sábado, 14 de diciembre de 2019

Pomporrutas Imperiales

Cuándo llegará el momento
en que las agüitas vuelvan a sus cauces
y las esquinas con sus nombres:
ni reyes, ni roques, ni santos, ni frailes.

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Francisco Moreno Galván

Lo peor de todo no es la fascistada que supone cambiar el nombre de los Llanos del Pretorio de Córdoba por otro que lejos de ser inocuo o inocente supone un avance en los intentos de volver a sustituir la racionalidad democrática por el rancio, apestoso, nacionalismo español de por el Imperio hacia Dios. El de las Pomporrutas Imperiales de Forges.

Al fin y al cabo, perifascistas de Cd’s, fascistas del PP y seminazis de la peor calaña, incitadores a exterminar niños inmigrantes, son lo que son y es su condición: el fascista hace fascistadas.

No, lo peor es el atentado contra el patrimonio onomástico de Córdoba. El nombre de Llanos del Pretorio es un nombre histórico que tendría que ser protegido, por alguna ley de Patrimonio Inmaterial, de la estupidez de los políticos y de muchos ciudadanos que no le dan importancia a esas cosas y luego vienen llorando con el mantra de la protección de las farolas fernandinas. El nombre del Llanos del Pretorio lleva 350 años rodando en la boca de todos los cordobeses. Son nombres ya pulidos y repulidos como cantos de río por su uso ancestral, que forman parte del acervo histórico como los restos de lienzo de muralla o nuestros históricos empedrados y nadie, absolutamente nadie, tiene derecho a robárnoslo.

Esa sublime desfachatez de creerse con derecho a escamotearnos una parte de nuestra historia es el más depurado indicio de la profunda idiocia de muchos de nuestros gobernantes, con la sensibilidad patrimonial de una zarigüeya. Que aquello fuera normal desde mediados del siglo XIX en que el afán ejemplarizante de nuestra raquítica Ilustración nos cambió decenas y decenas de nombres tradicionales de oficios, gremios y sucedidos populares por los de más o menos merecidos próceres locales y sobre todo de canónigos de mugrientas sotanas no tiene cabida hoy. Ya Rosa Joaquina la Renacida, esa Desgracia (sin acento) nos escamoteó un par de ellos (Ronda de la Manca y calle de la Paja) que llevaban nombrando esos espacios desde hace la friolera de 700 años para ponerle el de dos curas. Pero lo de esa Cosa Infame siempre fue lo que fue.

Un recuerdo emocionado a mi abuela Chon, entrañable analfabeta, que nunca fue capaz de nombrarlo correctamente y lo llamaba siempre El Petrolio

lunes, 3 de junio de 2019

La procesión antisemita de Cañero

ESTE ARTÍCULO FUE PUBLICADO PREVIAMENTE EL 30 DE MAYO DE 2019 (DÍA QUE LOS CATÓLICOS DEDICAN AL CULTO DEL REY FERNANDO III EL BIZCO) EN EL DIARIO DIGITAL PARADIGMA.

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(SAN) VICENTE FERRER

Por el historiador renacentista valenciano Pedro Antonio Beutes (1) sabemos que un día de 1411 una turba incendiaria dirigida por el fraile dominico Vicente Ferrer, a quien los católicos consideran santo, tras un sermón virulentamente antijudío que había emitido en una iglesia toledana, se dirigió a la sinagoga mayor de la ciudad, expulsó violentamente a los judíos que allí había, hizo una pira con los textos talmúdicos y robó todo objeto litúrgico de valor que encontró en ella. Seguidamente el fraile valenciano ordenó calma y consagró el templo al culto católico con el nombre de Santa María la Blanca.

También sabemos que en 1391, aunque no podemos hablar de incitación directa al asesinato de judíos en sus sermones, como sí la encontramos en los de los frailes andaluces que ese mismo año dirigieron el asalto de las juderías andaluzas y asesinaron a varios miles de judíos a los que además robaron sus bienes, entre ellas la de Córdoba (2), los seguidores fieles de sus enseñanzas en Valencia hicieron lo propio en la judería valenciana, con el resultado de varios cientos de hombres, mujeres, niños y ancianos asesinados y robados por esos sus piadosos seguidores. Pero sólo hay que leer esos sermones para entender que esa violencia directa iba implícita en todas y cada una de las palabras del domini cane (el perro de dios), la orden fundada por Tomás de Aquino (otro santo) para sostener la Inquisición que había fundado.

Hoy muy pocos historiadores no confesionales, dudan de la responsabilidad por incitación de Vicente Ferrer en las persecuciones de judíos de finales del siglo XIV (3). Y son muchos los que defienden que las legislaciones posteriores recogen todas y cada una de las sugerencias que el fraile valenciano puso en el tapete del antisemitismo oficial, especialmente las Leyes de Ayllón de 1412 (4): reclusión en guetos, marcaje con prendas especiales obligatorias (que los judíos traxesen tabardoscon una señal bermeja, é los moros capuces verdes con una luna clara) (5) a sus miembros, prohibición de ganarse la vida tratando con cristianos (ni siquiera podían hablar con ellos) para obligarlos, rindiéndolos por hambre, a la conversión.

Muchas veces se dice que no podemos juzgar con ojos de nuestra época los actos de la gente del pasado. Pero sí que podemos juzgarlos con los ojos de juzgar de sus coetáneos. Y podemos asegurar que lo que hicieron aquellos católicos dirigidos por frailes estaba considerado un crimen y penado por las leyes reales y de hecho hubo juicios y condenas a los responsables de las matanzas. Aunque ninguno de aquellos condenados vestía hábito frailuno.

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FRAY ALBINO

En 1946, diez años después de iniciarse el genocidio franquista, llegó a Córdoba uno de sus más firmes defensores: el obispo Fray Albino. Se ha demostrado recientemente que siendo obispo de Tenerife no sólo conspiró con los militares que dieron posteriormente el golpe del 17 de julio sino que escribió textos pastorales que son una clara incitación a destruir la democracia formal que instauró La República (6). Una vez iniciado el genocidio, no sólo firmó la carta de los obispos apoyando la Cruzada, sino que se empleó sin descanso en defender la necesidad de una limpieza radical, de matar al mayor número posible de rojos, de los que se reía en el trance de su fusilamiento llamándolos cobardes porque no sabían morir (7). Que llegó a considerar en un ataque de delirio paranoide-criminal a Franco como un enviado directo de Dios para salvar a España. Que compuso un catecismo, El Catecismo Patriótico Español (8), para adoctrinar a los niños de la posguerra, especialmente a los huérfanos de los rojos y las rojas fusilados, que es inequívocamente una adaptación de las ideas estelares del Mein Kampf del Führer para aprendizaje memorístico de esos niños, porque asimilaba en el mismo paquete de eliminables para la salvación de España a liberales, judíos y socialistas. Su visceral antisemitismo aparece una y otra vez en ese catecismo y en el resto de sus escritos pastorales lo que hace a su pensamiento más dependiente del nazismo que del propio ideario fascista español. Por ello, no es extraño que fuera un admirador y devoto del portador de su propio hábito dominico más antisemita de la historia de este país, Vicente Ferrer.

En los últimos años de su vida se empleó en paliar algo la miseria, a la vista de su insoportable ubicuidad, en que sus propias acciones y la de sus cómplices civiles y militares franquistas mantenían a la población superviviente vencida, patrocinando la creación de dos barriadas de casas baratas. A una la bautizó, en un rapto sublime de modestia, con su propio nombre y a la otra con el del militar y rejoneador franquista Antonio Cañero, cuya mayor hazaña guerrera fue montar una brigada montada de señoritos y garrochistas falangistas que, armados con picas y escopetas, cazaban en la sierra, como si de alimañas se trataran, a los republicanos desarmados huidos de la masacre y que resultarían unos asesinados a sangre fría entre los peñascales serranos y otros reconducidos a las tapias de los cementerios para ser fusilados (9). La mitología franquista fomentó desde entonces la falsa creencia de que la permuta de los terrenos para la construcción de esas casas por otros mejor situados y que le supusieron un suculento negocio, había sido una altruista donación del caballero rejoneador al obispo y a la causa de los pobres (10).

Y la parroquia de esa barriada, la de Cañero, se la dedicó el obispo nazi lógicamente al santo antisemita de su máxima devoción, de quien fue émulo en la persecución sin desmayo de los enemigos de la fe, judíos y republicanos. Así, el dedo del santo pogromista, San Vicente Ferrer, ha amenazado durante los últimos 60 años a todos los vecinos de ese barrio, el barrio históricamente más progresista de toda la ciudad, con todos los terrores, tanto terrenales como de ultratumba, que el catolicismo ha inventado para mantener permanentemente acojonados a sus fieles.

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EL BARRIO CAÑERO

La barriada de Cañero fue durante los años 60, una vez que sus habitantes consiguieron sacar un poco la cabeza del pozo negro del franquismo, modelo para toda España de lucha vecinal contra la dictadura, como ha contado recientemente Federico Abad en su imprescindible ensayoLa barriada de Cañero. Su asociación de vecinos fue la primera de ese tipo que se fundó en el estado español y llevó a cabo una denodada lucha para conseguir mejoras estructurales en el barrio con espectaculares logros como los arreglos de los tejados, el asfaltado de las calles o el acceso a precios asequibles a la propiedad familiar de las viviendas. Los núcleos duros de lo que fueron los partidos políticos cordobeses que lucharon contra la dictadura en los primeros 70 surgieron precisamente de ella.

La Transacción y el trampantojo del estado de bienestar durante la burbuja económica obró el mismo milagro de desmovilización que en los demás barrios. El envejecimiento de la población y la especulación con los precios de la vivienda en los años dorados del ladrillo terminaron el trabajo de adocenamiento de un verdadero barrio obrero. Y en los últimos años hasta el PP consiguió ganar en él alguna elección en alguna ocasión. Pero al menos el barrio se había venido librando de la metástasis cofrade, esa imparable enfermedad vinculada al nacionalcatolicismo y no a poder popular alguno, como defienden algunos desde sus apulgaradas antropologías de chaqueta de pana, que ha infectado el corpus de la sociedad en las grandes ciudades andaluzas y que, como ya dije en otra ocasión, consiste en la reproducción cíclica a escala del funcionamiento de la sociedad tradicional en la que todo el mundo camina en fila india en el sitio, perfectamente estamentado, que le corresponde, agarrando su triste vela o su recamado palo de plata (11), con su carga de derechización de la juventud, la sustitución de los vínculos de solidaridad militante de la lucha política en común por los inanes esfuerzos de sacar a pasear idolatrías a ritmo de tambor militar, la sustitución de la idoneidad de la justicia social por la de una caridad dirigida por una institución tan reaccionaria como la Iglesia y el cuidadoso enfoscado, tras la mística suntuosa, pero huera, del rococó y el incienso, de los conflictos sociales inherentes al sistema.

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LA PROCESIÓN DE LA INFAMIA

Pero el virus de la cofradeína acabó llegando hace tres o cuatro años y Cañero ya tiene una cofradía que procesiona en la Semana Santa, con parafernalia idolátrica perfectamente montada. Por lo que he podido averiguar, se trata de una infección exógena, que ha desembarcado desde fuera, una colonización en toda regla de cofrades huérfanos de otros lares y aún no he conseguido que alguien del barrio me confiese que conoce a algún hermano de esa cofradía. La inmensa mayoría son gente de fuera del barrio, sin vinculación histórica con él o infectados en su exilio. Pero que ya ha pasado a ser conocida como la Hermandad de Cañero.

Pero todo pudiera quedarse en que saquen un día al año, aparte las innumerables salidas extraordinarias ya oficializadas en las demás, las figuras titulares que adoran y pongan el barrio, como todos los demás, perdido de cera y atufado de incienso y provean de espectáculo colorido, churrigueresco y sincopado a ritmo de música militar (la música cofrade no existe, es un derivado sin más de la militar) a los vecinos del barrio que no tienen en la calle diversión mejor que echarse a los ojos. Lo que no podíamos figurarnos los que empezamos a ser ya unos insorribles que vivimos en un mundo que se va alejando cada vez más de nuestra sensibilidad ética y estética es que los responsables de esa cofradía colonial vinieran de fuera a rescatar al santo bajo cuyo terrible dedo nos hemos criado varias generaciones del barrio, de su hornacina y a refregárnoslo por las calles.

Resulta que este año se conmemora el VI Centenario de la muerte del dominico antisemita y tanto el obispado, como la parroquia, como la cofradía colonial van a montar unos pollos festivos para el evento. Todo el mundo es libre de adorar o convocar en su casa al demonio que le apetezca. Nada que objetar a la peregrinación de unos vecinos a la tumba en Francia del considerado santo, tampoco a la verbena a celebrar en el patio de la parroquia, ni a los triduos, y otras solemnidades que se celebrarán en la iglesia. Ni siquiera al acto académico de exaltación de la figura del perseguidor de judíos con la colaboración de la Muy Piadosa Academia de Nobles Caspas y Bellas Tretas. Nada, nada que objetar. Pero sí y mucho a que lo saquen en procesión. Esa imagen llevaba más de 60 años en su hornacina sin que a nadie se le ocurriera bajarlo ni para verlo de cerca, ni le hiciera ni el más mínimo caso, sin que quisiéramos saber piadosamente mucho más de lo que ya sabíamos y del que hoy no dudo que hubiera sido más saludable que sus hazañas lejanas y terribles hubieran corrido de boca en boca desde los primeros tiempos del barrio, cuando un obispo nazi y un alcalde falangista regían como capataces absolutos del campo de concentración en que la banda criminal que secuestró a medio país a punta de pistola, después de asesinar al otro medio, convirtió a esta triste, desgraciada ciudad. Siguiendo las enseñanzas criminales del dominico Vicente Ferrer, cuya efigie, que había permanecido desde siempre en su sitio natural, el acotado higiénicamente por los curas para ello, si el tiempo y la decencia no lo impiden, invadirá mancillando con el recuerdo de sus fechorías las entrañables calles de mi barrio.



       NOTAS:
1. La vida, y historia del apostolico predicador sant Vincente Ferrer. Valencia, 1575.
2. Días después del pogromo cordobés, la sinagoga (que sigue siendo la actual) fue  convertida en ermita hasta que a principios del siglo XX el estado consiguió su devolución a Patrimonio Nacional.
3. Antonio Claret García Martínez: El acoso a las comunidades judías en los milagros bajomedievales. el caso de s. Vicente Ferrer. Actas de las III Jornadas Hispano-Portuguesas de Historia Medieval. Universidad de Sevilla, 1991.
4.  Carolina M. Losada. Ley divina y ley terrena: antijudaísmo y estrategias de conversión en la campaña castellana de San Vicente Ferrer (1411-1412). Hispania Sacra, LXV 132, julio-diciembre 2013, 603-640.
5. Alvar García: Crónica de Juan II.
6. Ricardo A. Guerra Palmero: Ideología y beligerancia: la Cruzada de Fray Albino, Ediciones Idea, Santa Cruz de Tenerife, 2005.
7. González Menéndez-Raigada A.: Mina de oro para enfermos y atribulados. Imprenta Católica, Santa Cruz de Tenerife, 1941, p.249 (Recogido en el libro del profesor Guerra Palmero). Los rojos no saben morir por falta de heroísmo...algunos conseguían morir cristianamente ya que con motivo de los fusilamientos que la justicia de Franco tuvo que hacer con los criminales rojos... en privado un 60% de los que iban al paredón se confesaban, pero en público la cifra era de menos del 10%.
8. González Menéndez-Raigada A.: Catecismo Patriótico Español, Ed. Península, Barcelona, 2003.
9. Francisco Moreno: El genocidio franquista en Córdoba. Crítica, Barcelona, 2008.
10. Federico Abad: La barriada de Cañero. Utopía, Córdoba, 2016.
11. M. Harazem La invasión cofrade. En 17. Un análisis del estado de la cultura en Córdoba. Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Córdoba, 2016, p. 112.


lunes, 27 de mayo de 2019

PP, VOX y las barajas de Monse Deme

Yo no sé si lo que ha pasado en Córdoba con las municipales se parece más a Juego de Tronos o a una comedia española petardista de los 80. Sea como sea, la trama se ha desarrollado (aún no hay desenlace) de una manera harto graciosa. Todo empezó como siempre en esta ciudad, de esquinas marcadas con orina de cura almizclero, en una sacristía. El motivo, la preocupación que asaltó a la Iglesia y su brazo armado de acción directa la Asociación de Cofradías por el equipo seleccionado por Tristón Bellido para las municipales y en el que no abundan los rafalitosjaén, botellayllusiás o luisitomartines, portentosos tragahostias, politoxicofrades y lamesotanas que comen de la mano de Monse Deme y a quien han servido siempre fielmente de quintacolumnistas en Capitulares.

Por ello, en esa sacristía se diseñó un plan para acojonar al PP de Tristón Bellido. El hecho de que la segunda de la lista de VOX y ya concejala sea la directora del diario digital LA COZ DE CÓRDOBA no es un hecho aleatorio. Es cosa sabida que ese papelazo digital de liar pescao lo montaron a medias el PP de Nieto con el cabildo y la Yihad Iconoplasta con el fin de intoxicar el medio ambiente político tras la instauración del cogobierno PSOE / IU echando mierda continuamente sobre su gestión, exaltando a la oposición pepera y ofertando suculenta cofradeína a los adictos. El medio ultrarreaccionario tiene dos cabezas visibles: la directora, la susodicha periodista ultrarreaccionaria Paula Badanelli, asesora y miembra del staff ideológico del PP desde su arribada a él procedente de la ultrarreaccionaria COPE y como comisario político al ultrarreaccionario portavoz del cabildo y párroco de la iglesia en la que cada 20N se ofician (probablemente por él mismo) las misas por el alma del Caudillo para una horda de neonazis, el campechanísimo cura Güeto, alias El Pulseritas. La maniobra consistió en que su directora diese ese saltito, pasándose con armas, bagajes e información privilegiada del PP a las filas VOX en calidad de candidata con las bendiciones de Su Santidad. Trasfuguismo no significa transmutación. La gente que ahora conforma VOX ha estado encantada durante años ocupando un palco preferencial en el PP aznarista y no han mudado ideológicamente ni un gramo. Siempre fueron el ala más franquista del partido de la gaviota carroñera que ahora ha decidido volar por su cuenta.

¿Alguien ha escuchado un reproche, una queja o una acusación a la tránsfuga por parte del partido traicionado, aunque sólo sea porque ha tenido que seguir pagándole sus honorario como periodista a su exservicio? No. Porque no las ha habido. Nadie que no fuera un suicida osaría protestar por una decisión estratégica puntual del Capo de la Famiglia contra una de sus bandas asociadas. Monse Deme quiere que el PP de Tristón Bellido sepa que ya no es su único partido favorito, que juega con dos barajas y que tiene poder para pasar cartas de figuras, reyes o reinas, de una baraja a otra sin temer que nadie alce la voz. ¿Y cómo lo ha conseguido? Movilizando sus huestes de hoplitas cofrades armados con su derecho al voto. La campaña a favor de VOX ha sido en algunas cofradías brutal, y sus pergeñadores han recogido los frutos de la radicalización nacionalcatólica a que vienen siendo sometidos cada vez más los hermanos, tanto en las vigilias y ejercicios espirituales, que se pretende que sean obligatorios, como en las litúrgicas orgías cruzcampistas findesemanales. Y otra cosa que han hecho saber a este PP de perfiles menos ideologizados y más tecnócratas, porque viene sobre todo a privatizar empresas públicas, es que de él depende que se trate sólo de un amago o del principio de un probable y serio desencuentro con la Mother. Que la campaña Pelargón para el otro niño se quede sólo para las trabajaderas cofrades o pase ya directamente a los púlpitos. Depende de cómo se porte.

¿Pruebas? Bueno estamos hablando de maniobras orquestales de carácter veneciano, propias de palazzos renacentistas. No hay pruebas constatables como corresponde a la naturaleza de esas conspiraciones y de esos conspiradores. Pero sí podemos estudiar los movimientos de los principales afectados. Veamos. ¿Qué paso dio empujándose el culo con las manos Tristón Bellido, acojonado por la seriedad del aviso, en cuanto pudo? Pues acudir a un medio cofrade, aquel en el que se expende la cofradeína más reaccionaria de toda Andalucía, al panfleto ultraderechista GENTE DE PAZ, a prometer lloriqueando que, como el anuncio ese del comercio de pasamaneria cofrade de la Cuesta Luján: TODO PARA LAS COFRADÍAS. Lo que pidan, lo que quieran, lo que exijan… Sobre todo, y el malsín señalador que lo entrevista lo coloca aviesamente como titular, a prometer que el Museo Cofrade irá al edificio que hoy ocupa la Biblioteca de la Junta cuando se traslade al edificio nuevo de Los Patos y… ya puesto en modo OFERTA FIN DE TEMPORADA, que la sede de la Asociación de Hermandades y Cofradías también. Igual es que el bueno de Tristón ha caído por fin en que el imparable crecimiento de la metástasis cofrade que amenaza con colonizar la ciudad al completo con su estética churrigueresca y su ética hipócrito-caritativa en sustitución de la justicia social, ha hecho que la Asociación, centro logístico de la expedición al por mayor de la cofradeína, necesite mucho más espacio donde coordinar más cómodamente sus estrategias, que el caserón-palacete de dos plantas en Isaac Peral que hoy ocupa y que le regaló el Capo Monsignore Castiglieggio cuando dominaba el mundo desde su despacho de CAJASUR a cambio de unos simples chupeteos de anillo en señal de sumisión de sus directivos.

Veamos. Lo que está prometiendo Tristón a las cofradías para que lo quieran también a él un poquito es que conseguirá convencer al estado español propietario legítimo del edificio que formó parte del obispado hasta que Franco se lo expropió en 1971, previo morterón de pasta de indemnización, a la Iglesia para alojar la Biblioteca Provincial y que hoy administra en régimen de cesión temporal la Junta de Andalucía, para se lo regale graciosamente a los chicos del cirio y el siniestro capuchón. Gracioso fue –haciendo un inciso– el intento de recuperación del mismo por parte de un obispo espabilao reciente alegando que cuando le fue expropiada regía ¡¡¡una dictadura!!! Si es que es pa comérselos a besos...

O sea, Tristón Bellido en su delirio cagueta prometió que un edificio público con infinitas posibilidades de prestar servicios públicos a Córdoba, ¡¡¡que ni siquiera cuenta con un Museo o Centro de Interpretación de la Ciudad!!!, se ceda para un museo de una empresa privada de interés limitado a los aficionados al consumo de la especia churrigueresca. Y de paso una sede para una Asociación igualmente privada que pertenece a una multinacional extranjera igualmente privada. Todo Para Las Cofradías, especialmente un lugar para montar un negocio de explotación económica y libre de impuestos basado en la exhibición de sus infumables chilindrinas rococós y sus apulgaradas banderonas de procesionar, en el que ni siquiera se exhibirán las esculturas antiguas y de algún mérito que sacan en sus liturgias callejeras, que seguirán atesoradas en las recientemente privatizadas –por inmatriculación ilegítima– iglesias históricas. Un museo que los cofrades cordobeses no han tenido cojones –cojones, sí, porque son casi absolutamente machos de la especie– de poner en pie desde que hace 30 años comenzaron a escucharse las primeras propuestas. Si hubieran tenido la mitad de los cojones de los cofrades bilbaínos, que, a pesar de su escasa relevancia local, cuentan con el suyo desde 2001, hace tiempo que hubieran dejado de lloriquear unas veces y exigir desabridamente otras que sea el estado quien se lo monte. O se lo hubieran pedido a su Capo el obispo que tiene locales en la ciudad para dar y regalar perfectamente preparados para instalar el adefesio expositivo de marras.

jueves, 23 de mayo de 2019

II. El malsinismo: Guillermo Rodríguez señalador cofrade

IR A LA PRIMERA PARTE

Guillermo Rodríguez López es un señoro que invierte su tiempo libre en editar una revista digital en la que él y otros señoros como él con pelo en el pecho se la pasan hablando de miriñaques, encajería, tirasbordás, mantos repujaos, diademas y otras mil prendas de vestir y desvestir ídolos femeninos de procesionar. Es lo que se conoce como un adicto a la cofradeína que ha dedicado su vida a su consumo y venta al por mayor y menor. Es, además, un derechista radical, o sea un ultra-ultraderechista, un reaccionario medular. Los artículos que escribe en su medio atienden únicamente a tres temas. Uno, de las cosas que tienen relación con la parafernalia de ese consumo de cofradeína. Otro a denunciar incansablemente las dioclecianas persecuciones que sufren los cristianos y concretamente los cofrades en este país por parte de las autoridades pesoeístas y los rojos intolerantes. Cualquier europeo que sólo leyese esa especie de Telva de la moda cofrade podría justamente acabar creyendo que aquí los ateos nos pasamos el día apaleando cofrades por la calle, impidiendo que cumplan con sus ritos y liturgias en ellas y agrediéndolos verbalmente sin descanso desde nuestros panfletos chequistas. Aunque a nada que pase un solo año entre nosotros descubrirá que los verdaderos amos de la ciudad son ellos a quienes las autoridades no se atreven a negar ni una de las exigencias que plantean cada semana por muy sectarias, molestas y secuestradoras de los espacios públicos que sean para el resto. El otro tema en el que insiste sin desmayo es el de mostrar virulentamente (por ahora mantenido en el umbral del mero verbo) el insondable abismo de odio que siente por todo lo que tenga que ver con el progresismo de amplio espectro, desde la socialdemocracia enchaquetada hasta lo que él llama perroflautismo antidesahucios, pasando por el feminismo, la laicidad o los movimientos LGTBI. Esto último, curiosamente, dado el comprobado altísimo número de cofrades homosexuales que petan las hermandades y en especial aquella de la que él mismo es hermano. O sea, de todo lo que no esté a la derecha del PP aznarista en lo contemporáneo y todo lo que no lo esté a la derecha de la CEDA en sus análisis históricos. Por supuesto Al Andalus para él fue un cáncer que le creció a la España eterna nacionalcatólica y los RR.CC. la quimio, la radio y la cirugía extirpadora que le salvó la vida a su patria. La misma consideración tiene de la necesidad que esa patria tuvo de Franco y su genocidio quirúrgico y de la represión quimio y radioterápica posterior para extirpar el cáncer de la República.

Dos ejemplos: entre las decenas de artículos que ha dedicado a evacuar en ese figurín de la moda vestimentaria virginal y de la pasamanería cofrade encontramos de vez en cuando otros de aroma inconfundiblemente fascista, y tómese esa denominación en su sentido terminológico estricto. Alguno de ellos, como por ejemplo el que tituló sin cortarse ni un pelo 18 de julio, tan espeluznantemente justificador del golpe de estado nacionalcatólico devenido genocidio de republicanos, los crímenes de su confraternal Queipo de Llano incluidos, que si no viviéramos en este repugnante país al que no sólo le hieden los pies a franquismo, sino sobre todo la entrepierna y los sobacos, y estuviéramos en cualquier otro normal, con su memoria histórica antiautoritaria mínimamente normalizada y formando parte de los planes de estudio escolares, a ese sujeto un juez igualmente normal lo hubiera hundido en la miseria económica, al mismo nivel que ya tiene la moral.

El otro ejemplo lo encontramos en la coletilla titular del figurín cofrade que dirige, GENTE DE PAZ 1940. La alusión a esa fecha tiene como fin recordar que fue en ella cuando las cofradías andaluzas comenzaron a recibir su parte del botín de guerra por su colaboración, como Iglesia que son, en el genocidio. En ese año y en los siguientes se fundaron cientos de cofradías nuevas en toda esta tierra con esos quintos del botín acumulado por todo lo confiscado a los fusilados, exiliados y represaliados republicanos.

Fue precisamente un artículo mío titulado Nazarenos y Ku Klux Klan acerca de la atrocidad sobre la que se fundaron por esos años dos cofradías sevillanas, vinculada una al asesino de masas Gonzalo Queipo de Llano (la cofradía de San Gonzalo, de ahí su nombre) y otra a su mujer Genoveva (la cofradía de Santa Genoveva, de ahí el suyo) la que hizo que el ultraderechista cofrade rompiera la displicente ignorancia en que me mantenía desde siempre y saliera de su covacha, cual cíclope embravecido al que hubieran clavado un tizón en su único ojo, a lanzar pedruscos contra las naves de la libertad de expresión e incluso contra las de los puros datos históricos comprobados. Y lo de cíclope valga sólo como metáfora, dada la risible envergadura real del bramador. Y es ahí donde su miseria moral se desata y se revela en el cobarde malsín que es, en atizador de inquisidores o en entusiasta donbrunista. Incluso el título tuvo que ser excretado usando los músculos parasimpáticos intestinales dada su descacharrante longitud: El vómito perpetrado en Córdoba que insulta a las cofradías de San Gonzalo y Santa Genoveva

Lo primero que hace el señalador es proporcionar mi nombre y dos apellidos, datos que ya conoce hasta el Tato en cuanto aparece mi querido pseudónimo. Lo segundo proporcionar la información del trabajo con el que me gano la vida. Aquí ya el carnero de las tres letras arremete contra las más mínimas normas de la decencia cuando, señalando que mi sector profesional es el sanitario, avisa a sus congéneres cofrades para que procuren no necesitar de mis servicios porque probablemente sería capaz de… no sé… ¿pisarles el tubo del oxígeno? ¿echarles alcohol en las heridas? ¿o tal vez matarlos directamente mediante inoculación de algún medicamento letal? Todo de broma, claro. Yo también sé donde trabaja el pedazo de mamón, pero probablemente por mi condición de no cofrade, es decir de no cultivador de la hipocresía moral y social que se necesita para serlo, jamás se me ocurriría avisar a los ateos de que evitaran la empresa en la que se gana la vida, ante el peligro de ser estafados. Es más, tengo hasta informaciones delicadas acerca de cómo desempeña esas funciones profesionales. Pero para mí, la forma que tiene la gente de ganarse la vida es, en circunstancias estándares, sagrado, lo único sagrado.

Proporciona además un par de nitidísimas fotos mías que ha sacado sin permiso de la red, una de frente y otra de perfil para que no haya duda a la hora de localizarme. Porque de eso se trata, ¿de qué si no?. Yo también podría poner fotos sacadas de su muro de FB, pero no lo haré, aunque invito a todo el mundo a que entre en él y compruebe la portentosa cara de berzotas que tiene. Dice que el fin del artículo es mover a los miembros de las cofradías queipodellanistas sevillanas a que me denuncien y que me den una lección que no olvidaré y me obligará a callar para siempre.  Pero él sabe mejor que nadie que ningún abogado se haría cargo de una denuncia en la que se me imputara el mantener relato de hechos absolutamente probados y comprobados por la historiografía. Así que la causa de mi señalamiento no puede ser esa. Y si no es ese, debe ser entonces el ponerme una clara diana para que algunos de los tipos musculados con un condón de saco en la cabeza y de ideología extremoderechista que hacen de fuerza bruta para sacar a pasear los muñeiconos de la cofradeína y que llevan siendo aleccionados en el extremismo nacionalcatólico en las cofradías desde hace años, me busquen para presentarme sus respetos.

No sería esta la primera, ni la segunda, ni la tercera vez que me ponen diana gente bastante más peligrosa que este triste adicto a los juegos de miriñaques y al reaccionarismo de raíz supersticiosa. Desde la jauría jurídica que azuzó contra mí el Acorazado ABC con el fin de callarme la boca y acabó hasta haciéndome ilusión porque se trataba del bufete que llevaba los asuntos en España de Madonna, hasta la ruin y miserable que me mandó de recado la más alta representación de los llamados Cuerpos y Fuerzas del Estado de la provincia, pasando por una sutil sugerencia al Mossad para que me tuviera en sus pensamientos por parte del Sefardita Impostado y que me hizo pasar sin móvil una buena temporá…

Lo único que me gustaría que se sacara en limpio de toda esta historia y que podría hacer abrir los ojos a alguna persona que me lea, es la realidad del peligro, el mismo por otra parte que en ese 1940 que tanto pone al cofrade malsín, que para nuestra inestable democracia formal entraña la metástasis cofrade y que se está extendiendo sin control entre la infancia desarmada mentalmente a través de los colegios católicos que pagamos todos. La ultraderecha –que aspira a imponer de nuevo el fascismo– que viene en Andalucía será cofrade o no será. EL hecho de que la carroña de uno de los mayores asesinos de masas de Europa, el general Queipo de Llano, lo custodien cofrades en la Macarena de Sevilla no es inocente, ni gratuito. Y tampoco que, en esta ciudad, en Córdoba, muchas, prácticamente todas las cofradías que existían o fueron fundadas en la guerra o la posguerra, mantienen como hermanos mayores honoríficos a los principales responsables, locales y nacionales, del genocidio nacionalcatólico. E incluso alguna rompe todos los delirios que pudieran asaltarnos, manteniendo esa honorificidad al mismísimo Benito Mussolini. Claro que del Duce puede decirse sin temor a errar que mató infinitamente menos que cualquiera de esos hermanos mayores honoríficos nacionales.

Una última pincelada para completar el cuadro de mi señalador. Un tipo de tan atrabiliario carácter que hasta fue denunciado por su propia cofradía, no sólo por apropiación indebida (del nombre de la misma para su magazín cofrade), que también, sino sobre todo por insultos e injurias a sus propios hermanos mayores. Vele ahí el jicho.

Ilustraciones de Víctor Solana

I. El malsinismo, esa pasión tan cordobesa

El malsinismo es la gran pasión cordobesa. O al menos aquella que a sus cultivadores ha proporcionado más satisfacciones a lo largo de la Historia. Un malsín es un chivato, un señalador. Es palabra de origen hebreo, y es lógico que fueran los judíos quienes les pusieran nombre porque fueron ellos los que los sufrieron más especialmente, pero no solo, que sodomitas y librepensadores les siguen inmediatamente. La Inquisición nutrió sus procesos y autos de fe que llevaron a miles de ellos (judíos, sodomitas y librepensadores) a la hoguera en los testimonios, interesados o no, de los malsines, de los chivatos que señalaron a sus víctimas. Y sí, el malsinismo fue siempre pasión española en general, pero las estadísticas hablan y nos dicen que, en Córdoba, más. En ningún otro sitio como aquí la cobardía malsínica encontró no sólo abono sociológico de primera, sino que, o tal vez por ello, oídos tan prestos y brazos ejecutores tan firmes que hicieran fructificar sus señalamientos de vecinos a los que, por muchas causas, odiaban. En ningún otro sitio se dio una conjunción tan entrañable entre cobardes chivatos y conspicuos asesinos llegados de fuera, atraídos por el olor de la sangre, como aquí.

¿Ejemplos? Con sólo dos, eso sí muy señalados, será suficiente. El inquisidor Lucero el Tenebroso quemó en el Marrubial (sí, donde hoy se alza la Biblioteca Central sin un triste recordatorio, mientras la ciudad está llena de placas en las que se recuerda que allí cagó un cofrade) previos autos de fe en la Corredera, a más de 200 cordobeses que otros cordobeses, los malsines, le habían señalado con su dedo. Con todo, otro de los muchos siniestros récord de nuestra ciudad lo batieron el inquisidor onubense y sus malsines cordobeses el día de navidad de 1502 (arde, arde, arde la Marimorena…) cuando quemaron de golpe a nada menos que a 102 de sus paisanos señalados.

El otro ejemplo es muy parecido, a pesar de que los separan casi cuatro siglos y medio. Estamos a finales de 1936. De nuevo los malsines cordobeses se buscan un Lucero para dar rienda a sus instintos asesinos contra sus paisanos diferentes y su cumplimiento por cobarde delegación. Y de nuevo batimos el récord: esta ciudad tiene el deshonor de ser aquella en la que los nacionalcatólicos más y mejor fusilaron. Y don Bruno se lo dijo claramente a la cara a los malsines que fueron a despedirlo a la estación de Córdoba, cuando una parte de sus crímenes, no los de sangre, sino los relacionados con extorsiones a gente bien, aconsejaron a las autoridades genocidas su traslado.

– Anda que no has matado gente…

– A ninguna que no estuviera en las listas que vosotros me confeccionabais. Porque yo no soy de esta tierra y no conozco a nadie.

Esas listas de fusilables las confeccionaban los malsines cordobeses en el marco incomparable de los casinos locales, especialmente en el del principal de la ciudad, el Círculo de la Amistad.

Los malsines suelen brotar y rebrotar en periodos en los que hay amenaza de involución hacia el autoritarismo extremo porque necesitan de la ausencia de racionalidad democrática para que fructifique su pasión chivata y su afán por eliminar a los que odian. Y en estos atribulados días en que esas formas autoritarias extremas asoman la patita de nuevo intentando sustanciarse políticamente aprovechando las debilidades de esta democracia formal y burguesa, vuelven a surgir como los gusanos en la carroña. Cabe la esperanza de que la satisfacción de su pasión se haya aggiornato y no pase por eliminaciones radicales de sus objetos de odio, pero por ahora sólo queda en eso, en una esperanza.

Recientemente hemos podido contemplar en Córdoba dos nuevos casos claros de malsinismo, de señalamiento directo de otros cordobeses a instancias con poder vengativo. Y uno de ellos me afecta, me señala, a mí personalmente. Empecemos por el otro.

Paula Badanelli es una periodista jerezana medularmente reaccionaria que recaló en Córdoba de la mano de una emisora reaccionaria, propiedad de la reaccionaria Conferencia Episcopal. Pronto dejó de ejercer estrictamente su profesión para dedicarse a la asesoría de un partido político reaccionario durante el tiempo que estuvo en el poder municipal: el Partido Putrefacto. Una vez desalojado de la alcaldía el partido que fundaron siete ministros fascistas, sus responsables la comisionaron en 2016 para una misión imposible: la dirección de un medio digital de intoxicación reaccionaria que compitiera con éxito con el único diario digital progresista convencional de la ciudad (el otro, PARADIGMA, sólo responde a los dos primeros presupuestos, es diario digital y progresista, pero no convencional), o sea CORDÓPOLIS. Para esa arriesgada maniobra se asociaron empresarialmente las tres cabezas de la HCR (Hidra Cordobesa Reaccionaria): el cabildo catedralicio, necesitado de púlpitos seglares desde los que defender el latrocinio de las inmatriculaciones, la Asociación de Hermandades y Cofradías, esa metástasis reaccionaria sin freno, y el Partido Putrefacto. Los mimbres con que contaba nuestra heroína para tejer ese cesto reaccionario no eran gran cosa, pero era lo que había más a mano: un triste desecho de todas las tientas mediáticas de la ciudad, un enquistamiento paleozoico cajasureño de los tiempos del Capo Castiglieggio, ambos cofrades perdidos, y la estrecha vigilancia del Gran Hermano del Cabildo, conocido por El Pulseritas por su afición a lucirlas ante las cámaras, y párroco de la iglesia donde cada 20N se elevan preces por el alma del Caudillo, tal vez con fin de que resucite algún día, para un aguerrido escuadrón de neonazis: el cura Gigi Güeto. Durante casi tres años ese medio zombi, que se autobautizó LA VOZ de CÓRDOBA, usurpando miserablemente el nombre de dos históricos diarios progresistas, pero que es más conocida por LA COZ, se ha mantenido a duras penas con la pasta que le inyectaba la poderosa hidra reaccionaria intentando intoxicar sin mucho éxito la opinión pública de la ciudad.

La relegación del Partido Putrefacto a un más modesto puesto en las filas de la política nacional, autonómica y municipal por culpa de la aparición de otro partido de perfiles reaccionarios mucho más nítidos que le ha acabado arrebatando todo el ala ultra-ultraderechista que hasta entonces ramoneaba –sin demasiada incomodidad– en las laderas del aznarismo, ha cambiado el panorama. Su socia la Iglesia, esa experta en detectar el olor precadavérico, lo ha tenido claro y parece que la Badanelli también. El PP, que le había montado ese chiringuito a la mushasha para que le hiciera campaña permanente, se ha encontrado con la desternillante humorada de que se ha pasado con armas, bagaje y toneladas de información de su centro logístico al campo de su oponente ultraderechista, a VOX, como candidata, además, a las municipales. Y que, además, se presupone, le sigue pagando el sueldo. Probablemente no se atreve a romper el trato porque detrás de la maniobra se adivina, hasta que no se abra la puerta iluminada y todo quede claro, la alargada sombra de una peligrosa sotana.

Una vez puestos en antecedentes del perfil del personaje pasemos a los hechos, a su hazaña como malsina, como señaladora directa de compañeros periodistas concretos a los dobermanes de sus nuevos protectores. Conociendo los CV de algunos de esos dobermanes, con atención preferente a sus militancias pasadas en grupos fascistas históricos de acción directa, el helor de sangre está asegurado. Ahí es nada que desde VOX te digan: lo siento por tí chico, o nos acordaremos de este impresentable.

El segundo caso es el que me atañe personalmente a mí, este vuestro bloguero favorito, en grado de víctima directa de señalamiento malsín. Pero esa historia merece un post aparte y podrás encontrarlo SEGUIDAMENTE A ESTE.

Ilustración de Víctor Solana

martes, 21 de mayo de 2019

Esperando a los bárbaros (como cada finde del año)

Parte de guerra del segundo fin de semana de mayo 2019.

SÁBADO, 18 de mayo.

Desde media tarde y en lapsus consecutivos de unos 15 minutos, diversas hordas de subhumanos aulladores de ambos sexos, pero de idéntica incapacidad craneana pertenecientes a la subespecie de los despedidores/as de la soltería de uno de sus ejemplares, normalmente el más cercano etológicamente a la ameba común, subieron y bajaron la calle apoyando su natural capacidad fonadora para emitir estridentes sonidos sincopados, con silbatos, vuvucelas, altoparlantes con musiquillas enlatadas y otras múltiples armas de destrucción masiva de los centros del equilibrio del vecindario. Los antropólogos nos enseñan que la unidad de la horda se mantiene con los sonidos que le son propios y que se repiten ritualmente (gritos, golpes, palmas y cantos).

La policía municipal encargada de velar por los derechos más básicos de ese vecindario, de defender la civilidad de la ciudad de los salvajes que en turba la destrozan litúrgicamente finde tras finde, debía estar muy ocupada en otros menesteres más sustanciosos para el bien común que se me escapan. Como cada fin de semana, al cerrar el antro ese en el que se hacinan para efectuar sus danzas rituales de apareamiento los más vistosos de entre los jóvenes ejemplares locales de orcos mentales, o sea a las 4 de la mañana, o sea el SOHO de la Ribera, las hordas suben la calle aullando, golpeando como los simioides de Odisea Espacial 2001 los coches, los contendores, las papeleras, las farolas, los timbres (anoche tocaron cuatro veces el mío). Sé que son locales porque aúllan o farfullan, ya más comedidamente, cuando mean –de pie los machos contra los contenedores y en cuclillas y entre ellos las hembras– con perfecto acento cordobés.

Pero anoche ocurrió un fenómeno muy extraño. Entre las 4 y las 5 de la mañana y sin que ninguna autoridad pagada con los impuestos de los vecinos víctimas apareciera para reprimir a los victimarios, no subieron hordas en oleadas, sino que fue una sola y enorme oleada que tardó esa hora en llegar desde el Portillo a Capitulares. Completamente desvelado me asomé al balcón y me quedé estupefacto al descubrir que las distintas hordas se habían confederado y marchaban juntas. También descubrí que junto al inconfundible acento del orco nocturno cordobés se escuchaban en los gritos pelados otros acentos de otras partes del país, especialmente por parte de hordas de despedidores de soltería. Por otra parte no hacía falta esforzarse en distinguirlos porque ellos solos ya lo hacía por su mamarrachismo vestimentario. Lo que me movió a soberana extrañeza es la constancia de que, en esa etapa de la evolución de la subhumanidad, las hordas aún no han aprendido a hacer pactos y mucho menos organizar confederaciones, porque su nivel de desarrollo social evolutivo no da pa eso. Yo no sé si existe algún experto local en etiología de esas hordas nocturnas, si existe algún Félix Rodríguez de la Fuente aficionado o profesional que haya dedicado suficiente tiempo a estudiarlos y que nos ilumine sobre ese extraño comportamiento.

Una hora de reloj estuve en el balcón, esperando a que las últimas hordas confederadas de orcos desparecieran tras la curva de Diario de Córdoba. Y como de la autoridad, como manda la tradición findesemanal desde hace un par de años, incompetente para esos menesteres de proteger al vecindario pero tan competente para crujirnos a multas por un quítame el coche del contenedor aunque sea unos minutos, no apareciera ni la más mínima sombra, decidí tomarme la cumplida venganza que llevaba planeando desde hace más de un año. Me diréis que podía haber llamado a la policía. Y yo os diré que mi religión me prohíbe hacer tal cosa, a no ser por causa muy muy mayor y muy absolutamente imprescindible. La experiencia me enseñó desde niño que un poli siempre es un peligro, y que las posibilidades de que acabes empapelao tú, también o exclusivamente, que los has llamado, son portentosamente altas. Pero esta mañana un vecino, ateo de esa mi religión, me ha dicho que él sí lo hizo y que le dijeron que darían una vuelta, pero que no podían hacer nada. Hay tradiciones entrañables que no cambian, sobre todo la de decirte en el caso de las hordas aulladoras que vamos pa allá y aparecer cuando ya no queda ni dios y has conseguido pillar de nuevo el sueño y vuelta a empezar la rueda del insomnio.

Pero esta vez me he armado de valor y he decido por fin llevar a cabo un plan amasado durante meses para tomar medidas que puedan escarmentar a las bestias bramantes. Hace tres días que me llegó el pedido y he pasado un buen rato esta tarde preparándolo. Se trata de unas cajas que contienen colonias perfectamente estabuladas de un tipo de ladillas africanas, concretamente originarias del área del lago Kariba y que constituyen unas terribles plagas endémicas entre los pueblos de la etnia batonga, cursando con terribles picores en las partes pudendas y para la que no existe remedio conocido. He ido abriendo y derramando sobre la masa de los orcos y las orcas una cajita cada diez minutos, de manera que creo haber conseguido que no se escape ni un solo ejemplar sin su buena ladilla entrepernera.

Así, queridos amigos y queridas amigas que vivís en los barrios del extrarradio y tenéis aún en casa crías susceptibles de convertirse los findes en miembros de manadas de simioides aulladores en los barrios ajenos, si vuestras criaturas se pasaron todo el sábado rascándole los güebos o el chocho como los monos salvajes que en realidad son, ya sabéis dónde estuvieron y a quiénes jodieron su derecho al descanso como cada fin de semana del año, sin faltar uno. Y no os esforcéis: con los medicamentos de las farmacias esas ladillas se hacen cubatas.

En cuanto a la policía municipal… no os pienso contar lo que he pensado para castigar su monumental incompetencia, la supina crueldad y el desprecio con que nos trata a los vecinos de casco histórico, concretamente a los sufridísimos de la calle La Feria y alrededores.

sábado, 4 de mayo de 2019

Cruces de mayo y neuropatías

A G.R. bloguero cofrade y conspicuo hermano de la cofradía de las tres letras (y no es la del ABC), la única en la que no se discrimina a los gays, porque son tantos, que... a ver si no.

The Neuroscience of Visual Hallucinations Research Institute Jonathan Pamplin de Massachusetts acaba de sacar en su periódica publicación Neuro-tics de marzo de 2019 el trabajo titulado Clinical disorder in the human neuronal sistem due to the continuous exposure to the music of sevillanas in the Andalusian festivities elaborado por un equipo interdisciplinar de científicos de varias nacionalidades que recorrieron la primavera y el verano de 2018 las principales ferias y fiestas de Andalucía.

Las conclusiones de dicho estudio deberían preocupar a las autoridades sanitarias andaluzas: la exposición de cualquier ciudadano normal a más de 25 sevillanas por día produce un acusado reblandecimiento del cortex neuronal que va aumentando su grado de licuefacción conforme aumenta el número de piezas consumidas hasta llegar a su conversión en pulpa del núcleo neurovegetativo y a la pérdida irreparable de la capacidad de discernimiento de la realidad a partir de las 50. El cretinismo es la forma más evolucionada de esa patología, aunque no se ha podido estipular el grado de exposición exacto necesario para alcanzarlo.

Mi terraza, de la que me gusta(ría) disfrutar de la atmósfera mágica que la climatología genera en esta ciudad en unos pocos días de mediados de la misma, está a sólo 90 mts en línea recta (según G.E.) de una conocida y premiada cruz de mayo.

Hasta ella llega, con toda la potencia que permite la conjunción de fenómenos aliados como la dirección del viento y el volumen de sus amplificadores, la brutal bofetada sonora de las aguardentosas voces de los sevillaneros machos y las de las hembras de la misma especie, que recuerdan poderosamente a las que emiten los indios de las pelis en el trance de perseguir blancos pa cortarles la cabellera, regurgitando en bucle mantra tras mantra de la religión del andalucismo más reaccionario, ese que habla de los distintos avatatares del panteón narcocatólico, de medallas y sinpecados, de los colores especiales que tienen la ciudades cuando uno va ciego de rebujitos, del poderío qué poderío, ese que tiene, tiene que tiene, tiene que tiene tiene la casta de señoritos de toda la vida para someter al pueblo a sus intereses a base de hacerlo consumir sin tino alcaloides falsamente identitarios, o la ubicua voz epicena de Santa María del Monte de Venus, de la no puedo remediar que me asalte una y otra vez la horripilante visión de su belfo de picoleto temblosionando impúdicamente cada vez que me llega el diarréico relato de las extrañas aventuras de aquella peregrina que acabó amorrá a una sintura a la sombra de un vespino.

Empezaron el jueves 2 de mayo a las 7 de la tarde y estuvieron mantra tras mantra de sevillanas hasta las 2 de la mañana. Si mediamos la duración de unas sevillanas de tamaño estándar en 4 minutos, tenemos que pusieron ese día 105 sevillanas.

El viernes empezaron a las 12 del medio día y estuvieron hasta las 2 de la mañana, con una pausa de dos horas entre la 4 y las 6 de la tarde. Tenemos así que estuvieron 12 horas sevillana tras sevillana y pusieron aproximadamente 180.

Hoy sábado han empezado también a las 12 y llevan el mismo camino que ayer, por lo que podemos adjudicarles otras 180 también.

El domingo no sé qué planes tienen, pero vamos a concederles que estarán media jornada, o sea 6 horitas nada más. 92 sevillanas.

Tenemos que en total a 90 mts de mi casa sonarán a toda pastilla a lo largo de todo el fin de semana 967 mantras sevillaneros que hablan de lo absolutamente felices que somos como pueblo y lo que nos merecemos el secular atraso que arrastramos por serlo.

Yo, durante todo ese largo fin de semana, sólo tengo la opción obligatoria de encerrarme en las zonas más recogidas de mi casa para librarme higiénicamente de esa mefítica influencia. No sé cómo acabará, a la luz del estudio de la universidad americana esa, el cerebro de los vecinos más cercanos que no tengan esa opción y, por ende, no sólo el de todos los degustadores más o menos ocasionales de evento, sino, y sobre todo, de la embetunada y patilluda muchachada de la barra. Aunque estos, cofrades que han colonizado la antigua manifestación popular para sacar pasta para sus parrandas narcocatólicas, es difícil que puedan empeorar más el proceso de licuefacción de los suyos.

domingo, 27 de enero de 2019

La Santa Grúa-Catedral

Lleva tanto tiempo recortada sobre el perfilado horizonte del casco histórico de Córdoba que ha pasado ya a formar parte en la memoria visual de la ciudad para propios y extraños, para aborígenes y para turistas. Por ello hay quien está pensando solicitar que no sea retirada cuando concluya la eterna obra a la que da soporte.

Es normal que esa obra que viene realizando el cabildo de Córdoba en el ala sur del Palacio Episcopal demore lo suyo, ya que tiene como fin convertir la vetusta estructura de un patio del siglo XVIII y sus dependencias en un complejo expositivo supermoderno de la muerte. Tan supermoderno de la muerte que la Gerencia Municipal de Urbanismo ha tenido que vetar con contundencia y eficacia la metacrilatización a que el proyecto original pretendía someter algunas zonas del Patio de Carruajes perfectamente protegidas en el Plan del Casco del Palacio Episcopal y la construcción en él de una superescalera, de la que no conocemos su estilo, adosada a sus estructuras barrocas. Oficialmente el obrón se realiza para ampliar las dependencias del triste Museo Diocesano, pero ya se ha declarado que para lo que servirá específicamente será para albergar un edificio de doble arquitectura, material una y virtual otra. En la material se habilitará un bautizado como Centro de Recepción de Visitantes y de Interpretación de la Mezquita-Catedral de Córdoba. La virtual albergará la estructura teórica y conceptual en la que se consumará precisamente esa interpretación con que amenaza el propio título del contenedor.

La funcionalidad del Centro de Visitantes no es otra que la de albergar las taquillas en las que los turistas adquieren sus entradas y que hoy están situadas en el Patio de los Naranjos. Todo el mundo sabe que el precio de esas entradas se disfraza de donativo libre de impuestos y que, con el fin de zafarse de fiscalización administrativa alguna, ha de ejercerse sólo en moneda contante y sonante y nunca mediante tarjetas de crédito. Ese traslado de las taquillas supondrá dos beneficios para el cabildo que gestiona el monumento. Una la de evitarse el engorro de tener que atravesar la calle que separa la Mezquita del obispado con las talegas repletas de euros producto de la recaudación y otra y principal la de obligar a todos los turistas a visitar el Centro de Interpretación, donde, como anuncia su propio nombre, recibirán una correcta interpretación del monumento, perfectamente elaborada por el Gabinete de Elaboración de Interpretaciones Correctas dependiente del propio cabildo.

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