La segunda desislamización de la Mezquita de Córdoba (II)
Pero el agresivo proceso de desislamización de la Mezquita en la que la Iglesia cordobesa se encuentra embarcada no se queda sólo en la redacción del folleto/panfleto que se entrega a los visitantes y que comenté en la entrada anterior, sino que se extiende también al control férreo de la información que el reducido grupo de guías turísticos que gozan del monopolio y que son minuciosamente examinados y acreditados por el Cabildo darán a los visitantes. La Asociación de guías turísticos de Andalucía ha intentado hacer que la Iglesia cumpla la ley permitiendo a los guías acreditados del resto de la comunidad, incomprensiblemente sin éxito, ejercer su profesión dentro de la Mezquita. Incluso se manifestaron junto al monumento recientemente sin avances en la, por otra parte, inexistente, negociación. La Iglesia tiene el poder de acreditar a los que ella considera idóneos, es decir a los que se pliegan de grado o fuerza al relato inventado por sus ideólogos para desislamizar el monumento. La consideración que me merecen esos guías-catequistas que consienten la discriminación de sus compañeros, pudiendo ellos gozar de todos los privilegios en el resto de monumentos de la comunidad, se balancea rozando varios calificativos de distinta intensidad ofensiva según fueran los eximentes que pudieran presentar en su descargo.
Pero la marmita donde bulle el caldivache donde se cuece el corpus teórico de la desislamización de la Mezquita tiene su hogar en una oscura covachuela sita en el propio monumento: el Archivo Catedralicio.
En él habitacula o habitacura el archivero mayor, de nombre Manuel Nieto Cumplido, personaje extraño y ligeramente siniestro que, cual viejo avaro de novela decimonónica, atesora para él solo la colección de información histórica más importante de la ciudad. En mis tiempos de estudiante de Historia se me aconsejó vivamente, desde los propios departamentos del ramo, procurar que cualquier estudio que emprendiera para la tesina, la tesis o por simplemente por matar el rato, no necesitara acceder a los tesoros de don Manuel y los lamentos por su febril e inflexible decisión de publicar él solito, sin ayuda de profesionales universitarios, la documentación por él custodiada, eran frecuentes entre los profesores y los alumnos.
Don Manuel pasa en la ciudad por ser el mayor experto en la Mezquita de Córdoba (antes mezquita y ahora en funciones de catedral católica) del mundo mundial y parte del extranjero interplanetario. Yo no voy a entrar a valorar sus conocimientos sobre el tema del arte omeya, aunque la opinión generalizada es que su obra monumental (por voluminosa) sobre el monumento no consiste más que en un refrito más o menos socarrado de varias docenas de estudios de expertos más acreditados. Pero sí en la interpretación que de la esencia del monumento hace nuestro alquimista ensotanado en ella, su única aportación original al conocimiento universal del mismo.
En la primera edición de su obra principal LA MEZQUITA CATEDRAL DE CÓRDOBA todavía no aparecían, si bien se adivinaban ya por el uso de ciertos aliños, los olores del cocimiento que andaba preparando en su zaquizamí nuestro hechicero. Es en algunas publicaciones posteriores (fundamentalmente en una editada en Granada a medias con su fiel sacristán Luis Recio Mateo) donde comienzan en su hermético caldivache a transmutarse las férreas certezas históricas convencionales en áureas verdades reveladas. Y en la reciente reedición, cuyo título transmuta misteriosamente en sólo LA CATEDRAL DE CÓRDOBA de Cajasur donde las plasma ya de una forma definitiva.
Don Manuel desislamiza la Mezquita de Córdoba de un plumazo. No se trataría del primer monumento árabe de la España islámica sino del último edificio helenístico de Occidente. Incide frecuentemente en esta idea y trata de restañar el escándalo intelectual que provoca con apuntes del calibre de por muy extraño que parezca este monumento fue levantado bajo las corrientes artísticas del arte grecorromano y bizantino para la oración islámica, pero es un ornamento prestado que tomó el Islam. Los ejemplos que coloca nuestro buen hechicero para hacernos entender su revolucionario descubrimiento histórico-alquímico son deliciosamente delirantes, destacando sobre todo éste, de candorosa acidez: así como la filosofía de Aristóteles traducida al árabe no se puede considerar filosofía árabe, este monumento, levantado sobre las bases de las corrientes artísticas del arte grecorromano y bizantino, no se puede decir que sea árabe... aunque... la ampliación de Al-Hakam II, hecha por bizantinos y no por la genialidad árabe, lo convierte en un monumento excepcional.
El mensaje fetén con que don Manuel quiere iluminar las oscuras cavernas de nuestras añejas certezas es que la Mezquita de Córdoba no es un monumento árabe, como su aspecto aparentemente indica, sino propiamente cristiano o como mucho hispano-romano. Se supone que la causa, aunque no la diga para no herir susceptibilidades, es que los árabes tienen menos imaginación que un camello y aunque son capaces de derribar iglesias son incapaces de levantar edificios originales para ellos mismos.
Así, como apunta certeramente González Alcantud (Lo moro. Las lógicas de la derrota y la formación del estereotipo islámico, ed. Anthropos, 2002 (pg. 83), en esta intoxicadora obra frente al concepto de catedral el de mezquita queda disminuido y, sobre todo, se elude cuidadosamente toda referencia a las polémicas constructivas que arrastra la misma desde el siglo XVI: no se hace referencia a éstas a lo largo de más de seiscientas páginas
Lo jodido de esta solemne soplapollez cómico taurino islamofóbica es que no ha sido contestada en el ámbito intelectual de esta ciudad por nadie. Absolutamente por nadie salvo por alguien que mostró en su momento el mismo estupor que este modesto escribidor de blogs por ese unánime silencio de tumba, tan propio de esta ciudad, que nunca se sabe si es fruto del miedo, de la desidia o de la estolidez.
Es una pena que se encuentre actualmente en obras una página muy divertida que tiene un par de años de existencia y que responde al espíritu ciberpicaresco de tantos personajes que chupan del bote público. Al calor del tema de la Alianza de Civilizaciones, personajes ultracatólicos y ultratreaccionarios que en el fondo sienten ese título y esa idea como un pellizco en el hígado, no tienen empacho en poner tienda para vender las motos de las instituciones a cambio de la comisión subvencional correspondiente. La página se llama La Mezquita Catedral de Córdoba, Símbolo de Alianza de Civilizaciones y viene perfectamente bendecida por los caudales de la Junta, el Ayuntamiento, los Fondos FEDER y el Patronato Provincial de Turismo de Córdoba, amén de por algunos vendedores de flamenquines y salmorejo. La confecciona un paniaguado del Cabildo, guía/sacristán del templo, Luis Recio Mateo, que tiene que hacer de tripas corazón y colocar el título de Mezquita antes del de Catedral contraviniendo, temporalmente y sólo por la fuerza mayor de trincar la pasta, los mandatos de Don Manuel, su mentor principal. La página es una especie de chamarilería en la que se exponen las cosas más heterogéneas, la inmensa mayoría sin el más mínimo interés. De las civilizaciones sólo parece existir en ella la católica apostólica romana sobresaliendo las continuas loas turiferarias al actual Jefe del Estado Vaticano y a la Iglesia, manteniendo una prudentísima distancia de todo lo demás, tanto gubernamental como de las religiones de la competencia, aunque no puede evitar algún torvo pellizco de monja lanzado a traición como el del artículo titulado: el laicista Zapatero en una fiesta musulmana. De los valores de la religión islámica ni mu. Y de la otra... ¿Hay algo judío en la Mezquita? Pues sí, qué se creían ustedes, si no no sería la Mezquita Catedral Alianza de Civilizaciones. Porque la Mezquita Catedral, aparte de basílica visigótica fue anteriormente templo romano y, flipa, flipa, tronko, que es gratis: un ¡¡¡TEMPLO DE SALOMÓN!!! Y digo yo que por qué no un centro ceremonial chichimeca y así conseguía también subvención de la Revolución Bolivariana de Chávez.
Pero lo mejor de la página eran los vídeos en los que don Manuel Nieto Cumplido presentaba un libro. En esos videos, ahora desactivados, el archivero hechicero desmontaba una a una las supuestas genialidades de los omeyas para construirse templos donde rezar. Todo, absolutamente todo lo que existe en la Mezquita de Córdoba pertenece al genio cristiano y occidental. Nada, absolutamente al de la nube de langostas del desierto. Una pena. Esperamos que pronto vuelvan a activarse y podamos convertirlos en fuente inagotable de diversión en las escuelas y facultades de arte de este país.
La cuarta pata de este banco tendría que ser la descacharrante historia de cómo los curas consiguieron convertir el espectáculo multimierda nocturno folklórico moruno ideado para la Mezquita por unos sistemas neuronales embotados por el consumo de salmorejo y devotos de Nuestra Señora de las Pernotasiones en una experiencia místico catequética de raíz estrictamente católica, con gregoriano de fondo y latiguillos catecismales emitidos con voz cavernosa bajo el crucero de la Catedral. Penosa historia donde las haya que ya fue suficientemente ensolfada en esta taberna.