Vuelvo de nuevo a mi antiguo barrio. Para visitar por mandato maternal, como el año pasado, la Cruz de Mayo, en la que lleva currando desde el mes pasado junto con sus amigas, primero en el montaje, plantaje de macetas y organización y estos días ensartando pinchitos, haciendo tortillas y friendo pimientos. Para la Asociación de Vecinos del Barrio y la Coral donde canta. El año pasado coloqué su foto en esta página donde le han dicho que escribo cochinadas y me meto con los curas. Por eso no quiere ni entrar. Ni falta que le importa a la pobre. Además y como feliz coincidencia hoy es el Día de la Madre, ese día tan entrañable que instituyeron hace años los canónigos de Nuestra Señora del Corte Inglés. Dos pájaros, pues, de un tiro. La veo sólo unos minutos porque está supermegahiperocupada en el patio-cocina de la parroquia en cuyo muro se ha colocado el montaje crucífero. Pero le da tiempo a darme el notición: este año se han llevado EL PRIMER PREMIO DE LAS CRUCES DE MAYO DE CÓRDOBA. Más contenta que unas pascuas. Y yo también, claro. El año pasado, a pesar de que por su mandato exigí en el Intennel este que se lo tenían que dar, no pudo ser. Yo creo que este año hice bien en callarme antes del fallo del jurado.
La cruz se ha colocado frente al muro occidental de la iglesia completamente cubierto de macetas. Los motivos han sido confeccionados en homenaje a los patios cordobeses, representando elementos de los más famosos. El de la calle Marroquíes, sus típicas ventanas azules, el pozo del patio de la calle del Trueque, la preciosa y angosta escalera del de San Basilio y la fuente del de la calle Escañuela. Mu presiosísimo. Merecido. Bueno, tampoco he podido comparar. Ya podéis suponer que a mí esta estética me empalaga un poco. Pero por ella lo que sea, que Cruz de Mayo de mi mare no hay más que una.