¿Son los arcángeles fascistas? La terrible duda me ha sobrevenido por una apostilla que el bueno de Kim, que suele entrar por aquí a apostillarme exclusivamente desde el bando celestial o nacional, me ha lanzado amablemente. Como coloqué una imagen del Arcángel Rafael en una relación de jirones fascistas que quedaban en la ciudad, se ha sentido impelido a refutarme, toda vez que a la luz de su razón y a la fuerza de su fe, le repugna tal inclusión.
He de decir que la tal inclusión no se debía a esa consideración, sino a que como me pillaba de paso en el paseo y la considero una imagen absolutamente delirante y de una fealdad a prueba de degustadores del mamotreto a Manolete, pues la afoté y luego la coloqué, como ilustración de que había pasado por debajo de sus... ropajes. No la incluía entre las infamias iconográficas fascistas que mancillan el dolor, la memoria y la dignidad de las víctimas de los horribles crímenes franquistas.
Pero por la tarde mientras me dedicaba a las labores propias de procurar mi manutención se me enquistó en el cerebro el asunto y dándole vueltas y vueltas he llegado a algunas conclusiones.
Realmente no se pueden considerar fascistas a los Arcángeles de Dios, ni a Dios mismo por la sencilla razón de que el fascismo nombra una realidad política, social y económica enmarcada en una encrucijada histórica muy concreta y que conforma unas formas de dominación bastante bien conocidas. Pero sobre todo (at last but not at least), por la sencilla razón de que ni Dios ni sus Arcángeles existen, sino que son meras creencias, emanaciones sociales puramente mentales de textura mitológica que tienen como primordial misión propiciar el restañamiento de las heridas abiertas en la conformación del entendimiento de la realidad circundante que el desarrollo de la inteligencia como herramienta adaptativa produce inevitablemente. La priorización de la comprensión sobre el instinto es lo que tiene, que nos llena de satisfacciones materiales, pero crea mucha zozobra. Y desde luego algo hay que inventar mientras alcanzamos a resolver las dudas, mientras alcanzamos el saber. Y por supuesto su gestión por parte de unos pocos espabilaos ha generado históricamente unas fuentes de poder realmente asombrosas. Claro que lo que parece lógico en las sociedades carentes de herramientas científicas suficientes, se convierte en un enorme disparate, en una automutilación gnoseológica, en una atroz pertinacia de los dominados en seguir siéndolo hasta el infinito con la pervivencia del recurso adaptativo de la creencia en seres imaginarios en tiempos en los que las ciencias experimentales han dado infinitamente más respuestas ya que los vidriosos gestores de religiosidad. Eso sí, producen una iconografía de lo más graciosa. No hay más que ver los genios alados hermafroditas que pueblan nuestras plazas. Y los avatares de las deidades femeninas esas amuebladas como novias bereberes.
Pero el espíritu de la relación entre el Dios Supremo, sus Generales y los fieles creyentes, ¿no es esencialmente fascista? Se trataría, claro, de una especie de ucronía pero a mí nadie me impide flipar en colores en mi propia página. Esas relaciones que la mente delirante de los sacerdotes semitas fundadores del judeocristianismo conformaron para sus panteones se basaban en las estructuras políticas de dominación, totalitarias, fascistas (valga de nuevo la ucronía). El propio mito del pecado original es un relato de índole fascista, ya que instala el sentido de la culpa (contra Dios, contra el Lider, contra la Raza), la responsabilidad ante el Otro, más que ante el propio juicio de los individuos. De hecho se podría establecer un paralelismo entre la expulsión del paraíso y el establecimiento de regímenes fascistas contemporáneos. Dios, el Dictador supremo, que mediante la espada de sus Generales Arcángeles expulsa al hombre de la libertad, de la democracia, de la racionalidad. Cuántas veces no se ha representado a los Arcángeles armados con espadas de fuego o con arcabuces.
Representación cuzqueña de San Rafael portador de la consabida pescadilla y un arcabuz de autor desconocido que adquirí hace años en Cuzco y que hoy luce en una pared de mi casa.
Una de las bases de los fascismos, al igual que en el cristianismo, es la aspiración al establecimiento de un Mundo Nuevo en el que viviría un Hombre Nuevo bajo la dirección de un Lider-Dios. Ese Hombre Nuevo es frecuentemente representado en todos los sistemas fascistas, en los que incluyo a los regímenes totalitarios comunistas, como una estética rígida, musculada e idealista que buscaba su inspiración en el pasado más glorioso. Los alemanes lo encontraron en los arios héroes de su mitología, los italianos en los gloriosos romanos que conquistaron el mundo y los españoles en los desarrapados conquistadores exporquerizos. Dada la larga pervivencia del fascismo español, frente a la brevedad de los otros, aquí dio tiempo a que esa imagen del superhéroe patrio evolucionara al compás de los nuevos tiempos y ya en los años 60 el gorrinete conquistador de las Américas había sido sustituido por los pucros y aseaditos conquistadores de públicos y, sobre todo, de suecas. Personificados en dos artistas inconmensurables: El Cordobés y Manolo Escobar.
Y ahí tienes, amigo Kim, la conexión del nuestro Arcángel del Puente Nuevo con el fascismo. La descacharrante escultura colocada sobre una inexplicable ptolemaica columna es una representación de los superhombres hispanos de esencia fascista del momento en que se erigió. Ese cuerpo serrano marcando cacha del torero arrasador y el tupé del cantante caspopop más famoso de la Historia.
Desde luego nada que ver con mi representación preferida (más que preferida es que me pone... me pone...): la delicada representación que del Arcángel Hermafrodita compuso el idolatrado, aunque un tanto irreverente, Julio Romero de Torres, con unas peras limoneras pa mojar sopas y unas rotundas caderas que centran un pubis angelical que ya quisiera para sí mi adorada Salma Hayek.
Demoledor, Manuel. Este post contiene pruebas periciales irrefutables ante cualquier Tribunal. Cada dato aportado, cada referencia, son puntadas que cierran el puzzle y llevan a la conclusión que pretendías.
ResponderEliminarO, como diría con mística sorna mi también admirada Cristina Peña: Franco, era gay.
Si no te importa, voy a linkar por ahí este post magistral.
Un abrazo, Manué.
Muchas gracias por dedicarme la entrada.
ResponderEliminarVarias cosillas te quiero comentar. La primera es que me autobauticé Kin, no Kim. También quería comentarte que no te apostillo con mala intención, es todo para abrirme la mente un poco. Yo soy tu polo opuesto, como ya sabes: un derechoide cristiano liberal; y no comparto, pero cuando te leo admiro tu manera de expresarte.
Es como si no me gusta el rock pero valoro el esfuerzo, entusiasmo y dedicación del grupo.
Por último, me ha gustado mucho el paralelismo que has buscado entre Iglesia y Fascismo, me parece que está muy bien hilado. Y me he echado unas risas mu buenas con lo del Cordobés y Manolo Escobar.
Estoy deseando que haya una reunión de la Cordobapedia para conocerte personalmente.
Saludos
¿Dónde es Cordobapedia?¿Se puede saber? Yo, desde las costas del Atlántico y con vientos de Poniente,no me entero de esos lugares de Córdoba.
ResponderEliminar