domingo, 18 de abril de 2010

La Huella Morisca, de Antonio Manuel

No es cierto que los españoles no hayamos innovado tanto en los varios campos del saber y del hacer humanos como otros pueblos. A la creación de la primera y genial novela moderna habría que sumar otras grandes innovaciones productos del genio hispano que pasan más olvidadas pero que han tenido increíbles consecuencias en la Historia de la Humanidad. Por ejemplo la invención de la limpieza étnica que en dos grandes tandas llevaron a cabo los monarcas españoles con la interesada ayuda de la Iglesia Católica que eliminaba con ella competencias menores a lo largo del siglo XVI, la Inquisición como método de probada eficacia para unificar criterios, el campo de concentración que se usó por primera vez en la Guerra de la Independencia en la isla de Cabrera para encerrar a los prisioneros franceses y la doble innovación del arte militar: bombardeo aéreo de poblaciones civiles indefensas y el uso de gas para ello contra los aduares rifeños en la invasión española del Rif.

Todas ellas han dejado profundas huellas en el alma española como pudo comprobarse en las secuelas del golpe de estado fascista de 1936, en forma de guerra despiadada y de genocidio posterior. Pero la que más lo ha hecho fue sin duda la primera, la extirpación de un porcentaje de la población española que no respondía a los cánones unificatorios que habían planteado los planificadores de la monarquía católica: judíos primero y moriscos después. Por algo en ella se funda la UNA, GRANDE y LIBRE que comienza de nuevo a despertar después de un breve periodo de aletargamiento.

De esas huellas que han quedado en lo que podríamos llamar metafóricamente el alma española de aquellos hechos es de lo que trata el libro que ayer se presentó en la Casa de Sefarad: La Huella Morisca (El Al Ándalus que llevamos dentro) de Antonio Manuel. En Almuzara.

Libro difícil de catalogar, a caballo entre el ensayo y el libro de vivencias, pero que yo he disfrutado como un sabroso guiso casero mixto de iluminaciones. Un buen puñado de intuiciones y otro igualmente abundante de evidencias cocido todo en el caldo rico del apasionamiento autoconsciente. Antonio Manuel nos va desvelando lentamente las cicatrices que dejaron los inevitables desgarros que produjo aquel virulento arrancamiento de españoles del territorio común. Y si algunos son de sobra conocidos y hasta los encontramos en los escaparates donde se expone la quincalla españolista para consumo de tour operators o de exaltadores de casticismos casposos, caso de los arabismos del diccionario, otros son absolutamente inéditos y por lo mismo, sorprendentes. Por poner un ejemplo, Antonio Manuel explica con una claridad meridiana el origen morisco de la apariencia de las vírgenes que procesionan en Andalucía en Semana Santa y cuyo atuendo y complementos algunos habíamos señalado un poco a ciegas como sospechosamente parecidos a la estética de las novias bereberes. O el origen de tantos trabalenguas populares anclados en las memorias seculares de los profundos pueblos serranos y que no son sino oraciones islámicas camufladas. O el asombroso parecido de la fiesta de la matanza del cerdo con la fiesta del cordero musulmana. Y, retomando una vieja intuición de Félix Grande, el entronque del flamenco con la música del huído, del bandolerizado, de los monfíes que se vieron obligados a vivir a salto de mata en los roquedales de nuestras sierras, a salvo de los migueletes de la Inquisición. Y su relación, en la clandestinidad y la marginalidad, con el pueblo gitano.

Pero sin duda donde Antonio Manuel se muestra sencillamente reondo (mudawer, de donde viene el nombre de su pueblo, Almodóvar) es en la adaptación del concepto usado en Física de resiliencia (la capacidad de los materiales para recobrar su aspecto primitivo después de sufrir una deformación) al campo de la psicología: capacidad de una persona o grupo para sobreponerse a traumas vitales y proyectarse fortalecido en el futuro. Y es que la tesis fundamental de Antonio Manuel es que la expulsión fue un fracaso, un trauma terrible que convirtió a España en un enfermo mental con un insufrible complejo de personalidad, pero un fracaso como intento de extirpamiento de todo rastro de la diferencia, deporte nacional español desde entonces. Los descendientes de aquellos moros o marranos, más españoles que muchos de los católicos que los expulsaron o convirtieron a la fuerza, fueron quienes custodiaron sin saberlo la memoria sensorial del exilio interior que padecieron sus padres. Y que somos nosotros mismos.

Una de los más visibles consecuencias es que la necesidad de armarios para esconderse ha sido una constante continua para millones de ciudadanos que han sufrido desde entonces la vesania del estado nacionalcatólico. Judeomoriscos, un tiempo, republicanos después y, siempre, los homosexuales. Lo realmente oprobioso es que a estas alturas del siglo XXI siguen siendo necesarios esos armarios.

Yo no estoy de acuerdo con algunas de las cosas que dice Antonio Manuel, creo que algunos argumentos están demasiado traídos por los pelos y que al libro le falta una breve bibliografía, pero me parece una obra de imprescindible lectura para todo aquel que quiera conocerse y conocer el ámbito cultural en que se vive. Antonio Manuel nos lleva, linterna en mano, al desván donde se guardan los secretos que esconde y que explican que la bonita fachada que la España oficial ha laboriosamente levantado es una tremenda impostura. Pero no pude ayer, por razones de trabajo, asistir a la presentación, aunque el libro lo tengo y leído desde hace semanas. Desde principios de año (en Córdoba se cumplió el 400 aniversarios en febrero) he estado pendiente de todos los escritos y las conferencias que he podido conseguir para reavivar mi conocimiento de un tema que me ha apasionado siempre. Y en ellas he vuelto a encontrar esas diferencias entre los historiadores que consideran que se quedaron muchos moriscos y lo que consideran que los que lo hicieron forman una insignificante minoría. Ello no es relevante para el corpus proposicional del libro de Antonio Manuel, pero sí desde el punto de vista de la historiografía canónica. Muy interesantes son las diferencias entre el gran especialista Bernabé Pons, defensor del triunfo administrativo de la expulsión y Trevor J. Dadson, que ha escrito un voluminoso libro demostrando que en al menos un pueblo manchego, Villarrubia de los Ojos la inmensa mayoría de los moriscos regresaron y se camuflaron, lo que le lleva a pensar que no fue un caso único.



Algunas de las conferencias que he escuchado últimamente podéis encontrarlas aquí:


LAS CAUSAS DE LA EXPULSIÓN
SERIE DE CONFERENCIAS EN LA UNIVERSIDAD DE OVIEDO
DOCUMENTAL CONFECCIONADO POR LA CASA ÁRABE, SEGUIDO DE UN INTERESANTE DEBATE

15 comentarios:

  1. Mil gracias por la entrada y por los enlaces. Mi MP3 y yo te lo agradecemos a partes iguales.

    Existen muchas pervivencias, sin duda. Pero algunas de ellas son claramente negativas. En mi familia, "ser negro" -refiriéndose a gente blanca de tono tostado- se emplea en un tono claramente despectivo. Mi abuela se reía de Alfonso XIII porque le parecía increíble que un rey pudiera ser tan "negro". Mi abuela era pobre, el rey era riquísimo.... pero mi abuela estaba tan orgullosa de su blancura.

    Esa parte de mi familia a la que me refiero procede de la provincia de Jaén, parte de Ibros, parte de Torres, parte de Linares. En casa nunca se empleó el término "payo" para referirse a los no gitanos, sino "castellanos", algo que de pequeña me hacía mucha gracia. Años después supe que esa distinción procede de la época de las repoblaciones carolinas de las zonas próximas a la Sierra Morena jiennense: los repobladores se llamaban a sí mismos "castellanos".

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  2. Unos millones de años antes. La limpieza étnica, me temo, la inventaron los chimpancés del Gombe o nuestros ancestros de Atapuerca. No nos atribuyamos 'méritos' que no son nuestros ni siquiera en el limitado marco de la historia y las leyendas negras

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  3. Bueno, Lansky, yo que soy tan patriota me permito cualquier exageración con tal de enaltecer el genio español. Pero de todas formas nuestros antepasados de Atapuerca eran ya tan españoles como Esperanza Aguirre verbigracia. Y seguro que los chimpancés esos se excitaban contemplando el rojo y gualda del atardecer en las sabanas africanas.

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  4. Bueno, Mado no sé si eso de castellano para payo proviene de las colonizaciones carolinas, porque esa denominación está absolutamente extendida por la toda Andalucía calé. Pero de todas formas investigaré.

    Y me alegro de que te mis enlaces te hayan servido para engordar tu MP3. Estate atenta porque estoy buscando más que he perdido en el vientre de mi ordenador.

    Y por supuesto, espero reciprocidad. Si encuentras algo interesante avisa. Yo te recomiendo que recorras los de la Alfons el Vell. Las conferencias dedicadas a la guerra civil son muy buenas.

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  5. Supongo que conocerás el estupendo "Los orígenes de la Inquisición" de Netanyahu. La expulsión de los judíos y luego de los moriscos tenía antecedentes hispanos desde unos cuantos siglos atrás.

    Me apunto tus referencias (¡qué falta de tiempo, señor!)

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  6. Pues no, Miroslav, se me pasó cuando apareció y luego entre pitos y flautas nunca lo leí. Lo haré a más tardar. Ya lo tengo localizado.

    Lo del tiempo... Mira quien se queja que cada vez que visito tu página me asusto de lo que me obligas a leer. Y me obligas sólo porque sé que disfrutaré aprendiendo.

    Un saludo

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  7. Buenos días compañero:

    Soy un desastre en este aparatejo, perdóname, solo quería decirte que me hice seguidor tuyo, veo que tus escritos de historia son soberbios jejejeje.

    me repito una vez más habrás de disculparme mi poca sabiduría en este aparato, es posible te pregunte cosas absurdas para tí jejejeje

    Un abrazo desde el alma

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  8. Hola Manuel. Magnífica entrada, me encanta. Documentada, crítica (etimológicamente hablando) y amena. En cuanto mis obligaciones me dejen haré por comprar el libro. Sólo espero, sinceramente, que a este hombre no le deba un congo la editorial...

    También he de decir que me gustan los comentarios de la entrada. He recordado cosas ya olvidadas: esos "castellanos" repobladores del XVIII, que tiene gracia, porque la mayoría de ellos eran alemanes y, sobre todo, catalanes de la zona de Tarragona (sólo hay que mirar los apellidos en Fuente Palmera o La Carolina), que no tenían dónde caerse muertos y Olavide los reclutó para asentarse en Andalucía; el tema de los judíos... y sus expulsiones... poca gente sabe que Egica, el rey visigodo, firmó la primera orden general de expulsión de los judíos de la entonces Hispania, y la firmó en Córdoba....

    En fin, todo muy completo.
    Un abrazo.

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  9. Ah... por cierto... mira esto... lo morisco se lleva.

    http://www.diariocordoba.com/noticias/noticia.asp?pkid=556234

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  10. Bienvenido, Jordi, seguro que pronto te haces un experto en el manejo de las internetadas.

    Y gracias, Jerónimo por tus elogios. Efectivamente las diferentes colonizaciones de Andalucía son un tema apasionante. En lo referente estrictamente a Córdoba hace falta un estudio sobre la galleguización de la ciudad tras la peste de 1649, en la que miles de mocetones de gallegos, asturianos y altoleoneses emigraron a Córdoba para ocupar el lugar de los muertos (la mitad de la población) en los campos de labor vecinos y en la cama de las viudas. Aranda Doncel sabe mucho de eso pero que yo sepa no lo tiene publicado como monografía. En cuanto al libro que acaba de publicar sobre los moriscos ya estoy deseando pillarlo.

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  11. Hola Harazem, alguna vez me meto en tu blog desde el de Paco Muñoz, solo decirte que he metido una entrada en el mío "Crónicas de Torrelaguna" (29-4-10) en el que cuento una pequeña historia sobre moriscos que vinieron a esta tierra despues de la rebelión de las Alpujarras, por si lo quieres ver.
    Un saludo.

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  12. Interesante lo que aportas, José Eduardo. Ya había entrado alguna otra vez en tu blog, a través de nuestro amigo común Paco. Realmente necesarios esos blogs locales que hacen conocer a la gente su entorno.

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  13. Anónimo1:54 a. m.

    Hola Harzem, me interesa mucho el tema de los repobladores de Sierra Morena. Busco el origen del apellido Aranda tan común en Hinojosa del Duque.Todos de piel muy blanca, ojos azules claros y estatura elevada.
    Procedo de esa família y tengo las mismas caracteristicas físicas.
    ¿Alguien sabe algo? Saludos

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