Ha muerto el sapo iscariote chileno. Púdrase su memoria.

Y para que la justicia natural fuera completa, en el Día de los Derechos Humanos, podrían encadenarse con él
su valedor yanqui y su amiguita británica
y ya de paso podría regalarnos la propinita de

Y no que sólo ha propiciado que su hermana, la justicia poética, se lleve también a quien sólo fue responsable de torturarnos el gusto con el arma de su caspa
