Hay mucho malafollá que anda por ahí diciendo que si Córdoba descolló altamente como cuna de grandes literatos y filósofos en lo que es el campo de las ciencias siempre nos comimos una mierda. Mentira cochina e infundio doloso. Sólo hay que peinar las largas guedejas de la Historia para encontrar más casos en el peine que liendres en el de un niño de posguerra.
Pues puede afirmarse sin rubor que fueron ingentes los aportes cordobeses en el campo de los grandes inventos a la Humanidad. Fue un cordobés, Ibn Firnas, el primer humano real que voló con unas ALAS ARTIFICIALES, aunque se rompiera la crisma en el intento. Un santo varón, Ambrosio de Morales, fue el inventor allá por el siglo XVI de la autocastración radical preventiva de tentaciones usando la afilada tapa de un BAÚL MONOVOLUMEN CONVENTUAL POLIVALENTE. Ya en el siglo XX fue un cordobés anónimo quien inventó el utensilio de cocina conocido como PEROL RABÚO mediante el ingenioso arreglo de añadirle un largo rabo a una perol de asas, lo que le permitía guisar borracho un arroz en el campo sin quemarse los güebos. Pero sin duda su mayor aporte a la historia de la Humanidad en el campo de la ingeniería hidráulica universal fue la CAÑILATA, un utilísimo artilugio formado por una o más cañas de escobón empalmadas, coronada por una lata vacía de conservas correctamente atada a su extremo y que sirve para regar las macetas más altas de los patios cordobeses.
El origen del invento se funde con el propio del Festival Florido por antonomasia cordobés. Todo el mundo sabe que la Fiesta de los Patios la inventaron allá por los años veinte un puñado de ociosos señoritos cordobeses hijos de la burguesía vinatera, prácticamente la única que existía en aquellos tiempos al oeste del Pedroches. Decidieron montarse esta alegre camada amante de la farra un jolgorio anual en forma de viacrucis borrachuzo por los patios de las casas de vecinos donde penaban su miseria los pobres de la ciudad, muchos de ellos obreros y obreras explotados secularmente por sus estirpes. Para ello y para convencer a las mujeres de que blanquearan y adornaran profusamente las paredes de sus humildes viviendas con macetas organizaron un concurso en el que se donaría un buen puñado de duros al patio resultante ganador. Con ello mataban tres pájaros de un tiro: mantenían a un buen número de pobres entretenidos en el sano cultivo del primitivismo decorativo de la cal y la gitanilla libres de las tentaciones reivindicativas, se lo pasaban teta ellos mismos y de paso daban salida más fácilmente a los vinos de sus bodegas familiares.
El problema vino cuando el afán por ganar el premio llevó a a aquellas vecinas a colocar macetas en sitios inverosímilmente altos, para cuyo riego necesitaban altísimas, artesanales y peligrosas escaleras de mano. Fue la dolorosa sangría de mujeres, principalmente abuelas, que morían escoñadas cada año por caída de escaleras lo que llevó a un genio anónimo a inventar ese artilugio, la cañilata, mediante la que se podían regar las más altas macetas sin peligro de escoñamiento.
Es de agradecer por tanto que el Excelentísimo y Casposísimo Halluntamiento de Córdoba dedique una escultura a tan excelso invento que tantas vidas ha salvado, siguiendo la estela que abriera su antecesora la corporación marxista-folklomeapilista que llenó la ciudad de esculturas de estilo Remordimiento dedicadas a enaltecer el recuerdo de los PALEOCORDOBESES: las aguaoras de la Mersé, el rijoso cura apandaniñas de las Cañas, el vampiro coplero de San Basilio, el correoso matarife fino Lagartijo, el aparador narcocofrade de san Pedro y el Viejo de los Helados de la plaza del Zoco. Todos ellos colocados en los tiempos felices en que nos gobernaba aquella alcaldiosa de la mueca congelada y la chaquetiya colorá conocida como Santa Rosa da Grima que tanto hizo por la extensión del NACIONALCASPOCATOLICISMO que ella misma profesaba. Y cuya senda han seguido fielmente los miembros neofanquistas peperos que nos gobiernan estos atribulados días. Como muestra LA ÚLTIMA IMAGEN que nos han dejado y en la que encontramos incluso alguna socialista y no precisamente despistada.
De propina el escultor, especialista en dotar de detalles humorísticos a sus obras, ha colocado un cubo a los pies de la portadora de la cañilata con el fin de que evacuen cómodamente en él todos los borrachuzos que pasan por la zona de los bares, cruces o patios evitando hacerlo sobre las fachadas de las casas del vecindario.