(del laberinto al treinta)


sábado, 2 de octubre de 2010

Octubre, el otro mes de la alegría en Córdoba

Como haciéndole la competencia a su mes antípoda, mayo, el mes de la alegría primaveral, octubre en Córdoba empieza a perfilarse como el mes de la alegría otoñal. Efectivamente las tres actividades más importantes que están teniendo o tendrán lugar en este octubre en Córdoba tienen que ver con una experiencia, actividad o estado alegre donde los haya: LA MUERTE. En sus tres vertientes: natural, violenta y simbólica.

En su vertiente natural ayer mismo se inauguró en nuestra ciudad el X CONGRESO DE FUNERARIAS, cuyo principal tema recoge la evidente crisis del sector, para lo que ha apostado por seguir innovando y buscar soluciones a los servicios que se demandan, entre otras la oferta de incineración de mascotas. Parece que la gente se muere menos y peor o quiere morirse más barato que antes. De hecho una de los puntos a debate ha sido la lucha contra el fraude, ya que mucha gente pretende en los servicios funerarios hacer pasar por mascota a la abuela o al abuelo.

La vertiente violenta está representada por INTERCAZA el salón anual escaparate de los empresarios que surten de armas mortíferas y siniestra parafernalia a los testosterónicos machos de la especie humana que padecen la diversión de salir de su hábitat natural, invadir el ajeno y descerrajarle un balazo en el hígado con el resultado de muerte fulminante a la primera criatura der Señó de otra especie que se le ocurra salir de su madriguera para cumplir con su trabajo diario de alimentarse y alimentar a sus crías.. Por cierto que aplaudimos la decisión del Ayuntamiento de cubrir con unas lonas el monumento a los papás de Bambi recientemente colocado a los pies del Hombre Pájaro del Puente Nuevo, para evitar tentaciones a los pegatiros que vengan de fuera y se piensen que se tratan de blancos expresamente colocados para ellos.

En cuanto a su vertiente simbólica está previsto para el día 15 la apertura del III SALÓN COFRADE, en el que se presentarán las últimas tendencias de la moda relacionada con el Culto a la Muerte del Profeta-Dios de los católicos. Para la temporada pascual que viene se están imponiendo los colores rabiosamente tumefactos que hagan juego con las llagas y moretones de las representaciones que de esa Muerte procesionan y los cortes tipo sudario para las enagüillas de los pasos.

Lo único que falta es que se implemente una corrida de toros, con rejones de muerte a ser posible. o un congreso de matarifes finos. Que por algo estamos en la Ciudad de la Toreancia del Dormidisisái.


¡¡¡¡Alegría, alegría!!!! ¿Será todo esto una metáfora o... peor aún... un augurio?


viernes, 1 de octubre de 2010

And the winner is... ¡¡¡CÓRDOBA!!!


COR-DO-BAAAÁ, COR-DO-BAAAÁ, COR-DO-BAAAÁ, Córdoba ha resultado finalmente ganadora. ¿De la Caspitalidad, dice usté? No hombre, lo que Córdoba ha ganado es el premio al tonto'lculismo municipal sección concejales recalcitrantemente atufados por incienso del I CERTAMEN NACIONAL DE PUEBLOS TONTOS organizado por el afamado blog del Intennel SUPERSTICIONES. La competición andaba últimamente muy reñida entre Morón, Rota, Baena, y otras localidades. Pero el jurado ha sido claro y contundente. Córdoba es la que se lo merece.


Dado que el blog organizador es cordobés no han faltado las acusaciones de tongo y enchufismo. Pero los miembros del jurado han dado pruebas suficientes de que Córdoba ha ganado el premio por méritos propios. El domingo pasado los miembros del jurado pudieron acceder a dos interesantes datos que han sido decisivos a la hora de emitir el fallo. El primero el descubrimiento de que uno de los avatares de la madre del dios de los católicos, conocida como Virgen del Socorro, fue nombrada por el Ayuntamiento Alcaldesa Perpetua de la ciudad y el segundo que el propio Ayuntamiento ostenta orgullosamente el título de Hermano Mayor Honorífico de la Cofradía que adora y procesiona a ese avatar del panteón católico.

Bueno, pero eso ocurre en cientos de ayuntamientos del piadoso suelo patrio, en el que siempre es Semana Santa, se dirá. Sí, pero en ninguno se da la circunstancia de haber estado gobernando por interrumpidamente desde hace 30 años por Izquierda Unida, única formación que lleva en su programa explícitamente la promesa de separación Iglesia-estado. Y resulta que en el único lugar del mundo mundial donde acceden a gobernar no sólo incumplen esa promesa y no son capaces de ejercer esa separación en un simple consistorio municipal sino que permite que sus concejales se engominen el pelo ellos y se vistan de domingo ellas, se agarren un bonito palo santo y se vayan en representación de ese Ayuntamiento a procesionar y a cantar con las beatas Calegríiiiiiiiiiiiiia cuaaando me dijeeeerooon... No como personas humanas que ejercen su humano derecho a consumir los productos estupefacientes magicosupersticiosos que les venga en gana. No, en representación del pueblo de Córdoba, incluidos todos sus votantes ateos, agnósticos, anticlericales y todos aquellos que les han otorgado su confianza sólo por esa bendita promesa de separación entre la cosa pública pública y la cosa religiosa privada. Ésta última circunstancia es la que ha llevado a mi amigo Juan Sepelio a presentar alegaciones al fallo del jurado con el poderoso argumento de que esos concejales no incurren en estulticia, sino en estafa, o cuando menos en incumplimiento de contrato. Os tendremos al tanto del resultado de la tal alegación.

Como el jicarazo contado así en simple relato resulta bastante intragable el jurado ha adjuntado la prueba de un recorte de un periódico local en el que queda patentizado. Los tres personajes de la foto son concejales. Dos de ellos, los de IU, portan el palo santo y el otro, que milita en el PP, partido que está encantado de que los curas manoseen incluso nuestras leyes, se agarra ávidamente el suyo propio. Mi amigo Juan Sepelio que asistió al acto dice que esa agarrada de las partes propias por parte del PPipiolo se debió a un acto reflejo ante la amenaza que desde el público le hizo el espía de su jefe, el incombustible Niño Arenas. Que pudo escuchar nítidamente como le decía: ¿Los rojos con vara de mando y tú no, so pringao, cuando se entere Javier, te va a cortar los güebecillos.


SOCORRO


Pero lo más intrigante de todo es ¿DE QUÉ COÑO SE RÍEN estos tipos y tipas?


NOTA: El recorte de prensa pertenece a la edición del lunes 27 de septiembre de 2010 de EL DÍA DE CÓRDOBA y la foto está firmada por BARRIONUEVO. Que estos del Día son mu miraos pa sus cosas y se mosquean si los fusilas sin balas.

jueves, 30 de septiembre de 2010

Paisaje después de la batalla


Lo peor de todo es que la única virgen que se nos ha aparecido últimamente sobre el chaparro de nuestra credulidad es la verdad de que no vivimos en democracia. De que los votos de los ciudadanos no sirven para elegir las políticas sociales y económicas que ofertan los partidos sino que dependen de decisiones de personas y organismos que no han sido elegidos democráticamente. Por eso el éxito general indiscutible de esta huelga de trabajadores que sólo ha fracasado en los ambientes donde son mayoritarios los insolidarios sindicatos amarillos y profesionales manejados por el PP (SATSE y CSIF por ejemplo) no se va a corresponder con el correspondiente paso atrás de las medidas gubernamentales. Sencillamente porque este gobierno, ni ningún otro, tiene ese poder. La escenificación de la conversión en felpudo de Zapatero ante la Trimurti de Wall Street, lloriqueando su perdón por no haber hecho sus deberes ultraliberales antes y prometiendo después entre moqueos mantenerlas contra viento y marea es absolutamente clara. Eso en lugar de abanderar una resistencia contra esa dictadura en lo exterior y en el interior obligar hacer pagar aunque sólo fuera su parte corresponsiente de la crisis a las rentas altas, a los beneficios de las empresas.

La socialdemocracia, de haber hecho el papel tradicional de colchón entre el sovietismo y las dictaduras fascistas, ha pasado desde hace años a hacer el de condón. El condón que se pone el Mercado en el acto de violar los derechos de los trabajadores para no preñarlos de rebeldía. En el fondo siempre lo fue, pero al menos hasta ahora mantenían acolchada la conciencia de clase con el necesario estado de bienestar apoyado poderosamente con el aturdimiento de las bagatelas electrónicas y la tele cretinizante. Pero ahora en medio de esta crisis provocada por El Mercado para reajustar los niveles de renta hacia arriba ya sobra el estado de bienestar, que sale caro, porque una parte, aunque fuera la mínima, la pagaban los poderosos. Y ya no quieren pagar nada. Si los trabajadores europeos no quieren trabajar más barato y sin derechos y pagarse por sí mismo el médico el Mercado se va a explotar chinos, que esos no han conocido la socialdemocracia nunca.

Lo primero fue cargarse los sindicatos. La Dama del Coño de Hierro fue la primera. Y los rindió por hambre en los 90. Trató a los aguerridos huelguistas de los 90 como si soldados argentinos de las Malvinas fueran. Sin distinción. Ante la desidia de la población que comenzaba a conocer los móviles y las cómodas hipotecas. Más tarde la propia desmovilización popular por falta de alternativas virtuales al capitalismo (el niño de las reales fue arrojado junto con su mierda por el desagüe) alejó a las bases de los sindicatos. Ya no hicieron falta policías. La policía represora de las reivindicaciones se instaló en el interior de cada uno. Y para subsistir los sindicatos hubieron de convertirse en gestorías y ser subvencionados por los gobiernos. Tal vez no debieron dejarse comprar, pero la alternativa era la disolución. Ahora están pagando el que todos los amantes del neoliberalismo y la instauración de la ley de la jungla en las relaciones sociales y económicas puedan desgañitarse gritando contra ellos, desprestigiando su labor y considerándolos inútiles. El problema es que la mayoría de estos desprestigiadores son pobres. Y parecen no saber que el mantenimiento del estado de bienestar, los derechos de los trabajadores y la solidaridad social en forma de servicios públicos es tan imprescindible para ellos como para los que sí luchan para mantenerlos. Pobres neoliberales pobres.

Yo personalmente, que no tengo ninguna fe en una salida digna del agujero en que nos están metiendo. La capacidad de lucha de las masas populares que viven esta situación de dictadura en la que no tienen control sobre su destino está desdentada. Es absolutamente delirante el hecho de que la mayoría de la gente se enorgullezca de haber luchado para poder dejar un triste piso barato a sus hijos y permanezcan de brazos cruzados a la hora de luchar para dejarles un futuro digno y la posibilidad de que su destino quede en sus manos y no en las de los ladrones de futuros. Lo que les dejarán será un futuro de Sarkozys y Berlusconis.

La única salida que veo es que la izquierda tome conciencia de su propia fuerza de una puta vez, eche a patadas de sus filas a los que asumen el papel de condones de los dictadores del Mercado y plantee un argumentario sólido, una alternativa cohesionada, coherente e ilusionante a la destrucción sistemática de los valores de solidaridad, fraternidad y libertad en que están empeñados los que han decidido cargarse la Ilustración con el único fin de forrarse. Pero no sólo para los países ricos. Los miserables del mundo también existen. Una economía sostenible de escala mundial pero de escala humana.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Cuando las hienas pierden la gracia

Yo a Luisito Miranda siempre le he tenido ley. Bueno, más que ley cariño, pero a mí siempre me gustó respetar las frases hechas. Luisito me recordó desde el principio de nuestra relación virtual al amiguete de Torrente, el de la primera, aquel que fue invitado por el héroe de Carabanché: ¿Nos hacemos unas pajillas? Y que ante la cara de estupor de nuestro muchachote lo tranquiliza pero sin mariconeo ¿eh? Así que me lo imagino con la misma cara recibiendo la invitación del correspondiente Torrente en su mocedad: ¿nos hacemos unas novenas?.... Pero sin beateo ¿eh?. La diferencia entre ambos es que del amiguete del Brazo Tonto de la Ley nunca supimos cómo acabó y de Mirandita sabemos que acabó de novena en novena, en solitario o en compañía, como depurado comentarista del espectáculo ese en el que unos recios y sudorosos mocetones se mueven rítmicamente debajo de unas barrocas y tupidas enagüillas. Y como reputado experto en trapitos de vestir las muñecas que aquellos pasean.

En lo estrictamente columnario, mi adorado rencoroso cofrade de cabecera supone en la ganadería estilita abecedaria local un curioso ejemplar de astado berrinches de provincias. De embestida híbrida, una veces directa y otras de pregonao, hija de un cruce entre el bilioso verbo orodentado y halitósico de Antonio Burgos y la teología de bajo vientre del coñólogo católico e inmoderado devorador de tigretones, Juanma de Prada. Pero siempre le he apreciado la cultivada retranca, la ironía fina y el sarcasmo retrechero de que solía hacer gala.

Pero lo que ha perpetrado en su última entrega ha sido absolutamente decepcionante. Muy mal, muy mal tiene que andar de ingenio Mirandita cuando para reírse de la convocatoria para solicitar el Premio Príncipe de Asturias a la Memoria de los Moriscos, tiene que andar haciendo jueguecillos gilipollas de palabras, pedorretas chistosas sólo digna de algún Moranquete de segunda fila de Cagal Sur, o peor aún de patio de colegio de curas vigilado por el Padre Macocas. Debe ser que los efectos del alcaloide que usa, mezcla de cera e incienso, se le han mermado ya por estas fechas y el horror vacui de su voluminoso portaselebro le está haciendo estragos al ingenio. Porque vamos los chistecillos de los mariscos por los moriscos, mariscada por moriscada, genocidio por lenocinio y lo de las merluzas y los jipis son al sarcasmo lo que al erotismo el caca, culo, pedo, pis. Sin ir mas lejos, en esta misma taberna tenemos reidores del evento con infinitamente más clase que él. Y además nos azotan con ella gratis, que el narcocofrade rencoroso por esa soplapollez encima cobra.

En el fondo del asunto tiene motivos para reirse Mirandita. La gente de su ralea lleva riéndose con carcajadas de hiena de nosotros, entre genocidio y pogromo, desde hace cuatro siglos. Es la gente de la España que expulsó a los judíos y a los moriscos y que lo intentó (y volverá sin duda a hacerlo invitado esta vez por un fascista francés y otro italiano) con los gitanos nómadas, la que controló férreamente la voluntad popular por un siglo mediante el caciquismo y las sotanas, la que derribó los pilares de la convivencia de un régimen democrático y asesinó en las cunetas a medio millón de diferentes para salirse con la suya. Tiene motivos para reirse a mandíbula batiente cuando la atroz estética de las procesiones contrarreformistas de Semana Santa que se inventaron precisamente para celebrar el genocidio de los otros, el triunfo del pensamiento uniforme frente a la diversidad de criterios sigue perfectamente viva, cuando los valores de la Ilustración contra los que lucharon y por un momento perdieron empiezan a adelgazarse de nuevo frente a la irracionalidad y el tribalismo campante. Tiene motivos desde luego, muchos motivos para carcajearse de que el premio no se lo hayan dado a la Concordia, sino a una organización supuestamente caritativa pero cuidadosamente contraria a la justicia social. Una organización de funcionarios de un estado absolutista y totalitario que intenta (y consigue con mucha frecuencia) imponer su legislación particular a las constituciones de los demás países y que discrimina en su territorio y en los infinitos consulados con los que cuenta por todo el mundo a la mitad exacta de la población por el hecho de no contar entre sus piernas con dos bolas peludas y un apéndice carnoso eréctil. Ese que a un número sintomáticamente alto de los funcionarios de ese estado tanto les gusta dar a los niños pa que se lo manoseen.

Tiene tantos motivos... Pero al menos que se carcajee con imaginación, sin fusilar los descatalogados chistes del llorado Pepe da Rosa. Que pa eso cobra.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Más Leña a la Arqueología

Ruinas califales aparecidas en las obras del Hospital Reina Sofía

Restos de una almunia califal hallados en las obras del Hospital "Reina Sofía" de Córdoba.

Lo peor de este asunto es lo fácil que lo pone esta señora que trabaja en el Diario CORDOBA para hacer juegos de palabras con su apellido y su dedicación. Isabel Leña arremetiendo de nuevo contra el patrimonio arqueológico de esta ciudad. Yo no la conozco, pero me la imagino una señora muy fina, muy pulcra y muy aficionada a tenerlo todo aseadito, a ser posible alicatado de porcelanosa hasta el techo. Incluso los restos arqueológicos que aparecen en esta ciudad. O limpiamente eliminados. Por latosos, por suponer escollos para el higiénico enladrillamiento de hasta las muelas de esta ciudad, por salpicar todo un entorno que ha de ser pulcramente granitificado. Latosos, escollos, salpicar... Son las expresiones que ha usado en la edición del domingo tratando de informar del estado de las obras de La Ribera para referirse al hallazgo de piezas del patrimonio arqueológico. Y no es la primera vez. Hace unos meses tildó de quebraderos de cabeza para los propietarios de los terrenos a los 4.000 enterramientos encontrados en el Zoco. Su posible interés histórico y antropológico refanfinfleishon.

Por lo demás, a su pasión destroyer suma una portentosa capacidad para incumplir las normas básicas de su profesión: informarse correctamente para poder informar correctamente. Lo puso de manifiesto en un comentario a la noticia el arqueólogo Jerónimo Sánchez que opuso a su alegre afirmación de que los restos en solfa eran un nuevo hallazgo el hecho de que fueran conocidos al menos desde hace 10 años, como demuestra el haber sido datados desde entonces y las conclusiones publicadas poco después por Pedro Marfil (2). O sea, lo que se dice correctamente desinformada. Hay que anotar el hecho de que ese comentario de Jerónimo y dos más han sido eliminados después de haber sido publicados. Alguien en el facebook ha anotado la posibilidad de que el censor que estuviera hoy domingo de guardia (1) fuera el mismo de cuando el Diario pertenecía a la prensa del Movimiento. Que no le aplicaron la jubilación anticipada.

Pero esto no se trata de algo puntual, fruto del capricho o el gusto por las superficies repulidas de una señora que escribe en un diario. No. Se trata de algo mucho más profundo. De una estrategia minuciosamente diseñada desde hace decenios para crear una opinión ciudadana contraria a la preservación del patrimonio arqueológico de esta ciudad mediante la lenta inoculación en el corpus social de la idea de que la conservación de los restos del pasado sólo supone un obstáculo para su desarrollo económico. Eso en una ciudad que vive de un turismo mayoritariamente cultural que viene exclusivamente a ver los restos de su esplendoroso pasado. Y lo consiguen, vaya si lo consiguen. Sólo hay que ver los comentarios de los lectores de la prensa ante noticias de hallazgos. Los arietes principales de esta estrategia son tres: los políticos municipales, sean de la cuerda que sean, los representantes de la patronal ladrillera y los periodistas.

A raíz del descubrimiento del yacimiento de Cercadillas, en el año 91, el gobierno de Herminio Trigo, promovió una auténtica campaña de desprestigio para crear en la opinión pública un sentimiento contrario a la Arqueología. Así se podía destruir un yacimiento para construir la estación en una zona determinada y no trasladarla 800 metros, ya que se estaba especulando con esos terrenos que habían al lado. Son palabras textuales de Pedro Marfil en una entrevista digna de ser leída al completo. Desde entonces muchos ya sólo podemos llamar al exalcalde como Extherminio.

Las frecuentes y ostentóreas declaraciones del patrono de patronos, el señor Carreto lamentándose de la desgracia de esta ciudad de subsuelo tan rico en restos son de sobra conocidos. Y para rematar la labor de desprestigio del valor de los restos arqueológicos de la prensa local de la que la señora Leña es la más aguerrida representante.

Esta ciudad, como ya conté en otro lugar, tuvo un día en su subsuelo un fabuloso yacimiento de petróleo. No un petróleo oro negro y untoso con el que fabricar combustible, sino un oro sólido y dorado, de sillares de piedra y mosaicos polícromos, cuya explotación y refinado hubiera proporcionado a esta ciudad una fuente de riqueza inagotable, limpia y duradera para el resto de su historia: las ruinas de su pasado, las huellas arqueológicas de una ciudad del siglo X con sus casas, calles, mezquitas, escuelas, fuentes, necrópolis, que sobrepasaba en dimensiones a la actual. Petróleo del que podía haber vivido desahogadamente toda ella para siempre si se hubiera pensado y creado el mayor parque arqueológico del mundo, comparable a Pompeya, pero que los intereses de una panda de ladrilleros roepalillos aliados con unos políticos de una miopía (o corruptibilidad) asombrosa tiraron por el desagüe de la historia. Con la inestimable colaboración de los arqueólogos paniaguados y domesticados oficiales. Muchos estamos convencidos de que si no existiera la UNESCO y el ICOMOS, se habría urbanizado hasta Medina Azahara. Y si por la señora Leña fuera alicatado divinamente de la muerte. Hasta el techo.

Así se entiende el absoluto desconocimiento que existe en esta ciudad del auténtico valor del Parque de la Colina, actualmente conocido, inexplicablemente, por el nombre de un alcalde falangista, Cruz Conde. El enfrentamiento actual entre una asociación de usuarios de un circuito deportivo y el Ayuntamiento que pretende adoquinar unos caminos se está basando exclusivamente en ese punto y en impedir cualquier tala de árboles. El valor como Reserva Arqueológica del mismo ha aparecido sólo muy tangencialmente. Pero es que, a pesar de que todo el mundo tiene una vaga idea de que allí hay restos, una feroz e interesada barrera se alza entre la realidad de su importancia y la posibilidad de que los ciudadanos la conozcan. Poderosos intereses urbanísticos mandan. Los que leñean la cultura.

Puerta de Osario, el imprescindible blog de Historia de Córdoba, publica estos días un magnífico artículo en el que lo cuenta. Pero haría falta una campaña en los colegios, en la prensa, en todos los foros culturales ciudadanos. Porque si eso se supiera y se asimilara y se hubiera cultivado la necesaria concienciación cultural, la de la buena, no la de las fanfarrias dormirdisisai, serían muchas las voces que exigirían no ya su intangibilidad, sino la necesidad de empezar a excavarlo minuciosamente. Para averiguar todo lo que se pudiera de los cordobeses que allí vivieron desde tres mil años antes de que el primer romano se plantara en una esquina de las Tendillas y decidiera que allí se construiría el primer centro de esta ciudad.





    (1) Copia de dos de los comentarios censurados por el inquisidor de guardia este domingo en La Hojilla Parroquial:


Jerónimo Sánchez ( http://arqueologiaencordoba.blogspot.com/2010/04/p ) - 12/09/2010 - 10:22:47 h. De nuevo a la carga, Sra. Leña. Los restos arqueológicos no son algo único que hay que preservar, son un rollazo que impide el progreso de los grandes proyectos megalómanos de este consistorio, con Juan Cuenca a la cabeza. Sigan por ese camino, así será muy creíble el lema ese del 2016 "el futuro tiene raíces". Por cierto, Sra. Leña, los "nuevos restos" se conocen desde 2003 y están publicado por Pedro Marfil desde, al menos, 2004. Ya podría informarse un poco mejor antes de dar una noticia sobre la que, evidentemente, hay una intencionalidad política perversa y torpe de trasfondo.

Fermín Salvoechea - 12/09/2010 - 10:02:57 h.12/09/2010 - 10:02:57 h. Las inclinaciones negativas de la redactora del artículo para con la arqueología cordobesa se ponen una vez más de manifiesto en este escrito. Hasta en las obras del "eje Monumental", en las que de lo que se trata es de ganar espacios culturales para la industria turística de la capital, son una rémora las apariciones de restos de otras épocas que acrecentarán nuestro acerbo patrimonial y enriquecerán los atractivos de un turismo que se ha configurado como la única industria viable de Córdoba. Muy bien, Doña Isabel, siga usted haciendo "Leña" de nuestro patrimonio histórico.


(2) MARFIL, P. – ARJONA, A.: “Nuevos hallazgos arqueológicos en el entorno de la mezquita: excavaciones en Ronda de Isasa nº 2 (Córdoba).” Boletín de l Real Academia de Córdoba 139, 2000, pp. 115-136.


La publicación en prensa del hallazgo: http://www.arqueocordoba.com/noved/hemeroteca/2004/200410/noticias20041029DIA.pdf

lunes, 6 de septiembre de 2010

El Defensor y el Manto de la Virgen

En Córdoba tenemos la inconmensurable suerte de contar con un Defensor de la Ciudadanía que aúna en su persona una delicada, fragante, almibarada alma lírica con una cultivada convicción en la existencia e influencia benéfica sobre los humanos de determinados Seres Imaginarios, de la misma textura esencial que el Coco, el Bute o el Ratoncito Pérez. Nada que objetar si esa delirante convicción la guardara en los cajones de su más estricta intimidad, como los demás mortales hacemos con nuestros vicios más o menos solitarios. Pero don Francisco García Calabrés Cobo siente un irrefrenable impulso a hablarnos de ellas en público, en la prensa local para más inri, salpicándonos con sus aficiones supersticiosas como el que hablando con la boca llena nos salpica con migas masticadas.

Defiende en su lírica columna nuestro melífluo Defensor que nuestro cuerpo produce unas benéficas sustancias químicas llamadas endorfinas encargadas de procurarnos la felicidad personal. Pero que la otra, la felicidad social, la paz, la justicia, el enderezamiento de la senda torcida del mundo hay que dejárselo a la VIRGEN DE LA FUENSANTA.

Yo sólo espero que si algún día necesito de su Defensa por alguna ofensa que me haya infligido el mundo no me la delegue en semejante ídolo de deidad femenina vestida como una novia bereber. Si puedo pedir, que sea por favor en el de GHANESA, el dios hindú de la cabeza de elefante que me parece mucho más divertido, extravagante y, desde luego, con muchos más SUPERPODERES.



miércoles, 1 de septiembre de 2010

SIGNOS DE LA BESTIA PARDA

Taraf de Haïdouks, el grupo más representativo y famoso de la música romaní rumana.

¿Cuándo, en qué momento preciso descubrieron los alemanes que su gobierno, el gobierno nazi tenía y empezaba a poner en práctica unos planes muy concretos para aplicar a los diferentes: judíos, gitanos, homosexuales, comunistas...?

¿Cuándo, en que instante los primeros armenios descubrieron qué tenía preparado para ellos el recién nacido gobierno nacionalista turco?

¿Cuándo, qué acción concreta pudo alertar a los republicanos españoles de que sus vecinos católicos de derechas aplaudirían o al menos callarían ante el genocidio que se estaba preparando para ellos tras el golpe de estado nacionalcatólico?

¿Cuándo, que más tienen que demostrar los gobiernos de ultraderecha europeos para alertar de que el fascismo vuelve envuelto en nada tímidas medidas de corte nazi-fascista, en capturas masivas, detención y deportación de ciudadanos libres, pero diferentes?

Primero fue la Alemania de Merkel, después la Italia de Berlusconi, ahora la Francia de Sarkozy. Da miedo pensar que este cabrón descendiente de inmigrantes se haya cagado a gusto en el humanismo histórico francés y se haya limpiado el culo con el lema de la República (Libertad, Igualdad, Fraternidad) sin que los franceses hayan salido a la calle en masa a echarlo a patadas, a él y a la muñeca que se ha mercado, del palacio presidencial. Los gitanos inmigrantes del Este de Europa son los primeros. Pero seguramente no serán los últimos. En el nazificar como en el rascar todo es empezar.

Los organismos competentes de la Unión Europea callan. El gobierno español, tan sensible con Alianzas de Civilizaciones y otros productos puramente publicitarios también. Y el PP, un partido afín ideológicamente a ese ultraderecha que se camufla de liberal, a la vuelta de la esquina.

Lo peor es el silencio cómplice de la gente. O la duda de la aprobación masiva de las medidas de expulsión en el país vecino. Tal vez por eso el Ayuntamiento de Córdoba, que tantos disgustos me está dando últimamente, para una cosa que hace que puede llevar orgullosamente el sello de PLENAMENTE DE IZQUIERDAS parece llevar tan en secreto su política de integración de los gitanos rumanos. La prensa local no ha dicho nunca ni mu. Ha tenido que ser el diario PÚBLICO el que lo saque a la luz. Y tal vez insensatamente. En esta ciudad el racismo está tan presente como en cualquier otra y una medida así hará desgañitarse a los más hijoputas, que ya tienen experiencia, pero también inquietarse a la gente normal. La visión de los gitanos nómadas y su forma de vida inquietó siempre a los sendentarios. Esos sedentarios que disfrutan por ejemplo del flamenco. Y que cuando se les cuenta lo que pasaron los antepasados de esos cantaores, guitarristas, bailaores que les acompañan en el CD del coche o a los que aplauden a rabiar en los festivales de verano, lo que los gobernantes españoles de todos los tiempos pensaron e hicieron para ellos parecen querer pedir perdón a la Historia. Ahora los tienen aquí, actualizados. Pero yo no dejo de escuchar por todos lados, en las colas del super, en las conversaciones del trabajo, en las barras de los bares, las propuestas de los solucionadores aficionados del problema de la mendicidad o del chatarreo, que en nada se diferencian del espíritu de las pragmáticas de Carlos III, o de las de Sarkozy.

Y el PP a la vuelta de la esquina.

miércoles, 18 de agosto de 2010

El homo luxuriosus



Para ayudar a tragar a los que insensatamente decidan merendarse el ladrillo que os voy a endiñar esta rara fresca mañana agosteña y para los que saludablemente se limiten a picotear por sus párrafos (o no) un espirituoso tema de S. E. Rogie, quien fuera uno de los más afortunados representantes de la palm wine, género musical cachondo y euforizante como el vino que le da nombre y que se fabrica del fruto del cocotero, ambos productos, música y vino, típicos de Sierra Leona. Tiene influencias brasileñas y del calypso de Trinidad que se acomodan blandamente sobre el lecho de la tradición local. Yo tuve la oportunidad de escucharlo y de intercambiar una docena de palabras con él en el segundo WOMAD de Cáceres (1992). Un tipo supervitalista y con una tendencia a la risa pasmosa. Allí, armado sólo con su guitarra y una mugrienta caja de ritmos nos llenó de energía positiva, de la de verdad, la física, la que puede notarse por alguno de los sentidos, interpretando todos los títulos de su recién salido álbum Dead men don't smoke marijuana. Llevaba el mismo gorrito con el que aparece en la portada de disco, que me compré allí mismo. Dos años después leí la noticia de su muerte en los obituarios de la prensa. No sé por qué pero siempre que lo vuelvo a escuchar acabo con una inevitable sonrisa en los labios.




El homo luxuriosus




“El sistema es tan necesario como el exceso”

G. Bataille



Adios patio de la cárcel,...
rincón de la barbería.........
que al que no tiene dinero
lo afeitan con agua fría......

Tangos del Piyayo






Las relaciones del hombre con el lujo, con el exceso, han sido siempre fluidas y sintomáticas. La propia condición de razonabilidad de las actuaciones humanas está en la base de las mutaciones aparentemente irracionales en su visión de la utilidad de los recursos. Siempre que se adquieren bienes suficientes para sobrevivir se tiende a una acumulación excesiva por puro prurito de derroche, de hacer reventar las costuras de lo meramente utilitario para desarrollar el instinto suntuario que parece estar inscrito en nuestro código genético a la luz de que su generalidad es apabullante. Las causas no siempre son las mismas pero sí los resultados, como si tal se desarrollara en los mecanismos evolutivos de la especie. Y en todos los estadios de la evolución y en todas las culturas formadas son detectables sus efectos. Y en ello somos una especie de microcosmos que desarrollamos los mismos mecanismos de expansión que los del origen, como si en definitiva no fuéramos más que una escala reducida del gen universal de la vida. Oigamos a Bataille cuando se pone a analizar la índole secreta del despilfarro: La historia de la vida en la tierra es ante todo el efecto de una exuberancia descabellada: el acontecimiento dominante es el desarrollo del lujo, la producción de formas de vida cada vez más costosas (1). Por ello nunca nos suenan a nuevas las invectivas inveteradas de los profetas que anuncian la índole perversa del despilfarro. Desde el epicúreo que colgó cartel en el mercado de Mitilene en el siglo III ad. C. advirtiendo de los males del consumismo desaforado a que se entregaban sus coetáneos parroquianos, pasando por los distintos savonarolas que la historia ha dado hasta nuestros días en que la predicación no sólo se ha hecho insistente, sino estrictamente imprescindible.

Enzensberger en uno de sus penetrantes análisis de la contemporaneidad (2), divide la percepción del problema en dos ámbitos separados por una línea más ética que funcional. Primero tiende a sospechar que la tendencia del ser humano al despilfarro tiene orígenes verdaderamente biológicos, analizando la tendencia general de la propia naturaleza al exceso, a la supuración de formas no estrictamente utilitarias. No hay que salir muy lejos del propio entorno para encontrarlas. Desde el desmesurado colorido de las flores o las mariposas a las barrocas formaciones córneas de muchos herbívoros la naturaleza parece tender a superar su propia dinámica de justeza y equilibrio. Seguidamente considera la función social del despilfarro en sociedades pretéritas como un planteamiento fundamental a la hora de entender las incalculables orgías de derroche aparentemente improductivas en que se ha embarrizado la humanidad.

Sombart (3) a principios de siglo, siguiendo la estela de los tratadistas del XVII y de los enciclopedistas del XVIII, considera el lujo el verdadero motor del capitalismo desde el momento en que la tendencia natural al derroche y la necesidad de redistribución de la riqueza pasa de las formas más improductivas que se daban en la Edad Media en forma de grandes performances y festejos públicos da paso a la extensión de un lujo más privado basado en el consumo de objetos suntuarios altamente costosos que insufla en la economía europea la necesaria dinámica de superación de viejas las estructuras económicas feudales.

Esto mismo, en estadios culturales más primarios, es bien conocido por todos los etnólogos. Las formas que adquiere la redistribución social de la riqueza en muchos pueblos ha llevado incluso al escándalo a las mentes menos preparadas. Y si no ahí están los diversos sentimientos que ha producido en los etnólogos un fenómeno como el del potlatch. La desmedida afición de los habitantes de ciertas tribus de la franja costera oriental desde Alaska hasta el norte de los EE.UU. por las ceremonias de despilfarro y destrucción de riqueza a que se entregaban frecuentemente antes de ser profundamente aculturados ha confundido frecuentemente a los investigadores que sólo han visto en la base de esta actuación la pura aspiración de sus promotores a cotas cada vez más altas de prestigio y consideración social.

Marvin Harris (4) sostiene que son fórmulas subsconscientes de pueblos en el umbral de la subsistencia para incentivar la producción y evitar la caída en la imprevisión en caso de catástrofes naturales o guerras. Los jefes de tribu que arrastraban al resto de sus conciudadanos a producir más para destruir más y competir con las demás tribus en las orgías de consumo y despilfarro conspicuos a que se entregaban cíclicamente no son simplemente vesánicos buscadores de prestigio, sino los motores de unas condiciones económicas y ecológicas muy definidas.

Lo mismo puede decirse de la espiral creciente de lujo que se da tras la Edad Media en el Occidente rico y que llega hasta nuestros días. Desde muy temprano corren paralelas las invectivas de los estigmatizadores del despilfarro con los análisis de su necesidad por parte de los tratadistas. En el desarrollo de las formas económicas que hoy vivimos está la producción y consumo de ingentes cantidades de productos superfluos muy por encima de la producción y consumo de los productos de primera necesidad y ello en los ámbitos público y privado. El derroche público siempre fue más ostentoso pero no por ello más criticado. La tendencia general de las Iglesias a elevar sus preces a Dios en medio de suntuosas chorreras de oros y jaspes da una idea de ello. Las construcciones civiles magnificentes y los despliegues visuales en forma de desfiles y fiestas multitudinarias que tanto obligaron siempre al poder, también. El crecimiento desmedido de las ciudades de Occidente en los últimos siglos se debe fundamentalmente a la concentración del consumo conspicuo en ellas, tanto público como privado, y el acicate de la producción es el motor del capitalismo. La búsqueda de productos suntuarios es la única responsable de la apertura de vías de comunicación a lo largo de todos los meridianos del globo y del crecimiento del volumen de intercambios transnacionales, base del gran capitalismo globalizado. Ello está conectado con los avances de la emancipación del individuo respecto de la comunidad que está en la base de todas las transformaciones sociales y culturales de la modernidad, cuyo punto de inflexión es la Ilustración. El hombre empieza a tomar la duración de su propia vida como medida de su goce, en contraposición a la concepción más gregaria que se daba en la Edad Media, en las que la construcción de las grandes obras duraba varias generaciones, porque se hacían para que las gozase el municipio o la colectividad, no los individuos concretos. Ahora el gasto se inmediatiza y el placer de la posesión o del consumo se ligan a la propia vida del que lo paga. Por otra parte el tiempo irá procurando una democratización de todas su formas en una cadena de producción-consumo cuyos íntimos mecanismos no han sido desvelados todavía sobre todo porque atiende a la insoluble armonía entre necesidad y justicia y, lo que es más importante, entre naturaleza y ética. Enzensberger da de nuevo en el clavo: El análisis de la producción todavía tiene otro mérito: ha acabado con la errónea suposición de que la cuestión de la oferta y la demanda, de la producción y el consumo, se reduce a un mero juego de sumas cero, y que el deseo de justicia puede aplacarse por una simple redistribución. Por cierto que, al renunciar a esta idea fija, Marx coincidía con sus detractores burgueses, hecho que lo menos inteligentes de sus seguidores jamás quisieron admitir. Los bienes materiales de este mundo no pueden representarse por medio de la imagen de una tarta de tamaño fijo que sólo habría que dividir en partes iguales, a pesar de que la creencia en este modelo parece inextinguible. (2)

Lo cual no quiere decir que la búsqueda de armonización entre la necesidad y la justicia sean tareas vanas como apuntan los panegíricos más descarnados del sistema, sino que las coordenadas de los análisis deben tener en cuenta más factores. Entre ellos que la bipolarización del reparto global de la riqueza no sólo atiende a las necesidades de la ética, sino incluso, y cada vez más palmariamente, a la propia pervivencia del sistema. Y por supuesto al hecho de que la cuota de despilfarro que actualmente nos toca supera con creces la capacidad de regeneración de los recursos del planeta.

Y es precisamente este último factor el que determina las nuevas formas que está empezando a adoptar el consumo del lujo en nuestros días y que posiblemente sean las que se impongan en un futuro no muy lejano. Mientras el consumo conspicuo privado se mantuvo en poder exclusivo de las clases privilegiadas, el lujo fue por su propia índole el denotador de status más fiable y por ello seriamente cultivado por las mismas para marcar las diferencias de clase. Su propia excepcionalidad era la moneda que pagaba su valor de uso. Con la democratización del lujo en sus formas más comunes, la excepcionalidad se ha ido arrinconando hasta los más extraños cubículos, para reaparecer de una manera clara y contundente en nuevas formas que nada tienen que ver con la cultura material que antes la sustentaba. El lujo del futuro se despide de lo superfluo y tiende a lo necesario (2). La propia destrucción compulsiva de los recursos del planeta y la necesidad de dedicar el máximo de tiempo y de esfuerzo a la consecución de alcanzar el máximo de productos superfluos para alimentar la cadena marcarán los nuevos lujos que sólo estarán al alcance de minorías muy selectas: el tiempo libre, ambientes de atmósfera limpia, alimentos sanos y naturales y sobre todo la seguridad para poder disfrutarlos. La gran paradoja está en cómo el lujo, cuya propia esencia ostentatoria lo hace necesitar de la mostración pública, tenderá a todo lo contrario, a la consecución de una feroz privacidad, del apartamiento radical de la mirada de los desfavorecidos por la fortuna que por supuesto volverán a ser la mayoría total que siempre fueron.




(1) Georges Bataille: Obras escogidas, Barral Editores, Barcelona, 1974.

(2) H. M. Enzensberger: Zigzag, Ed. Anagrama, Barcelona, 1999.

(3) Werner Sombart: Lujo y capitalismo, Alianza Editorial, Madrid, 1979

(4) Marvin Harris: Vacas, cerdos, guerras y brujas: los enigmas de la cultura, Alianza Editorial, 1991


Publicado en ARTyCO, nº 12
Primavera- 2001

lunes, 16 de agosto de 2010

Pruebas de la existencia/inexistencia de Dios (rep)



Como en uno de los último post en que colgué la música más o menos rara que suelo colgar recibí en un comentario una pequeña sutil queja escondida tras una agradable alabanza de mi amigo Paco Muñoz, le voy a dedicar, a él y a Conchi, por supuesto, esta canción que seguro que no les es desconocida. De aquellos tiempos en que el entretenimiento musical favorito era lanzarnos unos a otros canciones en Discos Dedicados. Pero si la canción no dudo que la conozcan a la cantante sí. Sasha Sököl, es una guapísima mexicana que fue niña prodigio en su país y formó parte de grupos pop juveniles para acabar haciendo blanduchirriadas primero con Luis Miguel y después con Miguel Bosé. En medio, algunos infiernos con la Hacienda mejicana y con otra controladora aún peor: la coca. He de decir que a mí la música que hizo y hace Sasha me la refanfinfla olímpicamente lo que empeora mi irracional, irreprimible e irreductible miguelbosefobia. Pero en 2004 se dejó caer con un disco completito de versiones de las rancheras más arrastradas del arrastrado repertorio tequilero mejicano: Por un amor. Desde luego que suenan mejor en la voz achicharrada de Chavela, pero cerrad, cerrad los ojos y escuchad...


The Eye of God de David Burliuk



Aunque soy decididamente ateo me gusta buscar esas pruebas de la existencia de Dios que los teos suelen encontrar en la naturaleza. No ya el típico algo tiene que haber, que no denota esfuerzo intelectual alguno, sino escogidas pruebas contundentes que lleven a la conclusión de que un ser todopoderoso ha creado el mundo siguiendo un diseño inteligente. Así mismo en los ratos en que no puedo hacer otra cosa que pensar, caso de las obligadas y a veces largas sentadas evacuatorias en las que sólo tengo ante mí el triste horizonte de un toallero cromado, me dedico a buscar pruebas de la inexistencia de ese Ser Supremo. Y de todas las que he alcanzado a encontrar me quedo con dos. Una para cada opción.

La prueba de la inexistencia de Dios me surgió lógicamente en una de las inmersiones en los efluvios del vacío momento escatológico frente al toallero y se puede enunciar así: es imposible que un dios diseñador inteligente haya diseñado un cuerpo para los humanos en el que el sexo y el culo están tan cerca o haya hecho confluir en los mismos conductos el placer y la evacuación de desperdicios. Eso es una tremenda cochinada y si fuera así habría que colegir que Dios es un tremendo tacaño o un perfecto cerdo. Porque teniendo en cuenta que el resto del diseño del cuerpo humano no está nada mal para un principiante y que cuenta con superficies de sobra para separar esas funciones, por ejemplo en la enorme y desaprovechada espalda o en toda esa desperdiciada redondez de la barriga que sólo sirve para que contener el triste e inútil ombligo, pudiera deducirse que lo hizo adrede, para gastar una macabra broma al ser que supuestamente construyó a su imagen y semejanza. Que Yahvé, el dios semita de judíos, musulmanes y cristianos, el único verdadero, era un poco cabroncete ya lo sabíamos. Ahí está el pobre Onán al que fulminó con un rayo dejándole el pizarrín convertido en un torreznillo por andar toqueteándoselo, o las pobres Sodoma y Gomorra... Pero que además fuera un perfecto cerdo es excesivo para nuestra comprensión de la divinidad. Porque desde luego Él seguro que no usaría los trastos de follar para mear a continuación, ni tendría que andar con mil cuidados durante toda su vida para no untarse los cojones (en caso de que definitivamente fuera macho) de mierda cada vez que se limpiara el culo. Así que al menos de eso de a su imagen y semejanza, nada. Debió de ser, pues. la evolución natural darwiniana, en uno de sus extraños saltos ahorrativos, la responsable de la tremenda cerdada que supone el que el cagar, el mear y el follar (con sus diferentes variantes imaginativas) concurran en un espacio común tan reducido y expuestos siempre a desagradables interferencias mutuas.

La prueba de la existencia de Dios la sufro de vez en cuando, cada vez que los resortes de mi poder de autocontrol se encasquillan y me quedo corto en el recorrido de la frenada soplando cervezas de manera que acabo chocando inevitablemente con sus consecuencias del día posterior. La resaca no puede ser más que un castigo divino. La ciega evolución darwiniana no pudo prever un mecanismo tan diabólico para hacer desistir a los humanos del consumo de alcohol. Tuvo que ser un Diseñador Inteligente el que creara un estado de malestar tan asqueroso, persistente y resistente, como castigo a los humanos que no fueran capaces de practicar un saludable autocontrol. Porque Dios hizo un fabuloso regalo a la humanidad para compensar la putada de la inteligencia y del libre albedrío: el morapio, en su doble variante de fermentado o destilado. Es como si le hubiera dicho: cuando las angustias vitales inherentes a tu nueva condición de autoconsciente te resulten insoportables, tómate un vasito. O dos. Pero no te pilles una toña porque entonces ya no podrás adorarme y es posible que me faltes al respeto en el fregado o incluso que te cepilles a tus propias hijas, como hizo Noé tras la fiesta postdiluvio. Así que como mecanismo de disuasión creó ex nihilo, como siempre, la resaca. Y como obra divina que es, no hay nada que el hombre pueda hacer para evitarla. Efectivamente, el genio humano que ha conseguido la gran proeza de descubrir las vacunas contra enfermedades mortales y que está muy cerca de la curación de terribles enfermedades como el cáncer y el sida, ha sido absolutamente incapaz de conseguir un remedio para la resaca. Nada: ni pastillas, ni gotas, ni analgésicos, ni yogas orientales... Teniendo en cuenta que sus terribles efectos vienen aquejando a casi todas las culturas desde el invento de la agricultura, es realmente asombroso que ni la antiquísima medicina china, ni las célebres pócimas de los druidas, ni los mayores adelantos de la ciencia médica actual hayan sido capaces de curarla.

Es pues el castigo divino perfecto, el que mejor hace relacionar los conceptos que más fácilmente entendemos los humanos: virtud/premio y culpa/castigo. Otros mecanismos, inventos fácilmente atribuibles a los diferentes ventrílocuos de la divinidad no han sido tan eficientes. El dolor de la culpa por el pecado (remordimiento) no siempre funciona. Existen anestesias psicológicas perfectamente homologadas. Y no hay que ir a buscarlas a la farmacia: las segrega nuestra propia mente. Pero el dolor físico en forma de asqueroso malestar aliñado frecuentemente con las agujetas de la vomitera, de un día o más de duración, por haber pecado con el morapio no lo cura ni Dios mismo que lo inventó. Los propósitos de enmienda y dolor de corazón (y de muchas más vísceras) que los acompañan esos sí que son verdaderos remordimientos.

No sabemos por qué Yahvé permitió a unos hijos que bebieran moderadamente y a otros no. A sus hijos israelitas y a sus descendientes cristianos sólo les prohibió aparte del consumo de determinadas carnes que no adoraran becerros de oro y gilipolleces así, pero nunca les exigió que dejaran de soplar del todo. Consideró que los remordimientos de la resaca serían suficientes para mantenerlos en una moderación moderadamente moderada. En cambio de sus otros hijos, los musulmanes beduinos del desierto, no debió fiarse mucho, bien porque fueran mas resistentes o bien porque eran de naturaleza más inmoderada. Nunca sabremos hasta dónde habría llegado el Islam si sólo hubieran tenido el freno de la resaca para impedirles pasarse el día borrachos como cosacos. Porque los cosacos tienen la excusa del frío, pero los beduinos del desierto...

Y yo ya voy por el segundo día. Esto ya no es una resaca, sino ¡¡¡una convalescencia!!! Aaaaagggggg....

Y esta vez, de la reedición de este post, la culpa la tienen MIS VECINOS.

viernes, 13 de agosto de 2010

Vergüenza (rep)

Libérate, de Manzanita, auténtica banda sonora de esta historia verídica.



Una tarde de junio del año 78 fui con el Nono a pillar hachís al Pink Panther. 1978. Qué barbaridad. Yo era por entonces un universitario bastante entusiasta al que aún no habían mordido los calcañares los perros de la perplejidad y andaba probando todos y cada uno de los paraísos artificiales de orden físico, químico o mental que se me ponían a tiro, que no eran muchos, ni baratos, ni claros y distintos, pero cuya obtención me ocupaba más tiempo que el que, insensato de mí, debería haber dedicado a aprobar las áridas asignaturas de la facultad. Los paraísos químicos se reducían estrictamente, por razones presupuestarias fundamentalmente, a los simpáticos canutitos de hachís que tanto nos hicieron reír y tanta lucidez ingeniosa nos proporcionaron en aquellos divertidos años. Los otros dos se resistían aún a ser colocados en su justo lugar y nos traían en un sinvivir de subidas de testosterona y fervor revolucionario. Y si estas últimas bullían abundantemente en la revuelta olla de las aulas universitarias de la época, el hachís había que conseguirlo fuera de las mismas.

Contra lo que pudiera parecer desde la perspectiva actual, este consumo del simpático estupefaciente no estaba demasiado extendido entre los universitarios por aquel entonces y más bien constituía una especie de comunión grupal de algunos elementos que nos considerábamos más en la onda y flirteábamos con las teorías disolventes de los valores establecidos mediante los ácidos alternativos de la contracultura y la marginalidad que se impartían desde las páginas catecumenales del Ajoblanco y El Viejo Topo.

Se daba casualmente la curiosa circunstancia de que en mi célula de agitación yo era el único originario de un barrio nítidamente popular y obrero y como seguía en contacto aún con muchos de mis amigos de la infancia, algunos de los cuales andaban por entonces en labores de trapiche a pequeña escala con la preciada especia estupefaciente, fui comisionado por ello a menudo por mis compañeros para conseguirla. Yo mercaba una bola de hachís de buena calidad, la llevaba a uno de los pisos compartidos de compañeros foráneos, la pulverizábamos con un molinillo eléctrico de café y la planchábamos mediante un sofisticado sistema en el que intervenía una plancha normal de planchar, unas bolsas de plástico de las de meter frutos secos, un papel de periódico humedecido, una botella vacía y unas dosis infinitas de deliciosa insensatez juvenil. Luego se repartían religiosamente las posturas en función del aporte económico de cada uno y todos tan contentos, aunque lo consumíamos preferentemente en comunidad, en una especie de misas concelebradas donde utopías y risas constituían las principales formas de liturgia.

Así que aquella tarde de junio, en plenos exámenes finales, allí estaba yo, con mi amigo el Nono en la barra del Pink Panther, bajo las fatigosas y casi inútiles aspas de un ventilador de techo, dos cubatas de ron en la mano y la voz de Manzanita lijándonos inmisericordemente los tímpanos. El calor era espantoso. Esperábamos a un camello que acababa de llegar del moro con el culo empetado de bolas del tamaño de un huevo de gallina. Esa misma mañana, según aseguraba el Nono. Al Nono le gustaba prestarme ese servicio, por amistad y porque cuanta más cantidad fuese a comprar más barata conseguía él su parte. Pero no entendía que yo quisiera acompañarlo y aunque accedía, de mala gana, me ponía la condición de que no abriera mucho la boca, por temor a que se me escapara algún mamoneo de palabras raras y me comportase justo lo contrario de lo que realmente era: un pringao estudiante de filosofía, con unas cantosas gafas de concha y una pinta de progre de manual inconfundible. Pero yo no iba a perderme por nada del mundo esas experiencias de buceo en los submundos literaturizados por nuestra febril imaginación.

El tipo llegó y saludó secamente. Con un sordo gruñido al Nono y a mí con un displicente tanteo examinador. Llevaba una camiseta azul con la leyenda de la Columbia University y tenía el aspecto propio de su mismo personaje, al que sumaba el detalle patibulario de un ojo deformado por una antigua cicatriz, lo que le obligaba a mantenerlo en un entrecierre continuo. Me recordó inmediatamente al Seisdedos, el malvado personaje de una novela de Ramón J. Sender que me entusiasmó de adolescente, que tenía un ojo de tiburón y otro de persona, según decía, y al hablar guiñaba uno de ellos, según su estado de ánimo (1). Tras un breve preámbulo en el que el camello comentó los pormenores de su viaje al moro, se llevó a cabo el trapiche sin incidencias. El intercambio de los huevos por los billetes se hizo bajo la barra con un innecesario ritual de cautela. El camello ordenó al camarero otros tres cacharros de lo mismo y sacó entonces media bola del bolsillo. Mientras hablaba esquinadamente de picoletos, aduanas, julais, pringaos, etc., la mordió, arrancó una china respetable, la masajeó ligeramente con los dedos y la lanzó sobre el mostrador. La china llegó rodando justo hasta donde mi mano sujetaba el vaso. Por un momento pensé que el Nono cogería la china y la trabajaría él mismo. Pero el Nono no hizo ningún gesto. Estaba claro quién tendría que trabajar. Mi pericia liando canutos no era por entonces ni sombra de lo que llegaría a ser un tiempo después y sentí cómo el pánico me invadía y se instalaba en la boca de mi estómago en forma de bola de plomo candente. La posibilidad de no ser capaz de liarlo como un profesional delante de semejante público amenazó con paralizarme. Pero en seguida traté de controlar mis pulsos y concentrarme en la faena. Tragué saliva y me dispuse a llevarla a acabo lo más concienzudamente posible. El sudor me corría cuello abajo y sentía las manos completamente húmedas. Me las sequé en el pantalón. Saqué un papel, rompí la punta de un Fortuna, desmenucé el resto sobre la mano, coloqué la china encima y le arrimé la larga llama del mechero. El camello hablaba y hablaba sin echar más cuentas de mí. Hecha la mezcla conseguí traspasarla de la mano al papel con un certero movimiento de muñeca y liarlo con precisión y cierta gracia. Se me aflojó entonces un poco la presión en la boca del estómago y noté un merecido alivio en los músculos faciales. Fue sólo un segundo después cuando ocurrió la catástrofe. Agarrando con la punta de los dedos el extremo el canuto ya liado lo sacudí un par de veces a la altura de mi cara para apretar adecuadamente su contenido. El canuto reventó en el aire y una lluvia dorada se disparó hacia adelante. Yo me quedé muerto con el papelito blanco y roto entre los dedos mientras mis ojos se clavaban en la leyenda de la Columbia University del pecho del camello toda cubierta de hebras de tabaco impregnadas de hachís. Sé que alcé la vista hasta su cara porque vi su ojo de tiburón que me miraba. Y además sentí la maldición muda del Nono trepanándome la calavera. La vergüenza, la lacha, con sus más crudas uñas desgarrándome las entrañas. ¿Qué hacer? ¿Pedir que se abra el suelo y me trague la tierra en ese mismo instante, que unos demonios alados me agarren de los brazos y me saquen de allí aunque sea para conducirme al mismo infierno. Que me fulmine un infarto auténtico con llamada de ambulancia incluida que difumine esta imperdonable torpeza...? Me quedé sin habla. La boca como de cemento. Rojo como la grana y con la piel tirante, a punto de estallar. El tipo hizo entonces un gesto raro y cambió el ojo de mirarme. Su ojo de persona adquirió de pronto un brillo burlón. Se sacudió las hebras de la camiseta, volvió a sacar la media bola, la volvió a morder, masajeó la china y volvió a lanzármela sobre el mostrador. Luego llamó al camarero.

- Anda Curro, ponnos más yelos en los cacharros que con este calor no duran ná.

Para concentrarme de nuevo me puse a pensar en la estólida cara de batracio del catedrático de Historia Contemporánea con quien tendría que enfrentarme a la mañana siguiente en terrible examen oral.

Manzanita mientras tanto insistía con la lija de su voz acompañándonos la vida: Liberateeeeeeeeeee, no timporteeeeee la geenteeeeeeee...




NOTA IMPORTANTE: Dado que este blog se emite a lo largo de todo el día y por lo tanto ocupando de pleno el horario infantil he de aclarar lo siguiente:

Los contenidos laudatorios del consumo de estupefacientes que podrían entreverse vertidos en lo anteriormente expuesto son sólo ejercicios de estilo, elementos retóricos para dar más fuerza a la narración, recurso legítimo para cualquier redactor de bitácoras, tanto como para escribidores de la órbita exterior y no responden en absoluto al pensamiento actual del autor.

Para los niños que accidentalmente hubieran accedido a los contenidos de la anotación he recabado documento gráfico que adjunto como medida disuasoria para que eviten seguir los pasos del triste protagonista de la dicha historia que no es otro que el que esto escribe. No sólo dilapidó el esfuerzo que la sociedad entera hizo por él para que accediera a la Universidad, sino que en la actualidad presenta el siguiente estado, fruto incuestionable de sus repelentes aficiones juveniles:




(1) Epitalamio del prieto Trinidad, uno de los títulos de novela más hermosos que conozco, en la horripilante, aunque entrañable, edición de la Biblioteca General SALVAT (1972), que tanto hizo por nosotros, los lectores pobres, en los años del oprobio y la oscuridad. Una inquietante galería de siniestros personajes sin ley ni moral se paseaban por ella dueños absolutos de una isla-penal caribeña tras el asesinato, en victorioso y sangriento motín, del carcelero jefe en su noche de bodas. (VOLVER)






ESTE POST FUE PUBLICADO EN ESTE MISMO BLOG EL 11/04/05

Almuñécar compite por el título de PUEBLO MÁS TONTO DE ESPAÑA

Para Lisis que me avisa

A Morón de la Frontera, favorito por ahora, seguido muy de cerca por Rota, para alcanzar la gloria de convertirse en el PUEBLO MÁS TONTO DE ESPAÑA del siglo XXI en la modalidad de NOMBRAMIENTOS HONORÍFICOS GILIPOLLAS DE SERES IMAGINARIOS (vírgenes, cristos, el Ratoncito Pérez o personajes de Disney), le ha salido un nuevo serio competidor, Almuñécar, cuyo ayuntamiento votó ayer mismo en un pleno expresamente convocado para ello nombrar a la virgen titular de la plaza de patrona del pueblo, marca DE LA ANTIGUA, Alcaldesa Honoraria.

Aún no se ha fijado la fecha para la emisión del fallo definitivo del jurado y este nuevo competidor hace subir muchos puntos las dosis de emoción entre los participantes. Principalmente porque cumple varios de los requisitos que suman puntos a la hora de valorar méritos. Por ejemplo el hecho de haber hecho el NOMBRAMIENTO GILIPOLLAS más entrado el siglo XXI y el que su alcalde y ediles pertenezcan a formaciones políticas que se consideren a sí mismos progresistas. Así, si en Morón el alcalde era del PP el de aquí, Juan Carlos Benavides y su corte de ediles pertenecen a un partido, Convergencia Andaluza, que se reclama de la izquierda nacionalista. No sabemos si nacionalista andaluz o nacionalista católico, a la vista de las banderas que ondea. Y en su web aparece bien gordo un letrero que dice ¡VIVA ANDALUCÍA LIBRE! Parece ser que la desean libre de todo menos de zurraspa supersticiosa nacionalcatólica. En realidad se trata un partido tacho de chaqueteros, antiguos sociapollas rebotados del PSOE y del PA arrejuntados para copar puestos en un pueblo con unos intereses urbanísticos de puta madre. Le sigue el PP y después el PSOE, el de la izmierda real, uno del PA y uno de IU. Que se sepa sólo esta última formación, tan metepatas en las cosas de aceptar sanamente la existencia de seres imaginarios ha presentado recurso por probable delito de lesa laicidad y racionalidad democrática. Aunque existe el precedente de un alcalde de IU que nombró también a la virgen de su pueblo alcaldesa perpetua (como las condenas). Lo que pasa es que se trataba de un pueblo, Teba, mu chico mu chico y casi nadie lo tuvo en cuenta. Como el nombramiento aún no ha trascendido oficialmente habrá que esperar a ver cuántos ediles del PSOE se sumaron a la supina soplapollez para calibrar el grado exacto de estulticia de esta Corporación votada por los almuñecarenses, almuñecareños, almuñecagurritanos, o como carajo se llamen los de ese pueblo que elige a políticos de esa calaña. Pero en vista de cómo se las gastan en otros lados casi seguro que suma el máximo.

¡ÁNIMO Y QUE GANE EL MEJOR!

¿Y el orgullo de que todos sean andalucés qué?

jueves, 12 de agosto de 2010

Hijoputas con el Pulitzer


No es lo suficientemente achicharrante este verano cordobés como para que encima venga un cabrón con carné de periodista y varios premios Pulitzer a derretirte la moral con el lanzallamas de sus infamias.

El artículo se titula No se pierdan ese reportaje y el miserable que lo escribe THOMAS L. FRIEDMAN. No voy a entrar en valorar su contenido, salvo el breve comentario de que se trata de uno más de los intoxicadores relatos de todos buenos y todos malos a que tan acostumbrados nos tienen ya los pensadores y políticos occidentales neutrales o neutros cuando tratan del que interesadamente llaman conflicto israelo-palestino. Como nuestro Carapapa Moratinos sin ir más lejos.

Sólo voy a pegar un párrafo que habla por sí mismo de la clase de sucias tretas que intentan colar como análisis objetivos aquellos que fomentan la idea de que lo que ocurre en Palestina es un conflicto entre un gobierno democrático que se defiende de los ataques de unos terroristas vecinos y odiadores por naturaleza, en lugar de la defensa numantina de lo que queda de un colectivo de ciudadanos supervivientes de una brutal limpieza étnica llevada a cabo por un estado blanco occidental expansionista desde hace 60 años, que se resisten a ser desalojados definitivamente de los minúsculos territorios en los que han acabado siendo arrinconados, territorios convertidos en campos de concentración, en bantustanes, en reservas indias, por ese mismo estado expansionista y genocida.

Dice el hijoputa:

La crítica destructiva bloquea los oídos de los israelíes. Les dice que ningún contexto puede explicar su comportamiento, que la singularidad de sus errores es tal que eclipsa todos los demás. Los críticos destructivos se limitan a decir que Gaza es una cárcel israelí, sin llegar nunca a mencionar que, si después de la retirada unilateral de Israel de la franja, Hamás hubiera decidido convertirla más en Dubai que en Teherán, Israel también se habría comportado de otra manera. La crítica destructiva solo fomenta que los sectores israelíes más destructivos puedan señalar que poco importa lo que haga Israel, así que ¿para qué cambiar?

Y digo hijoputa porque sólo un hijoputa con los ojos malos es capaz de la villanía de acusar al Gobierno de Gaza de no convertirla en un emporio de milagroso crecimiento económico en un par de años, en un nuevo Dubai. Al gobierno de un campo de concentración saqueado y expoliado sistemáticamente desde 1948 con la aquiescencia de los demás estados del hombre blanco y que acababan de abandonar, arrasándolo previamente, las tropas y los colonos del estado invasor por la imposibilidad manifiesta de mantener el sojuzgamiento de la población invadida sin exterminarla del todo. Lo que en el Oeste del siglo XIX era posible, pero que ahora queda un poco brutote para la nueva sensibilidad occidental. Este cabronazo acusa al gobierno de un territorio sometido a un brutal bloqueo económico y sanitario desde el mismo momento de haber sido elegido por sus ciudadanos democráticamente que impedía, e impide aún, el paso de productos tan peligrosos para la seguridad del estado israelí como el cemento, la carne fresca o el chocolate, de no elevar el nivel de vida de sus habitantes en lugar de hacer lo único que podía hacer contando sólo con la más absoluta escasez de medios y bienes: mantener la moral de los ciudadanos alta. Resistirse con uñas y dientes a convertirse en los siux del siglo XXI. Los medios tal vez puedan tacharse de dudosos pero el fin es impecable. Y que por eso fue seguidamente bombardeado casi hasta el arrasamiento e invadido por el ejército más sofisticado del mundo para terminar de destruir por tierra lo que no consiguió desde el aire.

¿Alguien se imagina a un acreditado periodista inglés acusando en 1943 a los dirigentes judíos del gueto de Varsovia de no haberlo convertido en una pequeña Suiza, de no haber hecho más para elevar el nivel de vida de sus habitantes? Pues eso, que lo hubieran merecidamente llamado grandísimo son of a bitch, sin la más mínima duda. Pues ahora le dan el Premio Pulitzer. Y es que los tiempos adelantan que's una barbaridad.


NOTA: Uso la palabra hijoputa en un sentido metafórico, con los contenidos semánticos que ha llegado a tener en el idioma castellano, o sea con el significado de malnacido. Soy consciente de las connotaciones machistas de la misma, pero qué queréis que os diga, es la más exacta que conozco para expresar lo que pienso del hijoputa ese.

martes, 10 de agosto de 2010

El monstruo melancólico

As tears go by, Mientras caen las lágrimas es una de las canciones de la prehistoria del POP con más leyendas a cuestas. Tiene una melodía ñoña, como muchas de las que por el mismo tiempo compondría mucho más ácidamente la Velvet Underground. Marianne Faithful fue un fenómeno especular al de Nico. Lo que una fue para los Rollings, la otra lo fue para la Velvet. Hablamos de los primeros 60. Las canciones más tarareables, las que posteriormente recibirían el título de comerciales, se las endiñaban a las chicas. Afortunadamente. Sólo hay que ver las versiones que posteriormente, al calor del éxito cosechado por ellas, perpetraron los chicos. Más Jagger que Reed, que siempre se resistió más a caer, erróneamente, en la tentación de lo fácil. La versión que os ofrezco es un producto de madurez. De 1987. De cuando la Faithful consiguió por fin salir del submundo de la narcolepsia. Quien quiera conocer la historia al completo puede usa la Wiki. Sólo una apostilla. Me jode enorme, abisalmente, compartir mi pasión por la Faithful con ese saco de basura intelectual que es Golum Gabriel Albiac.

EL MONSTRUO MELANCÓLICO

...toro
padre de serpiente y padre de toro serpiente,
en la montaña el oculto, oh mayoral,
el aguijón.

Anónimo tarentino, en Clemente de


Alejandría, Exhortación a los griegos (1)

Al principio fueron las escamas. La Serpiente primordial, fundante, monstruo devorador o tentador o prodigador de dádivas. Y el anillo de mitos en su torno: inductora del conocimiento y fuente de congojas. Su transfiguración más luminosa fue el dragón, que como casi todo nació en China. 4000 mil años antes de Cristo ya lo dibujaban con conchas sobre los cuerpos de los difuntos en la cultura de Yangshao. El imaginativo arabesco de escamas de la tradición oriental ya estaba fijado para entonces y ya era asimilado al poder celeste con su capacidad generativa de agua beneficiosa y el poder mortífero del fuego de su boca. Por ello el poder imperial se apropió de su imagen y se hizo descender directamente de él. El enorme vientre azul del monstruo es la máxima fundación teratológico del alma china y decora desde entonces y hasta hoy toda su cotidianidad desde los oratorios budistas hasta los templos del chop‑suey.

En las culturas mediorientales también el reptil representó un papel primordial. La serpiente tentadora de la parte considerada más débil de la Humanidad, la mujer, ha marcado la línea vertebral de la función del mal en la cultura judeocristiana, desde su primer triunfo en el paraíso hasta su derrota simbólica bajo los pies de la doncella madre de la divinidad. Aunque la interpretación secreta puede apuntar a la pérdida de inocencia, animalidad inconsciente, y descubrimiento de la libertad de elección, la aventura gnoseológica de la esencialidad humana. Así, la serpiente edénica representaría una doble vertiente: por un lado el mal puro que consigue rebelar al hombre contra Dios, su creador y por otro el mal relativo: liberación de las cadenas de la animalidad, la enseñanza de la luz del autoreconocimiento a cambio de la asunción del dolor que ello comporta. Por otra parte los acadios sintetizaron todo esto probablemente desde finales del segundo milenio en el mito del combate (Enuma elish) entre Marduk, el principal de sus dioses y Tiamat, el dragón femenino del caos acuoso que encabezaba los poderes divinos primitivos.

En la tradición intermedia, la gran abandonada por la cultura occidental, la griega, la dispersión de sus fuerzas teocráticas, la mayor racionalidad de su panteón impide una asociación absoluta del bien y el mal en dos bandos irreconciliables. Los monstruos no son uno ni representan la alteridad malvada de la divinidad, sino manifestaciones del poder divino mismo; no son ni buenos ni malos, como los dioses mismos, que son sólo lo que son: dioses. Estos mandan monstruos a los humanos para castigarlos, para premiarlos o para probarlos. Los propios dioses se monstruizan a veces para demostrar su poder o para conseguir determinados fines. Y junto a la manifestación monstruosa surge inevitablemente su alter ego: el matador de monstruos, el héroe, cuya existencia está inevitablemente atada a la del ser que ha de liquidar para convertirse en carne de mito. Su esencia es la demonstración, la liberación al precio de la gloria eterna de la bestia que amenaza a sus congéneres. Pero la búsqueda del monstruo también es simbólicamente una vía de conocimiento y la muerte del monstruo la adquisición de la luz. Así lo entendieron los creadores de mitologías medievales que retomaron la tradición griega y la plasmaron en el corpus literario de la caballería andante.

El primer matador de monstruos de la mitología griega fue Apolo, su hazaña, la muerte de la gigantesca serpiente Pitón. Le siguieron Cadmo que mató al dragón Aonia en la cueva de Ares (los dientes del dragón, sembrados, fructificarían en soldados), Perseo que con la muerte de la Serpiente marina que tenía secuestrada a Andrómeda y su desposorio con ella tipifica el triángulo clásico para siempre, la Gorgona Medusa y un largo etcétera de liberaciones, Belerofontes ( a la Quimera, que tenía cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de serpiente, adhiriendo plomo en la punta de su flecha que se derretiría al contacto del fuego bucal del monstruo), Heracles y sus zodiacales aventuras, Jasón y Teseo. Matadores de monstruos de escama. Son los héroes solares, luminosos, que se debaten entre dos extremos del mito: los monstruos y las mujeres. La relación con los monstruos es unívoca e inequívoca: la destrucción los une con lazos indestructibles. Se da una fidelidad fervorosa en el acto de la búsqueda y la destrucción, en la comunión existencial entre ambos, que no se da en cambio en sus relaciones con la mujer, la tercera pata del banco, con las que las relaciones secuenciales son discontinuas, la infidelidad frecuentemente manifiesta, y la traición base de la mayoría de las relaciones.

Después vino el toro. El cosmos late entre la serpiente y el toro. Pasó un tiempo larguísimo antes de que a la serpiente, Tiempo-sin-vejez, siguiera el latido del toro, que fue Zeus (2). Si la serpiente es el agua, el toro es la tierra. El toro resume en todas las civilizaciones mediterráneas la fascinación de la fuerza genésica, la poderosa fuente de simiente. Es el gran tótem de las culturas agrícolas, símbolo de vida y energía e imagen de la belleza impactante de la animalidad. Su cornuda máscara es de una fuerza vital inquietante y a la vez supranatural. Por ello es el regalo más preciado por los dioses y su sacrificio siempre fue el acto supremo de respeto oferente a la divinidad. Pero el toro presenta además un aspecto añadido: no deja de ser una bestia peligrosa, cuya acometida ciega mata y destruye la vida del propio hombre: su caza es una muestra de valor que emula la heroicidad de los grandes cazadores de monstruos míticos. Fuerza y destrucción se enlazan en "una dialéctica cuya duplicidad, inmersión y contradicción toca los orígenes de la experiencia religiosa a través de todo el Mediterráneo" La lucha ritual es una de las constantes más acusadas de las culturas del Mediterráneo. Hay una especie de hilo que une en la fascinación por el toro-monstruo tres lugares donde la tauromaquia fue ritual: Creta, Egipto y España (3) (y en España incluso sigue plenamente vigente). Mitra, Gerión, el buey Apis, completan una panoplia de mitologías taurógenas que ha conformado el imaginario estético-religioso de toda la espina dorsal mediterránea.

En Grecia la saga empezó con el Toro-Dios-Monstruo que rapta a la doncella para fecundarla, nombrar continentes y generar estirpes desgraciadas y continúa con el toro blanco que Posidón envía a Creta como señal para el pueblo de que el rey Minos, hijo de aquella unión, es agradable a sus ojos. La condición para su envío es que Minos lo sacrifique al propio Posidón una vez cumplida su misión. Pero a Minos le parece un animal demasiado hermoso y lo sustituye por otro de sus rebaños. El engaño es, por supuesto, descubierto por el dios del mar que le envía un terrible y sarcástico castigo: si tanto le había gustado al rey el toro, más le gustará a su esposa. Así que provoca en su esposa Pasífae una pasión y un deseo irrefrenable de ser poseída por aquel toro sagrado. Para consumarlo Pasífae obliga a Dédalo, el arquitecto real, a que le construya una novilla de madera hueca cubierta de piel bovina donde se encerrará la reina para ser poseída. De esta unión nacerá un ser híbrido, el Minotauro, de cabeza de toro y cuerpo humano. Dédalo construyó el artefacto para el pecado y construirá también el lugar donde se ocultará su fruto vergonzoso: un edificio de intrincada arquitectura: el Laberinto. El ser nacido de la monstruosa unión tendrá un hábitat monstruoso y su alimentación también lo será: habrá que proporcionarle carne humana. El resto es de sobra conocido: Minos impone a Atenas la entrega de 9 jóvenes y 9 doncellas cada 7 años para alimentar a su hijastro. A una de las expediciones se apuntará Teseo, el hijo del rey de Atenas, que convence a su padre de que logrará matar a la bestia. Una vez en Creta, la hija de Minos y Pasífae, Ariadna, se enamora del joven y le ayuda a matar a su hermano Asterión, el Minotauro, proporcionándole una espada y un hilo que, atado a la puerta del Laberinto, le permitirá encontrar la salida. Una vez muerto Asterión, Teseo se llevará consigo a Ariadna con la promesa de desposarla en Creta, pero la abandonará en una isla antes de llegar.

La invención de Minotauro supone un quiebro en la percepción de la relación de los griegos con sus monstruos. Asterión ya no es un monstruo total, de una perversidad indivisible, ajeno, y por lo tanto, enemigo, de los seres humanos, sino que es hijo de una reina de carne y hueso y por lo tanto semihumano. Asterión posee una historia y un nombre y un apellido. Y lo que es más importante: es un ser inocente que carga culpas heredadas. Aparece, pues, a nuestros ojos como un ser monstruo-víctima. Producto de un pecado que él no cometió está condenado a la crueldad y a la soledad. Nos produce horror, pero a poco que se piense en su figura solitaria vagando por los corredores infinitos de su cárcel laberíntica, tal como los imaginó Borges, sus pies de adolescente desnudo trotando sin descanso sobre el polvo, se nos hace cercana y hasta entrañable. Teseo más que liberador de la juventud ateniense fue liberador del propio monstruo sin saberlo, el que puso fin a su existencia indeseada. Más que héroe triunfante es un instrumento de la piedad divina.

Calasso emparenta el significado de Asterión respecto a los monstruos con el de Edipo respecto a los héroes. El más desgraciado de los héroes, tendrá una relación atípica que será la fuente de sus desdichas futuras. La relación con el monstruo es un contacto piel con piel. Edipo mata con la palabra, arroja al aire palabras mortales como las fórmulas mágicas lanzadas por Medea contra Talos. Después de la respuesta de Edipo, la Esfinge se precipitó por un barranco. Edipo no bajó a arrancar su piel, esas escamas abigarradas que ansiaban los viajeros como los ricos ropajes de una hetera oriental. Edipo fue el primero que pretendió prescindir del contacto con el monstruo. Entre todas su culpas, la más grave es la que nadie le reprocha: no haber tocado al monstruo".

El nacimiento de Asterión está directamente emparentado con un concepto griego de pantanosas connotaciones semánticas: la hibrys. Fundamentalmente podría definirse como el impulso humano por transgredir los propios límites, aunque sea enfrentándose a las leyes que rigen el cosmos -ya sean divinas, humanas o de la naturaleza- (5). En este sentido está claro que se dan varias circunstancias que provocan pecados de lesa hybris: Minos desafía la inteligencia de los dioses, su esposa mantiene relaciones atroces con un animal y Asterión, el Minotauro, es la trasgresión misma de las leyes naturales, con su esencialidad dividida entre la animalidad y la humanidad.

Santarcángeli (6) por otra parte, propone que la estructura simbólica del Minotauro está emparentada con la derivación del concepto de hibrys en la palabra híbrido asumida por todas las lenguas occidentales. Queda, pues, convertido en lo otro, en nuestro lado de sombra, la bestialidad que hay en nosotros, en el anti-Teseo y con ello en el ser de la oscuridad que debe perecer para que el hombre viva, liberándose a sí mismo del tributo infamante que debía pagar a las tinieblas. Sería, pues una representación de la eterna lucha entre la razón y el instinto, del espíritu sobre la materia, de lo eterno sobre lo perecedero, del saber sobre la ciega violencia. La victoria de Teseo sobre el Minotauro es la victoria de Teseo sobre sí mismo, el bautizo del hombre nuevo en la sangre del Toro-hombre .

El mito del Minotauro, como todos los mitos que atienden directamente a la esencialidad del alma humana se ha repetido, camuflado a lo largo de la Historia y en culturas muy distantes en multitud de historias fácilmente reconocibles. La representación de la hibrys, la trasgresión de los límites razonables, vuelve una y otra vez sobre todo en momentos históricos en que los avances del pensamiento o de la ciencia encuentran caminos inexplorados y tienen suficiente libertad para desarrollarse. Fue el caso de la aventura humana de la razón en la gestación de la civilización griega, en que los hombres desafiaron a los dioses al querer desentrañar por sí mismos los misterios del universo. Cruzar el límite de lo establecido como cognoscible suponía una ofensa a los dioses, y tenía, por lo tanto, el precio de entrar en lo desconocido, en el territorio del monstruo que guardaba los secretos de las divinidades. Porque la más genuina pulsión humana se basa en un dilema insoslayable: la necesidad de habitar dentro de unos límites infranqueables para asegurarse la propia supervivencia, pero a la vez, el inevitable impulso de traspasar esos límites, como motor de la propia vida humana (7).

David Cifuentes ha descubierto una versión del mito del Minotauro en clave estrictamente contemporánea: el film de Ridley Scott Blade Runner y ha descubierto las suficientes similitudes como para concluir que el autor de la novela tenía en mente la estructura formal y semántica del mito minoico y que tiene una clara vigencia en la representación de los dilemas del ser humano en este tránsito de un milenio a otro.

La hybris se refleja en la trasgresión que el personaje Tyrrell/Minos (empresario científico/ rey) comete creando unos seres híbridos (hombre-máquina) que cumplan el sueño de la inmortalidad. Pero el miedo a su propia obra monstruosa le lleva a inscribir la muerte programada de los replicantes en sus códigos genéticos. El castigo a la soberbia creadora, a la hybris, es la rebelión de los monstruos que lo buscarán para que desactive dichos códigos. Hay un Laberinto, la ciudad de Los Ángeles en el año 2019, un héroe liberador (el agente Deckard que llega y que se va en una nave) y una Ariadna, la replicante que por amor ayuda al héroe a destruir a sus hermanos y se acaba marchando con él.

La civilización cientifista en que estamos inmersos desde hace unos siglos ha llevado al hombre contemporáneo a situaciones límite muy parecidas a la que se vivieron en la etapa de gestación mítico-racional griega, y por tanto muchos de aquellos mitos han vuelto con fuerza propia camuflados de historias contemporáneas. Y aunque la hybris sea el gran pecado original humano, en unas épocas el hombre estuvo más dispuesto a cometerlas que en otras. Hoy día los límites de la ciencia están guardados por delgadas cortinas tras las cuales parecen amenazar de nuevo los monstruos de lo desconocido y algunas veces hasta parece que oyéramos claramente los mugidos aterradores del nuevo Minotauro inocente/ culpable que corre desesperado por los corredores del laberinto.


  • (1) Recogido por Roberto Calasso, Las bodas de Cadmo y Harmonía, Anagrama, Barcelona.

  • (2) R. Calasso (op. cit.)

  • (3) F. Sánchez Dragó, Gárgoris y Habidis, una historia mágica de España, tomo 1, ed. Hiperión, Madrid 1980.

  • (4) R. Calasso. Op. cit.

  • (5) D. Cifuentes, Blade Runner, revista "Pensamiento", vol. 54, núm. 210, septiembre-diciembre de 1988).

  • (6) P. Santarcángeli El libro de los Laberintos, ed. Siruela, 1997.

  • (7) D. Cifuentes, op. cit.


Este artículo apareció publicado en la revista ARTyCO, nº 11, invierno de 2011