martes, 23 de diciembre de 2008

El PSOE es un partido de derechas

Ya he dicho varias veces que considero la llegada de los socialistas al poder en este país como una verdadera desgracia que durante varios años tomamos como una bendición de la democracia. El que unos tipos liberales con los presupuestos de la derecha democrática europea perfectamente asumidos y con la consigna de comenzar a desmantelar el estado de bienestar nada más creado en España se presentaran aquí como los adalides del socialismo democrático sólo fue posible porque a su derecha no se situaban precisamente ellos mismos, sino una ultraderecha de índole fascista, cloacal y ultrareacionaria. El PSOE siempre pudo decir que fue un partido de izquierdas por criterios estrictamente espaciales y no ideológicos ni mucho menos programáticos.

El desenfoque está fijado por las palabras de José María de Areilza cuando dijo aquello de que la Transición se diseñó en un despacho en el que todo es calcular cómo impedir que la derecha pierda nunca el poder que recoge Jorge Urdánoz Ganuza en su magnífico estudio Valores democráticos e ingeniería electoral de cómo se redactaron las leyes electorales en este país. Esa derecha no era tal, sino una ultraderecha felizmente extinguida en toda Europa occidental (luego descubriríamos con horror la serbia). Así que los votantes que en 1982 pensaban que daban la patada a la derecha y elegían a un partido de izquierdas estaban siendo engañados. Y pronto pudimos comprobarlo. Felipe González se destapó como uno de los políticos más fuleros que ha dado la reciente política española, rodeado además de una panda de delincuentes, algunos de los cuales acabaron merecidamente en la cárcel. Sus traiciones fueron tantas (la OTAN, abandono de los saharauis en los crueles brazos de Hassan II, guerra sucia, rendición casi incondicional a las exigencias de la Iglesia Católica, eliminación de la posibilidad de una escuela pública única, laica y racional por puro economicismo, pistoletazo al proceso de privatización de las empresas públicas, defensa del sistema de depredación feroz del medio y del capitalismo más salvaje, desbravamiento forzoso del sindicalismo español siguiendo los pasos de su amiga Tatcher, ...) que su enumeración completa se comería todos los píxeles de este post. Pero el algodón de la historia no engaña: sólo hay que ver donde trabaja ahora el pájaro.

Desde entonces el PSOE ha mantenido la misma tónica, porque no ha tenido nunca necesidad de cambiar, convertido en un partido de la derecha civilizada (pero derecha al fin y al cabo) con las concesiones simbólicas en lo social que los cambios en las costumbres de la sociedad requieren. Porque lo que tiene enfrente no es más que la carcunda perifascista sacristanesca nacionalcatólica trasmutada ahora en neoliberal salvaje.

¿Es la culpa de la derecha perifascista que no es capaz de evolucionar y exigir un papel en una Europa del siglo XXI?. Parte tiene, pero es que la derecha tradicional española es como es desde los tiempos del vivan las caenas. Pero sobre todo es del socialismo español por ser como es. Un movimiento de travestidos políticos que han fagocitado todas las tradiciones progresistas españolas, desde el liberalismo clásico hasta el socialismo democrático, pasando por el radicalismo republicano y hasta los restos de la teología de la liberación, usándolas como careta de cara a los votantes de izquierdas y sintiéndose muy seguros y muy cómodos en el engaño.

Para ello han necesitado verdaderos maestros del travestismo en diferentes campos. María Teresa de la Vega, tan amiga de nuestra renacida católica Rosa Aguilar, se nos presenta como aguerrida luchadora laicista, pero no pierde ocasión de ir a arrastrarse ante los pies del Papa y concederle toíto lo que pía a cambio de nada, pues sus huestes locales no dejan de montarle pollos en la calle.

El campechanismo populista de Bono les produce amplios réditos en muchos ámbitos, sobre todo entre los católicos progres. Pero de vez en cuando se le ven las orejitas de lobo y se alinea directamente con sus supuestos enemigos políticos, sobre todo con los peores: los del Opus y demás sectas destructivas católicas. La entraña inmoral de este elemento quedó bien patente cuando fue descubierto guiñando tabernariamente a los del PP y llamando hijosdeputa a los de su partido porque no habían cedido a las presiones de aquellos de colocar una placa en el Congreso dedicada a una especie de monstruo comeniñas embutida en un burka.

El cada vez más episcopal Zapatero acaba de rizar el rizo de la ignominia concediendo su apoyo al plan marroquí de autonomía del Sahara, en contra de los acuerdos de la propia ONU, a cambio de que el gobierno pseudodemocrático del rey de Marruecos se afane siquiera un poco colocando más policías para detener a los cayucos de la miseria antes de que salgan de sus costas. Los más pobres de la tierra sirviendo de moneda de cambio en los trapicheos políticos de dos rufianes con fronteras.

La lista es larga, pero si hay un elemento que aúne en su peluchana persona todas las gracias del travestismo político ese es MORATINOS. Pero a ese lo dejo para mañana, que ahora me aguardan las faenas propias de mi condición.

Pero antes no me resisto a colgar el video en el que, como prueba de lo sinvergüenzas que han llegado a ser, el propio Gabilondo de las Gracias Socialistas se ha visto obligado, dolorosamente como confiesa, a llamar mentiroso al lider del partido que ama sobre todas las cosas:



2 comentarios:

  1. Y ahora que se visten de oscuro todos, parecen falangistas.
    Totalmente de acuerdo.

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  2. Ser socialista no es malo. Ser del PSOE, sin embargo, es otro cantar. Gabilondo ha tirado siempre al monte, cierto, pero también lo es que no le tapa un andrajo a un socialista por nada del mundo. Es el telediario que suelo ver, y día si y día también, el tirón de orejas para ZP no falta, con mayor o menor intensidad. Creo que está más dolorido por la mentira de un socialista, que por la mentira en sí.

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