El nivel de necedad imperante en nuestros tres únicos diarios locales (ABC, CÓRDOBA y EL DÍA) sólo tiene parangón con el de su propio regodeo subolista.
Después de varios días esperando me he acabado convenciendo de que realmente ninguno de los tres diarios de una ciudad de 350.000 habitantes, que aspira a la Capitalidad Cultural Europea, que se reclama madre de grandes pensadores que han influido decisivamente en los derroteros del pensamiento occidental y oriental, que se autoproclama con una desfachatez a prueba de pruebas contrarias, Ciudad del las Tres Culturas, ninguno de los tres, digo, se haría eco de la presencia en Córdoba de uno de pensadores actuales más importantes del panorama del debate de ideas mundial: Marc Augé.
Efectivamente Marc Augé, el antropólogo, sociólogo y filósofo francés, autor de uno de los más coherentes estudios sobre los espacios urbanos donde se desarrolla la por él llamada sobremodernidad, ha pasado por los TALLERES DE ARTE CONTEMPORÁNEO que se siguen aún celebrando en la Casa de Góngora, para dictar una conferencia, que se anunció como de entrada libre, en la que expuso, en un correctísimo español, sus ideas sobre las estructuras físicas y mentales en las que se desarrolla la vida de las sociedades del Capitalismo Avanzado.
En cualquier otro sitio supongo (a no ser que la idiocia provinciana esté mucho más extendida de lo que yo pienso) a los responsables de todos los periódicos enviando a sus plumillas a cubrir el evento, a arrancar una entrevista o a fotografiarse junto al pensador. O incluso habría salido del corazón de cualquier periodista, no ya de raza, sino medianamente responsable de su papel social o directamente interesado en su propia carrera profesional.
La importancia de Marc Augé entre los pensadores actuales podríamos situarla, haciendo un símil espurio con el mundo cinematográfico holliwoodiense, como equivalente a la de Sean Penn o Tim Robbins. Pero yo no estoy pensando ni remotamente en que se pudiera dar al filósofo francés no ya la misma importancia periodística que a esos astros peliculeros internacionales en caso de que se dignaran venir a esta ciudad, sino ni siquiera la correspondiente a un fenómeno de feria mediática nacional como Bisbal. Pero ni la ignorancia más absoluta, el ninguneo interesado o la simple economía de espacio dejan de hablar del pedestre nivel profesional de los periodistas que padecemos en esta ciudad, que no le han dedicado ni una miserable esquinita.
No deben haberse enterado aún de que en la órbita exterior existen pensadores que emiten opiniones, escriben libros, dan conferencias y a los que se disputan las secciones de cultura de los mejores periódicos del mundo, una movida cultural (Sloterdijk, Zizek, Zygmunt Bauman, Enzensberger, Habermas, Augé) que piensa el presente, que trata de analizar las claves del mundo contemporáneo y explicarlo a la luz de las ideas y que va más allá de las performances de la Federación de Peñas, la campanita de la Fuensanta o los colores del Córdoba Clú de Fúrbo.
Claro que qué se puede esperar de una prensa que tiene como astros del columnismo a la mayor colección de plumillas frikis (salvo honrosas excepciones) del hemisferio norte, que nos ilumina cada día haciendo el papel de periodistas de cosecha propia en sus inanes páginas. Desde el siempre peligrosamente indigesto profesor Cuenca Toribio, pasando por el cristiano renacido (desde las cenizas del marxismo leninismo) Pepe Cobos, que nos llora un día sí y otro también desde su caída de Damasco por la fe que no acaba de encontrar, los clérigos profesionales y los amateur que hacen del CÓRDOBA el diario provincial en el que escribe el mayor número de curas por página cuadrada de Europa después del L'Osservatore Romano, el inefable adicto a las sectas fundamentalistas Primo Jurado, el esforzado excretador de irisadas metáforas Azaústre, etc., etc. Un horror sólo posible en una ciudad en la que cuando se habla de cultura sólo se piensa en un producto vestido de flamenca para colocar encima de la tele y que se vende publicitariamente con el único fin de conseguir pernotasiones, pernotasiones, pernotasiones.
Y así, tontería bregar. Mejor que no nos den la Capitalidad Cultural esa. Que se la den a otro sitio que le haga más falta. A Albacete por ejemplo. O a Puertollano, que además tiene AVE.