(del laberinto al treinta)


sábado, 24 de enero de 2009

UNA SEMANA EN TÚNEZ (III)

DE ALMINARES ANDALUCES



Desde la estación de autobuses de Bab Alioua hasta la Place de Barcelone se puede pillar el trole que pasa a 100 mts. o bien caminar unos 15 minutos. La Place de Barcelone es el nudo de comunicaciones más importante de la capital. Se trata de un gran espacio cuadrado atravesado por varias líneas del trole, cortado por vallas y aduanado por barreras. En su frente se halla la estación central de ferrocarril. En un lateral, en la acera de la rue Belgique, pegado a la plaza adyacente de Mongi Bali hay una cafetería donde sirven los mejores cafés que he tomado en mi vida, tanto turcos como normales. Yo recomendaría no desperdiciar la ocasión de probar alguna de las especialidades. Dos manzanas más allá, una vez en la rue d’Espagne se encuentra el precioso mercado de Túnez, con un espacio central dedicado a las verduras entoldado de amarillo que proporciona al conjunto una deliciosa luz acaramelada. En los corredores laterales venden aceitunas de mil tipos y las variedades de harissa, la pasta picante de pimientos y guindilla famosa en el mundo entero. El pescado se vende en un gran espacio lateral.


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Bab el Bahr (La Puerta del Mar), más conocida como Port de France se encuentra 100 mts más allá de la salida norte del mercado. El arco de triunfo que hoy encontramos exento se abría en la muralla, aunque fue construida en 1848 sustituyendo a la anterior de factura hafsí, haciéndola coincidir con la avenida recién construida y que atravesaba el espacio recién desecado del lago que se separó de ella más de un kilómetro. La muralla sería derruida unos años después dejando una cicatriz que se aprecia perfectamente en los planos. Desde la puerta se accede a la plaza que da entrada a la medina por la calle Zituna, su vía principal que lleva directamente a la Mezquita Mayor, de su mismo nombre, centro neurálgico y geográfico del casco antiguo. Pero lo que yo tenía en mente visitar en primer lugar estaba atravesando toda la medina, rodeando la Zituna por la derecha y buscando por los zocos Attarine (perfumarios) y et-Trouk (de los turcos) la salida a la Plaza de la Qasbah donde se alza el Palacio de Gobierno, el Hospital Aziza Othmana, el Ayuntamiento y lo que yo andaba buscando, la mezquita de la Qasbah.

Cuando se habla de las torres hermanas almohades siempre se mencionan tres: la Kutubiya de Marrakech, la de Hassan en Rabat y la Giralda de Sevilla. Pero nadie se acuerda de sus dos hermanas menores: el alminar de la mezquita de la Qasbah de Túnez (1235) y la de la mezquita mayor de Tremecen (1236). Son muy posteriores a las tres hermanas mayores, pero de la familia por derecho propio. Todas ellas son hijas de la primera original andalusí, el alminar de la Mezquita de Córdoba (951), desde el siglo XVI forrado por la estructura renacentista que hoy permanece. La originalidad del alminar original cordobés está tanto en en su esbeltez como en su estructura, superando ampliamente en gracia a su directo antecesor, el de la mezquita de Cairouan (836), de aspecto claramente defensivo, y a sus abuelos, los sobrios alminares omeyas de Siria. Tanto la forma cuadrada y esbelta como la solución de la ventanas geminadas pasarán tanto a la tradición islámica del alminar maghrebí como a los campanarios del románico catalán.

alminar cairouanalminar cordoba Kutubiyya


Izquierda: alminar de la Gran Mezquita de Kairouan. Centro: recreación del alminar califal de la Mezquita de Córdoba obra de Abderramán III. Derecha: vista de la Kutubiya, el alminar almohade de la mezquita del mismo nombre en Marrakech.




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Giralda de Sevilla y alminar inacabado de la Mezquita de Hassan en Rabat.



A partir de la fijación por los almohades de esa forma y ese estilo decorativo para sus alminares ya todos los construidos hasta nuestro días en el Maghreb, con excepción de los posteriores de estilo turco, repetirán el mismo modelo. El estilo decorativo sello característico de todas ellas, no es sin embargo original de los almohades, sino de los almorávides, los integrantes de la primera nube de langosta integrista provinente del Sahara que unificó el occidente musulmán bajo un califato tras la desintegración del de Córdoba. El rigorismo y ascetismo guerrero de los almorávides comenzó pronto a resquebrajarse al entrar en contacto con las voluptuosas sociedades de los reinos taifas andalusíes que acababan de conquistar. Así, la fascinación por el refinamiento cultural que encontraron en su avance imparable hasta las fronteras con los reinos cristianos acabaron haciéndoles sucumbir en la búsqueda de una mayor sofisticación de las formas artísticas. En concreto, fue en la construcción de la mezquita de Tremecén (1136, Argelia) donde deciden traer alarifes y artistas de Al Andalus, para que decoraran el mihrab a la manera andalusí. Así, las decoraciones típicas de la Aljafería de Zaragoza y de otras construcciones taifas en finas arquerías mixtilíneas (sebka), una evolución barroca de las arquerías polilobuladas de la ampliación de Alhaken II de la Mezquita de Córdoba, pero que ya encontramos en los castillos del desierto jordano a comienzos del s. VIII, con el nombre de kaft wa daraj (escalón y hombro) (JIMÉNEZ MARTÍN, Historia del Arte de Historia 16, tomo 15, pg. 54), invaden las construcciones africanas debidas a los almorávides a partir de la mezquita de Tremecén. Los almohades, la segunda nube de langosta rigorista surgida del desierto, comenzará utilizándolas por primera vez en un alminar en Marrakech, en la Kutubiya (1160) de una manera bastante sobria completándolas con sencillas decoraciones cerámicas, para irse barroquizándose conforme van extendiendo el imperio hacia el norte y van abandonando las crispaciones estéticas y doctrinales de sus orígenes (alminar de la Gran Mezquita de Sevilla (Giralda, 1184) y alminar de la mezquita de Hassan en Rabat (1195) y para terminar fijando definitivamente el modelo en las de la mezquita de la Casbah de Túnez (1235) y en la de la Gran Mezquita de Tremecén (1236), justo cuando los hafsíes suceden a los almohades en la zona oriental del imperio. A partir de ese momento ya todos los alminares cuadrangulares del Maghreb, que se alternarán con los poligonales de estilo turco en el caso de Túnez, serán copias más o menos felices de las 5 hermanas.



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Alminar de la Mezquita de la Casbah de Túnez y alminar de la mezquita de Tremecén (Argelia).


Después de este plomo que os he metido, necesario probablemente sólo para justificar mi propio interés o para conjurar el dolor por la pérdida de tantas cosas que un día estuvieron en la diana de mis estudios y que hoy a duras penas retengo, continúo con el periplo.

Así que esa torre hermana menor de la Giralda y nieta predilecta del alminar califal de la Mezquita de Córdoba, era la que iba buscando. Y con la suerte que me caracteriza para ese tipo de cosas, me la encontré de obras y cubierta de andamios. Actualmente ha quedado integrada, junto con la mezquita, en un conjunto muy heterogéneo de edificios de muy diversas épocas pero que ha venido representando el centro del poder político y militar de la Ifriqiya secular.

Situada en un cerro que domina toda la medina la mezquita formaba parte del conjunto arquitectónico de la Casbah que los almohades construyeron como centro de poder. Hoy en día del conjunto sólo queda la mezquita y su alminar y un lienzo de muralla de la fortaleza, en medio de las cuales se construyó, tras la independencia, el Ministerio de Defensa. Desde la mezquita se asciende un trecho, se pasa por la puerta de ese ministerio sin hacer ostentación de cámara, y, ya más relajados por el de Cultura, y luego por un enorme parking. El guardián del parking fue el que nos indicó que acceder a los restos del alcázar era cosa sólo de saltar una pequeña verja justo delante de un abandonado Museo del Cine, entornar una vieja puerta y subir unas escaleras literalmente empedradas de mierdas humanas en diferentes grados de fosilización. Lo que se encuentra en su cima es un ruinoso adarve en cuyas paredes se apilan más o menos ordenadamente varios centenares de lápidas otomanas que algún equipo de arqueólogos ha tratado de clasificar con un desconocido fin. Probablemente para su museización. Mientras tanto, y espero no estar dando pistas a los traficantes, están al alcance de cualquiera.


adarve


Justo enfrente se levanta el edificio del Ayuntamiento de Túnez (Qasr al-Baladía), un bonito edificio moderno, que estiliza felizmente las formas arquitectónicas tradicionales tunecinas, con una enorme explanada delante, donde es posible aún, cosas de África, ver a los chavalotes jugar a la pelota sin que ningún guardia les de la bulla.


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Bajando de la explanada del Ayuntamiento y dejando el alminar de la Casbah atrás se entra en la plaza del Gobierno, un agradable espacio rectangular sombreado por cuidados árboles y farolas. Como todo en Túnez, a imagen de la propia pequeñez del país, todo es muy doméstico, muy municipal, El palacio del Gobierno, un palacete del siglo XVIII, Dar el Bey, no da la impresión de ser lo que es, el despacho del Primer Ministro. En seguida se entra por la calle de la Casbah en la medina. Pero la búsqueda de las huellas andaluzas en ella quedará para otro día.


ÍNDICE DEL VIAJE

HAMMAMET
DE ALMINARES ANDALUCES
KAIROUAN
LA MEDINA DE TÚNEZ

1 comentario:

marta dijo...

De plomo, nada, Manuel, que se ha "pegao usté" un trabajazo de síntesis muy serio.
Gracias por ello.