Leo esta carta
en el diario Córdoba de hoy (26/07/07):
EL CERVANTES Y EL PUEBLO SAHARAUI
Con motivo de las III Jornadas de directores de centros del Intituto Cervantes que se celebran en Córdoba, quisiera hacer pública la siguiente carta dirigida a la señora doña Carmen Caffarel, directora del Instituto Cervantes:
Debido a que he realizado visitas a varios de los colegios de primaria de los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf (Argelia), he podido comprobar sobre el terreno que el español se estudia como lengua oficial, además del hassanía. También debo de recodarle que en verano pasan sus vacaciones en España cerca de 10.000 niños y niñas saharauis, que como usted se imagina perfeccionan el idioma español, en la mayoría de los casosno solo en los meses de verano, sino durante el resto del año al mantener un contacto con la familia de acogida que puede llegar desde llamadas de teléfono hasta visitas de las familias españolas a los campamentos de refugiados. Igualmente podría numerarle la cantidad de proyectos que asociaciones de toda España realizan en los campamentos de refugiados saharauis. Pero cuál es mi sorpresa al no encontrar ni un solo proyecto (becas, edición de libros, bibliotecas, enseñanza del español) del Instituto Cervantes hacia el pueblo saharaui, el único pueblo árabe de habla hispana.
Manuel Cazorla Guijarro
Córdoba
(El subrayado es mío)
Desde luego, semejante disparate no se entiende si no se enmarca en el profundo y endémico estado de idiocia general en que se hallan sumidos nuestros gobernantes socialistas desde su primera ascensión al gobierno (nacional y autonómico). Bueno, eso es lo que mi sentido de la piedad me impele a considerar, porque mi sentido de la alerta lo que me sopla es que lo que aquella toma por estupidez no es más que codicia (en su doble vertiente dinero y de poder).
En ese mismo marco hay que englobar los problemas que surgen cada dos por tres debidos al disparatado embrollo jurídico sobre el que se asienta la enseñanza religiosa en España. No lo solucionaron en su momento (1982) de una manera limpia y aséptica, denunciando el intolerable Concordato y ahora sufrimos las consecuencias. No sólo son responsables de haber dislocado la sensatez democrática y racional con la subvención de la escuela doctrinaria católica, sino que con la intrusión de la enseñanza de la superstición en la formación de los cachorros ciudadanos han creado un gravísimo conflicto constitucional por la lógica exigencia de las sectas de elegir sus propios inoculadores de veneno irracional. Menos mal que la propia naturaleza humana genera antídotos en las mentes infantiles para contrarrestar la estupidez religiosa.
Enlazando con ese tema encuentro una magnífica entrada de Javier Armentia sobre la escandalizado reportaje de Ángeles Espinosa en El País sobre el yihadismo en las madrasas de Pakistán sin compararlo con el auge del yihadismo católico en las escuelas de España. IMPAGABLE.
Lo del cavernícola juez Calamitas (Fernando Ferrín Calamita) sólo habla de la estupidez de un sistema judicial sin control, en el que las garantías de defensa del ciudadano están filtradas por el corporativismo de los profesionales y la dejadez impúdica de los políticos. A ese tipejo debieron quitarle todos los puntos de la licencia de impartir justicia cuando llevó al cuartelillo a dos chicas que tomaban el sol en top less en una playa de Chiclana en 1987. Ojalá se le pudra el alma en el infierno ese en el que cree.