lunes, 8 de septiembre de 2008

Memoria histórica y miseria moral (IV)

HIPOCRESÍA BENEMÉRITA

El problema con que se encuentra el necesario ajuste de foco de la memoria histórica española no es tanto que las víctimas del terror nacionalcatólico no hayan sido debidamente rehabilitadas, o tan siquiera decentemente reenterradas, sino que los victimarios todavían gallean con chulería o exigen a la mínima un respeto que no se merecen. No hablo de personas concretas, todas prácticamente muertas, ni siquiera de herederos de fortunas provinentes del saqueo del país por sus mayores, sino de instituciones que no han tenido ni siquiera la decencia de refundarse para tratar de disolver en el agua del olvido los crímenes corporativos de que son deudores. Hablo, claro, del Ejército y de la Guardia Civil. Hoy día ambos cuerpos armados están perfectamente imbricados en las instituciones democráticas cuyo mandato procede de la voluntad popular por vía parlamentaria, dicho sea todo ello en un plano meramente teórico, e incluso a veces cumplen misiones de las llamadas humanitarias propias de ONGs, pero durante los años ominosos de la dictadura e incluso desde mucho antes, representaron la cara más feroz de la represión fascista y sus memorias están contaminadas profundamente por ella. Pero jamás dieron muestras de arrepentimiento, considerando claramente que su honor está perfectamente a salvo manteniendo el orgullo de haber sido lo que fueron y haber hecho lo que hicieron.

Pero podrían mantenerse calladitos y no mandar a sus portavoces que las levanten a la más mínima que consideren que su honor, el que toca s su pasado, es mancillado. Sobre todo si lo hacen por una gilipollez.

Hace unos días aparecía en la prensa la noticia de que la creación de un museo dedicado a un bandolero del siglo XIX en El Borge, un pueblo de la Axarquía malagueña, había causado la indignación de la Guardia Civil mostrada en un comunicado de la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) de Andalucía, en el que se deploraba el que alguien que había vivido al margen de la ley y había asesinado a miembros del cuerpo fuera homenajeado.

Parece ser que el alcalde de ese pueblo es un apasionado del tema del bandolerismo y sobre todo del bandolero local, El Bizco de El Borge (1837-1889) y tiene el afán de atraer turistas a él. Y a los conservadores del delicado honor de la Guardia Civil le parece una vergüenza.

A mí me parece lo del alcalde una gilipollez de sacacuartos de dudosa rentabilidad y en cambio lo que me parece una vergüenza es el comunicado de un cuerpo que jamás ha pedido perdón a la sociedad por las fechorías de tantos de sus miembros que han llenado en el pasado los campos y las ciudades de España de tanto dolor. Yo no he visto nunca que hayan deshonrado públicamente ni se hayan avergonzado de personajes de charol tan siniestros y crueles como los encargados del genocidio de la Córdoba del 36, cuyos crímenes están perfectamente documentados (7000 en 6 meses), los comandantes Zurdo y Bruno Ibáñez, alias Don Bruno. Ni de los miles de cabos de cuartelillo que aterrorizaron en la posguerra a la población de los barrios pobres de todas las ciudades españolas. En Córdoba tenemos el caso de “El Colorao” también conocido como El Cabo de la Magdalena, cuya crueldad produjo el dicho de tener más mala leche que el Cabo de la Magdalena. Ni de las siniestras parejas que patrullaban el campo español desde su fundación para proteger las propiedades de la aristocracia agraria de las hordas de hambrientos que ellos excluían. Ni de los beneméritos torturadores retratados en la película El crimen de Cuenca (1979) cuya exhibición les puso tan nerviosos que consiguieron prohibirla durante un año y medio.

El honor. Qué cansancio. Yo siempre pensé que la Transacción se hizo a punta de pistola de la banda armada que secuestró al país 40 años, pero por lo menos cuando se aflojó la presión sobre el gatillo debería haberse exigido la higienización radical, mediante la disolución, de los dos cuerpos armados que salvaguardaban el fascismo colonial en España: la Legión en el exterior y la Guardia Civil en el interior. Lo que los moros fueron para la Legión, los españoles librepensadores y los campesinos pobres fueron para la Guardia Civil. Y eso los socialistas de chichinabo que nos gobiernan hace años que deberían haberlo solventado y nos libraríamos de tener que seguir escuchando desde sus cuartos de banderas sus aguardentosas voces reclamando el respeto a su apolillado honor cada vez lo sientan ligeramente tocado.

El que hoy día vaya camino de convertirse, cuando consigan su desmilitarización, en un cuerpo de seguridad normal de una democracia liberal europea no lo exime de su pasado, ni del hecho de no haberlo mirado nunca con la debida vergüenza.

5 comentarios:

  1. Anónimo4:35 p. m.

    Lo de El Cabo de la Magdalena nunca lo había oído. ¿Podrías hacer una entrada sobre el tema?

    Lo que no sé es cómo no se quejaron de la imagen de la Guardia Civil que se refleja en la peli 'El Laberinto del Fauno', que, por otra parte, recomiendo.

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  2. Miguel, te recomiendo que te leas la segunda parte de las memorias de Castilla del Pino, "Casa del Olivo", en este más que recomendable libro tuve la primera noticia de la existencia de dicho hijo de puta.

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  3. Anónimo8:58 p. m.

    ¡Virgen Santa! tantos libros, artículos, disquisiciones, foros para llamar facistas a los facistas, genocidas a los genocidas, asesinos a los asesinos, golpistas a los golpistas,y colaboracionistas a los curas

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  4. No se preocupe, Lorensito, que quedan muchas horas por delante para seguir llamando a las cosas por su nombre.

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  5. Anónimo12:21 p. m.

    Donde dije "facistas" quise decir fascistas, claro. Esto me pasa por leer y escribir en tu blog en el trabajo, con el jefe rondando por los alrededores.

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