miércoles, 30 de enero de 2008

El puente romano de Córdoba




Si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que
sabemos se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar.


Azaña




No le voy a hacer caso al viejo presidente republicano y voy a hablar sobre el puente. El Puente Romano de Córdoba que, para los que no estén avisados, ha sufrido una profunda rehabilitación. Lo suyo es que invitara a que todo el mundo, sobre todo los forasteros, viniera y lo paseara, porque la obra habla por sí sola, y yo mantuviera la boca cerrada, pero como aquí es que habla hasta el niño de teta y sobre todo hablan hasta los que más debieran callar, pues no voy a ser yo menos.

He seguido con interés el proceso de las obras y las líneas maestras del proyecto desde su germen. Digo con interés y no con profundidad. Soy, como la inmensa mayoría de la gente, un mirón, un espectador, un mero usuario del paisaje, aunque normalmente no suelo contentarme sólo con el sobrio alimento de la contemplación y trato de vitaminizarme cuando y como puedo con informaciones nutritivas. Y variadas.

De todas formas ya he dejado mis opiniones profusamente derramadas en el debate suscitado sobre el tema en el foro-taberna de CALLEJA DE LAS FLORES, el único sitio que existe en la red donde debatir los variados aspectos del acontencer urbano de esta dormida y abúlica ciudad. Quien quiera indormarse de lo que piensan los ciudadanos inquietos de Córdoba no tiene más que darse una vuelta por sus cuartitos, éstos en concreto sobre el puente: PUENTE 1 y PUENTE 2. Y participar, claro.



Y lo que a mí me pareció en los papeles y en las primeros resultados una acertadísima reforma de todo un entorno urbano de un lugar de altísimo valor histórico, monumental y paisajístico y por ello mismo digno de ser tratado con suma delicadeza, se ha reafirmado como tal a su terminación. Pero en todo ese tiempo he sentido asaltada mi plácida satisfacción por una vocinglera caterva de detractores que van desde los escasos razonables (va por ti Lamalgama) a los que sinceramente no les gusta, hasta aquellos a los que sólo asiste la razón de la mala leche y la inquina contra la izquierda, pasando por sienes y sienes de descerebrados consumidores de berrinches y otros sienes y sienes de cacatúas repetidoras de estúpidas consignas vacías de contenido.



El mantra más manido que se ha escuchado entre estos últimos ha sido la supuesta desromanización del supuesto puente romano. Ya se ha explicado hasta la saciedad que al pobre puente no le queda de romano más que el nombre y un gato que vive desde hace años en sus bajos. Y ni siquiera le queda nada de árabe. Las tremendas avenidas del Guadalquivir se han llevado tantas veces a los largo de los siglos sus pilares que al final acabó convirtiéndose en un pastiche de elementos de distintas épocas. La actuación del arquitecto Juan Cuenca ha consistido en limpiar profundamente los sillares de los pilares y efectuar una remodelación de los pretiles y de la calzada. Esta remodelación de las partes usadas por los ciudadanos se ha venido haciendo históricamente con una frecuencia aproximada de 100 años. Así, lo que se ha hecho es eliminar lo añadido en la últimas remodelaciones, una de hace los preceptivos 100 años y otras más recientes (1927 y años 40 del siglo pasado), que fueron llevados a cabo en buena parte con criterios bastante desafortunados incluso para las concepciones urbanísticas y arquitectónicas de las respectivas épocas. Aunque a la mayoría de los cordobitas se le encogiera el corazón con la contemplación de su puente con sus pretiles de sombrerillo, su adoquinado de calle, su acerado de cementillo y sus farolas de forja del taller del tío Mariano, todos esos elementos no eran más que cascarria chapucera, enlucidos costrosos y urgentes adaptaciones para convertir el puente a la viaria de carretera nacional.



Lo que no se le perdona a Juan Cuenca, a quien se ha tildado torticeramente de arquitecto estrella, cuando el hombre, más prudente y discreto no ha podido ser, respondiendo sólo a lo que se le pregunta, es que haya dado un aire moderno al puente. Sin tener en cuenta, claro , que la reforma es moderna. De hoy. Y que no se trataba de una reconstrucción, porque no había nada que reconstruir. Bueno, tal vez podría haber falsificado una estructura de aire antiguo, algo así como lo que hizo con las murallas el sobrevalorado Cruz Conde, una reconstrucción en el más puro estilo Exin Castillos de lo más ideal de la muerte. O una revisitación del almibarado y ya irremisiblemente acrisolado estilo remordimiento.

El genial arquitecto ideal que todos llevamos dentro nos podría sugerir detalles que no entendemos cómo el arquitecto real y titular de la plaza no tuvo el acierto de llevar a cabo. Pero no hacen falta demasiados conocimientos ni tener un gusto que te cagas para apreciar que en la obra predomina la sobriedad, la mesura, la devolución de la pureza de líneas que nunca sabremos si pudo tener en sus mejores momentos pero que puede suponérsele y sobre todo la adaptación a un entorno que forma ya un conjunto monumental homogéneo. Los pretiles podrían haber sido curvos y la solería gris rústica. O trapezoidales y de mármol veteado. Pero la apuesta ha sido la que ha sido, líneas rectas y granito rosa cordobés. Y, como dijo recientemente el propio arquitecto, la solería es algo que hay que cambiar cada 30 o 40 años. Así que no se trata de algo irreparable. Pero es que a mí, además, me parece un acierto. Losas grandes más o menos irregulares a las que los pies de los viandantes acabarán dándole pátina, que armonizan perfectamente con el espíritu general de la obra.

Otro acierto ha sido la eliminación de las farolas y su sustitución por faroles de pie instalados en el suelo, una solución que debería precisamente entusiasmar a los antiguófilos, ya que supone una vuelta a la iluminación tradicional, la única usada a lo largo de 2000 años hasta la aparición de las farolas de gas. Independientemente de que pronto serán pasto de los vándalos.

Y lo que me parece más espectacular es el proyecto de bajada de la salida del puente hasta su cota original, cuando desembocaba directamente en la puerta de la ciudad. Como esa puerta sigue existiendo, aunque hundida ahora por el alza de la calle, se volverá a poder pasar directamente del puente a la ciudad como se vino haciendo durante 20 siglos. Con ello se recupera además un ojo del puente, probablemente el que contenga más vestigios romanos, que estaba oculto por las obras del murallón desde hace un siglo. Cuando se termine de ejecutar el proyecto la zona conseguirá una unidad monumental que a mí me parece impecable, digna y que hará justicia por fin a una ciudad histórica que ha sido tan maltratada.

Pero aquí parece que lo único que se considera histórico cordobés (que pega, como dicen los más castizos) son los pretiles con chorreras, las farolas furibundamente fernandinas y los ensolados de empedraor de Frigiliana. Aristóteles Moreno, desde su columna del ABC (Ari, Ari, qué haces en ese lar de carcunda y facherío), bajo el indicativo título de Farolas fernandinas y olé hablaba de esa adicción cordobesa al rococó farolero, que hizo que convulsionaran los más incorregibles cuando se instalaron las farolas casi invisibles de la Corredera.


El puente antes de la reforma (foto cedida por el tabernero de Calleja de las Flores)

El Ayuntamiento de Izquierda Unida se lució desde el principio criticando agriamente la reforma, patrocinada por su enemigo político en la Junta, y como no son tontos, y sabían que por derecho no podían nada contra el impecable proyecto, se emplearon en los puntos más débiles o más susceptibles de polémica. Fueron ellos los inventores del mantra del granito rosa, tratando de subir el tono cromático rosáceo hasta cotas delirantes, prácticamente fucsias. El propio candidato del PP, el niño Nieto, con la grasia sandunguera que lo caracteriza, lo copió de ellos cuando habló de granito de encimera de cocina. Fue una solicitud del Ayuntamiento la que ha provocado finalmente la intervención del Icomos, el organismo dependiente de la ONU, que ya los ha vapuleado dos veces, una ésta y otra con el informe de las parcelaciones de Medina Azahara. Porque el informe da un notable al trabajo de Juan Cuenca, aunque apostillara, a mí parecer estúpidamente, que el cambio de aspecto había sido muy radical y que podría crear inestabilidad psicológica a los cordobeses. La inestabilidad psicológica se cura con dosis de madurez. Que ya va siendo hora.

Pero ha sido, sintomáticamente, el ABC, el órgano oficial de la campaña electoral del PP, el que con más ahínco, y entusiasmo se ha dedicado a enmierdar la reforma del puente. Desde el primer día. Pero en los últimos la campaña ha alcanzado cotas delirantes con todas sus baterías cargadas de munición envenenada en la pluma de sus colaboradores habituales (salvo Ari, que yo sepa) y la inclusión de una panoplia de encuestas entre gente supuestamente experta (con una disparatada predominancia de profesores de latín) que no siempre le ha salido como ellos querían. Incluso en la manipulación del informe de Icomos, tratando de hacerle decir lo que no dice. Al final se la han tenido que tragar doblá. Y aunque no sea ningún pilar argumental se me llena la boca con el consabido ¡que se jodan!

Otro día hablaré de los símbolos que le han perpetrado. El ser alado portador de merluza y la hormacina frontera, que hoy ya me duelen los deditos de aporrear las teclas.



DOCUMENTOS:




- EN CONTRA: la hemeroteca completa del ABC.

8 comentarios:

  1. Anónimo11:47 p. m.

    Coincido con usted, notable de esta ciudad, en que mas vale que la mayoría de los vocingleros a sueldo; "periodistas sobrecogedores", o sea de coger el sobre, debieran de estudiar más idioma, y periodismo de investigación y menos ser la voz de su amo. El puente ha quedado con una pátina de nuevo que irá perdiendo, y pronto esto habrá pasado a la historia como la mejor reforma que se hizo sobre este entorno. Habrá que esperar a ver el conjunto total, máxime cuando se vea a la torre de la Calahorra despejada en su parte trasera.
    En definitiva bien, aunque como cualquiera yo también hubiera sugerido menos regularidad lineal en el enlosado, (imitando las calzadas romanas, como hay algunas calles en Milán). Pero lo que hay es infinitamente mejor que lo que había. SAludos

    ResponderEliminar
  2. ¡Notable de esta ciudad! ¡Uy lo que ma dicho!

    Se lo perdono por la grasia que ha derrochado en su comentario.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo11:42 a. m.

    Hay mucha gente que prefiere que el puente esté lleno de mugre y que luzca sus adoquines pacomartinezsorianos. La cuestión es oponerse. Hay quien no entiende el concepto de evolución de los cascos históricos, ni lo que significa interpretar un bien, como ha hecho Juan Cuenca. Habrá que esperar a que no esté entre nosotros para reconocerle el valor a su obra.
    Manuel, para mí eres sobresaliente más que notable (aunque tengas reúma). Un saludo
    Ángeles

    ResponderEliminar
  4. Hay un dato en la obra de este puente, que ha pasado un tanto desapercibido y que me gustaría destacar. El tiempo empleado en arreglar un puente de 300 metros de largo sobre el Guadalquivir ha sido de menos de 2 años. Esto en una ciudad de proyectos de cartón piedra y de obras eternamente en construcción, es un dato más que relevante de la calidad y eficacia del trabajo realizado. Tengamos en cuenta que en esta obra el agua pasa por debajo. He vistos incidencias en ella que asustaban, escavadoras arrastradas por la corriente..
    Pero lo callan porque deja en muy mala posición a TODAS las instituciones que están acometiendo reformas en Córdoba, Arqueológico por ejemplo 12 años. Caustro de San Francissco, 17 años. Zoologico, una década. Teatro de la Axerquía, 20 años y solo primera fase.
    Lo dicho, el trabajo ha sido IMPECABLE.

    ResponderEliminar
  5. Concuerdo contigo, Manuel, el puente ha quedado sobrio, maravilloso, la iluminación es estupenda y tiene vigilancia, así que la seguridad está bastante garantizada.

    No entiendo a esa gente que habla sin fundamento, cuya opinión nuca es para hacer críticas constructivas, sino que busca destruir.

    A mi el puente, tal cual está ahora, después de las obras

    Un beso!

    ResponderEliminar
  6. chapeau manuel! una acertada y respetuosa visión de este asunto que esperemos no acabe con el levantamiento del granito rosa, saludos

    ResponderEliminar
  7. Amiga Azul, no coincido contigo eso de que destruyen por destruir. Destruyen para sustituir. Se trata de una campaña, una guerra total, orquestada por las fuerzas más reaccionarias de este país para no reconocer absolutamente ningún mérito a ningún gobierno que no esté bajo la cruz y la espada de su ideología reaccionaria, desprestigiarlo por todos los medios, y sustituírlos por sus "soldados de Cristo".

    Por lo demás me alegro siempre de verte por aquí.

    Un saludo

    manuel

    ResponderEliminar
  8. No conozco ni el proyecto ni el resultado de la intervención en el puente cordobés, ni tampoco la polémica que habéis tenido por esos lares. He leído con interés tu artículo y me ha gustado; coincido con el fondo de tus planteamientos sobre la rehabilitación de los monumentos. Hace poco (¿un par de semanas?) leí sobre otra polémica similar: la del teatro romano de Sagunto: Para colmo, ésta recurrida en los Tribunales y con sentencia dando la razón a los detractores a partir de una oscurantista interpretación de la Ley de Patrimonio. En fin ... Un saludo

    ResponderEliminar