¿Qué pasaría si un día apareciera la noticia en la prensa local de que a unos catequistas islámicos se les concede permiso para que adoctrinen sobre las ventajas del Ramadán, una vistosa fiesta musulmana, a los niños ingresados en nuestro hospital, debilitados por la enfermedad y sin posibilidades de huir? Probablemente el escándalo sería mayúsculo. Pues eso exactamente es lo que está ocurriendo en la Unidad Infantil del Hospital Reina Sofía de Córdoba. Sólo hay que cambiar el calificativo a los catequistas, de islámicos a católicos y el nombre de la fiesta: del Ramadán a la Semana Santa. Con el permiso de las autoridades sanitarias, miembros catequistas de las cofradías visitan a los niños los fines de semana, les explican la doctrina que vende su empresa y los invitan a apuntarse en ellas.
Las autoridades supuestamente socialistas del Hospital Público Reina Sofía de Córdoba no parecen entender que las hermandades y cofradías son departamentos dependientes y perfectamente controlados por la Iglesia Católica, una multinacional de venta de productos religiosos que se caracteriza por su absolutismo político y laboral, que discrimina positivamente a la mitad de la población, impidiendo estatutariamente la promoción de las mujeres a los puestos de relevancia de la empresa. Algo que atenta contra la Constitución Española y contra la Declaración de los Derechos Humanos. Toda persona es libre de afiliarse a la secta, club, confesión religiosa o peña que más le plazca, por muy atroces que sean sus estatutos, pero la publicidad de las mismas en instituciones de titularidad pública está expresamente prohibida. Y es publicidad de una empresa de estatutos intolerables lo que están permitiendo que se haga entre los niños enfermos del hospital. Si no lo saben es porque no se paran a pensar, porque no piensan, o porque no tienen vergüenza.
A lo único a que están obligados esas autoridades es a permitir la entrada a profesionales del ramos religioso sin discriminación para ninguna de las confesiones para el confortamiento espiritual individualizado de los pacientes que lo soliciten expresamente, pero nunca jamás a prestarles las dependencias del Hospital para hacer proselitismo, adoctrinamiento ni catequesis y mucho menos dirigidas a niños indefensos por su edad y más aún por las especiales circunstancias de desvalimiento en que los colocan sus propias enfermedades.
Y reservando un cupo para el amable proselitismo ateo y para el agnosticismo.
ResponderEliminarsuscribo a Lansky (te leo, eh?) en caso de q repartan menesteres de este tipo. Pero no, mejor prefiero q los enfermos se dediquen a curarse y a ser posible con buen humor y diversión si tienen ganas para arribar el ánimo. A ello contribuye en Córdoba La Unidad de la Risa del Hospital de la Sofi. Mis saludos al dortor Fonendo y su colega (q no me acuerdo como se llamaba, me encantó ver el trabajo q hacían y como iluminaban caritas de los niños hospitalizados cuando se encontraban con ellos.
ResponderEliminarsaludos afectuosos
Sí, esos payasos maravillosos contrastan con tanto cuervo de mal agüero
ResponderEliminarBueno, tú sabes bien, añigo Lansky, que lo de los ateos y los tibios agnósticos esmás bien la defensa propia que el proselitismo.
ResponderEliminarLisis: ya sabes que me hubiera gustado saludarte en aquella visita. Otra vez será. Y, como dice Lasky, payasos, muchos payasos para los niños enfermos, en lugar de los heraldos de lo siniestrio.