La perfecta sincronización es lo que tiene, que canta mucho. Este humilde bloguero, modestamente me lo reconozco, lo adelantó el mismo día de los hechos en un comentario sobre el tema en el muro de una amiga del Feisbu. Esta mañana Ernesto Ekaizer, probablemente el mejor conocedor de los entresijos judiciales de este país, abiertamente lo defendía en la SER, ante Pepa Bueno, esa listísima pseudoperiodista al servicio de su amo. Los hechos que Ekaizer proponía como comprobables son más o menos estos:
Aprovechando que el fiscal Jefe Zaragoza estaba de viaje en el extranjero (Ekaizer lo disculpa y no lo cree metido en la conspiración, cosa que puede ser materia de duda razonable) el fiscal sustituto, el juez franquista y dos ministros (uno virgen y otro sanjosé), informados convenientemente por un chivato mamona del contenido del guiñol que había contratado el Ayuntamiento de Madrid para el Carnaval, un contenido perfectamente conocido porque se venía representando tanto en Madrid como en otras ciudades desde hacía tiempo, decidieron montar el pollo conspirando para hacer el mayor daño posible a ese ayuntamiento, a los partidos de izquierdas y a la propia democracia. Habrá que afinar el estudio de cómo lo hicieron, quién entre el público, apenas 30 a 40 espectadores, –que no se enteraba de nada por la mala calidad de los medios empleados- empezó a escandalizar(se), a tratar de paralizar el espectáculo violentamente, lo que impidió la seguridad contratada para el acto y, supuestamente, llamó a la policía, que no tardó ni dos minutos en aparecer, detener a los titiriteros y confiscarles el material. El auto de detención – a todas luces preparado de antemano- manipula descaradamente el contenido y el argumento del guiñol hasta cambiar el sentido del mismo convirtiendo lo que se denuncia en lo que se ensalza. Los medios de la caverna debían estar también perfectamente avisados porque no tardaron desde sus tribunas ni diez minutos en comenzar a intoxicar.
La intoxicación fue tal que incluso antes de saber nada del asunto los medios que pasan por más fiables y sensatos se sumaron a la condena del guiñol seguidamente –y con la boca chica- a condenar la desproporción de las medidas. Tras varios días de progresiva disipación de la espesa niebla informativa el escándalo tomó tales proporciones que la fiscalía tuvo -cinco días después- que recular y proponer como causas de la puesta en libertad absurdos tan delirantes como que los titiriteros no podrían delinquir porque ya no tenían títeres, esas armas de destrucción masiva de la convivencia. Que los partidos de la panoplia de la derecha, desde la franquista a la neoliberal, cerraran filas en este asunto con los conspiradores es más que lógico. Que lo hiciera el PSOE en su deriva hacia el Kapital o el Kaos, también. Lamentable ha sido sin embargo la postura entreguista de Carmena y de la práctica totalidad del espectro progresista del país que ha entrado al trapo fascista como becerro en capea.
Pero de todo este asunto lo que más me ha dolido ha sido la demostración del nivel de estupidez general de “esta gran nación”. Y sobre todo el nivel de incultura literaria en que se halla inmersa. Pueden ser contados como habas en este país los izquierdistas que no consideren un error la programación de los guiñoles de marras. No se acuerdan de que esos mismos guiñoles llegaron a actuar contratados por el ayuntamiento de Ana Botella un par de años antes sin que los fiscales, jueces y ministros se escandalizaran. El “sí, pero...” ha sido la tónica general del análisis. Estuvo muy mal que los encarcelaran, pero el contenido del guiñol no sólo no era para niños sino que además era intolerable. “Intolerable error”, como anda por ahí proclamando a boca llena y con el papel de fumar en el cacharro de mear todo el pestilente bienpensantismo nacional de izquierdas.
Si algo demuestra esa actitud es que en este país nadie tiene ni puta idea de lo que es un guiñol. Que lo que prima es el más delirante de los desconocimientos de los mecanismos de la literatura popular teatralizada. No hay guiñol, al menos tradicional, sin altos grados de violencia, una violencia altamente parodizada, claro está. Los argumentos son siempre los mismos porque están concebidos para públicos iletrados y son tan básicos en sus planteamientos que hoy día se siguen representando por su mismo carácter de joya literaria sobreviviente el pasado. No tienen que avisar si son o no son para niños, aunque en esta sociedad pacata y absurda se esté llegando a delirantes absurdidades para proteger a la infancia, siempre de las tradiciones más inocuas, aunque nunca de la violencia estructural de la sociedad actual. El argumento de que el guiñol no es para niños es de una incultura supina. Los guiñoles ni son ni no son para niños: son guiñoles. Como los cuentos de Caperucita o Blancanieves con su correspondiente crueldad argumental. Lo que ocurre es que los padres que quieran proteger a sus hijos de esa violencia de los cuentos tradicionales pueden hacerlo porque los conocen y están por tanto en condiciones de evitarles, bajo su irresponsablilidad, el trauma de ver o escuchar que un lobo se come a una niña o que una madrastra envenena a aquella otra, pero en cambio los que quieran hacerlo respecto a las violencias inocentes del guiñol no puede ejercer la misma irresponsabilidad a priori por la sencilla razón de que no tienen ni puta idea de qué es un guiñol ni de sus argumentos tradicionales. Ese es el problema de todo este asunto. Que unos canallas con el alma podrida de fascismo han manipulado la opinión de todo un pueblo instalado en la más profunda de las inculturas de su propia tradición literaria. En los países que siguen conservando sus tradiciones literarias se están riendo de nosotros. Somos Elhazmerreiristán. Los guiñoles son una acrisolada tradición en las fiestas en Francia, Italia e Inglaterra. Busque en la wiki el curioso. Los padres que no quieren que sus hijos los disfruten no los llevan y no hay mayor problema. En Inglaterra hace unos años un padre denunció al guiñol Punch por apología del maltrato. La oleada de guasa fue monumental y el idiota se convirtió en eso, en el idiota del pueblo. En España estamos superando a los puritanos yanquis. Y aquí de guasa nada: una denuncia termina con los titiriteros en la cárcel.
Todos esos padres españoles que se escandalizan del contenido de un guiñol están rompiendo la cadena natural del acceso de sus hijos a la literatura. Con qué cojones de armas van a enfrentarse sus hijos a Los Hermanos Karamazov si sólo les han permitido leer ñoña literatura infantil de los mundos de Yupi. Eso sí, su clandestino contacto con la violencia fantasiosa la encontrarán en los juegos de ordenador, donde la violencia no les será mostrada como a simples espectadores, sino que los convertirá en actores con mando en plaza en los gatillos de las más poderosas armas de destrucción masiva.
PD: Ayer mismo un redactor canalla de AWC, alertado por las cloacas policiales que han hurgado en fichas e informes de soplones al servicio del PP, lanzaba al aire la supuesta conexión de los titiriteros con los asesinos de las policías cordobesas del 95 y con supuestos grupos terroristas que atentaron contra la Almudena.
Idea para GUIÑOL: El títere de Federico Jiménez Losantos aparece por el monte con su lupara bien cargada, confunde al redactor malnacido del AWC con alguien de Podemos y... cumple con sus manifestados deseos.
Desde el primer momento de los hechos, al igual que usted, pensé en todas estas tramas y argumentos y de casi todo lo que podríamos hablar me quedé con una que me resultó lamentable al margen del abuso cometido (por juicio de valor de unos y otros: el/las chivatas, los/las policías que se creen con pleno derecho sobre la idea ajena intelectual y los medios amarillistas; donde primó el más recalcitrante puritanismo con el sobado asunto de función de niños a los que tratan de tontos para arriba y para abajo con sobreprotección inhumana y los desampara ante curas, monjas y otras calañas) contra estos dos pardillos y el escarnio público para demostración del pueblo, fue que Carmena en un alarde de p/maternalismo se pone a pedir perdón públicamente y así sólo da la razón al bando recalcitrante en su propia esencia y principio. ¿Perdón de qué y por qué y a quién? Mal la tenían informada y aún en su condición de juez, poco espabilada estuvo y poco equilibrada.
ResponderEliminarUna conspiración que sólo trata de desbaratar todo y desviar la atención de asuntos más importantes; qué todos lo son.
Por cierto...una "pancarta" (de 5x5cm) minúscula con: caca, culo, pedo y pis ¿También vale?
El problema aún mayor en esta oligarquía de bisoñés dictatoriales a la que el Pp ha puesto en duda como estado de libre derecho donde los que mejor salen beneficiados son religiones y partidos -además de los de fútbol- y dejando la "democracia" como un guiñapo de trapo al que después de zarandear lo somete a juicio y pretende demostrar que sólo ellos son la verdad y si es necesario para eso montan una tómbola martirio de lujo con el que despreciar a los demás, pueblo incluido, mediante dimes y diretes, calumnias y todo tipo de términos peyorativos que lo único que parece es esa mala educación infantil que ocurre en los colegios (y en general, también en los universitarios) que cuando la envidia corroe de tal forma son capaces de decir cualquier falacia en contra de todo el país con tal de ellos quedar bien.
La persuasión de la condición pasada de un juez es motivo suficiente para invalidarle como tal y asienta el principio sobre sus juicios de valor que desencadenan todo este desaguisado con dos pardillos titiriteros como cabezas de turco y cartel en este circo mediático de la inexistencia de una verdadera justicia universal a la que el propio Platón hacía referencia y a la que el mismo Sócrates le produjo vergüenza ajena.
Esas inexistencias de más de dos mil años que viven en mentes las mentes esquizoides de señores/as con albas, casullas y trajes de partido que creen en ángeles o togas antediluvianas bajo mangas anchas para poderosos y estrechas y verdes para todos los demás.
Hemos comenzado un ciclo nuevo en estos gobiernos y como dijo Aristóteles, detrás de uno llega otro; lo que me jode es que se sucedan tan rápido. Probablemente cambiando la educación -en la honestidad y el respeto y sin segregaciones diferenciadas- desde la infancia podríamos conseguir erradicar algo todo estos algún día; pero no lo llegaremos a ver, desgraciadamente, ni usted ni yo.
[Disculpas por el texto a lo J.Joice]
Saludos.
Los delitos de opinión no deberían existir, ni siquiera las llamadas apologías del terrorismo o los negacionistas del holocausto nazi. Debe primar la libertad de expresión frente a toda consideración de lo políticamente correcto. Punto Uno
ResponderEliminarPunto dos. Como bien dices, es de una ignorancia supina ignorar la violencia ritual de los guiñoles y de la literatura popular infantil, teatral o no; por ese camino deberíamos prohibir Caperucita roja (maltrato animal y presunta violación), Blancanieves (poligamia), etcétera.
Punto tres. Es bastante obvio que se trata de una operación orquestada con la finalidad de hacer daño a la corporación municipal madrileña.
Pero disiento de tu apreciación sobre la actuación de Carmena, aunque parezca contradecirme. El tactismo de pedir perdón por los contenidos para un público infantil, me parece que quizás no fuese la opción más coherente, pero es la que más inmediatamente paró el golpe de la derecha. Y atacar a Carmena desde la izquierda (supuestamente) es una de tantas formas de seguirle el juego a la trampa montada contra este ayuntamiento. Este es un asunto menor, irrelevante, y lo que debemos es señalar la desproporción de la medida de encarcelamiento de los titiriteros, por una parte, y la necesidad de abolir los delitos de opinión en el marco legislativo general, por otro lado.
Hay varios aspectos en todo este asunto que son desde luego materia opinable. De momento, el ‘éxito’ de este montaje de la derecha (un verdadero guiñol a su vez) es que ha dividido a la corporación municipal en dos facciones, una supuestamente más a la izquierda que la ‘oficial’ representada por la alcaldesa. Gestionar una ciudad tan compleja como Madrid es un asunto complicado, aunque dado lo mal y tendenciosamente que lo fue por las corporaciones de derechas anteriores, no es tan difícil, se trata de trabajar a favor de la mayoría, utilizar los fondos disponibles de forma más social, evitar el saqueo de esos fondos, mejorar los servicios, etcétera. Sin embargo, presiento que hay un grupo de ediles que lo que se plantean no es esa gestión más eficaz y progresista, sino iniciar una ‘revolución’ desde esa tarima. Un caso, salvando todas las distancias, a los intentos anarcos aragoneses de montar una revolución libertaria en plena Guerra Civil como prioridad frente a vencer en dicha guerra. Puede que me equivoque, pero no me agradan los maximalismos izquierdosos ni utilizar las instituciones para iniciar revoluciones ‘pendientes’. Y no fueron para eso por lo que fueron votados.
ResponderEliminarImagino, Lansky, que estás más al tanto que yo de las puntuales actuaciones del equipo de gobierno de Carmena. Yo por lo que veo no encuentro el desencadenamiento de los impulsos revolucionarios. Los pobreticos no tienen margen alguno sin que se le eche encima la jauría. Que yo sepa sólo han cometido un error: el del no preveer que cualquiera de sus actuaciones, perfectamente legítimas y lógicas, podría ser manipulada de manera que se convirtiera en un escandalazo, lo de los guiñoles, perfectamente programados, y el de la retirada de la placa de los frailes fusilados, que teniendo en cuenta que los fusilados por los secuaces de los frailes aún no tienen ninguna, pues no sé si por pura y simple justicia poética no estuvo bien hecho.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de Carmena, sí claro, dando la razón a la fiera se aplaca su ataque, pero no sé si es una actuación positiva o no y desde luego criminalizar y ofertar como carnaza a los propios injustamente para que la fiera mientras mastica no muerde.