Este señor con cara de chico bueno de colegio de curas recién comulgado y con esa corbata tan bien elegida a juego con la elegante chaqueta es el señor alcalde de Toledo, Emiliano García-Page. Probablemente lo estuviera cuando se hizo la foto. Comulgado digo. No a juego. A juego no está él mismo consigo mismo ni sobre todo con la racionalidad democrática que dice representar. Porque este señor con cara de chico bueno recién comulgado ha tratado de vetar el I CONCILIO ATEO que se ha celebrado estos días en su ciudad. La causa que ha aducido ha sido que algunos de los actos programados podrían ofender la sensibilidad de muchos toledanos. Católicos se supone. Mientras tanto a los que no lo somos que nos vayan dando... concilio. Los que tenemos buen olfato para esos temas sabemos que el dicho veto se ha debido indudablemente a una orden recibida de Monse Cañizares que lo habrá amenazado con alguno de los actos de desagravio conque suele atacar el Gran Talibán Purpurado a cualquier afirmación de racionalismo laico que ose celebrarse cerca de sus incensados cojones.
Nosotros podríamos aducirle a él que muchos de los actos de raíz mágico-supersticiosa que los católicos perpetran en las calles de nuestras ciudades ofenden profundamente nuestras convicciones racionalistas y además nos parecen enormemente dañinas para la salud moral de las personas y de las sociedades. Y normalmente solemos contentarnos con escribirlo en alguna carta al Director de algún diario local o en algún blog racionalista. Pero con estos tipos es muy difícil entenderse. No quieren entender. Sólo perpetuarse.
A mí me recuerda mucho al señor alcalde de Coín, Gabriel J. Clavijo Sánchez, que vetó una exposición de cerámica de unos artistas del pueblo homosexuales (a los que él mismo casó) por presiones del talibanismo local (cura, cofradías y sectas católicas). Ambos alcaldes pertenecen a la misma raza de políticos que ya describiera cuando retraté al repeinado coinero. Como ya me canso de tanto regurgitar mi desprecio por ellos copio y pego directamente de aquella entrada:
Estos tipos suelen ser por lo general deliciosamente cobardes, una especie de peste entreguista que ha infectado el tejido del progresismo español. Se trata de una especie de travestis políticos que se presentan a las elecciones como progresistas pero que a la primera de cambio, cuando se les exigen actitudes propias de lo que supuestamente son se alinean exactamente con quienes están adiestrados a alinearse, o con quienes su instinto de supervivencia les dicta: con las fuerzas de la reacción. No es que el PSOE sea un partido excesivamente progresista. Es lo que es, un partido del centro civilizado sin demasiadas profundidades ideológicas, que tiene la suerte de que lo que se presenta en España como derecha sea una amalgama de criptofascismo y talibanismo católico absolutamente indigesto. Pero precisamente por esa indecisión ideológica da cabida a todo este tipo de elementos, pulcros, aseaditos, que sólo llevan en su marchamo político las siglas del partido, pero que a la primera que se les exige que defiendan las Termópilas de la Razón, la Democracia, la Laicidad y los demás valores básicos del progresismo se les ve el plumero de puros trepas metidos en política sólo por ansias de poder o por ansias de otra cosa más material, de papel, rectangular y con dibujitos.
Estos tipos dicen ser socialista, sólo por pertenecer a un partido que también se dice socialista sólo porque ostenta en su nombre este calificativo. Yo creo que ya les pesa demasiado. Lo mismo que renunciaron al marxismo y al puñoenaltismo deberían renunciar también al socialismo, bueno, a la denominación, porque a lo otro renunciaron hace chiquisientos años. Fundamentalmente para no engañar a nadie y primero de todo a ellos mismos.
Creo recordar que la carrera política de este individuo posiblemente recién comulgado comenzó a la sombra del también comulgador convicto y confeso José Bono en la Junta de Castilla La Mancha. Un extraño especimen de progresista que siendo ministro de Defensa no le tembló nunca el pulso por autorizar la fabricación en una factoría dependiente de su ministerio de miles de bombas de racimo que se vendieron ( y se siguen vendiendo aún) sin cortapisas a gobiernos de países que las usaron de una manera absolutamente criminal y a las que se deben las muertes de cientos de hombres, mujeres y niños. Sobra lo de inocentes, claro.
Yo siempre tuve la duda de si alguna vez el señor Bono incluyó ese pecadillo entre los que tiene enumerar a su confesor para poder comulgar a gusto. Aunque dado la amistad que lo une con el Talibán Máximo, Sumo Concededor de Perdón Divino por Vía Directa de este país Monse Cañizares, lo tiene chupado para mantener la conciencia a resguardo del propio estiércol moral que sus actuaciones salpican.
El párrafo que transcribes de tu anterior entrada es simplemente brillante (no me gusta hacer la pelota de forma demasiado obvia; es que es verdad). Con tu permiso, a la primera de cambio te lo fusilo (espero que tus derechos de autor no sean demasiado caros). Saludos
ResponderEliminarMe anonadas, amigo Miroslav. Y desde luego puedes fusilar lo que quieras. Y gratis. Ese párrafo fue fruto de un ataque de vergüenza ajena ante la insufrible hipocresía y miseria moral que derrochan esos tipos. Y por ello es de dominio público.
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