jueves, 18 de mayo de 2006

NUBA-SUITE MARROQUÍ: PRIMER MÎZÂN (Tánger)


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No me gustan los nuevos catamaranes que cruzan el estrecho. Sobre todo en la travesía Algeciras-Tánger. Supongo que para quien tenga prisa serán una bendición, pero como yo nunca la tengo cuando lo hago, prefiero los viejos ferrys, los que tardan más del doble en cubrir la travesía, pero que permiten disfrutar con calma desde su cubierta de las milenarias vistas de las costas enfrentadas. Me gusta cruzar por en medio de las dos viejas columnas, el Djebel Musa y el Djebel Tarik, y seguir las líneas de ambas costas acodado en una barandilla, con tiempo suficiente para tejer ensoñaciones preñadas de mitos y heridas abiertas en las que se cruzan sin buscarlo desde el Hércules furioso que separa mundos hasta el dolor de los pobres que tratan de acercarlos dejándose la vida en las pateras. Las más recurrentes dibujan unas velas fenicias buscando islotes desde donde enseñar numismática a los apaches íberos de ambas orillas, pero también los cascarones donde pasaron las primeras tropas de mareados bereberes para cambiar el sentido de la historia de España. Eso nos hizo llegar a Tánger con el suficiente retraso como para decidir pasar la noche en ella en lugar de continuar hasta Tetuán como habíamos previsto. Al contrario de otras veces, no veníamos en nuestro coche, sino que habíamos decidido viajar por el país usando los propios medios marroquíes: tren, autobús y taxi colectivo. Nuestro hotel favorito en Tánger , el Villa de France, hacía tiempo que se deshacía en ruinas. En cierta ocasión conseguimos que nos reservaran la habitación 35, desde cuya ventana Matisse pintó la vista de la iglesia de Saint Andrews. Sólo soy un modesto consumidor de mitología. Modesto en un sentido voluntarioso, porque practico para mis desordenadas apentencias una saludable morigeración racionalista. Pero Tánger es probablemente la ciudad con mayor oferta de consumo de mitos contemporáneos a precios más asequibles. Dejando a un lado el Minzah, que tampoco es demasiado caro para los estándares europeos, se puede disfrutar de hoteles con categoría por la mitad de precio que en España y además, practicar la mitofagia. Los más significativos son el Continental, con unas soberbias vistas al puerto y al Estrecho por la situación de su fachada principal y que aparece en El Cielo Protector de Bertolucci y el Rembrandt, justo en el lugar donde el Boulevard Pasteur se convierte en la Avenida de Mohammed V. En él vivió un año Tennesse Williams. Por eso lo elegí en esta ocasión y desde luego, la evocación no me supuso un gran esfuerzo: el hotel sigue siendo el mismo, en todos los aspectos y no siempre agradables. La jornada se completó con una visita a la librería Les Colonnes y una cena en el coqueto restaurante Agadir de la rue du Prince Heritier. Delicioso, aunque escaso, el tagine de cordero con limón confitado. Gerrouane tinto. Té y pastelillos tradicionales.

lunes, 15 de mayo de 2006

Marruecos

Acabo de regresar de pasar 10 días en Marruecos. Casi por enésima vez. En esta ocasión me he limitado sólo al norte costero. Parte de lo que fue el Protectorado Español: Tetuán, Asila y Larache, además de Tánger. He traído, además del tópico aroma que impregna el aire de sus medinas, fundido de yerbabuena, cuero y comino, muchas cosas que contar. Ha sido un hermoso viaje, pleno de nuevos descubrimientos y sabrosas anécdotas, que en dosis capitulares iré desgranando para los fieles e improbables visitantes de esta bitácora. Es, claro, una amenaza. La vuelta a casa me ha deparado además una alegría inesperada: he encontrado dorados los frutos que dejé verdes en el níspero que amorosamente cuido en mi terraza desde hace 20 años. Ya sé que no os debe importar demasiado, pero, ¡venga, tacaños, felicitadme!




Comentarios
Desde luego, jamás se han visto en la historia frutos semejantes. Tal es su hermosura que, de haberlos conocido, el mismísimo Antonio López hubiera hecho "El sol del níspero".
Susana — 15-05-2006 22:45:46
Celebro tu regreso.
P — 15-05-2006 23:49:02
Tus “improbables” lectores te echábamos de menos. El nisperero, que así es como le llamamos por mi tierra, precioso. Me da la sensación de que debes de tener fotos bastante buenas… Besos.
almorávide — 16-05-2006 09:29:44
Me he entarado que habeis estado en Marruecos a la vez que leía en El País que ha muerto Cheikha Rimitti. Te leo mientras escucho "N´ta Goudami. Vaya un homenaje a la abuela del "rai" y a tus magníficos nísperos. Un beso
lorensito — 18-05-2006 12:53:22
Pues felicidades, que serían más entusiastas si me gustaran los nísperos, no lo dudes.
Paolo — 18-05-2006 21:28:38
Ah, qué hemorragia de satisfacción siento cuando mis improbables lectores responden solícitos a mi solicitud de mimos.Hermano: debió ser una serendipia fundamentada en la sangre: ayer también anduve oyendo a Rimitti como homenaje, aunque en mi caso se trató del "Nouar".En cuanto a Paolo... Es una cortesía común felicitar siempre a los embabados progenitores aunque lo que nos muestren en el capacho pudiera servir como apoyo a la teoría del eslabón perdido.
Harazem — 19-05-2006 08:43:25
Y a los demás que nos den por donde se empiezan los cestos. Será carente de tacto el tío. Tus improbables lectores también tienen ego, aunque no le hagan fotos y las publiquen. Anda y que te zurzan el níspero.
Susana — 19-05-2006 23:52:55
Cuando un improbable (en este caso improbablesa) lector tiene razón tengo que dársela. Y en este caso tiene motivos sobrados para pasar de la improbabilidad a la exigencia contundente y al chinchoso desplante, toda vez que ha demostrado una fidelidad que me halaga.Susana, tal vez no lo arregle, pero si no respondí directamente a su comentario fue de puro embargado por la emoción de contar una improbablesa lectora capaz de tan finas asociaciones fílmico-literarias. ¿Cómo anda Xana?
Harazem — 20-05-2006 18:37:13
Muy delicado por tu parte. Gracias
p — 23-05-2006 13:03:43