Lo tenía guardado para usarlo en otro lugar, pero al final no me he resistido a compartirlo antes de tiempo en circunstancias tan... especiales (casi digo, ofendiendo su memoria, tristes).
En una visita que hizo a Córdoba el filósofo poeta, el último diogenista, Agustín García Calvo, a finales de los noventa, fue invitado a probar los famosos “fruits de perol” que se hacían en La Corredera, y allí, frente al obrador que está más cercano al Arco Alto, se enamoró del buen hacer de la jeringuera que allí oficiaba y le dedicó este poema, a manera de una Jeringuera de la Finojosa:
¿Cómo puede ser esto?¿Cómo puedes estar ahí,
tú, figurilla de flaca mozuela,
que entre tanto que vas
churros y jeringos echando a vueltas
en la vasta sartén,
cantas, y cantas aún, y los soportales
de fresca voz los alegras?
¿Cómo puede ser esto?
¿Cómo puedes estar ahí,
entre la cal corroída y las tiendas,
despintadas de orín
de un pasado sol, de la Corredera,
donde aquella que fue
vida y riqueza de Córdoba se marchita
en sordidez y miseria?
¿Cómo puede ser esto?
¿Cómo puedes estar ahí
viva en mitad del barato y la venta
de lo que era ciudad,
de eso que a redor la locura cerca
de su negro collar,
donde el taladro y el auto y la grúa ladran,
donde el Dinero revienta?
Tú la vida, tú eras,
eres, niña, la vida tú,
que en la ruina por brozas y grietas
naces, como la flor
púrpura, y en medio de la maleza
de cemento y betún
cantas imperios que caen y que, entre tanto,
tú nunca mueres de veras.
Agustín García Calvo
(Mediados de abril de 1998)
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