Ya había oído hablar del programa, pero como no sigo muy de cerca los asuntos de la tele no le había prestado suficiente atención. Unos amigos de Pamplona me han puesto al día e incluso me han prometido mandarme un DVD. Se trata de la serie que lleva un tiempo emitiendo ETB (Euskal Telebista), la TV autonómica de las ex-provincias vascongadas y sólo sé que se titula VAYA SEMANITA y que está teniendo un éxito enorme en las comunidades donde puede verse. Me cuentan estos amigos que en la serie se tratan con gracia inteligente los asuntos de la correosa política vasca y se parodian sin misericordia los pilares de lo que se ha dado en llamar hecho diferencial vasco, tanto el oficial, fabricado desde el poder con fines de autoperpetuación, como el popular, que no se sabe muy bien si procede de la metabolización del oficial o de la propia idiosincrasia paleoeuskalduna. En lo que todo el mundo coincide es en que, dado el grado de crispación que suele provocar cualquier cosa que pueda interpretarse como política en esa comunidad norteña, y el fundamentalismo cultural nacionalista, lo admirable es que no pase nada. No sé exactamente cuantas cosas incluye por vaciado ese nada, pero creo que puedo hacerme una idea. En resumen, que parece que hay alguien en el País Vasco que es capaz de reírse de la forma de ser de sus paisanos, de sus manías y tradiciones, de todo ese entramado de raíces idiosincráticas que se suponen clavadas en la tierra nutriente del alma del pueblo y que se consideran inmutables, inviolables y sagradas, aunque muchas de ellas sólo tengan dos días y otras sean de una calidad moral más que dudosa. Y eso en una comunidad donde el humor no parece formar parte de esos mismos entramados. Donde lo que ellos mismos venden como sello de carácter es la seriedad y es objetivamente proverbial la nula afición a las pamplinas de sus aborígenes.
Por el contrario, aquí, en Andalucía, no puede decirse que el humor no esté representado en nuestros idiosincráticos cromosomas. Sino todo lo contrario. El humor andaluz, el oficial, es un humor con denominación de origen, como el jabugo o el aceite de Baena, con su sello debidamente homologado. Y además lo exportamos alegremente. Y además es imitado por los humoristas de otros lugares que lo usan como seguro de triunfo. No es de extrañar. Se trata de un seguro de triunfo que recompensa a quien pulsa los más bajos resortes de los pueblos adocenados. Porque si la zafiedad es el propio asiento, el chascarrillo, la pamplina, la cuchufleta y el escarnio de los defectos o las tendencias de los demás son las cuatro patas del banco de nuestro humor, del oficial y del pseudopopular, que en ningún sitio como aquí están tan fundidos, en su esencia y en su presencia. Para llenar su parrilla de graciosos infumables nuestra inefable cadena autonómica Canal Sur no ha necesitado nunca buscar fuera, en una comunidad que es la primera exportadora de chistosos de todo el hemisferio norte. Sublimes artistas especializados en mariquitas, monjas violadas, gangosos, tontos del pueblo, etc... Que ha dado glorias del humor hinteligente de la talla de Los Morancos, Paz Padilla (1), Paco Gandía(2) o Chiquito de la Calzada. Que tiene letristas de sevillanas capaces de componer joyas humorísticas como la letra de la Macarena de Los del Río (3) , esos mostros. Que cuenta incluso con verdaderos maestros del camuflaje artístico, como ese siniestro Jesús Quintero que ha sido capaz de vender lo mismo que los otros pero cubierto de una pátina de falsa sutilidad.
Así que quien quiera en esta tierra emular al programa vasco tiene que empezar por parodiar con mucho humor inteligente el humor hinteligente andaluz. Ese es el reto. Destapar con gracia verdadera la verdadera naturaleza de la grasia andalusa que se nos vende como tal. La zafiedad, casposidad, crueldad, e indignidad de una manera de hacer reír que ponen en cuestión las mismas bases morales y culturales que deben sustentar a cualquier sociedad adulta y formada.
Después de eso debería tocarle el turno a los demás elementos del hecho diferencial andaluz: el rocierismo, el papanatismo cofrade, la arabesca erudición pregonera, la metástasis folklórica sevillanista y otras piedras del camino que conducen a esta tierra hacia el incierto futuro del siglo XXI. Sin complejos.
¿Fundamentalismo cultural en el País Vasco? Se trata de un reto utópico, pero me gustaría ver qué pasaría aquí con un programa como VAYA SEMANITA. Estoy convencido de que en esta tierra sería mucho más difícil mantener un saludable nivel autoparódico público que en cualquier otro lugar. Porque bajo la máscara risueña de los chistes, la alegría de las sevillanas, la supuesta tolerancia fruto del tan manido crisol de razas, se esconde la mueca intransigente y fiera del fundamentalismo andaluz, un fundamentalismo anclado en falsas tradiciones y en presupuestos antimodernos y antiilustrados, absolutamente decidido a no perder ni un ápice de su preminencia social y por supuesto a no convertirse en objeto de risas. Las risas son patrimonio suyo. Como administrador exclusivo de la grasia y del salero anatematiza con una mirada helada a quien sea capaz de reírse en serio de lo que él considera sagrado. Y tienen al poder de su parte. El eterno gobierno del PSOE es el mejor valedor de la cascarria andalucista que el fundamentalismo pudiera haber soñado nunca.
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Paz Padilla comenzó su meteórica carrera en un programa de chistes matutino de Tele 5 del que no recuerdo (ni quiero) el nombre. Sus chistes se caracterizaban por abundar en relatos de violaciones, especialmente de monjas, que con su gracejo gaditano hacían mucha risa. Una risa que te cagas. Alguien debió explicarle que debía refinarse un poco para ampliar horizontes. (VOLVER)
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De Paco Gandía tengo que decir que, aunque mi apreciación de su humor se fue diluyendo con el paso de los años, siendo como es de los más digeribles del panorama, en mi juventud nos hizo a mis hermanos y a mí llorar literalmente de risa durante horas y días enteros mientras escuchábamos ritualmente la cinta que incluía el celebérrimo NIÑO DE LOS GARBANZOS , que reproducíamos sin parar en el viejo casette ceutero de nuestro padre. (VOLVER)
(3) La famosísima Macarena incluía, además de las sutiles alabanzas a la belleza de la tal mozuela, la siguiente estrofa: Macarena tiene un novio que se llama, / que se llama de apellido Vitorino, / y en la jura de bandera del muchacho / se la dio con dos amigos. / Ahuuuuuuuuuuuuú. Aclarando para quien no lo sepa que el nombre de Vitorino hace referencia a una ganadería famosa por la bravura de sus toros, con lo que el chiste, aunque un poco trasnochado, incluso para la época, por las referencias a la jura de bandera, entra de lleno en esa especialidad tan carpetóvetónica del escarnio al cornudo, de tan feliz raigambre en esta tierra. A mi me dio mucha risa cuando hace unos años una asociación de mujeres de un importante pueblo castellano obligó al concejal de festejos de su ayuntamiento a cancelar una actuación de los risueños cantantes sevillanos por considerar que muchas de sus letras atentaban contra la dignidad de la mujer. (VOLVER)
Comentarios
Bueno, será por lo surrealista o porque lo veo desde fuera de Andalucía, pero me gusta Chiquito de la Calzada. Eso sí, los chistes son pésimos.¡Ja!
Portnoy — 20-04-2005 01:53:53
Ay, lo que me ha costado colocar al bueno de Chiquito en la lista. Lo suyo es haberlo sustituido, por ejemplo, por Pepe da Rosa. Pero tenía que ponerlo. Por una cuestión de ritmo y por mor de mi verdad. El supuesto surrealismo de Chiquito que tanto dices apreciar, amigo Portnoy, tiene una índole dolorosa que el sentido de la piedad me impide definir. Va mi respeto por su persona por delante de todo.
Chiquito, tiene, además, un sino muy andaluz. Mediano cantaor de flamenco y chistoso infatigable, su profesión durante años fue bufón de señoritos, contratado por adinerados sinvergüezas para juergas puntuales o romerías de variable duración, en las que templó y depuró su estilo que hoy celebra todo un país sin otra cosa mejor de la que reirse.
harazem — 21-04-2005 02:01:47
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