(del laberinto al treinta)


lunes, 25 de abril de 2011

El enigma sirio



Cuatro son los países árabes que más me afectan en su doble sentido, de afección y de afecto: Túnez, Marruecos, Egipto y Siria. En todos ellos dejé vivencias y amigos. Y en todos he sentido directamente cómo el infecto aliento del poder arbitrario amenazaba las nucas de todos los ciudadanos, que allí eran súbditos. Sin que a los autollamados demócratas del también autollamado mundo libre les preocupara nunca lo más mínimo. Han tenido que ser ellos solos, esos súbditos transformados de pronto en ciudadanos reclamantes de derechos, los que para pasmo general, sobre todo de esos encanallados pseudodemócratas de los países ricos, los que intentaran por fin romper las cadenas que mantenían sus déspotas al servicio de los lobbies empresariales de Estados Unidos y de Europa. Túnez, mi pequeño Túnez, fue el primero, de una tan literaria y eficaz manera que ha provocado las cínicas dudas de los más listos de los analistas a la violeta. Se imponía la visión de los árabes aborregadamente islamizados, sometidos, que es lo que significa la palabra, y por suerte, porque en sus genes supuestamente no aparecía el cromosoma de la autonomía personal y si rompían con sus opresores serían para abrazar a otros aún peores. Y si no ha sido así, pensaban los conspiranoicos desconfiados, es porque la CIA y sus guionistas de Hollywood, una vez más, estaban detrás. En el fondo todos, progres y fachas, estaban de acuerdo en que mejor que los alrededores de los pozos de petróleo estuvieran bien custodiados y que la principal garita del capital oileico en la zona, Israel, siempre en pie de guerra. Centinela alerta. ¡Alerta está!

Pero los ciudadanos de Túnez y Egipto han demostrado, sin la ayuda de la CIA y mucho menos de la de los progres europeos, que son eso, ciudadanos. Ciudadanos conscientes de que lo son. Que quieren ser dueños de sus destinos, algo que por ahora, ni siquiera los del llamado mundo libre son. Porque el poder hace tiempo que ya no reside, ni siquiera aparentemente en ellos. Pero al menos quieren ser gozar de las libertades de que gozamos nosotros. Y por eso los velos y las barbas han quedado fuera de juego. Y ahora todo el mundo empieza a distinguir, a comprender o a intuir que el mundo árabe no es un todo homogéneo, para bien o para mal, ese magma informe producto de lo que Edward Said denunció en ese enorme tratado de antropología del europeo que tituló ORIENTALISMO.

Cada país árabe es un mundo, pero en todos, en absolutamente todos, ha prendido la llama. Y el triunfo de la racionalidad democrática, dentro del orden que permitan los verdaderos dueños de los mecanismos del cambio, que son los ejércitos estatales, de su mayor o menos dependencia umbilical de EE.UU. y sus intereses estratégicos, en cada uno de ellos va a depender de múltiples factores. Ya lo estamos viendo.

Los análisis que de Siria hacen los medios occidentales domesticados vuelven a trigo de la burra de los conflictos religiosos. Sólo les interesa promover la idea de que se trata de luchas interconfesionales entre chiítas, alauitas, cristianos, sunnitas. Y advierten del peligro de la libanización del país si se desencadena una guerra civil. Probablemente ocurra, pero no por cuestiones religiosas, sino por cuestiones menos espirituales. Unas de carácter interno y otras externo. Las primeras se basan en la inimaginable red de funcionarios del régimen que Hafez el Asad tejió por todo el país a imagen y semejanza de la que tejieron los partidos únicos en las dictaduras totalitarias pseudocomunistas. En mi estancia de un mes en Siria cuando aún vivía el terrible león (eso es lo que significa Asad) recorriendo morosamente todo el país me encontré con muchos tipos que llevaban una pistola en el bolsillo trasero del pantalón, sin funda, como descuidadmente, pero muy a la vista. En los autobuses de línea, en los cafés, en las partidas de taula de las puertas de los bloques... Aunque el miedo era palpable por doquier aquel detalle me dio la medida de lo fundado que era. Sirios en confianza y españoles (arabistas en prácticas) que conocí allí me confirmaron que había cientos de miles de sicarios del régimen perfectamente armados y con la orden de demostrarlo. En cada bloque, en cada calle, en cada manzana, en cada barrio había una célula que no sólo vigilaba, informaba e intimidaba a sus vecinos, sino que también los extorsionaba. Además la policía de carreteras, al igual que en otros lugares, por ejemplo Marruecos, redondea sus bajos sueldos cobrando un impuesto discrecional a cada conductor en las rotondas de entrada a las ciudades bajo enormes pancartas donde se animaba a dar la sangre, los hijos y la vida por el lider, Abuna (nuestro padre). Así que el problema principal serían los ajustes de cuentas entre vecinos desarmados y sicarios con arsenal suficiente para armar una guerra. Me imagino que son esos sicarios los que disparan contra las multitudes, además de que lo haga el propio ejército.

A todo ello, desde luego habría que sumar la revancha sunnita sobre la minoría alauita y la de los islamistas que no olvidan que en Hama, en 1982 el régimen masacró a sangre fría entre 20 y 40.000 ciudadanos que, aunque acicatados por los partidos confesionales, mostraron su desafección al régimen baazista.

Las externas provienen de los intereses de Israel, que no puede permitir que su enemigo canónico se convierta en una democracia. La dinámica de la crispación que es su estrategia quedaría bloqueada y sus argumentos para considerarse víctima eterna del odio árabe y poder seguir robando tierras a sus vecinos anulada. Cuenta además con un arma poderosa, además de la nuclear y el ejército más poderoso de la zona: la usurpación de los Altos del Golán, garantía segura de humillación al vecino para que sea incapaz de moderar su política de vecindad.

Todo ello me hace temer lo peor. Ojalá me equivoque y el pueblo sirio gane una transición como la de sus hermanos tunecinos y egipcios. Que el desquiciamiento de su vecino y hermano Iraq, responsabilidad de los intereses occidentales, sea un revulsivo para que si las presiones ciudadanas siguen hasta el punto de que el régimen se sienta incapaz de controlarlo y el ejército decide que no necesita la dictadura para mantener sus privilegios como en Egipto y Túnez, sean capaces de generar un movimiento de reconstrucción nacional. Ejemplificante.

En cuanto a Marruecos, sólo espero que nuestros vecinos del sur descubran por sí mismos que su rey, Mohamed VI es su Mubarak, su Ben Ali, su Bashar el Asad. A pesar de lo que digan gente tan cínica como nuestra ministra de Exteriores. El ejército marroquí tampoco necesita al tipo de la perenne mortaja. Y los ciudadanos si lo necesitan es para obligarle a devolver la incalculable fortuna que su familia lleva robándoles desde hace 50 años y luego darle la patada. Y que serviría para elevar justo al doble el PIB del país.

12 comentarios:

Jerónimo Sánchez dijo...

que gran analista ha perdido Le Monde Diplomatique... aunque claro, si estuvieras no sería lemondediplo...

magnífica entrada... enhorabuena.

Anónimo dijo...

Mabruk sidi Harazem. Que pasada!! Lo elevo a nuestro grupo. Diván de Nur

harazem dijo...

Me ha venido de golpe esta mañana, fruto de un ataque de miedo entreverado de esperanza que me ha asaltado con las últimas noticias, que han empeorado a lo largo del día. Tenía esperanzas de que el ejército se comportara como el de Túnez y Egipto, o sea, comprendiendo que les resulta más rentable ceder un poco y sacrificar al sicariado y abandonar al dictador que masacrar a la ciudadanía. Pero los ejércitos de Egipto y Túnez obedecieron siempre órdenes del Pentágono. Un telefonazo a los estados mayores y los dictadores cayeron. En Siria es distinto, más duro y me temo que no van a tener la la visión de futuro necesaria.

Lansky dijo...

No entiendo el comentario (2ª parte) sobre Le mOnde diplomatique ¿Es despectivo?

Lansky dijo...

Entrando en el fondo de tu post, Harazem, Egipto, Marruecos y Siria sólo los conozco por visitas breves (y para mí un mes también lo es), aunque ya sabes: huyendo como de la peste de las rutinas turísticas, pero Tunez sí lo conozco de muchas visitas de trabajo (estudiando sus alcornocales, los más importantes del mundo con los ibéricos) y llamaba la atención al presencia de cartelones del dictador hasta en los sitios más remotos del interior, bien lejos de los 'resorts' de los clubs medirterraneees de la costa. Creo que en Tunez, paradójicamente, el turismo nefando le ayudó sin embargo a irse abriendo al mundo (como a España en los 60/70) y creo también que tu analisis crítico de tender a ver todo bajo la óptica de las disputas religiosas es muy acertado: el país que mete a Dios más obsesivamenet en todos sus asuntos es cristiano: USA, y analizarle 'sólo' bajo ese prisma en su política es absurdo, pero obviar esa dimensión que aparece hasta en el dólar sería un error. Comparto en suma tus premisas y también tus conclusiones.

Jerónimo Sánchez dijo...

No... despectivo no es... es realista... este tipo de análisis no entrarían nunca en la línea marcada por esta revista. La última de Ramonet sobre Libia lo deja bastante claro, ¿no?

harazem dijo...

Bueno, Lansky, el turismo siempre contamina, y como bien dices, no siempre negativamente. de todas formas el caso de Túnez es especial porque Burghiba, independientemente de su talante más o menos autoritario, se implicó realmente en la modernización social del país. Los frutos de aquello los recogió el cabrón de su sucesor dejándolos pudrir por la corrupción y la rapiña de su camarilla.

En cuanto a lo de la imaginería dictatorial, en ningún sitio lo vi como en Siria. Fachadas de edificios céntricos de Damasco del tamaño de la Telefónica de Madrid ocupados por una foto del cabezón Hafez el Asad. Pero lo peor eran las pancartas que cruzaban las carreteras cerca de las ciudades, apelando al sacrificio hasta la última gota de sangre para defender al lider y otras perlas por el estilo.

Lansky dijo...

Te dediqué un post, de un tema de tu supuesto interés. Ni puto caso ni acuse, supongo que navagas poco últimamente por la Red. No pasa nada.

harazem dijo...

Efectivamente, Lansky, has dado en el clavo. Navego poco por voluntad propia. Con dolor, pero tengo que leer libros, no al imposible ritmo al que lo haces tú, pero al menos intentarlo, porque me va a comer la vergüenza de acabar perdiendo la costumbre. Ya te he agradecido la dedicatoria en su sitio. Ya ves que no ya arabista (que lo soy a la violeta) sino ni siquiera de guardia...

José Manuel Fuerte dijo...

Gracias a ti ahora comprendo un poco mejor lo que ocurre con los estados del Magreb y el Oriente Próximo.

Muchas de las preguntas que me he estado haciendo durante las últimas semanas han sido respondidas gracias a esta entrada de tu blog.

Siento, ya sin dudarlo (antes lo percibía pero no lo concretaba), que estamos siendo engañados por quienes más les conviene en esta zona del mundo. Creo que voy sacando las conclusiones que necesitaba desde hace unas fechas.

Gracias, Manuel.

Henry Stephen dijo...

Pues yo soy de esos que piensan que los pentagoniles están detrás de todas esas "revoluciones espontáneas". No es porque lo digan los conspiranoicos, no, es porque hay un montón de cosas que cantan la parrala. La única revolución que ha habido hasta el momento en el mundo en contra de esta "crisis" se ha producido en Islandia y de eso, claro, los medios de comunicación no hablan.

harazem dijo...

Me temo que estás mezclando dos historias diferentes. Las crisis de subsistencia que están tras la revueltas árabes y la crisi de hiperconsumo de los islandeses. Yo estoy con ambas, aunque considero a los islandeses también responsables de su situación por haber apoyado entusiástica y, lo más importante, libremente, las barrabasadas de sus gobiernos y bancos en los buenos tiempos.


Lo de la conspiración pentagonil a la revuelta tunecina, la primera y mecha de las demás, es un bonito argumento pero te aseguro que no la apoya ni uno sólo de los analistas de confianza que llevan décadas estudiando la zona. Eso no es un dato definitivo, desde luego, pero sí ayuda a situarse mentalmente.