El archivo de las diligencias seguidas contra los médicos del Hospital Severo Ochoa de Leganés a los que los políticos del PP de la Comunidad de Madrid acusaron prácticamente de asesinar a 400 personas son una excelente noticia. Del auto del juez puede colegirse que se trató de un enorme montaje de la feroz coyunda de ultracatólicos y ultraliberales que gobierna la Comunidad de Madrid. Las causas se enmarcan en la estrategia de cruzada contra las libertades duramente conseguidas por las fuerzas progresistas en los últimos años y que chocan contra su concepción religiosa de la convivencia y contra sus intereses económicos. Es decir que toda la movida vino por su pretensión de legislar como delito lo que para ellos es pecado y por la de reducir todo el espacio público posible al reducto de los intereses privados. El doctor Montes, la principal víctima del Inquisidor Lamela y la Abadesa Aguirre lo explicaba hoy muy claramente:
P. En 2002 hubo una denuncia anónima y la consejería la archivó tras una investigación interna. ¿Por qué en 2005 la consejería, también del PP, actúa de distinta forma?
R. En mi opinión, hay factores políticos, económicos e ideológicos. En esa época triunfaban las películas Mar adentro y Million dollar baby, de Clint Eastwood, que ganó un oscar, y que iban sobre la eutanasia. Las encuestas del CIS decían que la gente estaba a favor de la eutanasia, pero aun así el Gobierno socialista dijo que en esta legislatura no tocaba. Pero el PP decidió que claro que tocaba, y abrió un nuevo frente en su oposición total. Por eso se inventó que eran centenares de eutanasias, cuando en realidad eran casos de sedación terminal, una práctica admitida hasta por la Iglesia.
P. ¿Y los económicos?
R. La semana siguiente a mi destitución y a que se hiciera público el caso, la Comunidad de Madrid privatizó el hospital Puerta de Hierro y luego anunció la construcción de ocho hospitales públicos con gestión privada. Además, privatizó los cuidados paliativos a la orden religiosa de San Juan de Dios. Pero para llevar a cabo tanta privatización tenía que desprestigiar antes la Sanidad pública. Era la ocasión perfecta. Así que todo se mezcla con intereses políticos y religiosos.
En Córdoba hemos asistido hace unos días a un hecho sintomático de esa situación que denuncia el doctor Montes. Poniendo por fin las cartas boca arriba el que fuera presidente del Colegio de Médicos de Córdoba, el católico convicto, confeso y aficionado a estrafalarios nombramientos de colegiados, Jesús Aguirre ha ofrecido sus servicios al PP para ir en sus listas por el Senado. Ahora todo encaja como un guante. Lo que sospechábamos muchos ha quedado al descubierto naturalmente. El Colegio de Médicos de Córdoba no sólo ha estado durante años en manos de las fuerzas de la reacción político religiosa que pretende regenerar a España desde los presupuestos de una moral confesional, basada en textos sagrados jurásicos y administrada por un Superbrujo que gobierna dictatorialmente un pequeño estado en el que se discrimina brutalmente a las mujeres, sino también con el aliento en la nuca de un partido que se erige en su brazo político y que pretende subrepticia o claramente, según le pille el cuerpo electoral, privatizar la sanidad pública, el mayor tesoro con que cuenta este país para garantizar la asistencia médico-sanitaria a todos los ciudadanos independientemente de su posición económica. Así que no sólo se trata de que se estén rearmando para luchar contra el derecho a la eutanasia, el aborto o las bodas homosexuales, bandera de su acción política, sino que lo que de verdad pretenden es crear las condiciones objetivas para justificar una progresiva privatización de los servicios sanitarios públicos. ¿Quién no se acuerda la matraca que don Jesús dio con el hospital privado de la Cruz Roja?
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