Menos da una piedra o dos centenares de ellas enterradas bajo tierra. Así que si son sacadas a la luz y convertidas en objeto de exposición bienvenidas sean. Esta mañana me he acercado al Centro Andaluz de Creación Contemporánea, ese delirio de la arquitectura milagrosa de cuando los arquitectos superstars se equiparaban con la Virgen de Fátima ante los pastorcillos políticos, que ha acabado convertido en un milagro pero de la incompetencia política contemporánea, y he comprobado que la promesa que hicieran de integrar algunos de los restos del arrabal de Saqunda más o menos la han cumplido. Ya digo, dos o tres centenares de cantos de río que fueron los cimientos del arrabal de Saqunda y que aparecieron tres metros por debajo de donde hoy lucen. Perfectamente alineados formando la silueta de lo que fueron casas, plazas, calles, etc, del primer arrabal que surgió en la Córdoba andalusí y que fuera destruido hasta los cimientos, hasta esos que hoy lucen como parte mínima de un yacimiento de una importancia histórica inconmensurable, un arrabal, bastante mayor que cualquier ciudad europea de la época (principios del siglo IX), que se alzó en rebeldía contra la tiranía de un emir y que fue arrasado y condenado a no volverse a levantar nunca, mientras que los habitantes sobrevivientes a la masacre, unos 15.000 cordobeses que habían dado muestras de un raro valor para estos pagos, fueron enviados al exilio, el primero de los exilios documentados en la historia de la península Ibérica, un solar que tan pródigo en ellos fue siempre. La mitad de ellos se instalaron en Fez donde fundaron otro enorme arrabal que aún existe. Los demás atravesaron el Mediterráneo, fundaron una república independiente en Alejandría durante diez años hasta que, expulsados finalmente y de nuevo de allí, conquistaron y fundaron un emirato en la isla de Creta, que pervivió próspero y culto durante más de un siglo y medio, a cuya capital llamaron precisamente Arrabal y cuyos gobernantes llevaron orgullosamente hasta el final de la dinastía el título de al-Qurtubí. Una hazaña colectiva que deja a muchas de las que pespuntean de orgullo las apulgaradas glorias oficiales nacionales (conquistadores de América, almogávares, las del Gran Capitán, etc.) a la altura del betún.
El resto del yacimiento, aunque ha sido estudiado en profundidad, permanece parte abandonado y parte destruido sin causa justificada o sacrificado en la erección de ese Centro de Creación. Ni un solo elemento indicativo recuerda los hechos históricos que allí ocurrieron. Aunque, eso sí, recientemente se clavó en su corazón una columna coronada por uno de los avatares de la vírgen madre del dios que adoran los católicos y que nada tiene que ver por cierto con la ciudad. Cordobestialismo en estado puro.
Ha sido hermoso caso de azar el que ha hecho que descubra esa primera puesta en valor de un trozo del Arrabal de Saqunda justo el día antes de que mi amiga Carmen Panadero presenta en Córdoba su libro, mitad relato mitad ensayo, sobre la historia de esos exiliados cordobeses que fundaron en la lejana Creta un emirato cordobés.
Un libro que viene a paliar esa tremenda injusticia que ha hecho que esa gesta sea prácticamente desconocida por la inmensa mayoría de los cordobeses y que sólo haya merecido unas líneas en las historias divulgativas de la ciudad, aunque los historiadores especializados en Al-Andalus lo hayan considerado un hecho trascendental en la historia de Al Andalus y un punto decisivo de la de la dinastía omeya que la gobernó durante dos siglos y medio.
Los andaluces fundadores del emirato de Creta está escrito con el lenguaje, el tono y el ritmo tan amenos que viene usando su autora en sus novelas históricas, todas ellas situadas en Al Andalus y etapas históricas concretas y emblemáticas, como La Cruz y la Media Luna, El Collar de Aljófar o El Halcón de Bobastro. Aunque eso sí, ha peinado cuidadosamente para su confección gran número de textos académicos e incluso fuentes originales que proporcionan al libro una gran solidez investigatoria.
Una magnífica ocasión para adentrarse en esa increíble aventura de los arrojados saqundíes cordobeses fundadores de reinos lejanos, tan injustamente olvidados.
La presentación será en la Librería Luque de Córdoba el jueves 29 de octubre a las 20.00h y correrá a cargo del arabista Juan José Valle.