viernes, 3 de julio de 2009

La segunda desislamización de la Mezquita de Córdoba (II)

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IR A LA PRIMERA PARTE

Pero el agresivo proceso de desislamización de la Mezquita en la que la Iglesia cordobesa se encuentra embarcada no se queda sólo en la redacción del folleto/panfleto que se entrega a los visitantes y que comenté en la entrada anterior, sino que se extiende también al control férreo de la información que el reducido grupo de guías turísticos que gozan del monopolio y que son minuciosamente examinados y acreditados por el Cabildo darán a los visitantes. La Asociación de guías turísticos de Andalucía ha intentado hacer que la Iglesia cumpla la ley permitiendo a los guías acreditados del resto de la comunidad, incomprensiblemente sin éxito, ejercer su profesión dentro de la Mezquita. Incluso se manifestaron junto al monumento recientemente sin avances en la, por otra parte, inexistente, negociación. La Iglesia tiene el poder de acreditar a los que ella considera idóneos, es decir a los que se pliegan de grado o fuerza al relato inventado por sus ideólogos para desislamizar el monumento. La consideración que me merecen esos guías-catequistas que consienten la discriminación de sus compañeros, pudiendo ellos gozar de todos los privilegios en el resto de monumentos de la comunidad, se balancea rozando varios calificativos de distinta intensidad ofensiva según fueran los eximentes que pudieran presentar en su descargo.


Pero la marmita donde bulle el caldivache donde se cuece el corpus teórico de la desislamización de la Mezquita tiene su hogar en una oscura covachuela sita en el propio monumento: el Archivo Catedralicio.


En él habitacula o habitacura el archivero mayor, de nombre Manuel Nieto Cumplido, personaje extraño y ligeramente siniestro que, cual viejo avaro de novela decimonónica, atesora para él solo la colección de información histórica más importante de la ciudad. En mis tiempos de estudiante de Historia se me aconsejó vivamente, desde los propios departamentos del ramo, procurar que cualquier estudio que emprendiera para la tesina, la tesis o por simplemente por matar el rato, no necesitara acceder a los tesoros de don Manuel y los lamentos por su febril e inflexible decisión de publicar él solito, sin ayuda de profesionales universitarios, la documentación por él custodiada, eran frecuentes entre los profesores y los alumnos.


Don Manuel pasa en la ciudad por ser el mayor experto en la Mezquita de Córdoba (antes mezquita y ahora en funciones de catedral católica) del mundo mundial y parte del extranjero interplanetario. Yo no voy a entrar a valorar sus conocimientos sobre el tema del arte omeya, aunque la opinión generalizada es que su obra monumental (por voluminosa) sobre el monumento no consiste más que en un refrito más o menos socarrado de varias docenas de estudios de expertos más acreditados. Pero sí en la interpretación que de la esencia del monumento hace nuestro alquimista ensotanado en ella, su única aportación original al conocimiento universal del mismo.


En la primera edición de su obra principal LA MEZQUITA CATEDRAL DE CÓRDOBA todavía no aparecían, si bien se adivinaban ya por el uso de ciertos aliños, los olores del cocimiento que andaba preparando en su zaquizamí nuestro hechicero. Es en algunas publicaciones posteriores (fundamentalmente en una editada en Granada a medias con su fiel sacristán Luis Recio Mateo) donde comienzan en su hermético caldivache a transmutarse las férreas certezas históricas convencionales en áureas verdades reveladas. Y en la reciente reedición, cuyo título transmuta misteriosamente en sólo LA CATEDRAL DE CÓRDOBA de Cajasur donde las plasma ya de una forma definitiva.


Don Manuel desislamiza la Mezquita de Córdoba de un plumazo. No se trataría del primer monumento árabe de la España islámica sino del último edificio helenístico de Occidente. Incide frecuentemente en esta idea y trata de restañar el escándalo intelectual que provoca con apuntes del calibre de por muy extraño que parezca este monumento fue levantado bajo las corrientes artísticas del arte grecorromano y bizantino para la oración islámica, pero es un ornamento prestado que tomó el Islam. Los ejemplos que coloca nuestro buen hechicero para hacernos entender su revolucionario descubrimiento histórico-alquímico son deliciosamente delirantes, destacando sobre todo éste, de candorosa acidez: así como la filosofía de Aristóteles traducida al árabe no se puede considerar filosofía árabe, este monumento, levantado sobre las bases de las corrientes artísticas del arte grecorromano y bizantino, no se puede decir que sea árabe... aunque... la ampliación de Al-Hakam II, hecha por bizantinos y no por la genialidad árabe, lo convierte en un monumento excepcional.


El mensaje fetén con que don Manuel quiere iluminar las oscuras cavernas de nuestras añejas certezas es que la Mezquita de Córdoba no es un monumento árabe, como su aspecto aparentemente indica, sino propiamente cristiano o como mucho hispano-romano. Se supone que la causa, aunque no la diga para no herir susceptibilidades, es que los árabes tienen menos imaginación que un camello y aunque son capaces de derribar iglesias son incapaces de levantar edificios originales para ellos mismos.


Así, como apunta certeramente González Alcantud (Lo moro. Las lógicas de la derrota y la formación del estereotipo islámico, ed. Anthropos, 2002 (pg. 83), en esta intoxicadora obra frente al concepto de catedral el de mezquita queda disminuido y, sobre todo, se elude cuidadosamente toda referencia a las polémicas constructivas que arrastra la misma desde el siglo XVI: no se hace referencia a éstas a lo largo de más de seiscientas páginas

Lo jodido de esta solemne soplapollez cómico taurino islamofóbica es que no ha sido contestada en el ámbito intelectual de esta ciudad por nadie. Absolutamente por nadie salvo por alguien que mostró en su momento el mismo estupor que este modesto escribidor de blogs por ese unánime silencio de tumba, tan propio de esta ciudad, que nunca se sabe si es fruto del miedo, de la desidia o de la estolidez.


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Es una pena que se encuentre actualmente en obras una página muy divertida que tiene un par de años de existencia y que responde al espíritu ciberpicaresco de tantos personajes que chupan del bote público. Al calor del tema de la Alianza de Civilizaciones, personajes ultracatólicos y ultratreaccionarios que en el fondo sienten ese título y esa idea como un pellizco en el hígado, no tienen empacho en poner tienda para vender las motos de las instituciones a cambio de la comisión subvencional correspondiente. La página se llama La Mezquita Catedral de Córdoba, Símbolo de Alianza de Civilizaciones y viene perfectamente bendecida por los caudales de la Junta, el Ayuntamiento, los Fondos FEDER y el Patronato Provincial de Turismo de Córdoba, amén de por algunos vendedores de flamenquines y salmorejo. La confecciona un paniaguado del Cabildo, guía/sacristán del templo, Luis Recio Mateo, que tiene que hacer de tripas corazón y colocar el título de Mezquita antes del de Catedral contraviniendo, temporalmente y sólo por la fuerza mayor de trincar la pasta, los mandatos de Don Manuel, su mentor principal. La página es una especie de chamarilería en la que se exponen las cosas más heterogéneas, la inmensa mayoría sin el más mínimo interés. De las civilizaciones sólo parece existir en ella la católica apostólica romana sobresaliendo las continuas loas turiferarias al actual Jefe del Estado Vaticano y a la Iglesia, manteniendo una prudentísima distancia de todo lo demás, tanto gubernamental como de las religiones de la competencia, aunque no puede evitar algún torvo pellizco de monja lanzado a traición como el del artículo titulado: el laicista Zapatero en una fiesta musulmana. De los valores de la religión islámica ni mu. Y de la otra... ¿Hay algo judío en la Mezquita? Pues sí, qué se creían ustedes, si no no sería la Mezquita Catedral Alianza de Civilizaciones. Porque la Mezquita Catedral, aparte de basílica visigótica fue anteriormente templo romano y, flipa, flipa, tronko, que es gratis: un ¡¡¡TEMPLO DE SALOMÓN!!! Y digo yo que por qué no un centro ceremonial chichimeca y así conseguía también subvención de la Revolución Bolivariana de Chávez.


Pero lo mejor de la página eran los vídeos en los que don Manuel Nieto Cumplido presentaba un libro. En esos videos, ahora desactivados, el archivero hechicero desmontaba una a una las supuestas genialidades de los omeyas para construirse templos donde rezar. Todo, absolutamente todo lo que existe en la Mezquita de Córdoba pertenece al genio cristiano y occidental. Nada, absolutamente al de la nube de langostas del desierto. Una pena. Esperamos que pronto vuelvan a activarse y podamos convertirlos en fuente inagotable de diversión en las escuelas y facultades de arte de este país.


La cuarta pata de este banco tendría que ser la descacharrante historia de cómo los curas consiguieron convertir el espectáculo multimierda nocturno folklórico moruno ideado para la Mezquita por unos sistemas neuronales embotados por el consumo de salmorejo y devotos de Nuestra Señora de las Pernotasiones en una experiencia místico catequética de raíz estrictamente católica, con gregoriano de fondo y latiguillos catecismales emitidos con voz cavernosa bajo el crucero de la Catedral. Penosa historia donde las haya que ya fue suficientemente ensolfada en esta taberna.


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miércoles, 1 de julio de 2009

La segunda desislamización de la Mezquita de Córdoba (I)


Holmes explicaba que cuando se conquista un pueblo hay que destruir sus templos. Además, lo primero que trae esa conquista, como escribe Gonçalo M. Tavares en Un hombre: Klaus Klump, es la imposición de otra música. Porque la música es una señal de humillación: "Si quien ha llegado impone su música es porque el mundo ha cambiado, y mañana serás un extranjero en el lugar que antes era tu casa. Ocupan tu casa cuando ponen otra música".

M. A. Aguilar



A los amigos que vienen por Córdoba y deciden visitar la Mezquita suelo decirles que comprueben cómo nada más entrar, en el mismo momento en que cojan el folleto explicativo que va incluido en el precio de la entrada, serán víctimas de un intento de engaño por parte de los usurpadores (1) y responsables del monumento. Efectivamente ese folleto no es más que un panfleto catequético que sustenta un burdo intento de manipulación de la historia y la esencia del lugar con exclusivos fines propagandísticos del producto espiritual que allí se vende. No siempre fue así y puede afirmarse que el hecho forma parte de la yihad fundamentalista en la que la Iglesia Católica viene empeñada desde que accediera al trono del Reino Vaticano el Impresentable Organista de Cracovia, Woytila, y quien le movía los labios en la oscuridad, el cardenal y actual Papa Ratzinger, con la misión de desmontar cuidadosamente el tímido aggiornamiento que el Concilio Vaticano II había conseguido en lo referente a la doctrina social y al diálogo con otras religiones. Desde entonces en la sede episcopal cordobesa se decidió un plan muy sibilino para, en consonancia con los vientos fundamentalistas que venían de Roma y acicatados por ciertas exigencias de conversos musulmanes de compartir rezo, reinterpretar la historia del monumento mediante una serie de descaradas mutaciones en el discurso oficial de explicación del mismo. El fin de tal manipulación no es sino alcanzar su completa desislamización, hacerle perder su origen islámico e inculcar la idea de que se trató de un templo católico desde siempre que fue usurpado durante un periodo de su historia por otro culto bárbaro y cruel venido de fuera, que no le aportó nada original, para ser final y felizmente restituido a su función originaria.


Por ello, probablemente si pudieran, borrarían las huellas islámicas de la Mezquita. Ellos lo que quieren es una catedral normal como tienen todos los demás, porque sienten que al ser “otra cosa” algo que puede ser interpretado desde fuera de su doctrina, un monumento artístico per se, desligado del culto católico estricto, puede desvirtuar lo único importante para ellos: la extensión de la superstición para dominar las conciencias. Y la pasta, claro. Porque, eso sí, como se trata de un monumento declarado Patrimonio de la Humanidad y al que visitan (sólo por la parte islámica que ellos quieren reinterpretar) cientos de miles de turistas al cabo de año, no renuncian a su sustanciosa explotación económica en forma de entradas que se consideran donativos y que por lo tanto no tributan a Hacienda. Na, moco de pavo: unos diez millones de euros al año.

Para abrir boca podemos usar una prueba del algodón de comparar unos ejemplares del mismo folleto que se entregaban hace unos años con el actual.


Empecemos por la portada y el título: En éste del año 81, se llamaba al monumento Mezquita-Catedral, ( GUÍA BREVE DE LA MEZQUITA CATEDRAL DE CÓRDOBA) y presentaba tres recortes de vistas de grabados del siglo XIX con imágenes de la mezquita propiamente dicha y uno pequeño, abajo, de la catedral incrustada en su centro.


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Posteriormente se confeccionaron dos folletos más, uno en el 93 y otro en 98. En ambos conservan más o menos el texto del 81 y en el primero incluso el nombre tradicional del monumento. Es en el del 98 cuando encontramos por primera vez una alteración sustancial en la forma de nombrarlo con el cambio de orden de los términos del título tradicional y consensuado en pleno municipal en el 81, indicando expresamente el nuevo uso y nombre (con la insidia de colocar el título de santidad propia del catolicismo) del edificio indicando la obsolescencia del antiguo: BREVE GUÍA DE LA SANTA IGLESIA CATEDRAL (Antigua Mezquita de Córdoba):


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De la portada del nuevo folleto ha sido eliminada la palabra MEZQUITA y se titula ya solamente LA CATEDRAL DE CÓRDOBA (Testigo vivo de nuestra Historia) y consta de una sola imagen de una vista de la nave que lleva al mihrab, pero tomada de forma que la bóveda que se aprecia y el arco que enmarca en conjunto son de construcción gótica. La parte católica, pues, primando sobre la islámica.


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Pero es en el interior y en los propios textos explicativos donde encontramos mejores pruebas de la mutación. En la antigua el texto se embarcaba desde el primer momento en una explicación de la evolución del monumento siguiendo los criterios más aceptados por la historiografía mundial, apoyado además por una cita del arquitecto e historiador del arte Fernando Chueca:


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Seguidamente se emplea en la descripción de los diferentes elementos del monumento sin salirse del guión de la ortodoxia comunmente aceptada.


En el segundo folleto, el que proporcionan actualmente, la explicación se encuentra guarnecida arriba y abajo por sendas fotografías de elementos cristianos: una lápida y un friso paleocristianos. El texto está dividido en dos partes El epígrafe de la primera reza (nunca mejor dicho): IGLESIA MADRE DE LA DIÓCESIS que da pie a una puesta en claro de lo que para los dueños del monumento representa y lo que quieren que represente también para los visitantes: un lugar exclusivamente de culto católico. Que se entienda que la grandiosa arquitectura es sólo el envoltorio del producto que en allí se vende: catolicismo preconciliar. Y que se invita a la distinguida clientela a consumirlo.


En el segundo cuerpo y bajo el epígrafe LOS ORÍGENES, se incide vehementemente en el hecho de que en el lugar que hoy ocupa la mezquita hubo una iglesia visigoda destruida por los musulmanes para construirla. Lo que lleva al autor del panfleto a lanzar un finísimo pellizco de monja, clave de todo el asunto: ese hecho demuestra la falacia del mito de la tolerancia que supuestamente se cultivó en Al Andalus.


Pero donde el panfleto moderno se muestra más delirantemente absurdo es en la parte de explicación del templo islámico, apuntando ya en el propio epígrafe la consideración que tiene de él: LA INTERVENCIÓN ISLÁMICA. Es decir que lo que trata de inculcarnos el autor es que en realidad la mezquita construida como aljama principal de la capital de Al Andalus no fue una original creación de los invasores musulmanes (que sucedieron a los invasores visigodos, pero cristianos), sino un reforma para adaptarla a su culto, de una estructura cristiana previa. A eso apunta la palabra intervención, según mis humildes conocimientos. La estolidez del redactor no para en mientes de que previamente ha hablado de la total destrucción de la basílica cristiana. Y sobre lo que ya no existe no se puede intervenir.


Seguidamente desgrana ya más o menos ortodoxamente las etapas constructivas del templo islámico, pero eliminando cuidadosamente cualquier mención a las aportaciones más importantes de los arquitectos islámicos e incidiendo por el contrario y morosamente en todas y cada una de sus probables o probadas influencias de la arquitectura hispanorromana de raíz cristiana. Afirmar rotundamente que el bicolorismo de los arcos de la mezquita, una de sus señas de identidad más importantes, fue copiado por los árabes del palacio episcopal encontrado en Cercadilla habla de la falta de escrúpulos de nuestro panfletario autor a la hora de arrimar el ascua a su sardina. Y de su afición a los traidores pellizcos de monja habla el hecho de que de los siete renglones que dedica a su condensada explicación de la parte de la ampliación de Abderraman II uno lo haga incidiendo en las persecuciones que en ese tiempo se infligieron a los cristianos.


Es una verdadera obsesión la que tienen los curas con el tema del mito de la tolerancia en Al Andalus. Y no les falta razón desde su punto de vista para cultivarla, porque saben perfectamente que los mitos no surgen porque sí, sino que tienen siempre un fondo de verdad y que nacen siempre para resaltar una comparación entre unos tiempos y otros, entre unos hombres y otros, entre unas crueldades y otras.


Es cierto que se trata de un mito que ha sido usado hasta la náusea por tirios y troyanos, por islamófilos de raíz tanto goytisoliana como neoconversa, por rapsodas y exaltadores localistas de las glorias de pasados jurásicos, por catedráticos de la de Nobles Caspas y Bellas Tretas, por guías turísticos más o menos ilustrados, por ministros del ramo muñidores de beatífico ecumenismo, para vender flamenquines, erudición o buenismo, y que adolece generalmente de una falta sistemática de aplicación de los más mínimos controles historiográficos serios y de exceso de aplicación de criterios conceptuales propios de la actualidad. Pero lo que sí se puede afirmar es que si surgió, a lo largo del siglo XIX, fue porque cuando se comenzó a estudiar la sangrienta historia de este país con criterios más objetivos y no anclados en las visiones contrarreformistas anteriores se sintió la necesidad instintiva de su creación como hito paradisíaco o edad de oro excepcionales en la secuencia de las crueldades sin fin que la han jalonado.


La Historia de Al Andalus es muy larga, nada menos que 8 siglos, en los que lógicamente hubo de todo, pero lo que sí está comprobado es que en la mayoría de los periodos los cristianos y los judíos no fueron perseguidos y se les permitió su culto a pesar de que se les cobrara un impuesto. El autor del panfletazo con una ausencia de vergüenza a prueba de bombas afirma que la destrucción de la iglesia de San Vicente, que ocurrió a mediados del siglo VIII cuestiona el tópico de la tolerancia que supuestamente se cultivaba en la Córdoba del momento, en un intento descarado de contaminar con ese cuestionamiento el resto de los periodos. Hay que decirle, por otra parte, al tipo este que la destrucción se llevó a cabo tras una compra legalizada, lo que desde luego no ocurrió con todas las mezquitas que fueron destruidas sin más a los pocos días de la conquista del rey cristiano santificado y sin que puedan servir ninguno de los dos hechos para marcar moralmente actuaciones del pasado con criterios actuales.


A la Iglesia le sale la verde bilis cuando se le enfrenta con el hecho contrastado de que así como otras religiones oficiales fueron tolerantes en líneas generales con las de la competencia, la Católica se caracterizó siempre por una crueldad sin límites y una tendencia generalizada a la persecución y la expulsión. Nadie habla nunca de los cientos de miles de mártires paganos que fueron asesinados u obligados a convertirse por las autoridades tras su entronización como religión oficial del Imperio en un número infinitamente mayor que el de los cristianos que fueron comidos por los leones de Diocleciano. Pero, claro, aquellos no tuvieron la oportunidad de ser ensalzados hasta la nausea y por los siglos de los siglos: no quedó ni uno. O sólo hay que contemplar las persecuciones de herejes, las expulsiones de los judíos primero y de los moriscos, obligados previamente a convertirse, más tarde. O la conversión forzosa de los indios americanos. O la Inquisición. Y todo ello en épocas donde los derechos humanos ya habían sido germinalmente enunciados. Frente a todo eso la normalidad de Al Andalus no es que quede mitificada, es que resplandece como un faro de humanidad.


Los árabes andalusíes no fueron ni más tolerantes ni menos que otras culturas. Lo que les hace contrastar es la propia crueldad milenaria de ese pozo de intolerancia que fue siempre la Iglesia Católica.


La parte que el panfletario dedica a LA TRANSFORMACIÓN CRISTIANA ocupa bastante más líneas que la INTERVENCIÓN ISLÁMICA y desde luego el relato de la conquista y de la conversión inmediata de la Mezquita en iglesia sí que habla de la tolerancia cristiana. Allí no hubo expropiación remunerada, sólo simple y puro arrebato, derecho de conquista.


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El infumable folletazo termina con una estomagante REFLEXIÓN acerca de la supuesta certeza de que la mezquita se conservara gracias a su conversión en catedral. Pero no hace ninguna referencia al hecho de que la catedral incrustada en su centro en el siglo XVI fue fruto de un dislocado empeño de la Iglesia de destruir parte del edificio para llenarlo de angelotes y que contó con la férrea oposición de las autoridades civiles de la época, que fueron excomulgadas por ello. La reflexión culmina con un emplaste teológico pseudopoético digno de figurar en uno de esos posters que cuelgan las adolescentes sensibles en sus cuartos para tratar de ser mejores con sus amiguitas.


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Alguien debería decirle a este esforzado panfletario y a sus empleadores que por mucho que se empeñen los visitantes vienen a ver la MEZQUITA, o sea la MEZQUITA, y no la catedral y que ambas cosas, aunque compartan espacio, no son lo mismo. Y desde luego a lo que no vienen es a que se les caliente la cabeza con apolilladas doctrinas vaticanas. Lo jodido de todo este asunto es cómo colaboran a la creación de esta gran falacia profesionales de prestigio con su aquiescencia o con su silencio. Arquitectos y arqueólogos a sueldo del Cabildo que seguramente se reirán para sus adentros de las cretinadas curiales, pero que callan siempre convenientemente su opinión.

(1) Un día del año 2006 la Iglesia Católica, haciendo uso de una ley franquista y su ampliación por el gobierno de Aznar, que tiene todos los visos de ser anticonstitucional porque equipara a los obispos con los funcionarios públicos, inmatriculó en secreto, y probablemente con el silencio cómplice de la alcaldesa Rosa Aguilar la Mezquita de Córdoba a su nombre. Ello quiere decir que hasta ese mismo momento gozaba del estatuto de BIEN PÚBLICO. Lo cuento con pelos y señales en ESTA ENTRADA.

II PARTE

Más de lo de siempre

Sigo muy de cerca el drama de Honduras. Y hay algo, después de haber bebido en múltiples fuentes que me suena a conocido, aunque ahora la hipocresía general es infinitamente mayor y es más difícil detectar exactamente el qué. El último gilipollas que aplaudió un golpe de estado gorilesco a la americana fue el ínclito Hombrecillo Insufrible, cuando jaleó al que se le montó al también golpista renacido garantista Chávez. Pero desde entonces los aspavientos democratistas tienen más papel en el teatrillo del mundo y las verdaderas causas de las mismas cacicadas de siempre suelen maquillarse más.

Honduras tiene una enorme base americana, Palmerola. Esa base fue la idem desde la que se martirizó sin ninguna piedad la revolución sandinista durante muchos años. Un hijodelagranputa llamado John Negroponte organizó en los años 80 una enorme mafia para subvencionar a bandas de criminales a sueldo que arrasaron y quemaron pueblos nicaragüenses, mataron cientos de niños, violaron mujeres, torturaron con final “D” a miles de campesinos y fue el jefe virtual del ejército hondureño que tenía hasta entonces la única misión de proteger a una de las oligarquías más explotadoras de América del Sur, que ya es decir, de su propio pueblo. Y garantizar la extracción de beneficios de las empresas norteamericanas que ordeñaban los recursos del país. Todos los militares hondureños con más de dos estrellas en los hombros fueron “sus hombres”. Son los que han secuestrado y expulsado (qué detalle, si hubiera ocurrido en tiempos de Kissinger lo hubieran balaceado como hicieron con Allende en Chile). Siempre consideraron como sus jefes naturales a los militares norteamericanos que los amamantaron.

En Honduras ganó las elecciones un neoliberal que se convirtió al bolivarismo chavista por obra y gracia de un viaje a Cuba. Y ha solicitado que la base americana se abra a vuelos comerciales, como inicio de un proceso que parece indicar no sólo que China acabará sustituyendo a los gringos como principal socio económico, sino que, como está firmado en el acuerdo bilateral, la base sea devuelta cuando lo solicite el gobierno elegido por el pueblo hondureño. Eso por no hablar de su alianza con el eje bolivariano. Un eje que amenaza con desbancar definitivamente a EE.UU del control real de América Latina. Un durísimo golpe para el Pentágono.

¿Qué ha pasado? Bueno, todo el mundo, Obama el primero, se han aprestado a condenar el golpe, con la boca más o menos chica. Y han prometido la restitución del presidente expulsado y la restitución de la democracia violada. ¿Entonces? ¿Se trata de una prueba que los servicios secretos que velan por los intereses económicos norteamericanos, que siguen siendo los mismos de siempre, han puesto al incógnito presidente coloreado? ¿Un aviso para él, de lo que debería de hacer con países más importantes? Yo no dejo de darle vueltas. Pero claro, yo es que soy un jodido antinorteamericano visceral, al que no se debe hacer demasiado caso.

Al menos me consuela que Pascual Serrano, de quien ando por leer su último libro Desinformación, me acompañe en las sospechas.

Negroponte siguió ascendiendo en su vertiginosa carrera de hijodelagranputa laureado y acabó en Irak de embajador, el mismo cargo que ejerció en Honduras.

Hoy mismo Isaac Rosa publicaba el siguiente artículo en Público:



Barra libre de petróleo para celebrarlo



“Cualquier compañía petrolera que pretenda ir en serio en los próximos años tiene que entrar en Irak” -Stephen Chazen, Director Financiero de Occidental Petroleum-


Como saben, los iraquíes están hoy de fiesta. Tras más de seis años de ocupación, las tropas estadounidenses se retiran de las ciudades y dejan la seguridad a las fuerzas locales. Para celebrarlo, el gobierno ha declarado festiva la jornada, bautizada como “Día de la Soberanía Nacional”, y habrá grandes celebraciones. Es tanta la alegría, que las autoridades se han puesto espléndidas y han invitado a la fiesta a las compañías petroleras extranjeras.

Si el día de hoy es histórico en Irak no lo es tanto por la retirada militar (relativa, pues permanecerán miles de soldados en sus enormes bases y conservarán su poder para intervenir), sino porque se abre el mercado petrolífero a las compañías privadas tras casi cuatro décadas de nacionalización. Fíjense qué casualidad tan tonta, eh. Que el día que los iraquíes están distraídos celebrando el repliegue yanqui, ese mismo día se organice la primera gran licitación de contratos de explotación.

Lo que los iraquíes ganan hoy en soberanía lo pierden con creces en la soberanía sobre sus recursos, que aunque siguen siendo de propiedad nacional, serán explotados por las multinacionales, en el que promete ser un enorme negocio: la tercera reserva de petróleo del planeta, de muy fácil extracción –de los más baratos de obtener-, en uno de los países más corruptos del mundo, y sin haber aprobado siquiera una ley de hidrocarburos que fije las condiciones. Así, los contratos los asignará el gobierno, sin necesidad de que los apruebe el Parlamento. Y hasta ahora los movimientos de las compañías petroleras, apoyadas por la diplomacia de sus países, han sido más bien oscuros. Lo dicho, un día de fiesta.