martes, 11 de abril de 2006

Por favor, llévense de una vez la Semana Santa al Arenal, por favor!

Hermosos días estos días primeros de abril. Aire tibio, acariciador, y preñado del regalo del aroma del azahar. El tópico encarnado, hecho sensación real y la sensación real entopicada en la hamaca lenta de las mañanas cordobesas. Pero es Semana Santa, además, y anda la Muerte paseando por las calles. No sigilosa y secreta como suele, sino en triunfante cortejo con sus paladines. Muerte encapuchada y ennegrecida de hachones, entronizada en altares ambulantes y ritmados al son de tambores de guerra, seguida de siniestras mantillas, caducados ternos cruzados, sotanas eunucas, beatos epicenos, descatalogados militares, engominados mariquitas y de un populacho enajenado por el alcaloide dulzón del incienso, pero más aún por el acre veneno de la superstición. A estas alturas ya no tengo esperanzas de ver triunfar la razón ilustrada sobre el oscurantismo religioso, pero ejerzo mi derecho a protestar por las imposiciones intolerables de la carcunda cofrade, por la invasión del espacio público de sus repugnantes macabradas, amparada en el populismo más casposo y en la inepcia hipócrita de los gobernantes. A finales de los 70 la razón urbanística, política y sanitaria se impuso a los rancios tradicionalismos y consiguió el traslado de las ferias andaluzas desde de los centros de los cascos urbanos a terrenos especialmente habilitados para ellas, amplios, alejados del centro y, sobre todo, dotados de infrestructuras de saneamiento acordes con los tiempos actuales. En Córdoba se habilitó para ello una enorme explanada en una curva del río que ha estado cumpliendo su cometido a la perfección durante muchos años. El Arenal ha servido además para esparcimiento de los ciudadanos el resto del año y se ha intentado convertir en el ámbito más idóneo para la celebración de los ya inevitables botellones juveniles. ¿Por qué entonces, teniendo esta ciudad como tiene esa magnifica explanada en la que caben muchos campos de fútbol, no se plantea seriamente y de una jodida vez el traslado de la Semana Santa a ella? Ello teniendo en cuenta que su prohibición total, aunque legítima, sería realísticamente imposible y que además de una celebración sectaria se ha convertido en una atracción turística de primer orden, toda vez que muchos miles de ciudadanos de otros estados sienten la, para mí, morbosa curiosidad de venir a ver a estos ciudadanos semiafricanos cocerse en su caldo supersticioso, barroco y oscurantista, seguir una tradición antiilustrada y macabra a falta de otras aficiones más saludables. Bien: no se puede prohibir, y menos en esta ciudad que vive prácticamente del turismo, tanto del cultural como del étnico. Pero si de una atracción turística se trata, así hay que considerarla a todos los efectos. Y ¿no sería mucho más efectiva la creación de un parque temático portátil cofrade en el Arenal durante la Semana Esa? Así, los que no comulgamos con esas manifestaciones medievales y malsanas, podríamos seguir disfrutando de nuestra ciudad como el resto del año, sin necesidad de tener que emigrar por fuerza para evitárnoslas, y los consumidores de sus ritos tanto los devotos como los estetas o los borrachuzos tendrían un lugar acondicionado para ejercitar sus derechos como tales consumidores sin avasallar los derechos de los consumidores de otro tipo de ocio, que no pasa por el incienso y la cera. Podrían montarse graderíos largos, a la manera en que se montan actualmente en las carreras oficiales dentro de la ciudad o bien construir maquetas de calles estrechas, ideales o clones de las verdaderas, con sus faroles, sus paredes encaladas, sus ventanas cuajadas de gitanillas y sus saeteros, estratégicamente colocados, en ellas preparados para desgañitarse al paso del la imagen que toque. Un Procesiódromo, a imagen y semejanza del Sambódromo habilitado por el Ayuntamiento de Río de Janeiro para la procesiones del Carnaval, tan respetables o más que las de los cofrades. El problema de la negativa de los cofrades a trasladar sus esculturas sagradas en camiones al Procesiódromo, en lugar de hacerlo montando el guirigay desde el templo mismo en procesión, como vienen haciendo ahora (¡en cualquier época del año!), se solucionaría mediante la retirada de las cuantiosísimas subvenciones públicas que reciben a quienes se negara a hacerlo. Con el tiempo, que (casi) todo lo lima, podría incluso plantearse la posiblilidad de celebrar carreras de procesiones a la manera de los que celebran en ciertos sitios con tractores o bestias de carga. Seguro que atraeríamos muchos más turistas. Celebrándolos de noche nos aseguraríamos además las tan anheladas pernotasiones que son el sinvivir del gremio hotelero y del concejal de turismo de turno de esta bendita ciudad. ¿Para cuándo, por favor?

ADDENDUM: Mi amigo Cayo Anneo Paco, con la lucidez que siempre le caracterizó, hizo un sabroso comentario a mi berrinche anticofrade del año pasado titulado La Gran Macabrada. Acerca de la estupidez cofrade. No me resisto rescatarlo del desván de esta bitácora:



Una de las cosas que más me ha sorprendido siempre del catolicismo de pueblo es su capacidad probada de asimilación. ¿Quién se esconde detrás de San Saturio? ¿Y detrás de San Capracio?... ¡Uhhh...! La cola sagitaria santificada...Una vez más la historia se repite. Antonio Machado, por quien cada día siento mayor aprecio, escribió uno de los ataques más fuertes que conozco contra la Semana Santa:

¡Oh, no eres tú mi cantar!
No puedo cantar, ni quiero,
a ese Jesús del madero
sino al que anduvo en la mar.

Pero he aquí que a Don Joan Manuel Serrat se le ocurrió la feliz idea de ponerle música. Misterio de los misterios: hoy día esta musiquilla la tocan todas las bandas de cornetas y tambores. Ni saben lo que tocan. Ni saben lo que dicen. Pero la cosa funcionaestupendamente, oye. Como San Saturio, como San Capracio.



Comentarios
La Iglesia Católica debería pensar en las posibilidades económicas que el “Semana santodromo” les podría proporcionar. Dejar de estar subvencionados por el estado y tener unos muy saludables ingresos con la venta de entradas, comidas, bebidas y artículos de merchandising . Incluso, podrían organizar carreras de santos o tronos, o como sea que se diga; teniendo en cuenta la tradición apostadora, que no apóstata, de este país a buen seguro que se lucraban.
Bit Ramone — 11-04-2006 14:16:10
Sin afán de notoriedad -aunque no está de más en un medio con tan escasa difusión como el que me malpaga-, aqui os dejo un reportaje que publiqué el año pasado y que viene a ilustrar ese lado menos devoto de la Semana de Pasión.REPORTAJES ACTUALIDAD Ed. 232 13 El lado prosaico de la fiesta cofrade cordobesa LA OTRA PENITENCIACalles intransitables, taxis vacíos, comercios sin negocio, retrasos en urgencias y más trabajo para Sadeco. Es la otra cara de la Semana Santa José Luis Hitos Ortizjl.hitos@lacalledecordoba.com Cristos y Vírgenes trémulos atravesando el Casco Histórico. Legiones de encapuchados que acompañan con diligencia a sus imágenes. Bandas de músicos que dotan de un halo de misticismo y marcialidad la marcha. Abnegados levantadores de pasos. Y miles de personas que asisten, entre la devoción y las pipas, al desarrollo de los acontecimientos, en una lucha constante por conseguir un lugar privilegiado entre el público.Esta es la escena que, matices religiosos al margen, se encuentran quienes se topan por primera vez con la Semana Santa. Y la que suele quedar grabada en la retina de los espectadores.Pero hay más. La celebración cofrade por excelencia impregna con su aroma de incienso al conjunto de la población y, para bien o para mal, raro es quien no se ve afectado por los cambios que durante estos siete días se producen en la vida de la ciudad. Calles intransitables, taxistas sin carreras, comercios que se ven obligados a cerrar sus puertas ante la ausencia de clientes, barrios semidesiertos, discapacitados que renuncian a adentrarse en el Casco Histórico, retrasos en los servicios de urgencias sanitarias y suciedad. Mucha suciedad en las calles. Tanta que los profesionales de la empresa de recogida de basura (Sadeco) han de hacer horas extras a lo largo de esa semana.Es la otra Pasión. La que se vive en silencio y pasa desapercibida ante el estrépito de las procesiones. La que le toca sufrir cada año a José Joaquín -Cuadra para más datos-, taxista que actualmente preside la asociación del gremio en la capital. “Durante esos días la gente anda muchísimo”. Ese afán por pasear, unido a los cortes de circulación en el Casco Histórico, repercute directamente sobre los bolsillos de estos profesionales. “El negocio disminuye significativamente”. Y sobre sus hábitos de trabajo. Como durante toda la tarde tienen prohibido el acceso a la zona centro, optan por dirigirse a las barriadas periféricas. Y por variar su jornada laboral. “Si normalmente un día se trabaja de 6 de la mañana a 2 de la tarde y de 4 a 10, esa semana te quedas hasta más tarde”, para recoger gente una vez que van concluyendo los desfiles de los distintos pasos. “Quedarnos más tiempo es la única forma de que nos salga rentable”, asevera José Joaquín. Aunque esos esfuerzos no siempre hallan recompensa. “Es una semana más para los que venden zapatos que para nosotros”, concluye irónico. Negocio concentradoQuizá las zapaterías encuentren en estos días un mayor filón de negocio que los taxistas, pero tampoco todas. Y es que, como cualquier establecimiento comercial, dependerá en gran medida de su ubicación. Cuanto más cerca esté de los lugares de paso de las procesiones, mayores serán sus expectativas de ventas. Y viceversa.Así lo entiende, al menos, Francisco Román Amor, presidente de la Federación Provincial del Comercio de Córdoba. “En Semana Santa, los negocios varían en función del lugar en el que se ubican. En un barrio, la venta es nula. Pero en el centro, la venta se puede duplicar e incluso triplicar”. La razón es obvia: tanto los cordobeses como los turistas se mueven preferentemente por el entorno del Casco Histórico y es, por tanto, allí donde se dejan el dinero. Otras zonas de la ciudad de acusado carácter comercial, como Ciudad Jardín o la Viñuela, ven cómo sus negocios apenas reciben visitas esos días. Todas se concentran en los establecimientos del centro, que si no son previsores corren el riesgo de quedarse sin existencias, ante las dificultades que hay en esas fechas para reponer los productos. Calles cortadas al tráfico y restricciones en los horarios y las zonas para carga y descarga de artículos. Un problema que, dada su periodicidad, los comerciantes tienen en cuenta con antelación y “no les genera grandes perjuicios”, a juicio de Román Amor.El escenario, desde luego, es completamente opuesto. Mientras en el centro han de prever la masificación de clientes en Semana Santa, en el resto su principal duda estriba en decidir si abren o no las puertas de la tienda. En barrios como el Parque Figueroa, muy alejado del bullicio cofrade, algunos negocios ni siquiera abren entre el lunes y el miércoles por la tarde. De hecho, esta zona de la ciudad sufre una despoblación durante esta semana, según el presidente de la Asociación de Vecinos (AVV) El Parque, José González. “Se nota que disminuye la vida del barrio; hay muy pocas personas paseando por la calle y las que se ven son casi todas mayores”. Y como el Figueroa, otras muchas barriadas de la capital aparecen semidesérticas estos días, debido a que sus residentes peregrinan al centro en busca de sentimiento cofrade o aprovechan los días de descanso para salir de Córdoba. Pasión con barrerasClaro que no todos se pueden escapar. Antonio, por ejemplo, ha de quedarse en la ciudad. Sus dos hijos se visten de nazarenos y aguardan con ilusión la salida de su hermandad. Y él no quiere defraudarlos. A pesar de que para Antonio -Hermoso de apellido- la Semana Santa no sea, precisamente, una de sus festividades predilectas. Las procesiones, para alguien que va en silla de ruedas, pierden encanto. “La verdad es que no veo nada, y moverse entre tanta gente es muy difícil”, reconoce. Razones más que suficientes para obviar los desfiles de las cofradías.“Me gustaría acompañar a mis hijos, pero ya tengo asumido que no puedo”, explica con cierta amargura. Y es que para los discapacitados físicos con problemas de movilidad, la Semana Santa se antoja, antes que nada, un engorro. El tránsito por el Casco Histórico se convierte en misión azarosa. “Si ya de por sí es difícil andar por allí en esas fechas, con las calles tan estrechas y repletas de gente, imagínate en silla”.Ante esa perspectiva, Antonio opta por renunciar unos días a pisar el centro. “Si he de hacer alguna gestión en la zona, le pido a alguien el favor de que la haga por mí”. Y si desea disfrutar de alguna procesión, lo hace por televisión. “Lo cierto es que tienes una fuerte sensación de exclusión”, admite.Pero esta situación es difícilmente mutable. Y él es consciente de ello. “No es culpa de nadie. Lo que ocurre es que cuando hay una aglomeración de personas, los obstáculos de todos los días se incrementan”. Aunque no deja pasar la oportunidad de sacar a relucir su vena reivindicativa, como buen portavoz de asociación -es el presidente de la Federación Provincial de Minusválidos (Fepamic), y lanza un recado a las administraciones públicas sobre las barreras existentes hoy día en gran parte de la ciudad. “Las calles deben ser más accesibles siempre, aunque sea en estos días cuando el déficit se pone más de manifiesto”.En cualquier caso, los discapacitados no son los únicos que se encuentran con trabas para desplazarse por el Casco Histórico en la Semana de Pasión. Como siempre que se reúne un gran gentío, los problemas de movilidad son colectivos. Pero cuando de la rapidez con la que llegues a un sitio pueda depender la vida de una persona, el asunto se torna más serio. Y esa es precisamente la filosofía con la que trabajan los servicios de emergencias sanitarias, que ven cómo se complica en estas fechas su labor.“Hay más atascos de lo normal y las ambulancias, por tanto, tienen más dificultades para llegar a su destino”, afirma Carlos Pérez, gerente de la empresa de urgencias Los Ángeles de la Noche. Trabas contra las que sus profesionales luchan denodadamente. “Redoblamos la atención sobre los itinerarios de Semana Santa e intentamos buscar rutas alternativas para tardar lo menos posible”.Sin embargo, y pese a que cuentan además con la colaboración de la Policía Local por si necesitan que se le abra el paso a sus vehículos, no se libran de sufrir “retrasos de algunos minutos en los desplazamientos”. La devoción también ensuciaPero si taxistas, comerciantes, discapacitados y sanitarios se ven de algún modo perjudicado por la fiesta cofrade, no se puede obviar en este grupo a los profesionales de Sadeco, que se ven obligados a hacer horas extras durante estos días para erradicar toda la suciedad que queda en las calles tras los desfiles procesionales.De hecho, la empresa prepara cada año un presupuesto adicional para estas fechas, que en 2005 ha ascendido a cerca de 36.000 euros. Con ello, según explica Jesús Diz, jefe de los Servicios operativos de esta entidad, se paga a las 12 personas especialmente contratadas para la ocasión y las horas extras de la plantilla. Un baile de cifras que forman parte también del lado prosaico de la Semana Santa.
Buendía — 11-04-2006 18:27:43
Gracias por esta cita. Estoy sin internet desde hace un par de meses. Te leo en el curro, cuando puedo y no me vigilan mis jefas.
Cayo Anneo Paco — 08-05-2006 08:52:48

2 comentarios:

  1. Anónimo11:14 a. m.

    Delicioso artículo y aún mejor propuesta, a la que me sumo, de la creación de un procesiódromo que nos libere de la huida a la contra que provoca a muchos durante UNA SEMANA, que se dice pronto, la sola visión de la marabunta capillera, jarta de pipas y chochos, esperando con arrobo el paso del muermo bajo palio. Aún más horrendo si cabe cuanto más próximo al cortejo te pille la encerrona, sobre todo cuando no puedes correr hacia otro lado, y tienes que verles las jetas a cofrades y capillitas, y percibir los otros olores que emanan del interior del paso, a duras penas camuflados por el olor a cirio e incienso. Por todo ello,
    PROCESIÓDROMO EN CÓRDOBA YA!
    Angeles

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  2. Anónimo2:09 p. m.

    dais pena hablais en nombre de la razon y os creeis muy cultos y civicos y estais intentando reprimir una celebracion mas antigua que todos ustedes juntos dejad de decir tonterias quien es mas fanatico yo que disfruto con la semana santa siendo costalero o tu intentando suprimir una costumbre tan arraigada a miles de personas a que vivir y dejar vivir y si no te gusta ver un paso de semana santa por la calle porque hay mucha gente o lo que sea pues te jodes que las calles son de todos y no solo uestras.
    A por ciero no es por joderte pero tu sueño se va a ir al traste porque dentro de algunos años el arenal se va a urbanizar asi que ve cambiando el eslogan de tu mini cruzadita.
    en fin la semana santa seguira igual muchos años despues de que todos nosotros nos muramos lo siento pero perdeis el tiempo la semana santa no se movera de donde esta mientras este pais sea cristiano.A me encanta las pegatinas de fuera semana santa y semana santa al arenal seguid asi estais ensuciando la ciudad,si igual o tanto que nosotros con nuestra cera,y encima os dejais la pasta por nada ja ja ja ja.

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