Como ya conté en otra ocasión, nunca dejó de asombrarme que el Pequeño Talibán de Sacristía, también conocido como el Muñeco Diabólico de la COPE, no dejará pasar demasiado tiempo entre una y otra referencia al famoso video de Pedro Jota en algunas de su venenosas flatulencias expositivas, tanto orales como escritas. Ya dije que del famoso video no se acuerda ni dios, que en este país afortunadamente los líos de cama de los vecinos, por muy imaginativos, bizarros o pintorescos que sean no les interesan casi a nadie, a no ser que se encuadren en el negocio de la prensa rosa en la que tanto actores como presentadores, supuestas víctimas y supuestos verdugos están conchabados y pegajoseados por la más resistente de las materias conjuntivas: la pasta. Todos los medios de comunicación de este país dieron una prueba de sensatez colosal, cuando al contrario de lo que suele ocurrir en países cercanos, decidieron correr un tupido velo sobre el asunto, cerraron filas en torno al derecho a la intimidad del sátiro y condenaron la trampa a que fue conducido. La repugnancia de la razón siempre se dirigió hacia sus métodos canallescos de hacer periodismo y nunca hacia sus preferencias sexuales.
Pero su compadre Federico vuelve a regurgitar una y otra vez, litúrgicamente, el famoso video, ya olvidado, como si pretendiera resucitar una y otra vez en la memoria de todos los españoles las imágenes en él grabadas. Pero sobre todo, y esta es mi impresión, para recordarle algo al propio Pedro Jota. No me extrañaría nada que tuviera algún as escondido en la manga con que chantajear al marido de la más cretinizadora de nuestras modistillas.
Pero hacía tiempo, sin embargo que no tocaba el clarín del video. Lo ha vuelto a sacar precisamente ahora, cuando la pequeña viborona se ha visto realmente acorralada y le ha visto las orejillas al lobo del despido en la COPE, que no ha ocurrido por los pelos puesto que estaba propiciado por su otrora mentor Monse Cañizares, el Pasarelas y que no se ha hecho efectivo por decisión digital personal del baranda de la Confe, el Siniestro Rasputín de Villalba (vaya pueblecito, patria también del tiranosaurus fascistus Fraga), Monse Rouco Varela. Y cuando el juicio de Gallardón amenaza con crujirle los huesos sacándole un pastón y convertirlo en la irrisión de todo el mundo, traicionado como ha sido por los políticos de la derecha cavernícola por los que se ha dejado la piel de la garganta en los micrófonos desde hace años. Ya, aparte del melífluo y diarreoso expresidente de la AVT y de los caniches saltarines de su tertulia, sólo lo defiende a capa y espada el tonsurado director de El Mundo. Raro, raro, raro ¿que no? Pa mí que lo tiene cogido por los güebos.
Yo ya estoy deseando ver la caída definitiva del enano articulado para conocer el contenido del chantage.
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