Lo dicho. Después de serle practicada una traqueotomía, lo primero que nuestro Santo Padre pidió cuando salió de la anestesia fue papel y lápiz para escribir con el pulso más firme que le permitían sus condiciones: Sigo siendo Totus Tuus, o sea, sigo siendo yo y sigo mandando, que no os quepa duda. No vayáis a pensar que me vais a jubilar. No voy a soltar la vara de mando absoluto que con tanto esfuerzo y por tanto tiempo he hecho tronar sobre todas vuestras cabezas.
Si algo me gusta de este Papa es que a su tremenda soberbia suma una falta de doblez apabullante. No es un hipócrita. Es así. No se corta en mantener las opiniones (infalibles) más vergonzantemente ultramontanas, las actitudes menos diplomáticas o contemporizadoras, los odios más montaraces. Sus obsesiones son simples, directas, sin dobleces. No es un hipócrita. Es un iluminado fanático. Hipócritas son sus fieles, bueno, los que se dicen fieles y luego campan a sus anchas por el pecado y la trasgresión. Los católicos que usan el preservativo o que no practican el odio al descreído. La doctrina de este Papa es totalmente diáfana. En su último libro, Memoria e identidad , aparecido esta misma semana lo dice todo. Dice que las ideologías del mal (no iba a dejarse pisar terminológicamente por un maldito cristiano renacido gringo, medio imbécil y para colmo, protestante) anidan en el propio sistema democrático, bueno, más bien, que son la esencia del propio sistema democrático, si se afina un poco en el análisis. La excusa es el aborto y los matrimonios homosexuales, pero en realidad, leyendo atentamente, se llega a la conclusión de que para nuestro agreste cura polaco es la raíz misma del sistema democrático el que nutre esas ideologías del mal. La asunción de la propia autonomía del ser humano, su capacidad de gestionar su propio destino, son las culpable de la degradación de los valores éticos actuales. Y precisa el origen: Descartes fue el culpable de abrir la caja de los truenos. Hasta para eso es obtuso este Papa. Como si el Renacimiento no hubiera puesto unas bases sólidas para esa construcción de la autonomía humana. Pero para él, fue la asunción del “pienso, luego existo” el origen de todo. La autonomía del hombre moderno, su liberación de las garras de la superstición y la irracionalidad que suponen la filosofía cartesiana. Más que la consideración de Dios como una creación de la conciencia humana, lo que realmente le duele a Wojtyla es la liberación por parte del hombre moderno de los administradores de la divinidad, de los ventrílocuos. Eso es lo que lo saca de quicio. Lo que considera origen de la ideología del mal que insufla todos los pilares de la construcción democrática. La desobediencia. Por eso para él la Edad Dorada de la humanidad es el medievo. Y sin contarse ni un pelo enumera sus virtudes frente a nuestra modernidad:
Si algo me gusta de este Papa es que a su tremenda soberbia suma una falta de doblez apabullante. No es un hipócrita. Es así. No se corta en mantener las opiniones (infalibles) más vergonzantemente ultramontanas, las actitudes menos diplomáticas o contemporizadoras, los odios más montaraces. Sus obsesiones son simples, directas, sin dobleces. No es un hipócrita. Es un iluminado fanático. Hipócritas son sus fieles, bueno, los que se dicen fieles y luego campan a sus anchas por el pecado y la trasgresión. Los católicos que usan el preservativo o que no practican el odio al descreído. La doctrina de este Papa es totalmente diáfana. En su último libro, Memoria e identidad , aparecido esta misma semana lo dice todo. Dice que las ideologías del mal (no iba a dejarse pisar terminológicamente por un maldito cristiano renacido gringo, medio imbécil y para colmo, protestante) anidan en el propio sistema democrático, bueno, más bien, que son la esencia del propio sistema democrático, si se afina un poco en el análisis. La excusa es el aborto y los matrimonios homosexuales, pero en realidad, leyendo atentamente, se llega a la conclusión de que para nuestro agreste cura polaco es la raíz misma del sistema democrático el que nutre esas ideologías del mal. La asunción de la propia autonomía del ser humano, su capacidad de gestionar su propio destino, son las culpable de la degradación de los valores éticos actuales. Y precisa el origen: Descartes fue el culpable de abrir la caja de los truenos. Hasta para eso es obtuso este Papa. Como si el Renacimiento no hubiera puesto unas bases sólidas para esa construcción de la autonomía humana. Pero para él, fue la asunción del “pienso, luego existo” el origen de todo. La autonomía del hombre moderno, su liberación de las garras de la superstición y la irracionalidad que suponen la filosofía cartesiana. Más que la consideración de Dios como una creación de la conciencia humana, lo que realmente le duele a Wojtyla es la liberación por parte del hombre moderno de los administradores de la divinidad, de los ventrílocuos. Eso es lo que lo saca de quicio. Lo que considera origen de la ideología del mal que insufla todos los pilares de la construcción democrática. La desobediencia. Por eso para él la Edad Dorada de la humanidad es el medievo. Y sin contarse ni un pelo enumera sus virtudes frente a nuestra modernidad:
El medievo con su universalismo cristiano; el medievo con su fe simple, fuerte y profunda; el medievo de las catedrales románicas y góticas y de la magnífica Summa Theologica de santo Tomás...
Si esto no es apología del oscurantismo y del autocratismo que venga (su) Dios y lo vea. Por algo él es el jefe de uno de los últimos estados teocráticos que existen, junto con alguna satrapía del Golfo, Irán, y una vez desmantelado el gobierno talibán afgano.
Habría que remontarse al reinado de Pío IX (muerto en 1878) y pasar por encima incluso del filonazi Pío XII para encontrar otro pontífice tan reacionario y antimoderno.
Por eso es una vergüenza que el estado español tenga un concordato con un estado regido por semejante tipo. Una cosa son las relaciones diplomáticas, que incluso las mantenemos con gobiernos como el de Guinea Ecuatorial, Arabia Saudí o Israel, y otra un concordato mediante el cual el estado español costea los sueldos de los miles de funcionarios destacados en su territorio nacional y permite el adoctrinamiento en los presupuestos teocráticos de ese estado extranjero de sus propios niños.
Hace unos años leí en una noticia de prensa que a una guardería de Valencia, que practicaba filosofías naturistas, le habían retirado las subvenciones estatales porque se negaba a vacunar a los niños a su cargo. Agravio comparativo tremendo respecto al caso de la Iglesia Católica que se niega a aceptar el uso del preservativo para prevenir el sida contraviniendo todas las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y sin embargo a nadie se le ocurre por ello retirarle las multimillonarias subvenciones que recibe.
A los ateos deberían de traernos absolutamente al pairo las cuestiones doctrinales de la Iglesia, pero dado que justamente esas cuestiones doctrinales nos afectan en nuestra vida política, social y cotidiana, por un absurdo entreguismo de los políticos que dicen representarnos, tenemos la obligación de devolverles de todas las maneras posibles los palos que nos dan y desde luego, dejar toda la constancia posible de que los consideramos unos desalmados abusadores, unos impresentables metomentodo, una metástasis de la irracionalidad más dañina...
Pero lo peor es sin duda esa sospechosa unanimidad que presenta al actual Pontífice ungido de esa especie de acaramelada bondad blanda, una bondad tópica y relamida que parasita su verdadera condición de autócrata sin escrúpulos, de fanático visionario.
Comentarios
Te gusta la mirada aviesa y el tremendo anillo de oro de la foto, verdad?. Esta foto parece elegída con toda la mala leche del mundo. Y, sí, haces bien en preocuparte de que un moribundo sea capaz de alterar tanto tu paz. Te recomiendo 10 minutos de yoga diarios. Él tiene los días contados y probablemente solo es una marioneta en manos de un puñado de buitres agarrados al poder, quien sabe lo que de verdad escribió el hombre, nos dicen lo que les conviene que creamos: "¡seguimos mandando nosotros, y tenemos mandato para largo!". Olvídate del papa de los cristianos!
P — 01-03-2005 23:43:18
Has acertado plenamente en lo de la elección de la foto, amigo/a P. Fue la mala leche la que me hizo elegirla. Tu perspicacia ha quedado plenamente demostrada. Yo hice una nítida declaración de intenciones. Trataré de hacerles el mayor daño posible con las armas de la inteligencia, aunque soy consciente de que supongo la picada de una pulga en el ijar de un elefante africano. Ellos no cejan un minuto de hacer lo mismo conmigo y con los que no comulgamos con sus hostias.Por otra parte no suelo hacer discriminaciones entre tiranos moribundos y tiranos en plenas facultades. Son lo que son. Pinochet, Franco... Son sus actos y sus doctrinas las que me sacan de quicio. Y sí: me da repelús la obscena exhibición a que se somete o lo someten al pobre anciano, en cuanto a ser humano digno de respeto como tal ser humano, pero desde luego parece que esa obscenidad entra dentro de las propias referencias doctrinales que propugnan. Desde luego que sé que el Opus Dei, esa especie de infección maligna y tentacular de ignoto poder real, que hay quien sospecha que sustenta el poder real dentro del Vaticano, a quien este Papa ha concedido, en pago a sus servicios, regalos y privilegios innumerables, anda con el culo entre dos manos para impedir que ni un ápice de ese poder vaya a otras manos que no sean las suyas. Pero no era de eso de lo que yo trataba. Sino de la persona que fue elegida por ellos, y que han sido sus pilares, por muy moribunda que esté. De su talante y de su sinrazón.
harazem — 02-03-2005 09:56:25
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