(del laberinto al treinta)


sábado, 12 de julio de 2008

EL ANTIGUO CINE OSIO


Después de más 30 años he vuelto a traspasar sus puertas y a penetrar en su cálido y oscuro vientre. Se llamaba Cine Osio, se llama ahora Antiguo Cine Osio. Fue el cine del barrio de Cañero, donde nací y me crié durante muchos años, hasta después de venirme, ya independiente, a vivir aquí, a la Ajerquía, a finales de los 70. Cine de invierno habrá de aclarar porque además contábamos con otros tres cines más de verano. El Imperial, situado de espaldas al llamado Sebaero (antiguo cebadero de cerdos), el Cine Cañero que utilizaba el patio del colegio nacional San Vicente Ferrer donde hice la primaria y posteriormente el Maxi, detrás de la gasolinera y en terrenos del llamado Cañero Viejo. Eso da una idea de la importancia del cine para los súbditos del Caudillo de un barrio absolutamente popular, obrero y pobre hasta la irrupción de la revolución televisiva.


El barrio se construyó a mediados de los 50 como parte de un ambicioso plan de construcción de viviendas sociales que incluía además al Campo de la Verdad y a la barriada de Fray Albino bajo el patrocinio de un obispo fascista, cuyo busto se enseñorea hoy de la plaza, para paliar las terribles condiciones de miseria en que se encontraba el pueblo cordobés machacado por la posguerra y la explotación impuesta por el bando vencedor al que el propio obispo había apoyado entusiasticamente.

Hoy en día, el Antiguo Cine Osio sigue abierto pero ahora forma parte del equipamiento municipal de servicios sociales que lo cedió a la Asociación de Peñas Cordobesas. En fin... Ha venido sirviendo para celebrar campeonatos de dominó y exhibiciones de comparsas y chirigotas carnavalescas. Lo que el Ayuntamiento considera alimento espiritual primordial de los cañerenses. Pero recientemente se les ha debido de iluminar la bombilla del remordimiento porque lo han elegido para el alojar la magnífica exposición itinerante ATAPUERCA Y LA EVOLUCIÓN HUMANA de Arsuaga patrocinado por LA CAIXA (A ver si aprende a patrocinar cosas la sacristanesca CAJASUR).


El despliegue de la exposición es magnífico y los contenidos realmente asombrosos, pero no me han permitido contemplar el antiguo patio de butacas en toda su extensión. Pero hasta el viejo ambigú sigue estando en su sitio. He tenido que imaginar casi con un nudo en la garganta las ventanillas de venta de las entradas y los espesos cortinones que daban acceso al patio de butacas plegables de madera donde asistí extasiado durante años a ese doble del mundo, mucho más maravilloso, mucho más gratificante que el del deseo agarrotado por la realidad de la vida cotidiana.

Mañana contaré cómo fue ese descubrimiento.

1 comentario:

Mike dijo...

Joder qué emoción con lo de los cines de verano del barrio, casi se me escapa la lagrimilla cuando he leído el nombre del Cine Maxi, donde me he pasado noches y noches de verano cuando era chiquitín, recuerdo como ya por aquel entonces era incapaz de entender como el que durante el verano era un escaparate de sueños, el resto del año se convertía en un sucio y oscuro aparcamiento de coches, donde hoy se levanta un edificio de viviendas con un supermercado ocupando lo que antes fuera el patio de butacas (de esas metálicas que se te incrustaba el culo, aún recuerdo a mi abuelo llevándose el cojín), si hasta me están viniendo al paladar los sabores del bocatatún que mi madre me hacía y el sabor metálico del agua de la cantimplora.

En algunas cosas el barrio ha ganado, en otras no.