Rafael Sánchez Ferlosio lo describió una vez con su aguda maestría:
Campo de hierba y coces, cosa de asnos.
Acabo de ver en El País del sábado 29 de enero una foto que ilustra una manifestación de indígenas en el departamento de Santa Cruz de Bolivia, en plena selva amazónica. Uno de los indígenas que gritan consignas lleva una camiseta a franjas con un escudo. Si se fija uno bien en ese escudo se acaba descubriendo que la camiseta pertenece al Club de Fútbol Barcelona y el escudo, el emblema del mismo. En Vietnam, donde anduve deambulando en octubre, en las portadas de los principales diarios deportivos o no deportivos se destacaban COTIDIANAMENTE entre un incomprensible mar de palabras vietnamitas las mágicas Barca, Real Madrid, Manchester, Milán. Si alguien lo quiere comprobar puede entrar en cualquier página web de algún periódico vietnamita. Supongo que ocurrirá lo mismo con los filipinos, ugandeses o esquimales. O sea que tarde o temprano cualquiera podrá comprobar la veracidad de lo que digo. Mi arrebatado amigo Juan Sepelio dice de vez en cuando para epatar a los bienpensantes que las mayores lacras de la humanidad en este cambio de milenio son el sida, el fútbol y la Iglesia Católica. Yo creo que tiene una visión muy reduccionista y por ello injusta. Yo, mucho más generoso y universalista que él, extiendo esa condición a todas las demás iglesias y religiones, sea cual sea la verdad absoluta e indemostrable que vendan y todos los deportes de masas, sea del calibre que sea la pelotita que juegan a arrebatarse o el tipo de vehículo que usen para alcanzar la mayor velocidad posible a la que romperse con más fervor la crisma. Pero es asumible la reducción de mi amigo teniendo en cuenta que aquí las que sufrimos, de forma inevitable y hasta extremos intolerables, son esas dos formas concretas de lacralidad.
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