Ya sé que no debo esperar nada de gente que se siente cómoda, muy cómoda, ganándose la vida como juntaletras en un diario que fue uno de los puntales del régimen genocida franquista y que felicitaba en portada por su cumpleaños a Hitler, como el ABC, o en otro, como el Diario CÓRDOBA, hasta ayer mismo Prensa del Movimiento, que ha tenido el santísimo cuajo de celebrar recientemente el 75 aniversario de la legalización a punta de pistola del robo del edificio y de las rotativas confiscadas a su antecesor y del crimen con el que los nuevos dueños de camisa nueva que tú bordaste en rojo ayer sellaron ese acceso a la propiedad: el fusilamiento del anterior director, de un redactor y de un linotipista.
Y además debería considerar el hecho de que con algo hay que ganarse la vida incluso de esa manera y en esos medios. Pero la dignidad y la almendrita moral de la venalidad tienen sus límites. Y en esos dos medios cordobeses la mayoría de sus plantillas con mando informativo y sus columnistas asociados componen una bonita horda de defecadores en los principios básicos deontológicos de la profesión —o afición en el caso de los columnistas— que profesan. Unos porque se sienten superagusto en esos medios de ADN fascista sin reciclar y otros por esfuerzo, yihad, en el acomodo a los deseos e intereses de quienes les pagan los colegios privados de los niños. Por eso no tienen ningún empacho en convertirse en ANTISISTEMAS o en lo que haga falta cuando les tocan un rizo de las células de ese ADN fascista que los constituye orgullosamente.
Lo acaban de demostrar estos días con el tema de la decisión municipal de hacer cumplir de una puñetera vez la Ley de Memoria Histórica emitida por el Parlamento de Andalucía y, por tanto, de obligado cumplimiento para todos los ayuntamientos andaluces. Para determinar qué nombres son los que hay que eliminar, nombres pertenecientes a gente tan involucrada en el genocidio que las propias autoridades genocidas consideraron su mérito suficiente para ello, se convocó una comisión formada por colectivos ciudadanos y expertos historiadores. El veredicto ha sido muy limitado: 15 nombres de los al menos 20 que aún perviven en el callejero.
Pues bien, desde hace una semana ambas publicaciones han organizado una campaña para tratar de torpedear el cumplimiento de la ley. O sea, a ejercer de ANTISISTEMAS. Han transigido con un puñado de nombres de fascistas menores (si eso existe), que ejercieron cargos en el régimen genocida, como secretarios provinciales del Movimiento, depuradores de periodistas y maestros y ensalzadores de la Cruzada, etc. Que los quiten si quieren, total no los conocía ni dios… Ahora tocar a sus grandes mitos locales… Eso ni hablar. Cuando le ha tocado a la calle José Cruz Conde, esa inconmensurable vergüenza que arrastrábamos como la única capital de provincia española cuya calle principal estaba rotulada con el nombre del cacique que organizó el golpe militar devenido en pocos días genocidio a nivel local, o al rejoneador criminal Cañero, un mito en el repugnante mundo taurino local, a Vallellano, un falso conde ministro de Franco y emparentado con la dinastía de caciques falangistas locales y a Pemán, el deleznable escritor y creador del sistema educativo nacionalcatólico franquista, han tratado de poner pie en pared. Y para ello han tratado de intoxicar el asunto exigiendo democracia. Ellos. Pa mearse y no echar gota. Y como buena casta podrida que son la democracia que exigen es igualmente podrida. O sea, están exigiendo que el cumplimiento de la ley se someta a referéndum. Y que sean los vecinos de las calles que han de cumplir la ley los que decidan si se cumple o no esa ley de obligado cumplimiento. Ellos que siempre tienen la ley y el orden en la punta de la espada. El caso más repugnante ha sido el denunciado por PARADIGMA, un medio completamente desvinculado del poder fascio-burgués local: el de dos redactores del ABC que han sido capaces de firmar un titular que rezaba LOS VECINOS DE CRUZ CONDE, CAÑERO Y VALLELLANO, EN CONTRA DE CAMBIAR DE NOMBRE SUS CALLES tras preguntar a sólo cinco de ellos. A sólo cinco vecinos. El que estos sujetos sean capaces de cagarse minuciosamente en la deontología de la otrora noble profesión periodística sin despeinarse sólo habla de los niveles de putrefacción que aquella está alcanzando en estos días.
Pero el problema de verdad no son ellos, que al fin y al cabo sólo son dos pobres desgraciaos que viven de lo que le pagan los que mandan hasta que manden otra cosa. El problema de esta ciudad y de esos medios de comunicación podridos es que en el fondo sigue mandando sobre ella y sobre ellos, mandando de verdad, el poder poderoso a la sombra, la misma casta burguesa que cometió el genocidio. En esta ciudad, los dueños de los resortes políticos, sociales y económicos siguen siendo el mismo cogollito de familias cordobesas que necesitaron que les fusilaran 5.000 de sus vecinos para quedarse cómodos y poder mandar a gusto sin que su proletariado le levantara de nuevo la voz. Los apellidos, los bufetes, las togas, los uniformes, las empresas, las canonjías no engañan. Aunque ahora se travistan de Sociedades Anónimas. Son los hijos y nietos, que no tuvieron que heredar las culpas de sus papis y abuelitos asesinos y ladrones, pero que tampoco tuvieron empacho en heredar su patrimonio, conservándolo y disfrutándolo durante 80 años a tuti plen mientras las viudas y los huérfanos de sus víctimas lloraban de dolor y de hambre. Los que no han consentido durante los últimos cuarenta años, con la inestimable ayuda de sus primos progres los pesoeístas —húrguense también en algunos apellidos— que se hiciera al menos la justicia de devolver los cuerpos de los muertos a sus familiares. Son ellos los que tienen comprados a los medios tradicionales cordobeses, unos medios absolutamente deficitarios pero que son mantenidos de diversas formas porque cumplen ese servicio. Afortunadamente la prensa en papel servil tiene los días contados y cuando todos esos lacayos vayan a la calle a algunos nos darán la misma pena que la que nos ha dado los dos desahuciadores profesionales esos que han sido despedidos por sus empresas por hacer el payaso empolvados en un video.
Y la Iglesia, con su ejército de disciplinados cofrades, que incluso llegó a ser la dueña absoluta de la ciudad durante 30 años. Y hay quien piensa que lo sigue siendo. Si no, no se explica que la línea roja del cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica se quede justo a sus pies. Es posible que finalmente se cambien esos nombres. Será doloroso para los fascistas, pero lampedusianos ellos, ya se adaptarán, porque algo, y más si es sólo simbólico, hay que ceder para que nada en el fondo cambie. Pero a los símbolos de la Iglesia, por muy canallas que sean, no se les toca. Fray Albino no ha aparecido en la lista. Y si hay un sujeto digno de desaparecer de cualquier lugar honorífico en esta ciudad es el obispo nazi.
Y ya que en este país y en esta ciudad no hay vergüenza suficiente para denunciar los honores que cada día se le profesan (¡¡¡incluso en un colegio público!!!) en las esquinas cordobesas a quien colaborara en el golpe de estado en Tenerife, bendijera los fusilamientos masivos de republicanos, y por tanto bendijera el genocidio, ensalzara hasta el vómito al Caudillo y siendo confesor del mismo le perdonara los pecadillos, tal vez va siendo hora de pedir ayuda a instancias también muy poderosas, con frecuencia más poderosas aún que la Santa Madre Iglesia. Y no estaría mal hacerlo con el Congreso Mundial Judío, el organismo sionista que vela porque el antisemitismo esté permanentemente vigilado y sea castigado convenientemente en todo el mundo. Teniendo en cuenta que el obispo cultivó los presupuestos ideológicos de la Solución Final y del Holocausto y lo dejó convenientemente consignado en sus escritos desde sus tiempos de estudiante en Teología en Alemania, es probable que una buena amenaza de anatemizar Córdoba como destino turístico judío, desbarate las políticas que llevan a cabo ciertas oficinas municipales de acercamiento a la entidad sionista para captar sus indecentes dinerales, si se persiste en el error de mantener tan visiblemente homenajeado a quien llegó a decir que los judíos eran absurdos y blasfemos seguidores del Talmud que aspiran a la dominación universal mediante la aniquilación de los cristianos, en cuyas manos está el capitalismo con el que financió al separatismo, las revoluciones y las propagandas antiespañolas.
Cuanta bilis. ¡Que pena!
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