran con dinero público un Palasio Asú der Sú de Congresos, la última moda para atraer comensales. Pero no uno normal, apañadito a nuestros presupuestos y necesidades, o sea constituido básicamente por paredes, suelo, techo, sillas y escenario, sino uno emblemático que te cagas, de diseño, pero de diseño der güeno, un patanegra de emblema arquitectónico, der Mejón Startecto Que Haiga, oiga, que se vea desde las ventanas de la prensa mundial por un día y que atrajera cabezas que acomodar en almohadas de alquiler y bocas que atiborrar de flamenquines de fusión. Y sobre todo serviría de peana a la Infausta Alcaldiosa para que mejor la adoráramos y mirásemos para otro lado mientras convertía un sustancioso proyecto político urbano de izquierdas en una mierda pinchá en un palo, aliándose con monseñores de horca y cuchillo, ladrilleros roepalillos y mafiosos de patilla de boca de hacha. Nunca sabremos bien el daño que esa individua hizo a la ciudad mientras se incensaba los propulsores en su carrera de ascensión al papisado. Y todos los que conociéndola callaron y pillaron cacho. O sea los que asistieron y colaboraron en la conversión de unos gobernantes elegidos por su condición de izquierdistas anticapitalistas al pensamiento ultraliberal y sus formas de hacer política. De palabra, obra y omisión.

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