miércoles, 4 de enero de 2006

Los indecentes pijos del Paris-Dakar

Una de las más felices metáforas de la literatura mundial pertenece a los Evangelios cristianos. Sepulcros blanqueados llama el texto a aquellos que esconden putrefacción bajo un manto hermoseado. Bajo la fachada de la deportividad, la sana competitividad y la exaltación del ejercicio, determinados espectáculos pseudodeportivos no esconden más que desnudos intereses económicos. Todos los conocemos, todos podemos poner un ejemplo. Pero hay uno de ellos que añade a esa crudeza una repugnante dosis de ignominia y vesania: el rally Lisboa-Dakar. En todos los años que lleva celebrándose el repulsivo rally las millonarias empresas automovilísticas en aras a sus intereses económicos no han sentido la más mínima humana sensación del pudor a la hora de llenar los polvorientos caminos de los países más pobres de la tierra de desorbitados pijos blancos cubiertos de marcas comerciales que promocionan, conduciéndolos, los obscenos vehículos de lujo de la temporada. Velocidad agresiva y consumo desmedido frente al hambre infinita y la enfermedad sin remedio. Colonialismo camuflado, desvergonzada exhibición de insolidaridad. Indecencia.

En cuanto a esos pijos blancos que son sus maniquíes sólo les deseo lo mismo que les deseó hace unos años Maruja Torres en su sembrada columna titulada MACHADAS (El País, 4 de Enero de 2001):

...la carrera de marras siempre ha sido un exponente del ideario poscolonial motorizado, y, en lo que a mí respecta, me encantaría que un grupo de habitantes del desierto, hasta las narices de que les atufen el medio ambiente y les atruenen los oídos, se dedicara a pincharles las ruedas a los bólidos y partirles el trasero a sus conductores, o viceversa.



COMENTARIOS
Que se lo hagan al menos a Carlos Sáinz, que ya está acostumbrado a eso de los pinchazos. Lo mismo en su travesía por el desierto conoce a algún mauritano o senegalés con facilidad para el balón, al que puede convertir en inmigrante 'de primera' si se cumplen sus deseos de convertirse en el futuro prócer de la galaxia madridista. Eso sí, el resto de paisanos que sigan pereciendo de hambre y de sida, y si desean salir de allí, ya saben, a saltar vallas de la muerte y cruzar océanos sepulcrales. "Si supieran jugar al fútbol", pensará el piloto-presidente, ufano de su intrepidez por cruzar las dunas del Sáhara en su bólido
Buendía — 04-01-2006 09:24:24
ESo, a Carlos SAinz, pedazo capullo, que encima leo en otra parte que está metido en el negocio de los vinos de lujos, como si no tuviera suficiente con los cochecitos... Es una vergüenza, sí, pero así se mueven estos bastardos, así..., los de África son un simple escenario para sus placeres de velocidad y consumo.Yo los ponía a correr por el desierto, como hace ese francés...., si quieres conocer mundo, deja los motores y corre, capullo!
lukas — 05-01-2006 11:57:32
Vaya, ya veo que estáis a tanto de la vida y “milagros” de ese “señor” o “tipo” al que yo sólo conozco de oídas a través de las conversaciones que me rozan en el trabajo y cuando no me da tiempo a eliminar la voz de los telediarios cuando ataca la abusiva y basuril sección de deportes. No creáis que es elitismo, sino defensa propia. Para mí todos son iguales: el niño ese de las carreritas de coches con sonrisa de pasmao, la cara de chulo del tipo ese del Madrid (creo) que exigía poder patear la estatua de las Cibeles, los pijos con felpa que manejan las raquetas de tenis, la impresionante vaciedad mental del carrerista aquel de bicis que ganó cientos de tours, el estúpido entusiasmo ingenuo-maniqueo de los comentaristas de deportes de la tele y sobre todo el pistolerismo billeteril de los directivos de la pelotita reina. Bien, haré un esfuerzo y trataré de averiguar algo más de ese tipo o señor, ¿Pablo Sáinz?, para añadirlo a mi colección ocasional de fobias deportivas.
Harazem — 06-01-2006 11:47:53
Antes no puse mis datos. Mucho ánimo y a seguir adelante con el blog. Me parecen muy interesantes tus reflexiones.
Valme — 06-01-2006 21:30:34

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