(del laberinto al treinta)


martes, 26 de abril de 2005

Mi muela y la transmigración de las almas

Dentro de un par de horas me van a sacar una muela. Se trata del segundo molar superior derecho. He tenido que buscar su nombre en un libro de anatomía. Es curioso que se me ocurra ahora buscar ese nombre cuando durante cuarenta y tantos años que ha formado parte de mí nunca le he dedicado un maldito pensamiento. Bueno, salvo cuando ha comenzado a dolerme hace apenas dos semanas, y sólo para maldecirla. Nunca se me ocurrió tocarla directamente porque sí o individualizarla de una manera consciente con el cepillo alguna mañana. O demorarme por puro placer en su bordes con el hilo dental un día improbable de autoreconocimiento. Y estos días, en plena orgía de anestésicos y antibióticos pasaba inconscientemente la lengua por su irregular superficie sólo para comprobar si el dolor disminuía y tratar de predecir las horas que seguiría torturado o el insomnio que me infligiría.

Tras el primer episodio pensé que mi dentista, una vez pasada la inflamación, mataría el nervio, me haría una empaste o cualquier otra operación tendente a evitar la reproducción del dolor. Pero me comunicó con una compunción profesional que no, que la solución tendría que ser la extracción, en caso de un nuevo episodio doloroso, por no sé qué misteriosas presiones que ejercía oblicuamente la distal muela del juicio que no acaba de ser, como parece ser que tiende, abolida por la evolución humana. ¿Se llamará del juicio por eso? ¿Porque ha sido juzgada por las inexorables leyes evolutivas y condenada a extinguirse y se resiste pataleando a ello empujando a sus útiles hermanas? De todas formas no creo que al paso que vamos dé tiempo a que esa sentencia consiga cumplirse únicamente para ellas, sino que más bien la extinción será un poco más general.

Tras unos días de feliz analgia en que acabé de nuevo por olvidarme de ella ha vuelto a reproducirse el dolor. Nuevo tratamiento intensivo y preparación psicológica para la amputación. Deberían llamar también amputación a esa operación. Eso pienso ahora, quizás como homenaje a la pobre muela. Eso la prestigia, la hermana con otras piezas anatómicas a las que sí se aplica ese concepto. Así que le quedan apenas unas horas y ya no me duele pero, mientras escribo esto, la repaso con la punta de mi lengua una y otra vez, aunque esta vez con diferente sentido. Me siento mal por mi despreocupación de tantos años. Le paso la lengua acariciándola, despidiéndome de sus bordes, de sus escarpadas y cristalinas paredes, de la abrupta meseta de su corona. Cuarenta y tantos años de inflexible servicio a la causa corporal de mi existencia para ser extraída con una viles tenazas y arrojada con un sonido de vulgar piedrecilla a una bandeja de aluminio. Como esas abnegadas chachas de la gente bien que han sido explotadas durante toda una vida, presentadas como de la familia ante todo el mundo y que cuando dejan de servir son desechadas quirúrgica y asépticamente.

Pero no será un sacrificio inútil. A partir de hoy consideraré debidamente la existencia de servicios en mi cuerpo, preguntaré a mi anatomía por sus miembros, hasta por los más pequeños y prescindibles. Averiguaré cosas de mi astrágalo, de mi píloro, de mi hipófisis, de las secretas glándulas que secretan en mi interior y de los cabellos de mi cabeza. Y a todos les agradeceré su esfuerzo.Y como homenaje final a mi querido SEGUNDO MOLAR SUPERIOR DERECHO sacrificado, prometo pedir su cadáver al dentista, guardarlo en alguna primorosa cajita de joyas y en mi próximo viaje a la India arrojarlo al río Ganges, en Benarés, en el ghat de Manikarnika, por si puede él solo reencarnarse en un alma mejor que la mía, a ser posible junto con las uñas de los pies que me corté y arrojé allí mismo, en otro ataque de porsiacaso, hace unos cuantos años.
Comentarios
1. No es mala idea la de intentar que se reencarne. Mientras eso no sucede puedes colocarla en una urnita de cristal y exponerla en el salón de tu casa junto a tesoros y recuerdos que probablemente, como en casa de todo gran viajero, se exhiben allí.
P — 26-04-2005 21:44:08
2. Yo que tú la hacía polvillo y me la fumaba. Al cuerpo lo que es del cuerpo.
CardenalaInPectore — 27-04-2005 11:48:55
3. Jajajajajaja! He tardado exactamente un día en comprender que te referías a la muela y no a P., querida/o CardenalaInPectore.
harazem — 28-04-2005 16:03:50
4. No está bien pedirle al dentista que te ponga ración extra de analgesia (por aquello de prevenir hasta la más leve molestia), porque, ya ves, la anestesia se desparrama por todo tú, y luego se te anulan suspicacias y perspicacias, y hasta te nace cierta paranoia que te hace pensar en horribles fumatas humanas, masacres polvorientas.... No, no, no, no está bien. Si duele, se chincha uno.
CardenalaInPectore — 29-04-2005 14:35:46
5. Tienes razón, la próxima vez me lo pensaré y tal vez me chinche.
harazem — 04-05-2005 00:16:10

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