¿Dónde se encuentra el límite de una actitud estóica ante la adversidad y otra cínica, cobarde o peor aún, vil? ¿Qué pensar de alguien a quien una panda de malnacidos le achicharran en una pira al padre, la abuela, dos tías y un primo y profanan la tumba de la madre por el repugnante método de sacar sus huesos de la tumba y quemarlos en otra pira, sólo porque no les gustaba la forma de su nariz y no sólo no da muestras de rencor contra ellos sino que les dedica libros y les mendiga beneficios administrativos? Yo sinceramente no lo sé. Llevo un par de días acojonado con la historia, que he conocido escuchando una magnífica conferencia del profesor García Cárcel dictada en la Fundación March acerca del humanista del siglo XVI Juan Vives en un ciclo de marzo 2007 sobre españoles eminentes. Ya sabéis de mi particular uso del aparatillo ese que llaman MP3.
Yo no sabía, ni sé, mucho de Juan Vives. Pero lo tenía (y lo tengo aún) entronizado en mi altarcito de santos civiles particular, por su aportación teórica a la Justicia Universal. Sabía de él que escribió un tratado sobre la pobreza De Subventione Pauperum en la que se acercaba con muchos siglos de adelanto a conceptos de justicia social que hoy son comúnmente aceptados, y especialmente su renuncia a considerar justicia a la caridad. Su idea fundamental era la necesidad de la creación de un sistema de servicios sociales que procurase un reparto más justo de la riqueza. Pero lo que he escuchado de él de boca del profesor García Cárcel me ha helado la sangre en las venas.
De siempre se había sospechado de su condición de descendiente de conversos judíos. Es más, leo en un pequeño opúsculo que encontré en la Red escrito por Francisco Calero y titulado "Traiciones" a Juan Vives que en un intento de disipar esas sospechas el editor de las obras completas de Vives en el XVIII, Gregorio Mayans, se inventará una genealogía para él haciendo incluso correr por sus venas sangre noble. Lo apuntaron primero someramente Amador de los Ríos y después y más contundentemente Américo Castro, siendo ambos desautorizados por la corriente menendezpelayiana del pensamiento español de una forma categórica, incluso agresiva. El ultracatólico Bonilla San Martín, autor de una monumental monografía sobre el pensador valenciano afirma textualmente en ella: ignoramos qué fundamento tendría el Sr Amador de los Ríos para formular tan estupendas afirmaciones, que diputamos por fantásticas.
A Américo Castro le tocará la refutación de Lorenzo River, editor del Vives Completo en 1947 al que duele ver mancillado con esa mancha ancestral el más cristiano de los epígonos de Renacimiento... el ferviente y aguerrido apologeta de la fe cristiana, victorioso debelador de musulmanes y judíos.
En pleno franquismo algunos desaforados botafumeiros fascistas llegaron a comparar la pluma de Vives con la espada de Franco.
De él sólo se sabía que su familia lo envió por causas desconocidas a París apenas cumplidos los 17 años a estudiar humanidades, siendo como era ya alumno brillante de la floreciente Universidad de Valencia. Y que nunca volvió a España. Pero en 1964 y sorpresivamente un par de investigadores publican las actas del proceso inquisitorial a Blanquina March, madre del humanista muerta de peste en 1508, que había sido unos años absuelta de la acusación de judaizante en varios procesos consecutivos en los que fueron condenados y quemados varios de sus hermanos, y vuelta a juzgar, condenada y relajada en efigie, es decir, desenterrados sus huesos y quemados en 1529. Los autores así mismo prometían publicar en breve las actas de la condena a su marido y padre de Juan Vives, llevado a la hoguera en 1526 tras permanecer 703 días en las cárceles de la Inquisición. Pero no sólo no lo cumplieron, sino que dichas actas desaparecieron del archivo donde se custodiaba y nunca más aparecieron.
Posteriores investigadores, entre ellos el propio García Cárcel de cuya conferencia he sacado toda esta historia, desmadejaron la genealogía completa de Vives hasta tres generaciones antes, cuando sus cuatro abuelos fueron obligados a convertirse al catolicismo. Desde entonces los procesos inquisitoriales que padeció la familia los fueron diezmando con espeluznante frecuencia. Primos, tíos, sus padres... Se sabe que sus hermanas tuvieron que litigar fuertemente para conseguir recomprar la casa familiar confiscada por la Inquisición, causa última por la que se profanó la tumba materna, ya que sin condena no podía ejecutarse una confiscación de bienes que revertiría en la Iglesia.
Ahora se sabe que el padre de Luis Vives lo sacó muy joven de España para salvarlo de las garras de la peor banda de malnacidos que gobernó nunca y por un par de siglos un país europeo antes del nazismo y el nacionalcatolicismo franquista. Y que el humanista que asombraría a Europa con su pluma, discípulo y amigo de Erasmo y Tomás Moro no volvería nunca a su país natal por miedo real a ser asesinado él mismo por un estado con una organización criminal enquistada en su engranaje (1). Desde su refugio europeo Luis Vives fue conociendo los frecuentes asesinatos de muchos de sus familiares, con el colofón atroz del de su propio padre y la profanación de la tumba de su madre. Con una frialdad y una prudencia en la manifestación del dolor y en la expresión del horror lógico y la denuncia de la terrible injusticia dolosa que se abatía sobre su familia tan medidos que nunca pudo adivinarse la tragedia que supuestamente tendría que estar viviendo a través de sus escritos o de sus actuaciones. De hecho se le sabe dueño de tal templanza, tal espíritu estoico ante aquellas atroces desgracias vitales que de lo que se tiene noticia es de su vida de mendicante de favores y de adulador sin tino a los responsables de todos esos crímenes que debían desgarrar su corazón. Así, prueba de esa acerada templanza fue que dedicara su obra De pacificatione al Inquisidor Manrique, responsable máximo del reciente achicharramiento en vivo de su padre y futuro profanador de la tumba de su madre. Así mismo, como prueba máxima de que el negro rencor no iba a dominar su vida dedicó otro libro al príncipe Felipe, futuro rey con el ordinal II, fue íntimo amigo de Catalina, la hija de los RR.CC. repudiada por Enrique VIII y fue tan fiel a la doctrina que sustentaba los crímenes que exterminaron a su familia que jamás tuvo problemas con la censura ni con la Inquisición, no ya como judaizante, sino como erasmista.
El profesor García Cárcel al que desborda la pasión por el personaje se esfuerza con ardor en su conferencia por salvarle la cara a toda costa, defendiéndolo de acusaciones ligeras de mal hijo, y se desvive por tratar de arrancar virutas de carnalidad doliente al gélido témpano de las evidencias, esforzándose en la artificiosa hermenéutica de ciertas expresiones transidas de supuestas claves secretas que permitieran humanizar al humanista español más famoso. Pero él mismo da algunas pistas cuando en medio de múltiples apelaciones al estoicismo vital del humanista que le conduce a no dejarse llevar por el rencor deja caer su lema favorito: oculum in metam (el ojo en los fines) de clara estirpe maquiavelica, aunque el profesor se esfuerza en desvincularlo del florentino afirmando que Vives al final siempre colocó los medios por encima de los fines.
Yo no lo sé. No soy un experto. Sólo un modesto aficionado a la fabulación con base en datos históricos. Y como tal me atrevo a reinterpretar un hecho que el profesor García Cárcel se permite legítimamente exponer como una piedra más en el camino del calvario del pobre Vives. Erasmo fue su maestro y amigo y se conserva una nutrida correspondencia entre ambos. Esa amistad y ese contacto se rompen claramente en un momento indeterminado, pero que es claramente posterior a la última gran tragedia que sufre la familia Vives en España. La causa de la ruptura no está clara ni demasiado explicitada en los textos, pero se conserva el uso de un enigmático adjetivo que el de Rotterdam lanza refiriéndose al valenciano: anfibio. El profesor García Cárcel lo interpreta como la cruel invectiva que el antisemita declarado como fue, aparte de un ególatra desmedido, Erasmo escupe como resumen de la decepción sufrida por su descubrimiento del origen judío de su discípulo. Yo por mi parte prefiero, y dada la imposibilidad actual de demostrar fehacientemente ninguna razón ni a favor ni en contra, pensar que la enigmática invectiva del padre del humanismo filosófico y político europeo responde más bien a la comparación de la impermeable y viscosa piel que lucen los animales que pertenecen a ese Orden del Reino Animal con la del alma del hombre que ante el cúmulo de desgracias que destrozan a su familia se enroca bajo ella para no enterarse de nada y sacar los máximos beneficios de esa impermeabilidad.
EPÍLOGO: Realmente he llegado a sentirme un poco extremista en mi juicio sobre Luis Vives mientras pensaba en él, desde hace unos días, y luego redactaba estas líneas. Pero hace un rato buscando cosas sobre el personaje en la Red encontré una referencia a una conferencia que el profesor García Escudero dio en un curso de verano de la UNED de Tenerife en la que he encontrado mucha solidaridad con mi punto de vista. En ella se puede leer que el catedrático destacó en la decisión del Santo Oficio (de reabrir el caso de la madre de Vives tantos años después de su muerte) su “capacidad para mantener vivo el espíritu de venganza”, pero subrayó también la actitud desentendida del humanista, que se había separado de su familia a los 16 años para residir en París y más tarde en Brujas. Escudero indicó que no existe ni un solo documento en el que Vives se refiera a la situación por la que estaba padeciendo su familia en manos de la Inquisición y calificó su actitud no sólo de “insolidaria”, sino también de “escandalosa”. Yo coincido plenamente con el ponente, salvo en el pequeño detalle de que más que de espíritu de venganza habría que hablar de espítitu de latrocinio, ya que la causa última de la reapertura del proceso a la madre de Vives fue claramente el robo de sus bienes. La Iglesia asesina y además ladrona que siempre fue.
(1) Tanto Vives como Erasmo fueron invitados a residir como profesores en la Universidad de Alcalá. El primero nunca se definió claramente por las causas de su negativa, aunque hoy las tenemos claras: a pesar de su absoluta rendición a los asesinos de su familia, nunca se fió de ellos. Erasmo en cambio sí que lo declaró de una forma meridiana, directa y esclarecedora: Non placet Hispania (¿España? Ni por el forro).
Vaya casualidad! Acabo de publicar una entrada que comienza con una frase de Luis Vives (no es autopromo... no me malinterpretes).
ResponderEliminarY me vas a derribar el mito? Esperaré a mañana para escuchar esa conferencia...
Salud!
Tanto Vives, como Erasmo, como Bacon, como Moro, como Spinoza representan lo mejor del pensamiento europeo. A mi también me fascina la figura del valenciano, y la del holandés, que no era el estrecho antisemita que sugieres o hasta afirmas, sino que atacaba la actividad, precisamente hablando de justicia social y caridad, de prestamistas y usureros de muchos de los judios notables de su ciudad.
ResponderEliminarAnfibio es claramente una invectiva dedicada no al judío, sino al 'frío', al poco sentimental y temperamental Vives. Y la dedicatoria al inquisidor Manrique es un supremo ejercicio de ironía, a mi parecer.
Lansky: No soy yo quien afirma el antisemitismo de Erasmo sino García Cárcel.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de la ironía. Pudiera ser. Pero entonces habría que entender todas sus demás actuaciones de la misma manera.
Y por supuesto Vives sigue incólume en mi altarcito laico, que parece que comparto plenamente contigo.
Landahlauts: Efectivamente, una coincidencia cósmica. Escucha la conferencia, es muy interesante. Y otras que el profesor García Cárcel tiene en esemismo sitio. Y muchas otras. La Fundación March es una mina de placeres auditivos e intelectuales.
ResponderEliminarHago el mismo uso que tú del MP3, y me complace comprobar que nutrimos ese trasto con platos similares. La colección de conferencias de la Juan March no sirven para olvidar la financiación del "Dragon Rapide", pero ayudan...
ResponderEliminarHablando de Inquisición: este viernes voy a Cuenca para consultar un expediente inquisitorial en el Archivo Diocesano de esa ciudad (que los tiene conservados que es un primor). Como suele ocurrir en estos casos, te desplazas fuera de tu ciudad para encontrarte con archivos de apertura limitada (cuatro horas diarias, y eso si no hay fiestas religiosas por medio). Me temo que volveré a Madrid echando las muelas. Si es así, lo conocerás por una nueva entrada en mi blog-punching-ball.
Saludos
Jaime Balmes en su obra El Criterio, tiene una frase que yo tengo grabada para que no se me olvide cada vez que abro un libro:
ResponderEliminar"Antes de leer una historia es muy importante leer la vida del historiador"
Y esta que aparece en el Quijote y que ya da cuenta de la falsedad con que la historia se ha escrito, reescrito, dictado y corregido en esta ton-tonsurada España:
"Los historiadores que de mentiras se valen habrían de ser quemados como los que hacen moneda falsa"
Me has abierto otra ventana a la curiosidad, gracias.
Sobre la posible pieza irónica que podría ser la dedicatoria, se me había ocurrido igualmente. No obstante, si Vives tenía un mínimo instinto de conservación, tomó las dos mejores decisiones: no volver, y no cabrear a la clerigaya, que por aquel entonces se las gastaba mortales.
ResponderEliminarUn abrazo.
Mado, esperaré tu entrada, tenga o no que ver con la Inquisición, esa que siempre dices que vas a colgar y nunca cuelgas. Venga, abandona la pereza y cuéntanos algo de esas cosas tan interesantes que estudias.
ResponderEliminarIsaak, no estoy de acuerdo con Lansky ni contigo en lo de la ironía. Creo recordar que el profesor García Cárcel hablaba de incluso existió una amistad entre ambos. Pero además existieron demasiadas pruebas de que no se trataba de eso.
Buenas las citas, Casandra, sobre todo la de Balmes, ya veo que estás haciendo caso a don Hodierno.
Aprendi mucho
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