jueves, 3 de marzo de 2005

Estatuaria (I): Juan de Mesa

Vaya trasiego de estatuas que hay en la ciudad. Esta mañana unos esforzados operarios colocaban la peana de la Cruz del Rastro en el nuevo lugar de la plaza, señal de que las eternísimas obras del entorno están a punto de finalizar. Para Semana Santa, he oído decir. En esta ciudad todo se hace en función de la Semana Santa. Leo seguidamente en el Diario Córdoba, esa especie de hojilla parroquial que tenemos por periódico, que el monumento al imaginero cofrade Juan de Mesa que alevosamente colocó el Ayuntamiento en abril del año pasado (coincidiendo, cómo no, con el Viernes de Dolores) en la plaza de las Doblas fue anoche desmontado para ser traslado al nuevo lugar que se le ha asignado: la plaza de San Pedro. La noticia la firma A.V., iniciales que corresponden sin duda al crítico oficial de procesiones del diario. Por ello no me extraña que comente que la causa del traslado fueran las protestas, provinentes principalmente de las cofradías, por la ubicación del monumento en ese lugar concreto. Es una apreciación del todo sesgada por cuanto las protestas vinieron casi exclusivamente de la mano de los progresistas y artistas de esta ciudad que no sólo vieron en la imposición del monumento un atentado contra la estética más elemental, sino sobre todo una concesión más del Ayuntamiento regido por Izquierda Unida a las fuerzas más reaccionarias de esta ciudad, la Iglesia Católica y sus metástasis seglares, principalmente la Asociación de Hermandades y Cofradías, acunada amorosamente desde siempre por la Banca Episcopal, de nombre oficial Cajasur. Al final todo encaja en el universo como un puzzle sideral. Aunque tal vez tenga razón el ilustre glosador de procesiones en que la causa final del traslado fueran las presiones del bando cofrade que reivindicaban la plaza de San Pedro, donde nació el pintoresco imaginero, como lugar más idóneo lugar de acogida del espantoso conjunto. De todas formas fueron dignos de ver los empeños de los concejales comunistas capitaneados por nuestra inefable Rosa Aguilar por justificar la escultura y su ubicación. Una Junta de Salvación Ciudadana se organizó entonces para tratar de impedir el desaguisado histórico-artístico, y bajo el nombre de “Las Doblas como antes” se convocaron concentraciones dominicales en la misma para infligir un minuto de risas al horrible mamotreto y yo MISMO envié una carta al diario EL DÍA DE CÓRDOBA. Aunque fue mucha gente la que abominó del desaguisado, las concentraciones no fueron demasiado concurridas, debido fundamentalmente a la tradicional apatía de la ciudadanía cordobesa y por otro, quizás, a cierto miedo supersticioso a protestar ante una imagen de fuerte contenido religioso. ¿Que no crees que fuera por eso? Bueno pues no sería por eso... El caso es que los escasos asistentes echamos unas risas, le colocamos una camiseta con el logo del foro ciudadano “Las Doblas como antes” al broncíneo imaginero y luego nos fuimos a tomar unas cañas. Lo de siempre.De todas formas no sé que será peor si el remedio o la enfermedad. La nueva ubicación, en un un entorno por lo demás más tradicional y popular parece ser el trozo de plaza del muro sur de la iglesia, donde se encontraba la columna conmemorativa de los Mártires, que será desplazada. Será un espanto doblar la aguda esquina de Don Rodrigo viniendo de la calle La Feria y encontrarse el regalo de sopetón, con sus dorados de trono barroco y su dislocada figura.Adjunto MANIFIESTO de Carlos Hernández Pezzi, Presidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, publicado con motivo de la creación del foro "Las Doblas como antes", en el que hace interesantes reflexiones sobre el asunto.

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