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Si se entra por Bab el Khamis (Puerta del Jueves), el arco hispanomorisco de la Place de la Libèration, se accede inmediatamente a la plaza de la Alcaicería, un animado espacio rectangular porticado, en el que siempre hay mercado, diseñado por los españoles que la conquistaron brevemente en el siglo XVII. A partir de ahí las callejas se entrecruzan teniendo como eje la larga calle principal que va desde la ruinosísima Casbah portuguesa a orillas del mar hasta la aún en pie Casbah española (Fortaleza de La Cigüeña) también construída en el siglo XVII. Una puerta destrozada me permitió entrar clandestina y atrevidamente en las ruinas de la fortaleza. Lo que encontré fue un enorme basural, lo que podría ser un precioso patio de armas porticado pintado de rojo, con el lisérgico aire de un Chirico

Un inquietante mirador, a punto de despeñarse, que domina la desembocadura del río Loukos y el cerro de Lixus, completan los elementos de una plaza que pide a gritos una rehabilitación urgente, una actuación que dignifique los restos históricos pero, sobre todo, la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad que han de disfrutarla.


Paseando por la calle principal de la medina pueden leerse aún viejos letreros en español, que parecen hablar de que, al igual que en Tetuán, en ella vivieron puerta con puerta españoles y marroquíes. Y para colmo, en una de las esquinas, encontré una iglesia fosilizada. Ocupando una esquina, se hallaba tan camuflada por el desconchado general que sólo

En el otro extremo de la medina, dominando directamente el mar, la enorme Qasbah portuguesa ya no tiene remedio. No es que esté ruinosa, es que ya no existe. Se va a construir un gran hotel en su lugar, supuestamente respetando la estructura original. Sólo media docena de albañiles remueven desganadamente los cimientos.


Nos decidimos por segunda vez a visitar el cementerio español. Y no sólo por reverenciar la famosa tumba de Jean Genet, sino para comprobar que lo que habíamos leído de que el gobierno español había subvencionado su limpieza y restauración era cierto. Hace unos años lo visitamos, y salvo la tumba de Jean Genet, que estaba perfectamente blanqueada y arreglada el resto presentaba un lamentable aspecto: sólo eran visibles los mausoleos de los

Jean Genet mostró su deseo antes de morir de ser enterrado en Marruecos. Vivió en Tánger, Fes, Rabat y Larache, donde compró una casa para el hijo de su ahijado, a la que mandó se enviaran todos sus libros. Buscando en Google algo sobre el tema encontré un artículo de Tahar ben Jelloun en el que aclara algunos datos. El caso es que el escritor irreverente, enemigo de las instituciones, profundamente antisistema, reposa hoy en en este cementerio, en una sencilla tumba blanqueada (la única que no lleva cruz) frente al mar, con un sencillo marmolito con su nombre, la cabeza
extrañamente dirigida a La Meca, rodeado de miembros de la institución que más odió en su vida: los militares. Y por supuesto su tumba es la más visitada del cementerio.

Existe otro cementerio no musulmán aún más curioso en Larache. Hace años, en nuestra anterior visita buscamos el cementerio español en el coche. La primera indicación que nos dieron nos condujo, equivocadamente, a un pequeño cementerio del que no recuerdo gran cosa. Creo que estaba rodeado de un muro, que se acedía a través de una verja de hierro con un
candado que nos abrió alguien que por allí había. Que contaba con altos cipreses y que bajo ellos se disponían regularmente varias decenas de tumbas rotuladas en alemán. Un cementerio alemán. En seguida descubrimos que aquel no era el lugar que buscábamos. Preguntando al guarda nos informamos del lugar exacto del cementerio español y con la confusión no indagamos mucho más sobre él. En esta ocasión, la falta de tiempo y la falta de información nos impidieron revisitarlo con más calma. Lo más curioso es que los sondeos más cercanos que hicimos no dieron resultado: en el hotel no sabían nada de semejante lugar. Y lo mismo en un café colindante. Así que nos quedamos sin saber quienes eran esos alemanes que dormían su sueño eterno en aquella ciudad con la que, que sepamos, no tuvieron nunca mucho que ver.

Nos despedimos de Larache con una pantagruélica comida marina en el sitio más adecuado: el restaurante Pescaport, ubicado dentro del recinto cerrado del nuevo puerto pesquero. Pedimos el mismo rosado de Beni Slimane que tomamos en Asilah. ¿Para qué cambiar?
ADDENDUM:Tratando de encontrar información sobre el cementerio alemán se me ocurrió recabar ayuda en el foro de marruecosdigital.net.:
He recibido la siguiente notificación:
Hola amigo me consta que durante la segunda guerra mundial unos dos aviones alemanes pasaron por larache no por motivos desconocidos y fueron derribados por la artellireía del protectorado por la región costera de larache y estos pilotos fueron enterredados en larache, me contó esta historia un anciano que vivió el suceso.
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