(del laberinto al treinta)


domingo, 9 de enero de 2011

Córdoba en el Alentejo

Nunca sabremos si nuestro paisano cruzó la frontera portuguesa como tantos otros a lo largo de la Historia para comprar toallas o para hacer la guerra, pero lo que sí está claro es que terminó haciendo el amor y fundando una linaje ilustre. Tampoco sabemos si el nombre de nuestra ciudad ya lo llevaba en su apellido o se lo puso o pusieron, como en la mili nos llamaban por nuestro origen (“El Málaga”, El Madriles”) ya en las dulces tierras lusas. El caso es que uno de los apellidos más linajudos del Alentejo portugués hace mención a Córdoba. Los Cordovis (aunque a veces aparecen como Cordovil) asentados desde al menos el final de la Edad Media en su capital, Évora.


Yo no tenía ni pajolera idea de la existencia de un vínculo cordobés evorense cuando visité recientemente la preciosa ciudad. Ni siquiera había oído nunca hablar del monumento en el que hice el descubrimiento. Sí había leído que existía en el largo das Porta da Moura un palacio llamado Casa Cordovis, pero no la había asociado al nombre de la ciudad de la Mezquita (antes mezquita). Fue al tercer día después de haber explorado todo lo minuciosamente que me daba el tiempo la ciudad cuando, dedicándome a una de mis actividades favoritas, la de buscar las huellas de la ciudad musulmana en el actual entramado, me lo encontré. Estaba en el largo das Portas da Moura, las principales de la muralla musulmana porque daba entrada al alcázar, cuando tras admirar la fuente renacentista que enseñorea en su centro me la topé enfrente. Se trataba de los restos de un palacio del que sólo quedaba un mirador incrustado en un edificio moderno. De factura claramente manuelino-mudéjar, de ese estilo para mi gusto extremadamente empalagoso porque retuerce moriscamente lo ya retorcido góticamente tan típico de la zona. Ya lo había visto en los restos del palacio de don Manuel, cuyo encanto reside hoy día más en lo romántico de su estado ruinoso que en su propio interés arquitectónico, con sus ventanales flamígeros dotados de finísimos arcos de herradura que le dan un aire de decadente decorado del Tenorio. El autor de ambos, mimado arquitecto del rey don Manuel, el prolífico Francisco de Arruda lo fue también de la torre de Belem de Lisboa, de los acueductos de la misma Évora y Elvas y de la iglesia de San Francisco también de Évora que acoge la espeluznante Capela dos Ossos cuyo horror macabro no radica sólo en que esté profusamente decorada con huesos humanos, sino que los mismos pertenecieron a multitud (se dice que cinco mil) de ciudadanos evorenses difuntos y que fueron desenterrados y robados en el siglo XVI por los frailes del convento profanando los camposantos vecinos en uno de los mayores aquelarres necrófilos de los muchos que la Iglesia Católica ha perpetrado en su historia.


Bueno a lo que iba, que me embala mi correoso anticlericalismo. Pues que estaba yo ante la puerta de reciente factura de la casa que actualmente soporta el bonito mirador manuelino-mudéjar cuando en el fondo del portal entreví otra puerta decorada con uno de los típicos e inevitables adintelados de azulejos portugueses. El portal se encontraba en un estado lamentable, con piso escombroso y algunas basura esparcidas por él. La puerta de madera acristalada debía tener sus cincuenta años y conoció tiempos mejores y a través de los polvorientos vidrios unos inquietantes maniquíes vestidos a la moda de al menos la Revolución de los Claveles me decían a las claras que se trataba de una tienda de tejidos clausurada desde entonces.


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Fue el texto inscrito en el frontal del dintel de azulejo el que me sacudió el entendimiento. Porque en él estaba explicado el porqué del nombre de la casa. Yo me atrevería a asegurar que la obra de azulejo pertenece a la primera mitad del XVIII, cuando se pone de moda el uso exclusivo del azul y el blanco por influencia de las porcelanas chinas, pero desde luego hace referencia a un linaje que debía llevar al menos dos siglos enseñoreado en la ciudad. Eso a pesar de que no he conseguido encontrar referencias claras en la red al tal linaje ni a la tal familia. Sólo alguna vaga alusión a la familia Cordovis de Évora en alguna página de heráldica portuguesa.


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DE CORDOVA NATURAIS
SÃO OS CORDOVIS HONRADOS
LÁ E CÁ MUI ACATADOS
CAVALEIROS PRINCIPAES
FORAM SEUS ANTEPASSADOS


Y debajo, como una especie de firma un enigmático BISPO MALACA


El lema de la familia se despliega a lo largo de la metopa representada en trompe l’oeil y dice


NOBILIS FUERIS, SI HONESTUS ET IUSTUS FUERIS


Lema que ya podían adquirir los políticos actuales a los que se les llena la boca de petición de nobleza democrática.


Especialmente enigmático me parece ese LÁ E CÁ MUI ACATADOS (allí y aquí muy obedecidos) que parece hacer referencia a que allí, o sea aquí, en Córdoba, ya debian mandar lo suyo antes de ir a mandar portugueses.


Pero las sorpresas, por juego de analogías, no terminaron ahí. Al doblar la esquina de la Casa Cordovis donde terminaba el largo (plaza alargada) y comenzaba una calle estaban rotulados los nombres antiguo y moderno de la misma. El nombre histórico de la calle era Rua da Mesquita. El nuevo Rua d Augusto Eduardo Nunes Arcebispo de Evora. De donde se deduce que en la bonita ciudad de Évora no sólo se cuece la exquisita carne de porco a alemtejana y deliciosos caracois chicos en caldo de cornetillas, sino que también se cuecen las habas nacionalcatólicas de cambiar nombres populares de centenarias calles por los de reyes, roques, santos y frailes. Sobre todo si hacían referencia a su pasado islámico.


Y un último enigma. En Portugal se consideran las mejores aceitunas para encurtir las llamadas azeitonas cordovis. Partidas, ralladas, de lejía o de ajo.


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jueves, 6 de enero de 2011

CRETINALIA EPISCOPAL 2010


En la carrera por demostrar la capacidad de emisión de estupidez más acendrada en que están engolfados en los últimos tiempos los obispos españoles, los cordobeses, todos, orillando la ancestral y encarnizada división entre clericales y anticlericales, ateos y crédulos y narcocofrades y madres de adictos a la cera, tenemos que apostar conjunta y decididamente por apoyar a nuestro prelado. Esta ciudad no puede perder la inestimable oportunidad que la destilada calidad de las soplapolleces demetrianas le está brindando al colocar la marca CÓRDOBA en el ojo del mundo. Córdoba, pues, no puede permitirse el derroche de ese precioso combustible extra pero indispensable a estas alturas para la consecución de la Caspitalidad Uropea del Dormidisisái que está suponiendo el interés que provocan en los media las flatulentia vocis de nuestro querido obispo. Más cuando tras la lamentable pérdida de un valor de tan alta calidad expeledora de caspa como la huida Exalcaldiosa Rosa Aguilar, realmente andábamos desorientados.

Hay que reconocer que la competición está reñida y que desde el obispo tontolhaba aquel que afirmó, se supone que tras comprobarlo experimentalmente soplando en uno usado, que los condones tiene bujerillos por donde se puede preñá a la propia o ajena de turno, no habíamos recibido unas andanadas de cretinismo clerical tan divertidas. Y sobre todo desde la feliz temporada en que Bernadito de Tenerife expelió aquello de que los curas follaniños son víctimas de la tendencia libidinosa de ciertos infantes que tientan a los buenos y débiles clérigos, o el nuevo y boquitipiñonado Asenjobispo de Sevilla con aquel célebre regüeldo de que quienes educan a sus hijos en la racionalidad estricta los abocan a la delincuencia. Pero en los últimos días el obispo de Alcalá de Henares, Monse Reig Pla, precalentado tal vez por el reconocimiento mediático por sus famosas misas nazis, ha conseguido rascar unos metros más de pista con su afirmación de que los arrejuntaos cascan más a sus barraganas que los unidos en santo matrimonio católico a las propias. Que se lo ha dicho el Paráclito.

Tampoco hay que olvidar el temible spring del obispo de la Congregación del Clero el (Ex)Celso Morga con su afirmación de que de la afición a manosear chiquillos en las sacristías no tienen la curpa los cura que la prartican sino la sosiedá ehta que ehtá en crisi morá.

Difícil se lo han puesto todas estas afirmaciones a don Deme que en los últimos tiempos y desde que llegó a la ciudad iba claramente en cabeza con las suyas acerca del peligro de la morisma que trata de quitarle la catedral (antes muerta que mezquita) y solicitando el cambio de nombre de los monumentos cordobeses.

Pero es que además realmente Monse Deme se lo merese ér mihmamente propiamente por sí mihmo. Su entrenamiento viene de lejos. Don Demetrio estuvo muchos años durante su etapa tarazoniana dedicado en cuerpo y alma, como inquisidor titulado que era, a la búsqueda, persecución y condena de herejes arrianos relictos. La portentosa hazaña de detectar, denunciar y anatemizar en pleno siglo XXI a practicantes de una herejía que se extinguió en el siglo VI debió desgastar mucho el sistema neuronal de una persona de selebro limitado ya de por sí como el de nuestro manchego muchachote, haciéndole perder ya del todo la capacidad de entendimiento del lenguaje común, tanto en su apartado de veras como en el de bromas. Tal vez contribuyera a ello la impotencia de pundonoroso inquisidor de no poder relajar a los pillados al brazo secular para que los achicharraran merecidamente.

Así se entiende que nada más llegar a esta ciudad a tomar posesión del cargo que Susan Tidad, el de la Voz Varonil, le había reservado se despendolara absolutamente y se dedicara para asombro de propios y extraños a desbarrar como un poseso en temas tan variados como supuestas invasiones de la morisma, el cambio de nombre de sus monumentos y otras perlas demetrianas que tantas tardes de gloria nos están proporcionando a los aburridos habitantes de este ciudad. La explicación más plausible apunta con claridad a que no entendió muy bien adonde venía. O se lo explicaron con claridad y el pobre no se enteró. Es decir que alguien debería haber descubierto que cuando se le dijo al buen obispo que a venía a ocupar la SEDE DE OSIO, él entendió que lo que venía a ocupar es la SEDE DEL OCIO. Y claro, el pobre, de natural activo, martillo de herejes a tiempo total, acojonado por la amenaza de tanto tiempo libre se lanzó como loco a hacer bailar para entretenerse las tres neuronas y media que le quedaron en el selebro tras el terrible deshoje de las demás que le produjo la titánica persecución de relictos: La Neurona del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo, más la media de mantener el báculo erecto contra to lo que se menea.

Es en ese ámbito del desgaste y de su carencia de discernimiento de las bromas y la veras en el que hay que colocar justamente la perla con que don Deme ha vuelto a colocarse en cabeza del rankin de la estolidez episcopal. Porque de lo que se ha tratado es claramente de un mal entendimiento de un chiste. Podemos imaginar en un pasillo del Vaticano al cardenal Ennio Antonelli presidente del Consejo Pontificio para la Familia, aficionado a contar chascarrillos entre cónclave y conclavillo, rodeado de obispetes, preguntándole al corrillo: ¿Conoscete illum qui dixit? (¿sabéis aquel que diu?). Sí, hombre el de la conspiración de la UNESCO y los maricones... Y al aplicado don Deme tomando nota.

Dios le guarde así muchos años, Don Demetrio.

martes, 4 de enero de 2011

La funesta manía de no pensar

La funesta manía de no pensar se alía con la tendencia, parece que natural, a creer como compensación siempre lo que dictaminan los más sinvergüenzas o los más cretinos. ¿Qué se puede esperar de una sociedad cuyos estudiantes universitarios de disciplinas científicas están convencidos mayoritariamente de que el hombre no llegó a la luna porque en lugar de parase a pensar y acumular pruebas para afirmarlo o refutarlo científicamente creen al primer Iker Jiménez que se les pone a tiro?


Tras la visión de este reportaje sobre el tema de ESCÉPTICOS dan ganas de colaborar a que realmente esta sociedad llegue al desastre total que se merece.




MANTRA PARA HOY:
A ver si viene el cambio climático ese de verdad y nos folla a todos.
A ver si viene el cambio climático ese de verdad y nos folla a todos.
A ver si viene el cambio climático ese de verdad y nos folla a todos.

jueves, 30 de diciembre de 2010

Los pelícanos del Caudillo


De las nueve personas que esperábamos en el cuerpo de campanas a que el motor de un montacargas arrancara a sonar de un momento a otro aquella fría mañana de marzo de 1971 tan sólo dos de ellas carecíamos de verdadera autoridad. Uno era el cámara del NODO. El otro yo mismo. La aparatosa estructura del artefacto elevador había tardado una semana entera en ser adosada a la pared norte de la torre y nadie parecía haber derrochado un ápice de dolor por ninguno de los agujeros que había sido necesario infligirle para asegurar la perfecta sujeción a su cuerpo. Una vez terminado el montaje se cerró el cajón con dos paneles de madera oscura en sus laterales de los que se colgaron por su parte interna sendos paños rojo siena bordados en grueso relieve con los escudos oficiales de España y de la ciudad de Córdoba. Para cerrar sus frentes se le instalaron dos puertas. Una interna, de fleje, metálica, que se abriría sólo por arriba y otra externa, corrediza, de grueso cristal blindado, que lo haría a nivel del suelo en la Puerta del Perdón y que permitiría a los exclusivos usuarios disfrutar de las vistas sobre la ciudad y la sierra mientras eran ascendidos. La base del cajón igualmente alfombrada de grueso paño rojo se nivelaba una vez arriba con el borde superior de la balaustrada a la que se había adosado una escalerilla forrada también del mismo material y que descendía hasta el piso del campanario. Desde allí rodeaba por ambos lados su cuerpo central hasta el escalón que daba acceso a la balaustrada sur de la que colgaba así mismo un paño más con el escudo imperial de la Victoria bordado en oro. El motor, completamente nuevo, lo había cedido un empresario de la construcción local que lo había adquirido ex profeso con el fin de rentabilizarlo doblemente: como señal de adhesión al Régimen en esta ocasión única y para usarlo posteriormente en sus propias obras para subir materiales. Pero no se le podía llamar montacargas, sino ascensor. Ante el descuido de un operario un inspector policial de los trabajos, oculto tras una máscara de manoletinas de espejo y bigotillo fino, lo había explicitado nítidamente en voz muy alta, para que todo el mundo lo comprendiese:

- El Caudillo no es una carga, que sea la última vez.

Porque el montacargas al que había que llamar ascensor estaba destinado a Él y sólo Él debía de estrenarlo. Las nueve personas que esperábamos allí arriba en el campanario de la torre de la Mezquita-Catedral de Córdoba habíamos tenido que subir andando por la estrecha y tortuosa escalera. El proceso de selección de los afortunados provocó una larga y cruenta lucha entre los aspirantes a quedar inmortalizados codeándose con el Generalísimo en aquellas alturas y en aquel momento histórico. El espacio era limitado y la seguridad de su Excelencia exigía el mínimo indispensable de asistentes. Incluso el alcalde de la ciudad había sido relegado A sus contenidas protestas ante el comité organizador protocolario se le argumentó que dado que Su Excelencia subiría con el Señor Obispo y con un escolta en el ascensor y contando con el otro que vigilaría arriba, su asistencia completaría el número de 13 personas en el lugar, cantidad a todas luces impensable por el proverbial respeto supersticioso que el Caudillo guardaba a ese número. Lo distinguí perfectamente allá abajo, en el Patio, rumiando su rencor entre las demás autoridades menores y la élite cultural oficial de la ciudad. Todos diminutos, perfectamente formados haciendo pasillo al camino principal, también alfombrado de rojo por el que Su Excelencia se acercaría a la Puerta de las Palmas tras bajar de la torre media hora más tarde.

Un escolta armado con un descomunal gualquitalqui cumplía su misión de vigilancia junto a la escalerilla del montacargas. El cámara del NODO se afanaba en los últimos ajustes del trípode que soportaba la enorme cámara cinematográfica que inmortalizaría el evento. Las verdaderas autoridades, formando un solo y compacto grupo, carcajeaban estentoreamente sus propias ocurrencias bajo las enormes campanas. Y yo luchaba denodadamente en mi propio rincón contra el nerviosismo que me iba atenazando progresivamente echando largas ojeadas al exterior unas veces y otras tratando de hacer sangre de humor con el estudio de las fachas y los arreos de sus uniformes militares caqui, blancos falangistas, rojos fajines unos y faldones de negros chaqués sobre grises pantalones de rayitas protocolarias otros. De sus cráneos planchados, calvas relucientes y voluminosas barrigas.

Pero la temida bola de fuego terminó por instalárseme en la boca del estómago y mi lengua por secarse hasta alcanzar la textura de la estopa, naturalmente descompensada por los líquidos corporales que se me escapaban por las manos que sudaban a chorros. Comprobé aliviado metiendo la mano en el bolsillo que el pañuelo estaba en su sitio para cuando fuera necesario secarla en el momento preciso del saludo protocolario, boqueé tratando de arrancarme algo de humedad del paladar y respiré profunda y rítmicamente para conjurar el inminente ataque de pánico. Más que la posibilidad de quedarme bloqueado cuando llegase la hora de cumplir con la misión por la que estaba allí me aterrorizaba el desbaratamiento del plan que había largamente amasado en la soledad de mi estudio. Mi amigo Flores, única persona a la que había puesto al corriente, casi consigue asustarme y convencerme de la insensatez de mi propósito. Pero al final fui yo el que lo acabé convenciendo a él de que merecía la pena correr el riesgo derivado del posible fracaso del plan ante la luminosa posibilidad de un triunfo. Al fin y al cabo todo este asunto había sido una locura desde el principio y sin embargo ahí estaba yo ahora mismo aguardando mostrar el fruto de mis titánicos esfuerzos a la voluntad que lo había consentido. Es verdad que los 17 millones de dólares que el rey saudí había puesto sobre la mesa de su Excelencia para el proyecto tras una visita al monumento en la que yo mismo le serví de guía y de providencial asesor, y su promesa de abastecernos con petróleo casi regalado durante décadas habían supuesto un imprescindible lubricante para convencerlo. Pero el trabajo base, la confección de una tupida red conspiratoria, la procura del ambiente propicio para ablandar su rocoso ánimo eran mérito exclusivo mío. Me había costado dos años recabar el apoyo de arquitectos con el suficiente prestigio, de historiadores del arte acreditados y sobre todo de las personas cercanas y con influencia en El Habitante de El Pardo. Y había sido decisiva la intervención del conde de la Bezoya que por influencias por mí manejadas consiguió deslizar suavemente en la oreja del Caudillo el huevo de mi proyecto y empollarlo con el calor de ilusión suficiente para conseguir su eclosión.

No menos arduo había sido el reto de neutralizar las poderosísimas presiones enemigas más cercanas. Las fuerzas contrarias, el poderoso Cabildo Catedralicio fundamentalmente habían luchado con uñas y dientes para hundirlo, amenazas de excomunión incluidas. Pero todas habían cesado fulminantemente con la orden de El Caudillo de llevarlo a cabo. A partir de ese momento la guerra se tornó sorda y la obediencia debida asecretó las presiones clericales para hacerme daño. Nunca dejaron de existir pero tuvieron que buscar retorcidos conductos ocultos para conseguirlo. Y algunos encontraron: llegaron a utilizar como munición el llanto desconsolado de mi beata madre. Pero en vano. Mi victoria estaba ahí abajo, bajo mi mirada en aquel preciso momento, en el enorme hueco que en el centro justo de la Mezquita daba fe por ausencia, flanqueado aún por las enormes grúas, de que ahí hubo durante cuatro siglos y hasta hace unas semanas una entera catedral católica que había sido cuidadosamente desmontada. Y eso no iba a ser todo. Su proyecto secreto que pensaba proponer al Caudillo hoy mismo por sorpresa, era pelar la torre, desenfundar el viejo alminar de Abderramán III y trasladar la estructura renacentista cristiana a hacer compañía a la catedral, que se estaba reconstruyendo minuciosamente unas manzanas más allá, en el solar trasero del palacio episcopal. Ello devolvería al entero monumento al prístino aspecto que tuvo cuando el rey castellano y sus huestes conquistaron la ciudad. Eso si los nervios no me gastaban una mala pasada.

No fueron el cultivo momentáneo del orgullo de mi triunfo ni el adobo de la esperanza del éxito de mi proyecto secreto los que consiguieron calmar mi desasosiego, sino la visión sorpresiva de los pelícanos. El cielo contenido en los arcos del campanario se tintó de repente de un ácido color violeta contra el que comenzó a avanzar, recortada nítidamente, una bandada de enormes pelícanos blancos. Movían moduladamente sus alas impulsando su extraño perfil de aves prehistóricas, avanzando con silenciosa lentitud por el aire congelado. Desaparecían por el lado izquierdo del campanario y volvían a aparecer por el derecho a los pocos segundos como piezas de un tiovivo o figuras de una lámpara mágica. La mansedumbre que imprimían a su vuelo me fue contagiando poco a poco el ánimo de manera que mi nerviosismo había desaparecido del todo cuando el gualquitalqui del escolta crepitó brevemente imponiendo un religioso silencio en los presentes. Una señal afirmativa de su cabeza seguido por el arranque del motor del ascensor provocó una reacción eléctrica en el grupo de autoridades que tomaron posiciones a lo largo de la pared derecha en riguroso orden jerárquico.

Los treinta segundos que tardó en subir el ascensor los pasé, absolutamente relajado, mirando los pelícanos. Sólo cuando por fin cesó el ronroneo del motor me acerqué al grupo, ocupando mi correspondiente último puesto.

La menuda cabeza de cernícalo de El Caudillo asomó tímidamente en cuanto el escolta recogió las puertas del ascensor. Sin moverla se le adivinaban los ojos tras las oscuras gafas barriendo el espacio de izquierda a derecha, como buscando algo o a alguien reconocible. Sólo cuando uno de los militares le dirigió desde abajo la palabra clave, Excelenciaaaa... fue saliendo del cajón con estudiada y muy torpe parsimonia. A pesar de su vistosa ancianidad nadie osó intentar ayudarle. Completamente vestido de blanco, con la pechera rebosante de gloriosa chatarra guerrera, su exiguo tamaño total contrastaba violentamente con el voluminoso vientre episcopal que le servía de fondo. Dio otro paso titubeante y comenzó a bajar lentamente los escalones para lanzarse de pronto a dar la mano a todos los presentes, como un autómata teledirigido. El señor Obispo le siguió descendiendo majestuosamente mientras se recogía la capa púrpura con una mano y mostraba ostensiblemente el anillo de la otra para que los enfilados lo fueran besando tras el saludo. Sus ojos despedían lanzas de fuego.

Cuando me tocó el turno el Excelentísimo Señor Ministro de Cultura me agarró del brazo y obligándome con un apretón a hacer una reverencia me presentó:

- Excelencia, el arquitecto Javier Monises, máximo responsable del proyecto, que explicará a su Excelencia los pormenores de las obras ya realizadas.

No conseguí ver sus ojos tras las gafas oscuras mientras me alargaba una mano fofa y fría que permaneció inerte al estrechársela pero me dio la impresión de que ni consiguió enterarse de lo que le habían dicho. Tenía los rasgos muy afilados y el labio inferior le colgaba tembloroso. Nadie hubiera pensado sólo contemplándolo el infinito poder que aquel ancianito desvalido acumulaba en esas temblorosas manos.

Cuando llegó a mi altura el Señor Obispo ni me miró. Me ofreció displicente el anillo y mientras lo besaba sentí su mano izquierda acercarse a mi costado, deslizarse rápidamente bajo mi chaqueta, atrapar un pellizco de carne y retorcerla como se retuerce un interruptor de la luz. El agudísimo dolor me cortó de cuajo la respiración y apreté los dientes automáticamente por efecto de la quemazón de los lacrimales pugnando por estallar e inundar de lágrimas mi cara. Una vez pasado el obispo tras soltar mi dolorido costado pude ver por mis húmedas ranuras oculares la risa contenida del escolta trasero que se había percibido del ataque y que me invitaba a continuar tras el prelado cabrón.

La pequeña procesión se puso en movimiento bajo la atenta mirada de la enorme cámara de cine y en menos de diez pasos había alcanzado la balaustrada sur de la torre. De nuevo la palabra mágica Excelenciaaaa sirvió de resorte para que El Caudillo subiese el escalón, se aferrara a la enguatada barandilla y se asomase al exterior. Una cerrada salva de aplausos subió directamente desde el patio como una nube de vapor asciende cuando se baldea el suelo de una calle cualquier mediodía de verano. La mano del anciano se alzó automática y comenzó a agitarse con un espasmo multiplicado, eléctrico efecto más que evidente del Parkinson que padecía. Los pelícanos seguían su imperturbable recorrido en redondo contra el cielo violeta y oro.

El Ministro volvió a agarrarme del brazo que yo mantenía pegado al dolor del pellizco y me instó a subirme al escalón a la izquierda del Caudillo, mientras a su derecha quedaba el Obispo que ahora sí, me fulminaba con una mirada de acero. Así que me dirigí con mi mejor tono envolvente al Señor de las Españas:

- Excelencia, tengo el honor de poder explicar a su Excelencia el estado general de las obras de purificación de la Mezquita –temblé de placer sintiendo cómo esa expresión hendía como un alfanje sarraceno las carnes del Señor Obispo- que su Excelencia ha tenido la amabilidad y el acierto de propiciar y que devolverán su prístino aspecto a uno de los monumentos más singulares y hermosos del mundo. La sala de columnas más bella que jamás un humano hubiera concebido, como acertadamente dijera un célebre historiador del Arte...

- Al grano.... -me cortó dubitativo el Caudillo con una algodonosa vocecilla.

- Monises, Excelencia, Javier Monises.

- Pues al grano, Monises.

- Bien, Excelencia, la complejidad del desmontaje de la estructura catedralicia nos ha hecho efectuarlo teniendo en cuenta un delicado juego de equilibrios para que ni siquiera un sillar supusiera el más mínimo peligro para el perfecto sistema de compensación de fuerzas con que el genial Hernán Ruiz lo concibió. Desde las tejas que cubren la cúpula hasta...

Y así fui explicando a Su Excelencia los trabajos en que llevábamos empleados desde hacía seis meses para extraer piedra a piedra la monumental catedral católica del centro de la Mezquita donde había sido incrustada por desatinado empeño de un orgulloso cabildo catedralicio del siglo XVI.

Sin entrar en demasiados problemas técnicos traté de conducir la explicación a la reconstrucción y reintegro del aspecto original posterior y el deseo de contar de nuevo con Su Excelencia para la inauguración de ambas, Mezquita y Catedral ya perfectamente separadas como dos siamesas que hubieran pasado por el quirófano.

El Generalísimo no parecía atender lo más mínimo, más pendiente de seguir con la mirada el vuelo de los pelícanos que de mis palabras. Así que no me extrañó que me cortara con la mano, volviera la cabeza hacia el Obispo y le preguntara:

- Y, Su Ilustrísima, ¿el Santísimo Sacramento ha sido correctamente trasladado?

- Correctamente, Excelencia, con todos los honores y bajo palio.

Y volviéndose a mí de nuevo El Caudillo me preguntó displicente:

- ¿Y existe algún peligro de que la Mezquita, una vez desmontada del todo la catedral se venga abajo como me ha indicado hace un momento su Ilustrísima?

- Imposible Excelencia. Se conservarán los potentes pilares renacentistas hasta que se reconstruyan las naves destruidas. Ni un imprevisible temblor de tierra podría dañarla. Al menos no más de lo que lo haría si no se hubiera hecho la obra.

- Bien, algo más que añadir...? –me preguntó volviendo ligeramente su cetrero perfil más hacia mí.

- Monises, Excelencia, arquitecto Monises. Pues si me permite Su Excelencia me gustaría comentar a su Excelencia la conveniencia de culminar la obra con la restitución a su estado original del alminar original del gran Califa Abderramán III, en cuya plataforma superior nos encontramos en este momento.

Una ardiente bocanada de cólera procedente del vozarrón del Obispo me alcanzó el rostro atravesando incluso el cráneo de El Caudillo:

- Monises, no estamos aquí para eso, ni es el momento ni a su Excelencia le interesan tus delirios destructivos. Ruego a Su Excelencia que le mande callar.

Pero Su Excelencia acababa de recibir una dosis de intriga suficiente como para necesitar despejarla.

- Déjelo que hable, deje Su Ilustrísima que me cuente.

Su temblorosa vocecilla se volvió más firme y adquirió un tono más seguro, entusiástico casi:

- A ver, ¿usted cree que eso sería posible? ¿Sacar el alminar moro? ¿Porque supongo que se tratará de un alminar moro como los que yo conocí en Tetuán...

- Mucho más hermoso que ninguno de los que Su Excelencia pudo nunca conocer. Y además fue el primero, Excelencia. Este alminar forrado por la torre en la que estamos fue el primero completamente cuadrado del Islam, el que sirvió de modelo para todos los demás que hoy se pueden encontrar en el norte de África. Podríamos considerarlo el padre de todos los alminares africanos. Sólo se trata de desmontar cuidadosamente los sillares que lo envuelven e ir descubriendo y restaurando la estructura original hasta dejarla completamente a la vista, libre, purificada de añadidos posteriores.

Con el rabillo del ojo veía al Obispo retorcerse y retorcer la capa, mostrando visibles gestos coléricos y ensayando imposibles marchas con cajas destempladas. Pero allí se quedaría hasta que yo terminara.

- Que se haga. Pero como se caiga la torre lo mando fusilar.

No me dio tiempo a sonreír ante la macabra ocurrencia de Su Excelencia porque el estruendo lo ocupó todo. Un estruendo ronco y bronco que llenó por dos minutos el espacio y el tiempo, la imaginación y la realidad. Del hueco central vacío de la Mezquita vimos salir una monstruosa nube de polvo que se elevaba hacia el cielo, pero que no impedía aún la visión de los tejados del templo quebrarse y hundirse consecutivamente siguiendo la carrefilera de las naves como si de un ejército de fichas de dominó se tratase.

El cielo se puso blanco y los pelícanos desaparecieron. Y sobre el mortal silencio que se hizo después sobre la ruina se alzó de pronto la voz del Generalísimo que con el tono exacto de los discursos de los documentales del NODO gritaba señalándome:

- Que-me-lo-lo-fu-siiii-len. Ma-ñaaa-na-al-a-ma-ne-ceeeer lo-quieee-ro fu-si-laaaado.

Los dos escoltas se acercaron como un rayo, transfigurados en soldados con morrión de plumas y casacas de trincheras y me atenazaron los brazos para llevarme hacia las escaleras. Así, conducido a la rastra, muerto de terror, pude ver aún la diminuta enfurecida, gesticulante figura de El Caudillo enmarcada por un voluminoso vientre episcopal agitado rítmicamente por unas carcajadas que dejaban entrever las podridas muelas de adicto a las delicias de obrador monjil de su Ilustrísima.

Cuando desperté el Caudillo ya no estaba allí.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Izquierda vergonzante cordobesa




Córdoba siempre fue una ciudad de profundas contradicciones. Tanto que un gran maestro de la descripción de espacios urbanos y caracteres humanos como Pío Baroja las coloca como sello local o aviso para caminantes lectores al principio de la novela, La feria de los discretos, cuya acción situó en ella. Así, dejó para siempre en la historia de la caracteriología geográfica humana universal aquello de que en Córdoba la Verdad está en el Campo, la Salud en el Cementerio y la Caridad en el Potro (1).

Y por supuesto las contradicciones no se quedaron sólo en eso. Quien tuvo retuvo y multiplicó pródigamente. La última de esas contradicciones cordobesas y la más terrible consiste en el hecho de que a pesar de ser la capital de provincia gobernada municipalmente por más tiempo (30 años) por políticos pertenecientes a lo más izquierdista del espectro político español ha conservado el mayor número de metros cuadrados de espacio urbano bajo la advocación nominal de los más siniestros personajes fascistas que la encanallaron durante el franquismo. A prueba de cualesquiera ley de Memoria Histórica que les quieran poner delante.

Efectivamente además de que la calle principal de esta ciudad gobernada aún por políticos que un día pertenecieron al Partido Comunista de España sigue dedicada a un cacique falangista, José Cruz Conde que fue el muñidor del triunfo local de la revolución fascista nacionalcatólica en la que fueron asesinados fríamente más de cuatro mil ciudadanos en tres años y convirtió la ciudad en un campo de concentración durante cuarenta más, de que una placa conmemorativa de las hazañas criminales de un general genocida gallea en una pared a menos de 100 metros del mismo ayuntamiento, de que la avenida que le da entrada lleve el nombre de un ministro franquista, Vallellano, de que una reciente alcaldesa de izquierdas (denunciada posteriormente como quintacolumnista de la rancia derecha local) dedicó una avenida a un desalmado obispo fascista con un amplio historial de incitación al odio racial y al fusilamiento de ciudadanos como medio de solucionar controversias políticas, otras crueldades onomásticas consiguen dejarlas en pañales.

Nada menos que tres de los barrios más importantes de Córdoba conservan aún los nombres de tres conspicuos personajes fascistas que en cualquier país de la Europa democrática permanecerían en los anales de la historia local de la infamia. Antonio Cruz Conde (Barriada Cruz Conde y Parque Cruz Conde), Fray Albino (Barriada y Colegio Fray Albino) y Antonio Cañero (Barriada Cañero).

Como de los dos primeros ya me he encargado en otras ocasiones (AQUÍ del fraile fascista y AQUÍ del cacique) apuntaré sólo un par de laureles que adornan el historial del que fuera militar, terrateniente y rejoneador aprovechando que recientemente un grupo de ciudadanos representantes del caspofacherío local le han rendido un homenaje conmemorando el 125 aniversario de su malnacimiento pretendiendo recabar fondos para erigirle un monumento, con el aplauso babeante del inefable Primo Jurado, y con el absoluto silencio de las presuntas fuerzas de izquierda locales.

Íntimo amigo y camarada en las tareas de agitación falangista del torero y mano derecha en las tareas de limpieza política y de guardaespaldas de Queipo de Llano, José García Carranza El Algabeño, el rejoneador Antonio Cañero aparece tras el golpe fascista del 18 de julio del 36 como organizador de los grupos de paramilitares que sembraron de terror entre los republicanos desarmados en los días posteriores. El Escuadrón de Cañero, como lo ha estudiado Francisco Moreno Gómez, estaba formado por caballistas de la capital, capataces y aperadores de las grandes fincas, señoritos acostumbrados a recorrer sus cortijos a caballo, aficionados a la equitación y mozos de las ganaderías bravas, que recorrían los campos armados de garrochas y escopetas de montería cazando republicanos, limpiando la sierra de marxistas, según el lenguaje de la prensa fascista de la época y sobre todo evitando la fuga de la capital de numerosas personas de izquierdas acosadas por el terror. (El genocidio franquista en Córdoba, pg. 190). Vestían a la campera y con sombrero cordobés o de paja con una escarapela con la bandera monárquica, la misma vestimenta que aún hoy día lucen, atrozmente, los guardabosques andaluces. Un horror más a sumar.

Un soldado franquista, Manuel León recordó posteriormente en entrevista a Francisco Moreno haber visto a Algabeño y Cañero mano a mano tirotear con fusiles de montería a los presos de la cárcel de Antequera. (El Genocidio franquista en Córdoba, pag. 528).

Así mismo se cuenta que tras fusilar a los campesinos huidos que conseguía atrapar en la sierra o detectar escondidos en los cortijos solía decir: ya tienen su Reforma Agraria.

A principios de los años 50 el señorito balaceador de rojos vivía amancebado con su amante, algo que sólo se permitía en la mojigata época a los muy ricos y a los muy fascistas. El propio obispo Fray Albino, el obispo fascista, nunca se lo tuvo en cuenta para frecuentar su amistad (Castilla del Pino, La casa del olivo, pag. 85). Y según cuentan los viejos del lugar sólo lo hizo para exigirle cuando le llegó el momento la taimada permuta de la extremaunción, bajo amenaza de purgar su pecado eternamente en el infierno, por unos terrenos de su propiedad en los que se edificarían posteriormente los barrios con que la Asociación Benéfica de su creación, La Sagrada Familia, trataría de desdibujar su responsabilidad en la intolerable miseria a la que el fascismo promovido por el obispo había conducido al pueblo de Córdoba. Sólo uno de esos barrios, el de El Campo de la Verdad, se libró de la ignominia de ser titulado con los nombres de los atroces fascistas que los promovieron. Los otros, Fray Albino y Cañero, el barrio donde yo mismo nací y me crié desconocedor del horror que escondía ese nombre, aún ofenden la memoria de la razón asesinada, la memoria del crimen.

Por eso mueve a sarcástica risa el que los políticos del Excelentísimo Ayuntamiento de exrojos vergonzantes cordobés se haya por fin decidido a dar un pequeño pasito apenas simbólico para honrar la memoria de los miles de víctimas del genocidio fascista, muchos de ellos supuestamente conmilitantes suyos asesinados por la acción directa o indirecta de los personajes cuyos nombres ocupan honoríficamente el mayor número de metros cuadrados habitados de la ciudad. Después de ¡¡¡30 años!!! van a colocar unos monolitos con los nombres de los aproximadamente 4000 asesinados constatados en los lugares del crimen, los cementerios. Sólo después de que la quintacolumnista que ha mantenido presuntamente secuestrada su condición de rojos haya acabado abandonando el barco por la primera maroma que ha encontrado. Después de haber recibido sin inmutarse la bofetada de una denuncia judicial promovida por familiares de los asesinados por obstruir las labores de recuperación de sus cuerpos amparándose en cuestiones presupuestarias (quién va a pagar los picos y las palas). Después de haber contribuido entusiasticamente a lo largo de estos 30 años no sólo al tradicional enmierdamiento de las paredes y las esquinas de las calles de esta ciudad con los nombres y los símbolos del nacionalcatolicismo criminal, sino a fomentar la atrocidad ética y estética del casticismo cofrade y taurómaco. Después de tanta mierda como han arrojado a la memoria de los huesos que se pudren sin justicia en las fosas comunes. Cuando sólo hubiera bastado con cambiar unos nombres. Eliminar de los documentos oficiales, de las paredes, de la memoria colectiva, la honorificación permanente de tantos genocidas como la siguen disfrutando y que en cualquier otro lugar civilizado penarían con la consideración de delito hasta el decir que fueron guapos. O denunciar los intentos de los caspofachas por seguir fusilando la memoria de las víctimas promoviendo homenajes, exaltamientos, intolerables limpiezas de los nombres de sus asesinos.





(1) Pío Baroja: La feria de los discretos, Espasa-Calpe, Colección Austral, Madrid, 1980. Este dicho que recoge Baroja ens su novela hace referencia a tres lugares de Córdoba cuyos nombres o ubicaciones se prestan a equívoco: el Hospital de la Caridad (actual Museo de Bellas Artes) se encontraba en la cervantina Plaza del Potro, llamada así por contar con una fuente en cuyo pináculo cabriolea aún un pequeño caballito. El juego de palabras está en la referencia al potro de torturas que usaba antiguamente (por fortuna) la Santa Inquisición. El barrio que se encuentra pasando el puente romano se llama El Campo de la Verdad por una batalla que en ese lugar se lidió en la Edad Media. Y al antiguo Cementerio de la ciudad se le conoce como Cementerio de la Salud por estar paradójicamente bajo la advocación de Nuestra Señora de la Salud.


viernes, 17 de diciembre de 2010

Villancicos lolailos pa los pollos


Es de sobra conocido que los mecanismos que engrasan la sociedad de consumo de los humanos inspiró el funcionamiento de las granjas industriales de gallinas y pollos. El sistema de encerrarlos en jaulas de piso en pendiente que los aboca a tener el pico constantemente metido en el comedero bajo una constante brillantísima luz artificial que les impide descansar y bajo potentes altavoces que emiten permanentemente música que los estimula a producir huevos a las unas y masa corporal sacrificial a los otros, fue fruto de la atenta observación de la conversión del ocio de los humanos en fuerza productiva mediante el consumo en los grandes almacenes. La publicidad que se nos cuela en casa vía televisiva hace las veces del suelo inclinado que hace que tengamos los productos a consumir a tiro de boca, la hipertrofia lumínica de los templos del consumo nos atrae, nos extrae de nuestras casas y nos excita engañando las neuronas especializadas en distinguir día y noche y la espiral musiquilla que no cesa de sonar nos introduce el alcaloide de la falsa alegría que nos excita el instinto picoteador.

Pero es en Navidad cuando la sobreestimulación alcanza verdaderas cotas de delirio que sólo la adaptación al medio nos permite soportar sin sufrir secuelas psicológicas demasiado visibles. Las propias administraciones se suman entusiásticamente haciendo suyas las técnicas de las empresas privadas sacando a la calle los elementos que en ellas incitan al consumo. Fundamentalmente las delirantes luminarias y decoraciones hiperbarrocas, recargadísimas de brillos y falsos metales nobles que invaden cada vez por más tiempo los espacios públicos costeado con dinero igualmente público.

El Excelentísimo Ayuntamiento de Córdoba se ha caracterizado desde siempre por su entusiasmo de contaminador lumínico festivo, pero este año ha dado un paso más y se ha lanzado vanguardistamente a otra forma igualmente atroz de contaminación estética navideña: la sonora. Así, nuestra iluminada concejala del ramo del turismo ha cumplido la terrible amenaza que hizo hace unas semanas de colocar un hilo musical por toda la Judería a través del cual, según sus propias palabras, se escucharán canciones navideñas. Se supone que para inocular el espíritu de estas entrañables fiestas, es decir el espíritu consumista, a los turistas que se atrevan a visitarnos con la que está cayendo. Y vaya si se vienen escuchando. Una serie de altavoces estratégicamente colocados en el emblemático espacio corazón de la ciudad, vomitan desde hace una semana sin cesar las canciones navideñas de la amenaza. O sea inacabables series morcillescas de esa forma de escatología musical que son los villancicos enlatados, que han conseguido hacer abominables por cantaminación a las pequeñas joyas de la poesía y la música popular alas que parodian. Pero la crueldad de nuestro Ayuntamiento ha ido mucho más allá porque las ristras escatológicas que perpetran los altavoces municipales pertenecen al género de villancicos flamencos, esas repugnantes lolailadas que el poeta Felipe Benítez Reyes definió no hace mucho como esa modalidad específica del flamenco en que a los cantaores y cantaoras parece que los persiguen los apaches para cortarles la cabellera. El terrible mantra de los peces hidrófagos, las aventuras de la burra camella rin rin o de los zorrunos pastorcillos en las epicenas voces enlatadas son infinitamente más insufribles aún en las sincopadas de los falsos lolailos aguardentosos. Uno acaba, entre vómito y vómito imaginando al Niño Jesús dotado de salvajes caracolillos pescueceros embadurnados de gomina y rodeado de rocieros portadores de las terribles armas de destrucción masiva: caña rota, flauta y tamboril.

Yo no sé si este pestiñazo seudomusical estimula el consumo de productos típicos en los turistas pero en los ciudadanos lo que estimula es el consumo de ansiolíticos en unos casos y de alicates y cizallas cortadoras de cables en los más graves. Y habría que ver lo que estimularían en las gallinas y los pollos si se les pusiera en lugar de los conciertos de Mozart, de Haydin e incluso, en los casos más urgentes, de Wargner, con que normalmente son incitados a comer pienso. Yo creo que acabarían desesperados tratando inútilmente de ahorcarse entre los barrotes.

lunes, 13 de diciembre de 2010

SACRO EHÉRSITO CATÓLICO HPAÑÓ

El Glorioso Ejército Ejpañol no sólo han estado estos días cumpliendo misiones de pacificación de rebeliones laborales en los tajos, sino también en las iglesias recibiendo adoctrinamiento político. La Hojilla Parroquial, también conocida como Diario CÓRDOBA, fiel a su condición de decana de la Prensa del Movimiento Inmóvil, escamoteaba ayer un dato fundamental para comprender la exacta naturaleza del yuyu mágico que se celebró ayer en la Mezquita (antes mezquita) de Córdoba con motivo de la festividad de uno de los avatares de la deidad femenina exclusiva de los católicos que irresponsablemente el estado asume como propia en patronazgo, la que celebra la obesión por la virginidad de la mujer (1).


El airoso plumilla encargado de su cubrimiento pincelaba de exquisita la liturgia episcopal, se requirraba describiendo una compuesta sinfonía mística de campanas, voces eunucas seminarias y milagrosos cielos azules y desgranaba los fosilizados mantras reaccionarios episcopales, pero olvidaba ostensiblemente mencionar la asistencia institucional de las más altas jerarquías militares provinciales, perfectamente uniformadas con guerreras-panoplias de gala cargadísimas de quincallaza honorífica y portadores de apolillados pendones que rendir o mantener enhiestos ante el ídolo que venera sólo una parte de la ciudadanía española. Es decir que no estaban allí ejerciendo su correcto derecho a la consumición de productos estupefacientes espirituales a título personal de rodillas ante un individuo extrañamente ataviado con una capa de recamados de traje de torero, transmutador mágicamente de productos terrenales en otros celestiales, sino como funcionarios de un estado que se autotitula como aconfesional y que tiene la obligación de mantenerse ecuánime y equidistante de las convicciones ideológicas de los ciudadanos, al menos cuando éstas no se manifiestan explícitamente en el juego de las urnas.

Pero lo peor no es que las instituciones del estado y en concreto una de tan peligrosas maneras cuando se mosquea asistan a los yuyus de una confesión religiosa particular, puesto que se podría alegar –injustificadamente de todas formas- que su motivación es simplemente de carácter cortés. No. Lo peor es que esa asistencia supone para los funcionarios de este estado la ineludible obligación de recibir adoctrinamiento político por parte de los ideólogos de una de las facciones que hoy día debaten parlamentariamente para imponer su visión de los condicionamientos éticos y políticos de la vida pública. De recibir sin posibilidad de réplica (en las misas no se pide la palabra) instrucciones morales y políticas que apoyan descaradamente a sólo una parte de las fuerzas del juego democrático. Esos valerosos guerreros supuestamente al servicio de todos los ciudadanos reciben sin pestañear las instrucciones de los ayatolas no electos, aunque asumidos rebañescamente (pastores y ovejas son sus propios símiles) como sus representantes, de un sector exclusivo de la población sobre lo que tienen que pensar sobre la homosexualidad, el derecho a la interrupción del embarazo, el derecho a una muerte digna e incluso la composición y carácter del estado del que son meros funcionarios (2). Adoctrinamiento por parte de una institución antidemocrática en su esencia y misógina, intolerante y profundamente discriminatoria en su práctica. En el caso cordobés además directamente de manos de todo un inquisidor titulado, Monse Deme Báculo Enhiesto, que ha demostrado su inquina personal contra la religión de otros ciudadanos y contra el pensamiento ético de otros y su capacidad de perseguir con saña las disidencias entre los suyos.

¿Alguien podría siquiera imaginar que esos mismos militares, representando disciplinadamente a la institución a la que pertenecen, acudieran a un acto de los representantes del pensamiento político contrario al que representan las jerarquías de la Iglesia Católica? Pues deberían hacerlo, sólo para compensar. Un acto cívico en el que se reivindicara el derecho de los ciudadanos a disponer del propio cuerpo como lo crean conveniente, a la planificación familiar sin mediación de instrucciones de un estado extranjero, al de decidir el momento y la forma de su propia muerte, a proponer libremente la forma de estado, la unidad o separación de las distintas partes de la patria, o el de educar a sus hijos en el ateísmo sin que los ayatolas católicos les puedan llamen impunemente irresponsables. Todas ellas apuestas claramente políticas que están en juego en la cancha democrática y que se debaten en el Parlamento en supuesta igualdad de condiciones. Eso si de verdad tienen asumido que son los defensores de todos los españoles en caso de que nos amenace un peligro externo. De todos. Porque yo no tengo por muy tranquilizador que a unos funcionarios que han de defendernos de determinados peligros se les adoctrine desde un punto de vista parcial que defiende los intereses de sólo una parte de la población, acerca de cuáles pueden ser esos peligros.

Seguramente exagero, pero por mucho que me lo disfracen yo sólo sigo viendo en este país y mientras él mismo no reclame imparcialidad absoluta, al mismo ejército que desde hace dos siglos sólo ha ganado guerras contra los propios ciudadanos más o menos desarmados, precisamente azuzado y adoctrinado por los administradores de esa fe a la que muestran continuamente sumisión. Y que aún no ha demostrado, al menos simbólicamente, lo contrario.

Pero sobre todo eso demuestra la gran mentira en la que esta asentado el estado español postfascista desde la supuesta democratización de sus estructuras.



  • (1) Yo ya es que no me entero. ¿La patrona oficial de la patria no era el otro avatar de la madre de uno de los dioses de los católicos representada pinchada en una columnilla que se venera en el horripilante sarcófago de Zaragoza?


  • (2) Ninguna otra religión, salvo la católica y la chiíta y ningún otro país salvo Viva Eh-paña e Irán participan de tal desatino. Ningún otro ejército del mundo es continua y explícitamente adoctrinado religiosamente por sacerdotes, gurús o chamanes como ellos. Los brahamanes hindúes se limitan a yuyear a los fieles uno a uno mediante untos en la frente y salmodias en sánscrito, pero jamás osarían adoctrinar a las tropas. Los musulmanes, salvo los mentados chiítas tres de lo mismo. Las tropas no entran jamás en una mezquita para recibir doctrina en una khutba. Ni siquiera fuera. Los imames tendrán un peso brutal en las sociedades islámicas pero no tienen derecho a adoctrinar masiva e institucionalmente a los soldados. De los budistas no digamos. Ni siquiera los rabinos israelíes adoctrinan explícitamente en las liturgias estrictamente religiosas. Sólo los ayatolas iraníes y los españoles son capellanes castrenses con mando en plaza real o delegada y derecho exclusivo a adoctrinar a los guerreros de la patria sin posibilidad de replica en las ceremonias religiosas. Amén.

jueves, 9 de diciembre de 2010

TRANSMOREJO

transmorejo


Yo como alimentos transgénicos sin problemas. A la Exalcaldiosa y Papisable Rosa Aguilar no le hacen falta Wikileaks. Ella misma se desclasifica sus secretitos, culinarios y políticos.

domingo, 31 de octubre de 2010

MAHA GANAPATI




Susheela Raman: Ganapati

jueves, 28 de octubre de 2010

La ciudad sin alcanfor


Alcanfor, mucho alcanfor, en bolitas de racionalidad, profesionalidad y ciencia es lo que siempre le hizo falta a los armarios de opinión acreditada de esta ciudad. Si se hubieran provisto desde hace años higiénicamente en suficiente cantidad de las bolas perfumadas e insecticidas hoy nos hubiéramos evitado, aparte de muchas otras cosas, la tufarada de apulgarados topicazos justificativos de un ejemplar tan apolillado como el que hoy mismo agrede la inteligencia de las gentes con luces de esta ciudad desde las páginas del armario clerical cordobés por antonomasia: el portentoso erudo local y ocasional lamecuras Francisco Solano Márquez. Este venerable anciano en lugar de dedicarse a esperar pacientemente que el ayuntamiento coloque misericordemente una placa con su nombre a una perdida calle de algún sandokaniano barrio y a vivir de las rentas de sus libros en los que perpetúa la visión franquista-pemaniana de esta ciudad, no deja de desempolvar su visión costumbrista nacionalcatólica de la misma en cuanto los irresponsables medios se lo permiten.

Ya el otro día hacía amago –sin mérito: la estolidez del obispo es tan palmaria que hasta algunos canónigos se han hecho cruces- de criticar con guante de seda la exigencia del Inquisidor Demetrio (Martillo de neoarrianos) de que se elimine el denominativo Mezquita a la Mezquita (en actuales funciones de catedral) y para ello comenzaba con la soplapollez ucrónica y sin fisuras de que la mezquita se mantiene en pie porque la horda de guerreros castellanos invasores y deportadores de la población autóctona la confiscaron (sin contraprestación, por supuesto: a moro genocidiado, mezquita catedral) y la consagraron, mediante la ejecución de delirantes yuyus para desinfectarla de la superstición islámica, para practicar seguidamente la propia. Dando el pistoletazo de salidas a la serie de pogromos, genocidios y limpiezas étnicas marca de la casa a partir de entonces del catolicismo español hasta nuestros días. De igual modo podría decirse que incluso si la hubieran convertido en las Caballerizas Reales podría haberse mantenido en pie, porque es su propio valor arquitectónico el auténtico preservador. Aquellos zaparrastrosos invasores serían unos etnocidas, pero no eran gilipollas. La lucha del pueblo contra el obispo que se empeñó y consiguió meter el mamotretazo catedralicio en su centro parece demostrarlo.

Hoy nos viene con el pestiño de que los curas no han andado finos en la interpretación histórico artística que del monumento se les endiña a los guiris en el espectáculo multimierda ese. Que se les ha ido la mano con el aliño bizantino y con la sal católica y que cometen unos terroríficos errores de cuatro años en las fechas de consagración y de un puñado de columnas en la computación total de su número. Crítica tan terrorífica que yo creo que hasta lo van a excomulgar. Malo, so malo, que eres mu malo.

Lo que se ha está cometiendo con el audio del espectáculo multimierda, con el libraco del canónigo covachuelista, con la exigencia nominativa del Inquisidor, es un culturicidio, o peor aún una amputación histérica y sin anestesia de un trozo de la Historia de esta ciudad con fines estrictamente políticos, aliados con otros de índole publicitaria de una determinada y privada empresa de productos espirituales. Se está tratando de arrancar a puñados de la memoria colectiva y de los libros de Historia nada más y nada menos que Al Andalus. La cultura andalusi, como denunciaban dos de las escasas voces -la otra es la del siempre imprescindible Antonio Manuel- los investigadores Virgina Luque y Antonio Chaves en una entrevista que concedieron a EL PAÍS ¿A alguien se le puede ocurrir que una panda de fascinerosos culturales la emprendieran hoy día contra la cultura greco-romana sólo porque practicaban el paganismo? ¿Que lucharan por eliminar del imaginario colectivo el Derecho Romano, la Filosofía de Séneca o la Poesía de Virgilio porque aunque hubieran preñado al cristianismo de cultura adoraban a dioses que a ellos les repugnan? Pues exactamente eso es lo que intentan hacer estos gañanes revienta libros herederos del nacionalcatolicismo criminal. Eliminar, como incansablemente viene demostrando el profesor González Ferrín, el Primer Renacimiento que ocurrió en Europa, que tuvo la desgracia para poder ser reconocido en su justo mérito hoy día de haber ocurrido en árabe y adorando a otro dios, justo el de la competencia de los dueños de los resosortes oficiales de la cultura en esta mohosa ciudad, en este siempre triste país. Lo gracioso es que además esta ciudad vive (malamente desde luego) de la explotación de los restos materiales de esa cultura (pedruscos antiguos), de la estética folklórico-moruna de baratija de souvenirshop que genera la explotación del tópico, y del manipulado mito de las tres culturas para consumo del negocio buenista de políticos hipócritas. El verdadero valor de la misma, el estudio concienzudo de sus logros literarios, científicos y políticos o las auténticas realizaciones integradoras que supuso en su momento histórico, importan una verdadera mierda. Ni sirven para vender flamenquines ni para aumentar el poder recaudatorio de la Iglesia.

Lo peor no es que estos jirones del ropón de la cultura de opereta tragico-bufa con que se vistió el franquismo tras fusilar o exiliar a todos los intelectuales y gentes de cultura de la ciudad lleven y sigan desde hace más de 60 años atufándonos con su pestilente discurso castizo. No, lo peor es que no tienen absolutamente ninguna contestación desde la orilla racional, académica y científica, en caso de que exista algo parecido en esta extraña ciudad. Porque haber tribunas, haylas, otra cosa es que estén o vacías, o compradas u ocupadas por la misma zurraspa nacionalcatólica que ocupa los foros tradicionalistas locales con poder de altavoz, que parecen ser, por otra parte los únicos. Que yo sepa en la universidad hay departamentos de Arte, de Historia, Filosofía.... De acuerdo que durante años sus miembros han tenido los cojones perfectamente agarrados por las subvenciones clericales vía Cajasur, pero alguien debería tranquilizarlos y decirles que ya no tienen nada que temer. Que el lobo ya no tiene dientes sobornadores ¿O sí? Pero de todas maneras me da en la nariz que se trata del último de los presupuestos: el de que están ocupados mayormente por la zurraspa nacionalcatólica narcocofrade de toda la vida. Demasiado ocupados en deliberaciones tan profundas como el color del trapito del Cristo de la Universidad (Nuestro Padre de Mel Gibson) para que haga juego con el manto de la Dolorosa que lo acompañará este año. O en fundar Foros de Opinión patrocinados por Libertad Digital y de las JONS.

lunes, 25 de octubre de 2010

Habemus Papisam



ROMA 24 DE OCTUBRE DE 2020.
RAFALITA BESAMANOS. ENVIADA ESPECIAL

Las campanas de todo el orbe han enloquecido con la Buena Nueva. Pero sobre todo las de Córdoba En el día de ayer, una hora después de que la fumata blanca vaticana anunciase que ya había elección, el cardenal Sindone salió al palco papal para dar a conocer al mundo el nombre del sucesor, en este caso, y contra todos los pronósticos y por primera vez en la historia, sucesora, de Pedro. Porque el cónclave reunido en la Capilla Sixtina proclamó por unanimidad y a la primera vuelta Primera Papisa de la Historia a Monseñora Rosa Aguilar, primera mujer obispo de la Iglesia Católica y Cardenala in Pectore, desvelada en el testamento del recién fallecido Sebastián I, el que fuera obispo de Córdoba, más tarde arzobispo de Sevilla y cardenal, Monseñor Asenjo.

La carrera de la Papisa, que gobernará la Cristiandad bajo el andalucísimo y cordobesísimo nombre de Dolores del Rocío I, ha sido fulminante y a nuestra ciudad le cabe el orgullo de haber sido la cuna y el trampolín desde donde la ya Santa Madre comenzó su fulgurante carrera desde la alcaldía hasta alcanzar el trono de la Catolicidad.



En Córdoba siendo alcaldesa todos recordamos su paso y su conversión desde el materialismo dialéctico hasta el catolicismo cofrade tras una caída en el camino de Damasco propiciada por dos monseñores que Dios pusiera como obstáculo en él: el que fuera después Santo Padre Monseñor Asenjo y Monseñor Castillejo, que fuera Alma, Corazón y Vida de la mítica Cajasur.



Poco a poco, paso a paso, procesión a procesión fue alejándose del núcleo comunista del que provenía y luchando denodadamente por la recatolización de Córdoba hasta acabar en Sevilla reclamada como consejera de la Junta y más tarde Ministra del Gobierno del último gabinete socialista antes de su debacle final. Es de admirar la forma en que nuestra ya Santa Madre fue siempre quitándose una a una las capas, que como las de una cebolla, la cubrían hasta descubrir el cogollito de su verdadera vocación de Política Universal, de faro del Orbe Cristiano. Sabiendo siempre escrutar el verdadero a tomar entre los inexcrutables caminos del Señor.

Pero fue con la entronización de un gobierno acendradamente católico en España cuando sus posibilidades de servicio a Dios se dispararon. Nombrada embajadora en la Santa Sede pronto se convertiría en una figura clave en la política vaticana. La Divina Providencia jugó sus bazas proporcionando la oportunidad de una renovación de la curia tras la misteriosa epidemia que segó la vida de treinta y cuatro cardenales y dos guardias suizos en menos de dos meses. La amistad de los nuevos cardenales seguidamente nombrados, casi todos españoles, con la embajadora Aguilar fue según los más finos analistas la que puso en la Silla de Pedro al entonces arzobispo de Sevilla y su Director Espiritual desde sus tiempos cordobeses, a la muerte de Benedicto XVI, el Papa Asenjo, Su Santidad Sebastián I. Su sempiterna chaquetilla roja se hizo famosa en todos los media mundiales contrastando durante años con las negras sotanas vaticanas. La nueva curia bajo los auspicios del Santo Pontífice puso en marcha una serie de reformas entre las que se incluyó, dado el clamor popular, el acceso de la mujer al sacerdocio. Y por supuesto la primera en recibir a petición propia la sacra unción fue la embajadora Rosa Aguilar, que en menos de dos años alcanzó el grado episcopal de manos de su mentor y amigo Sebastián I. Primera alcaldesa de Córdoba, Primera Ministra cordobesa. Primera sacerdotisa, primera obispa, y primera Papisa de la Iglesia Católica. Siempre Primera.


La muerte hace apenas diez días de Sebastián I creó una gran incertidumbre entre los fieles por la falta de carisma de los cardenales papables. Incertidumbre que fue ayer mismo despejada con la noticia de que en su testamento Monseñora Aguilar había sido nombrada Cardenala in Pectore por el difunto Papa y aconsejada a los cardenales su elección como su sucesora.

Doloroes del Rocío I tuvo en su primera alocución palabras dulces para España y para Córdoba, a la que dijo llevar en el corazón y ya en privado de aliento para el Obispo de Córdoba, Monseñor Demetrio, ingresado recientemente en estado de shock delirante y permanente en una clínica sacerdotal especial después tras haber sufrido varios ataques paranoides obsesivos de celo apostólico que cursaron con agresiones físicas callejeras a los turistas a los que escuchaba llamar Mezquita a la Santa Catedral. Así mismo ha manifestado su deseo de que en su primera misa le asista de monaguillo su fiel escudero de los tiempos cordobeses y hoy afamado tabernero de La Corredera, Andrés Ocaña.

Los rumores acerca de la posible beatificación de la Nueva Papisa después de que se convirtiera en un tiempo record en primera sacerdotisa, primera obispa y primera Papisa del Orbe Católico y por ello en la primera persona beatificada en vida se han disparado en Córdoba. Razones para ello no faltan. A la labor pastoral que dejó hecha en Córdoba, con la inyección de inaudita fuerza que dejó en el mundo cofrade habiendo conseguido con su estímulo que desde su partida no haya fin de semana del año en que las calles cordobesas no se vean santificadas por tres o cuatro procesiones católicas se suman los testimonios de un par de curaciones milagrosas tras la invocación de su nombre. Una Plataforma ya ha surgido para pedir a la nueva Papisa que se autobeatifique a sí misma. Como paso previo a su Santificación. Y que decida su enterramiento, tras los muchos años que le queden, en la Catedral, antes Mezquita. Para fomentar las pernoctaciones con el turismo religioso.

En cuanto a los rumores de que de la construcción del mausoleo del difunto Sebastián I se haría cargo la empresa Arenal 2020 del que fuera amigo íntimo de Su Santidad Rafael Gómez parecen ser ciertos y han creado un gran revuelo en la ciudad por las posibilidades de crear empleo tras la crisis provocada por los fastos de la Capitalidad Cultural del 2016 que, como saben nuestros lectores, dejó a la ciudad en un gravísimo estado de postración.

miércoles, 13 de octubre de 2010

La Hermandad del Santo Latrocinio (II)

CURAS LADRONES


Personalmente, pienso que la apropiación


del patrimonio por parte de la Diócesis


ha sido un robo a nuestros pueblos,


y así lo he dicho con total claridad


Pedro Leoz, sacerdote


Decíamos ayer, queridos niños, que la Iglesia Católica, basándose en una ley de más que dudosa constitucionalidad, con un secretismo férreo y con la complicidad de todos los organismos del estado supuestamente aconfesional lleva varios años cambiando sistemática, afanosa, impunemente el sistema de propiedad de los bienes histórico-artísticos de carácter religioso de toda España que secularmente habían permanecido como de dominio público registrándolos a su nombre . Entre otros muchos, que se sepa, La Mezquita de Córdoba, inmatriculada el 2 de marzo de 2006 en el registro de la propiedad como idem de la Iglesia Católica. El hecho ha debido afectar, a pesar del espeso silencio que se ha instalado en el tema, a todas las provincias del solar patrio pero nosotros por razones de economía espacial más que nada vamos a limitarnos comparar las reacciones que el latrocinio ha provocado en dos lugares concretos tomados así, al azar, a la buena de Dios: Navarra y Córdoba. Y para ello y en aras a haceros más amena la enseñanza de hoy os propongo el divertido juego de las Siete Diferencias. Su facilidad nos ayudará a conocer cómo se comportan distintas comunidades ante hechos similares. Se ponen dos mapas de las dos provincias juntas con sus bienes, sus curas, sus políticos, sus periodistas y sus ciudadanos, fácilmente encontrables en las diferentes wikis que abundan en la red y se buscan las diferencias. Tenéis diez minutos para encontrarlas. Pasados los cuales podéis contrastar vuestros resultados con la


SOLUCIÓN:


1ª DIFERENCIA: En la semiártica Navarra hace bastante más frío que en Córdoba. Por ello sus habitantes suelen ser más espabilaos y al menos, aunque con cuatro años de tardanza, se han dado cuenta del robo. En Córdoba como tenemos mejor temperatura está mu rico el salmorejo y las fiestas de los patios y las cruses son mu bonitas.


2ª DIFERENCIA: Los ayuntamientos de los pueblos navarros afectados por el saqueo se aprestaron rápidamente a organizar una asamblea para decidir una estrategia conjunta. Se celebró en Burlada y acudieron 180 alcaldes y concejales de aproximadamente cien pueblos de la provincia. En Córdoba el hecho probablemente sólo fue conocido, aparte de los registrantes y los funcionarios del Registo, que han callado como putas ante su chulo, por su Repelentísima la Exalcaldiosa Rosa Aguilar, que habiéndola recibido bajo secreto de confesión por su Spiritual Coaching Monse Ajenjo o viceversa, no produjo en la ciudad ni el más leve movimiento de una hoja o un pétalo delicado de clavel o gitanilla de las miles que perfuman el embrujo de la noche cordobesa y la llenan de ensueño y señorío...


3ª DIFERENCIA: De la Asamblea de Burlada salen dos cosas. Un modelo de moción para que los responsables de los ayuntamientos afectados los presenten en los plenos y la creación de una Plataforma de Defensa del Patrimonio Navarro que plantea una estrategia jurídica, política y de acción directa para conseguir revertir el proceso latrocinador. En primer lugar han presentado un recurso de inconstitucionalidad de la Ley Hipotecaria perfectamente fundada. En Córdoba las mociones municipales tratan fundamentalmente de adecuar las obras de las calles para que no dificulten los recorridos de los pasos de Semana Santa. Y para nombrar Vírgenes alcaldesas perpetuas.


4ª DIFERENCIA: La Plataforma de Defensa del Patrimonio Navarro está compuesta por políticos, juristas, periodistas, intelectuales y ciudadanos normales. Está presidida por un cura jubilado, el Padre Leoz, que en castigo por ello mismo le ha sido eliminada la paga extra que recibía como pensión del Arzobispado. Ha instado a los alcaldes a que faciliten los datos para elaborar un listado del alcance del latrocinio. Por ahora van denunciadas 1.086 inmatriculaciones de bienes públicos a nombre de la Iglesia, entre los que hay no sólo templos sino incluso cementerios y hasta un parque infantil. Algunos ya han sido convenientemente vendidos por sus nuevos dueños. En Córdoba el alcalde de Izquierda Unida ha mostrado siempre su más profundo respeto por el Señor Obispo, al que considera ostensiblemente SU obispo sin viceversa, cada vez que éste ha atentado contra los principios básicos de la convivencia, como Obispo, claro, es decir como el representante de una organización que no sólo le ha chorizado bienes públicos a los cordobeses sino que también intenta invadir sus competencias sin haber sido elegido por nadie. Y como obras son amores le ha regalado un chou multimierda de colorines engañaguiris de manada para que se forre el riñón y de paso adoctrine y catequice en la doctrina católica y en la esencia cristiana de la Mezquita (antes mezquita) que su empresa ha usurpado. Y sin poner en duda ni por un solo momento la legitimidad de la apropiación premeditada, alevosa y nocturna del monumento. Don Andresito se llama. De Izquierda Unida. Mientras, lo sociapollas mueven la boca sin hablar y los ultracentristas del PP encantados de que los curas les manoseen hasta los dineros. Y es que son como niños...


5ª DIFERENCIA: La prensa navarra ha cubierto ampliamente el escándalo y ha entrevistado a los miembros de la Plataforma. La prensa cordobesa güele a jazmiiineeeeeh. Y a insienso der güeno. Pero es que no tiene tiempo, ocupada perennemente en el titánico esfuerzo de cubrir las cinco o seis procesiones semanales de que gozamos en esta ciudad de la Eterna Semana Santa. Los miembros de la Plataforma navarra han escrito en común y publicado un libro titulado ESCÁNDALO MONUMENTAL en la editorial Altaffaiya, en el que cuentan toda la historia de los hechos. Los intelectuales cordobeses, con la precisa excepción de Antonio Manuel que denunció recientemente el hecho en un memorable artículo de El Día y los antiintelectuales, antisistema y contraculturillas que pululamos en esta Taberna que llevamos años denunciando los expolios clericales, están mu contentos porque ¡sipote, pero que bonita es Córdoba y cómo nos meresemos la Caspitalidad! Es de remarcar la alegría de nuestro laxante Antonio Gala, el lujoso papagayista profesional que más pasta cobra por soltar soplapolleces en saraos culturetas del hemisferio norte. Será porque como él ya ha pillao de la Iglesia uno de esos inmuebles... ¡Alegría, alegría!


6ª DIFERENCIA: En Navarra las verdaderas fuerzas vivas al contrario de las zombies se han alegrado de haberse librado de la pamplonipollada de la preselección a la Caspitalidad del 2016, que amenzaba con convertir la capital en un Parque Temático Sanferminero de por vida. Además, la pasta que se ahorran la pueden dedican a tratar de recuperar los bienes expoliados por las sotanas. En Córdoba desbordamos alegría porque, aunque nos la metan los curas doblada y liada en un cilicio y nos hayamos quedado tontamente sin la propiedad de nuestro más emblemática y productiva seña de identidad en el mundo, SEMOS CAMPE-OOOOO-NES OÉ, OÉ, OÉEEEE. Y es que la tendremos más larga, pero sobre todo más tonta que nadie.


7ª DIFERENCIA: En Navarra tienen un problema con las protestas. Que todas, y son muchas como aguerridos norteños que son, intenta apropiárselas con mediano éxito Herri Batasuna. Ello tiene la ventaja de que los txikos de la borroka las publicitan vigorosamente, pero la desventaja de que la gente independiente y no nacionalista puede huir y de hecho acaba huyendo en desbandada de ellas. Con todo esta del latrocinio eclesial ha conseguido mantenerse libre de presiones absorbentes abertzales. En Córdoba como nunca hay protestas cuando nos saquean los poderosos con o sin sotana la ventaja es que los guiris respiran calma, mucha calma. La desventaja es que los propios cordobeses hemos acabado confundiendo la calma con el karma. Y así estamos de karmaítos... Debe ser la idiosincrasia oriental que un día tuvimos. Y es que como diría Monse Demetrio, de los moros nada bueno.


Así que tal vez, queridos niños, lo que hace falta en esta ciudad es que venga un LABORDETA de verdad y nos mire, a los políticos, a los periodistas, a los intelectuales, a los ciudadanos... Y nos diga bien fuerte ¡¡¡A LA MIERDA, hombre, A LA MIERDA!!!


DOCUMENTOS:


ENTREVISTA A PEDRO LEOZ (AUDIO)


SAQUEOS EN OTROS LUGARES



ADDENDUM DE 11-07-2011:

Ya le vale lo que ha tardado en hacerse el eco El País del latrocinio de bienes públicos en que lleva empleada la Iglesia católica desde hace años. Hoy por fin publica un artículo, aunque circunscribéndose sólo a Navarra. LA MEZQUITA DE CÓRDOBA sigue sin padrinos. Perdón, en manos del único Padrino. La Iglesia inscribe como propios miles de inmuebles.

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lunes, 11 de octubre de 2010

La Hermandad del Santo Latrocinio (I)

para_dios


Cada día estamos más convencidos del carácter providencial de la elección de Su Lustrísima don Demetrio Fernández, conocido ya cariñosamente como El Tío del Báculo Espantamoros por sus fieles más fans, como Obispo de Córdoba. Ya no cabe duda de que El Paráclito lo ha enviado para que consume definitivamente la II Desislamización de la Mezquita (antes mezquita) de Córdoba y con el declarado fin de cambiar de una vez y para siempre el nombre del monumento centro físico y espiritual de la Sede Episcopal Cordobesa. Y ello desde el primer día de su toma de posesión cuando hizo grabar en su escudo de armas episcopal el precioso lema:


CATEDRAL ANTES MUERTA QUE MEZQUITA


Y hoy ya ha dado su primer paso público desde las piadosas páginas del diario confesional católico ABC mediante un llamamiento a las autoridades para que dejen, de cara a la proyección que tendrá la ciudad con su posible designación como Capital Cultural Europea 2016, de llamar en la cartelería y el folletaje Mezquita-Catedral de Córdoba a la Mezquita-Catedral de Córdoba y la llamen simplemente Catedral de Córdoba para no confundir a los visitantes. No sean que se imaginen que se van a encontrar un Corán en la silla de un imán o tropezar con el culo de un moro rezando.

La bondad, la voluntad de diálogo de su Lustrísima se ponen de manifiesto en el hecho de que ese llamamiento lo hace desde el más estricto buenrollismo, invitando de buenos modos a las autoridades civiles a que no perseveren en el error evitándole el malrollo de tenerlo que hacer por las malas. O sea mediante el baculazo de la vía judicial.

Y es que desde no hace mucho el Señor Obispo, en nombre de su Empresa, debe tener la potestad de imponer mediante el peso de la ley el nombre que ha de darse oficialmente a sus productos, pero sobre todo a sus propiedades. Propiedades por ahora legales y requetelegales desde que las inmatriculó en el Registro de la Propiedad con premeditación, alevosía, sigilosidad y la complicidad de todas esas autoridades civiles que ahora se resisten a tener que emplearse en el gasto y el fárrago de cambiar tanto cartel y tanto folleto con la crisis que está cayendo.


escándalo monumental


Efectivamente muy pocos cordobeses de a pie saben (los de a caballo se enteraron también tarde, pero disimulan) de que desde un histórico, aunque indeterminado, día del año 2006 y después 770 años, concretamente desde el 29 de junio de 1236 en que un rey castellano confiscara el edificio a la comunidad musulmana cordobesa, la Mezquita-catedral (perdón la catedral antigua Mezquita, digo... la catedral de Córdoba, que me atiza el Tío de la Vara, digo del Báculo) ha dejado de ser un bien público, para pasar a ser un bien privado. Es decir ha sido privatizada y regalada a una multinacional estatal extranjera, la Iglesia Católica, con sede central en el último estado absolutista de Europa, el Vaticano, a través de su sucursal empresarial local: el cabildo catedralico católico cordobés. El hecho suena un poco irrespetuoso e incluso borde, pero que me diga alguien que no responde a la realidad real a la vista del proceso mediante el cual se ha llevado a cabo:

La Ley Hipotecaria fue un invento de los legisladores franquistas para permitir al estado dictatorial de esencia fascista hacerse con la propiedad de los bienes comunales que nunca hubieran sido inscritos en Registro de la Propiedad alguno (a eso se llama inmatricular) y que pertenecían como bienes públicos por simple tradición a los concejos, parroquias y municipios, que nunca se vieron en la necesidad de hacerlo. Es decir a robar cómodamente lo que pertenecía desde tiempos inmemoriales sin intermediarios al pueblo. Por ejemplo inmatricular era lo que hacían los colonos del Far West con las tierras de los indios. En su artículo 206 la ley permitía a las Corporaciones Provinciales, Locales y de Derecho Público y a la Iglesia Católica (asimilándola lógicamente a la estructura de poder de la dictadura nacionalcatólica) a inmatricular por un procedimiento excepcional los bienes que le pareciera oportuno, excepcionando en su caso los lugares de culto. Según la abogada Isabel Urzainqui esa posibilidad excepcional de inmatricular supone que no es necesaria publicidad, edictos ni trámites, de forma que "una certificación del Diocesano sirve para pasar al Registro a un bajísimo coste y sin necesidad de notario".


Es así que la Iglesia se hizo en aquellos años con infinidad de tierras comunales que mantenía hasta entonces sólo en usufructo y de edificios históricos que en algún momento de la historia le habían sido cedidos por los concejos o por los demás poderes civiles para su mero uso. Pero la legislación fascista no se atrevió a conceder la propiedad de las iglesias, ermitas y santuarios a la Iglesia Católica.

Para ello sólo hubo que esperar pacientemente hasta 1998 cuando en una España desembarazada por fin de la dictadura e inmersa en una pseudodemocracia puramente electoralista accedió al poder un partido confesadamente confesional formado fundamentalmente por los herederos espirituales, intelectuales y biológicos del nacionalcatolicismo, el PP de Aznar, que dio el paso que ni Franco se había atrevido a dar, a pesar de que presumiblemente las jerarquías eclesiásticas debieron reclamárselo repetidas veces: modificar el artículo 206 de la Ley Hipotecaria eliminando la prohibición para la Iglesia Católica de inmatricular los edificios dedicados al culto.

A partir de ese momento y a lo largo de varios años la Iglesia ha ido inmatriculando sigilosamente miles de iglesias, catedrales, ermitas, santuarios, basílicas y cementerios que habían permanecido desde siempre como bienes públicos. Tan sigilosamente lo hicieron que las primeras alarmas comenzaron a sonar cuatro años después de que la Iglesia inmatriculara el primer templo. En Navarra, que además es la comunidad donde mayor número de latrocinios clericales se han detectado.

En el resto del estado español sólo he podido rastrear algunos casos sueltos más, el intento de choriceo de los terrenos de la parroquia de San Pablo de Santander en cuya perímetro incluso existían viviendas, frenado judicialmente por la comunidad de vecinos, el choriceo consumado de la ermita de san Bartolomé en Herrera de Soria. Y por supuesto en Córdoba, en la Mezquita (antes mezquita). Pero ¿Y en los demás lugares de la geografía católica apostólica y romana española? Y en Sevilla, y en Lugo, y en los pueblos castellanos con ermitas visigodas? ¿Y en Córdoba, qué pasa con las iglesias fernandinas, incluso que pasa con el negociete del convento de la Santa Cruz y la monja defenestrada? ¿Tendría algo que ver? Silencio, silencio absoluto. Ni los políticos, ni los ciudadanos, ni los periodistas, ¿nadie se ha dado cuenta del brutal cambio histórico que ha ocurrido en el sistema de propiedad de los bienes de interés cultural, histórico-artísticos en este país? ¿De estúpidos, podríamos decir? ¿De ciegos? ¿De cobardes?

Menos mal que Navarra nos redime, porque en Navarra... Bueno, eso lo dejaré para el siguiente post, que probablemente será mañana y en el que jugaremos a las 7 Diferencias entre lo que ha pasado en esa comunidad con el asunto del latrocinio de bienes públicos por parte de los curas y lo que ha pasado en Córdoba. 7 Pequeñas Diferencias, 7.

Hala, que soñéis con los Cofrades Ensotanados del Santo Latrocinio.

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domingo, 10 de octubre de 2010

NOTICIAS DE LA TABERNA "LA CALLEJA DE LAS FLORES"


Subo como entrada un comentario que ha dejado el Tabernero de La Calleja en el post anterior de este blog para dar cuenta del estado actual de la caída. Su alusión a la respiración obedece a que alguien apuntó que ni siquiera respiraba:



No respiro porque quisiera daros buenas noticias pero por ahora no es posible. La enésima caida de La Calleja se ha producido en un momento en el que dispongo de poco tiempo libre, lo cual dificulta la reparación.

La insistencia de los problemas de la página, montada sobre Word Press que es una plataforma estable y muy segura, está dejando desconcertados a informáticos y expertos que manejan esta misma plataforma. Como no resulta normal el número de incidencias, todo lleva a pensar que no es casualidad, sino una estrategia de acoso a la página por parte de terceros. No me preguntéis quiénes son porque no lo sé ni voy a tener posibilidad de saberlo.

Estamos intentando ponerle solución para que La Calleja sea visible de nuevo. Esto no descarta que pueda ser atacada de nuevo.

Para una solución definitiva, estoy valorando sacarla de mi servidor, ya que esto está afectando a otras páginas que tengo alojadas ahí, y que son mi negocio y no tienen nada que ver con la Calleja ni con el MIC.

Manuel me apuntaba una posibilidad que quizás estudiemos cuando consigamos ponerla en pie, es alojarla en un servicio premium de WP, en sus servidores que están en EEUU y deberían ser más inaccesibles a un furibundo ataque.

Tengo copia de seguridad actualizada de todas las páginas, por lo que los contenidos no corren peligro, siempre se pueden instalar en otro lado.

Lamento no haberos dado noticias, pero como digo estoy un poco falto de tiempo y las consultas a mi correo han sido muchas.

Espero que pronto pueda haber buenas noticias para los parroquianos.

Un saludo y gracias a todos.

El Tabernero.