miércoles, 8 de junio de 2005

Moratinos y el antisemitismo

El País, miércoles 8 de junio de 2005

La cada vez mayor afición al desatino de nuestro ministro de Asuntos Exteriores empieza a ser preocupante. Bueno, tal vez desatino no sería la palabra exacta que defina ese extraño camino que anda emprendiendo y haya que buscarla entre la familia de las que denotan hipocresía o malversación. Hace unas semanas ya se mostró elocuente ante un público de estudiantes palestinos. Ahora se muestra aún más ante un público de una asociación judía de apropiación exclusiva de la fobia racial y que gestiona con mano de hierro el dolor del pueblo más perseguido de la historia. Si entonces conminó irritado, aunque sibilinamente, a los palestinos a que se rindieran ante los tanques israelíes de una maldita vez, ahora viene a Córdoba a halagar los bajos fondos morales del sector más reaccionario de sionismo, achacando la responsabilidad del antisemitismo mundial a la propaganda musulmana.

Moratinos parece vivir aún del cuento de que el Likud lo consideraba, durante su misión como Enviado Especial de la UE para Oriente Medio, propalestino. Bueno, eso no tiene demasiado mérito. Para el Likud propalestino llegó a ser considerado el mismísimo Ehud Barak e incluso el anterior embajador israelí en España, el fabuloso equilibrista Shlomo ben Ami. Pero la única verdad es que al poner en el mismo nivel a los agresores y a los agredidos, al exigir el mismo esfuerzo de concertación a los usurpadores israelíes de tierras y soberanía ajena y a los palestinos despojados, conducidos a la miseria y masacrados por el ejército financiado por los EE.UU, en lugar de exigir con firmeza al estado de Israel que cumpliera con las reiteradas resoluciones de la ONU, que se colocara de una vez en el lado de la legalidad internacional y de la razón humanitaria, nuestro brillante diplomático sancionaba el latrocinio en aras a la sumisión debida al patrón-protector (y nuestro también, por descontado) del estado delincuente, los EE.UU.

Y ahora, en connivencia con el correoso actual embajador israelí en España, Victor Harel, trata de intoxicar la convivencia de los ciudadanos occidentales y sus vecinos musulmanes sólo para agradar, tras una amena cena, a los miembros del Consejo Mundial Judío. Bueno, a los más reaccionarios. Una parte importante de los países que componen este organismo parecen haber exigido juiciosamente que en esta convocatoria se amplíe el temario a otras formas de intolerancia, aparte del antisemitismo. Contrariando los deseos del señor Moratinos y de los más intolerantes de sus miembros. Lo que ha sido incluso aireado por nuestro ministro con un matiz de reproche: “Mi propuesta inicial era dedicar (la conferencia de Córdoba) exclusivamente al antisemitismo. Pero las decisiones de la OSCE se toman por consenso y se sorprenderían de saber de qué países europeos, con importantes comunidades judías, vinieron las resistencias.”

Es por ello que resulta chocante que en un congreso para fomentar la tolerancia haya que haber llegado a un acuerdo de principio como el que se muestra debajo:

Y es que la tolerancia de los sionistas más aguerridos tiene un límite absolutamente nítido.

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