(del laberinto al treinta)


domingo, 14 de enero de 2018

De cuando el rey de España y yo estafamos a la UCD

Me he quitado un peso de encima. A menos unos gramos. Durante muchos años viví con la mala conciencia de haberme portado en un ya lejano momento de mi vida como un estafador. Hoy ese íntimo sentimiento de vergüenza por mi delincuente proceder ha sido ligeramente aliviado por el conocimiento de que compartí víctima de esa estafa propia con el mismísimo rey de España.

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Aunque ya había tenido conocimiento hace años de esa granujada real no ha sido hasta esta mañana cuando la he conectado con la mía propia, ambas con víctima común: la UCD. Cuando he visto con otros ojos EL CÉLEBRE VIDEO en el que el periodista Gregorio Morán, ese azote de alimañas culturetas, pero sobre todo, de transicionistas sin vergüenza, cuenta como el rey hoy Emético, perdón, Emérito, estafó al correoso sha de Persia y al partido de la carroña franquismiquis sacándole al primero para el segundo, con el fin de contribuir al freno del comunismo, la friolera de diez millones de dólares y que se quedó él para él solito. Sí, amigos, para ese partido-francoenstein que aglutinó a la variopinta fauna del franquismo gatopardiano que no recibió ni un solo dólar de aquella donación del sátrapa persa para la causa anticomunista española.

La cosa tendría una gracia de episodio de novela de pícaros si no fuera porque el asunto no ocurrió en el patio de Monipodio sevillano del siglo XVI, sino en las altas magistraturas del gobierno de España en 1978 en el que los responsables —y sus hijos que heredaron sus patrimonios— de un genocidio de demócratas del calibre del perpetrado por los nazis con los judíos, estaban cocinando la manera de seguir disfrutando del botín conseguido por ese genocidio y de permanecer a salvo de responsabilidades morales y económicas. Un chiste de chorizos con ternos y gemelos criselefantinos si no hubieran mediado en su argumento las infinitas toneladas de muerte, injusticia, sangre, miseria, crueldad, dolor y lágrimas sobre los que se sustentaba. La historia de esa panda de tahúres sin escrúpulos que despreciaban a su A.R. La Almorrana del Caudillo y lo consideraban un pobre tarado con la sangre que riega el cerebro corrompida por siglos de coyundas endogámicas, que son estafados por quien se reveló finalmente como el Mayor Tahúr del Reino, es una de las más graciosas historias del Muy Esperpéntico y Degenerado Reino de España. Y mira que hay que currárselo para superar las hazañas de su abuelo el pajillero Alfonso XIII mandando montar carpas en el Retiro para rodar películas porno con rollizas putas de la Cavas y canijos extras con más hambre que polla.

Lo mío, he de confesarlo, fue mucho más modesto. Resulta que en el mes previo a las históricas elecciones de 1977, siendo estudiante de 3º de Y Letras (la Filosofía no estuvo nunca, aunque se la esperó) en la Facultad de Córdoba, el tío, el cuñao o el amigo del padre de un compañero se hizo con la contrata de la campaña publicitaria de la UCD en la provincia. Aquellos políticos gatorpardistas y ahora franquismiquis de aquel francoenstein-partido tenían dinero pa comprar España, aunque no les hacía falta hacerlo: ellos sabían que era suya y de hecho lo sigue siendo. Dinero del estado —o sea de todos— y dinero de los bancos, antes de que decidieran invertir en la multinacional pesoeísta.

Bien. El caso es que este compañero nos ofreció sacarnos unas pelas —muchas, muchas, nos pagaron un dineral— por manuscripturar las cartas de propaganda electoral de todos los municipios de la provincia. Nos proporcionaron decenas de cajas llenas de sobres, decenas de paquetes con las papeletas de la UCD y un mazo de fotocopias con los censos de los pueblos a los que teníamos que mandarlos. Nuestra misión consistía en meter cada papeleta en un sobre y escribir en su anverso ordenadamente una dirección del censo que nos habían proporcionado. Aseguro que la mayoría —si no la totalidad— de aquel trabajo recayó en gente mercenaria de izquierda. Me han contado que decenas de militantes de CCOO hicieron lo propio. Ya digo, había mucha, mucha pasta por medio. Lo que no sé es si todos esos perpetraron la misma —o parecida— estafa revolucionaria que perpetramos nosotrxs.

Sé de algunos casos que se lo curraron de otra manera, pero nosotrxs lo tuvimos fácil, en el sentido de la posibilidad de detección del fraude. En el nuestro recibimos el censo de un par de pueblos que casualmente tenían como apellido DEL RÍO, o sea PALMA DEL RÍO y VILLA DEL RÍO. Así que sólo tuvimos que ponernos de acuerdo y lxs que recibimos el censo de VILLA DE RÍO pusimos bajo la dirección PALMA DE RÍO y lxs de VILLA DEL RÍO el nombre del hermoso pueblo de las naranjas.

No sé qué gramos de victoria en la lucha antifranquista conseguí/mos con aquella acción, pero fue nuestra pequeña contribución a la lucha. Una estafa, desde luego y desde luego el dinero estafado a aquellos mamonazos (sin x de género porque el pestazo a polla era abrumador) se gastó, aparte del pico correspondiente para vinos en Guzmán y cafés en La Mezquita, en libros, discos y otras bagatelas de calentar aún más la olla de nuestra juventud rebelde.

No como el rey, que los mil kilos que estafó a un emperador de Persia y al partido de Suárez se los gastó, según hemos sabido estos días, en fondos en paraísos fiscales y en yates en los que navegar con tristes mujeres utilitarias a las que poder tirar sin más por la borda cuando aparecía en lontananza la grímpola lacada de la reina. (Uy, sipote, qué endecasílabo desos más bonico ma salío).

6 comentarios:

José Joaquín Salado de la Torre dijo...

Curiosa información y pedazo de artículo. Ya sabía de las 'aventuras' del abuelo rey, pero esto ya colma el vaso de mis conocimientos acerca del exrey.

ben dijo...

No tengas problemas de conciencia, muchos estudiantes en época de aquellos referéndum que
hacía su Excelencia y que ganaba por goleada,nos sacábamos algún dinerillo poniendo la cruz
directamente en la casilla del SI,en el montón de papeletas,que un compañero nos traía.

harazem dijo...

Reconocerás, amigo ben, que el caso es ligeramente distinto: tú cumplías con tu parte pactada y pagada con la Dictadura y nosotros la estafábamos, impedíamos que llegase la propaganda a las casas y encima nos quedábamos con la pasta.

ben dijo...

Sí,había diferencias,pero también de tiempos.No es lo mismo la UCD,que la de su Excelencia.
E incluso sabíamos,que de una manera u otra iba salir el 99% de SI,por la sencilla razón que nadie iba a dudar,eso hubiese sido un pecado mortal.Eso nos hacía reír,mientras que íbamos colocando el SI.Ya te digo,su Excelencia,tenía ese don de ganar todos los referéndum.Esos
mismos estudiantes,luego,hacíamos pancartas en la escuela de ingenieros de Barcelona y traíamos en jaque a los grises,en la Diagonal.Eran otros tiempos.Ahora son simplemente recuerdos de juventud,que nos tocó vivir,muy hermosos.Te hablo de los sesenta,que ya ha llovido.

Paco Muñoz dijo...

Interesante confesión, creo que el delito, si lo hay, estará prescrito, como prescriben los engrases al partido del gobierno de grandes y medianos empresarios.

Anónimo dijo...

Vaya, siempre es impactante el recuerdo de aquellos tiempos que parecen de otra época pero que están a tan solo unos click de ratón para ver que algo ha perdurado en el tiempo.