(del laberinto al treinta)


sábado, 25 de noviembre de 2006

Warhol en Córdoba

Ayer tarde completa:

Suavísima llovizna y oferta inigualable.

En la Sala Museísticas Cajasur lleva desde hace un mes celebrándose (¿se dice así?) una exposición de trabajos de Andy Warhol. El que sea en esa sala de la Banca Episcopal es sumamente excitante. Esa sala, la mejor de la ciudad, ha servido desde tiempo inmemorial para que la mayor oferta de exposiciones de esta ciudad corresponda a la mugrienta tradición iconográfica escatológica católica barroca. Desde que se fue el Gran Sebón parece que ha entrado algo de aire fresco. Yo de todas formas no me confío. Warhol es aséptico. En otro lugar hablé de la catadura estética de esta gente.

Lo que son las cosas. Hace 20 años el anuncio de un evento como ese me hubiera llevado a un estado, aparte de incredulidad, de inimaginable excitación. No digo que me hubiera colocado en la puerta diez horas antes de la inauguración, a manera de esos hinchas de fútbol que lo hacen en la taquilla de su estadio, pero desde luego me hubiera atracado de arte pop el primer día. En cambio, a estas alturas, si me descuido se me pasa el increíble evento. Sabía de la exposición desde el principio pero lo fui dejando hasta que conseguí olvidarlo. Ya es una especie de reto que tienen mis neuronas con mi voluntad. Si mi voluntad no anda espabilada, mis neuronas se deshacen de mis deseos como una esposa profesional de los vaqueros sentimentales de su marido.

Suerte que tuve de que a Elena Medel (1) se le ocurriera (o le encargaran) cronificar el evento en las páginas de El País. ¡¡¡y cuatro días antes de la clausura!!! Ahora que lo pienso es realmente increíble que durante casi un mes de lecturas diarias de la prensa local digital no volviera a tener noticias de la exposición. Bueno, pues lo dicho: en El País Andalucía, la joven poeta cordobesa (creo que le jode infinito que la llamen así, pero hoy yo seré un esclavo de las convenciones croniquiles) se lamentaba amargamente de la soledad del arte, sobre todo del arte pop, en esta Córdoba del granito rosa, el sábado pasado.

Me pasó lo mismo cuando en una época en que en la dirección del Festival de la Guitarra dominaron mentes lisérgicas, vinieron a esta perdida ciudad John Mayall, Pat Metheny, Durruti Column, B.B. King (la primera y fundadora vez) o Dr. Feelgood. Me pilló ya descreído. Y fui ya sin fe. Por pura inercia sentimental. Hasta las entradas, esas reliquias, tendría que ponerme a buscarlas por los cajones...

Lo dicho. En las dos salas que la Banca de los Curas Capones tiene en Córdoba han colgado una serie de obras del padre del arte pop, cuya cumbre artística fue su propia firma. Una exposición aburrida como toda exposición de Warhol que se precie. De todas formas casi sentí un conato de emoción ante el (supuesto) original del plátano del disco de la Velvet y un ejemplar de la carátula del disco firmado por todos los protagonistas: Cale, Nico, Reed y el propio Warhol. Ante él me vino a la cabeza mis largas tardes de adoración religiosa por la canción Sister Ray del White light/white heat y la exitación irresponsable que despertaba en mis adolescentes gónadas la voz de hielo de Nico. Ceremonias masoquistas de 30 ó 40 audiciones en plena etapa de angustia postadolescente. Todavía no había porros, así que todo ocurría a palo seco, o con ayuda de alguna cerveza. También estaba la portada de los Rollings de la cremallera. Firmada por todos. También me trajo recuerdos no tanto personales como de otros tiempos. El disco de la cremallera. Hay qué ver...

Campanazo en la conciencia, reproche a las neuronas y ajuste de programa.

Había leído así mismo no sé donde que se celebra por estos días también en Córdoba (¡Quien te ha visto y quien te ve!) un Congreso Internacional Taurino con el subtítulo de UROS Y EROS (Erotismo y Tauromaquia). Bueno no hay que dejarse llevar por el pánico. Igual hay algo interesante. Leo en la prensa que viene Fernando Arrabal, ese perfecto imbécil, como estrella del Congreso. Bien empezamos... Luego, muchos nombres desconocidos... Y Enrique Gil Calvo. Mi sociólogo de cabecera. Ando fascinado estos días leyendo su Máscaras de la masculinidad. Me paso algún tiempo en la red tratando de conseguir el programa completo. Nada. Pero, como actividad paralela, hay una especie de performance: el domingo a las doce de la mañana en la Corredera, toreros consagrados darán una clase de toreo de salón a los alumnos de la Escuela de Tauromaquia. Decido asistir como colofón a mi paseo por las obras del puente, con la cámara, por si capturo alguna instantánea interesante de la inquietante actividad.
Asisto a un espectáculo lamentable. Unos engominados chavalones enseñan a unos niños a manejar los trastos de torturar y matar toros. Me rodean señoras de mecha y oro, chaquetones de guata verde, alguna gorrilla cortijera... Una chica china reparte folletos y así me entero de que Gil Calvo hablará el viernes 24, como cierre del Congreso, en la Filmoteca de Andalucía. La lidia del Leviatán se titula la conferencia.Tras recorrer en solitario las dos salas de la exposición de Warhol me encamino a la filmoteca, bajo la finísima lluvia a escuchar al maestro Gil Calvo. Pero eso lo cuento mañana.

(1) Elena Medel confunde, en su artículo de El País, supongo que por un lapsus, el Cementerio de la Fuensanta con el de la Salud. La gracia de la contradicción de la que habla está en eso precisamente. Pío Baroja en La feria de los discretos lo usaba sumándolo a otros dos conocidos lugares de antíteticos nombres:

En Córdoba la Verdad está en el Campo, la Salud en el Cementerio y la Caridad en El Potro.

Se refiere al Barrio de El Campo de la Verdad, al Cementerio de la Salud y al Hospital de la Caridad, que está en la Plaza del Potro (jugando con el doble sentido de la palabra potro: equino y de torturar).

En una actualización del chiste se han sustituido por los de la ONCE está en Vistalegre y Alcohólicos Anónimos en Los Olivos Borrachos, que son los que recoge la poeta cordobesa. (VOLVER)

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