(del laberinto al treinta)


viernes, 26 de abril de 2013

¿Dónde está... la reliquia de Ambrosio de Morales?

VISITAR LA PRIMERA PARTE

En febrero de 1978 MH y yo conocimos en la sacristía de la iglesia de Santa Marina de Aguas Santas de Córdoba a don Rafael Soriano Resines, erudito local, autodidacta y empleado municipal jubilado, que recorría las parroquias cordobesas rebuscando en los archivos parroquiales datos curiosos de la historia de la ciudad. Coincidimos en aquel oscuro vientre  parroquial en varias ocasiones más y a pesar de ser de natural reservado acabó haciéndonos blanco de sus confidencias y de algunos de sus descubrimientos tal vez porque por entonces ya era muy mayor e intuía que no le quedaba mucha vida por delante, como así ocurrió, pues nos enteramos de su muerte sólo dos años después, pero también por la indisimulada alegría que le producía el ver a unos chicos tan jóvenes compartiendo con él tan ratonescas aficiones. Tras conocer casualmente la noticia de su muerte (no tuvo ni esquela, ni tan siquiera necrológica en la prensa local) intentamos ponernos en contacto con su familia para acceder a sus papeles, pero una vecina nos informó de que sólo tenía un familiar directo, una sobrina de la que sólo sabía que vivía en una ciudad del norte, no recordaba si Burgos o Soria, y que había puesto todos sus libros y documentos en manos de un chamarilero, chamarilero que por supuesto ella tampoco conocía.

Así, que la posibilidad de contrastar documentalmente los descubrimientos de que nos hizo confidencia don Rafael se desvanecieron. Pero recordamos perfectamente algunos de ellos y sobre todo el que concierne al contenido de este artículo: el paradero de algunas partes corporales del cronista de Felipe II Ambrosio de Morales.

Un frío día de invierno, después de haber conseguido desembarazarnos con una falsa urgencia de una de las interminables falsas batallitas de campo de concentración que don Martín, el párroco criptonazi que se hacía pasar por entonces por rojo, nos endilgaba, acabamos en la taberna de Santa Marina don Rafael y los dos pollos investigadores compartiendo medios de fino y tertulia con la máscara mortuoria de Manolete. Con voz muy baja y un tono de secretismo extremo nos hizo partícipes de un invencible afán que lo corroía cifrado en la esperanza de un hallazgo al que dedicaba una incansable búsqueda desde hacía 50 años. No sólo visitaba las parroquias históricas cordobesas tras los secretos durmientes de los archivos, sino que tenía en mente el hallazgo de un santo grial que sabía guardado celosamente en alguna de ellas.

Todo empezó, nos dijo, un día en que se encontró por casualidad entre un lote de viejos libros que había adquirido en la ya desaparecida librería anticuaria de Diario de Córdoba un manuscrito del siglo XIX en el que se narraba la operación de exhumación de los restos de Ambrosio de Morales en 1844 y su traslado desde el ruinoso Convento de los Santos Mártires donde reposaba desde su muerte en 1591 hasta la Colegiata de San Hipólito donde se le había proporcionado nueva ubicación, ante el temor cierto de derrumbamiento del viejo edificio ribereño. En el manuscrito se relataba pormenorizadamente todo el proceso y todas las personas involucradas, frailes, curas, políticos, judicatura y Comisión de Monumentos. De esta última formaba parte en calidad de Vocal Secretario el eminente erudito don Francisco de Borja Pavón de cuyo puño y letra había deducido don Rafael claramente estar escrito el texto encontrado, aunque careciera de firma alguna. En él el farmacéutico y polígrafo cordobés, especialista en necrológicas, relataba cómo al abrir el catafalco donde se encontraban los restos del Ilustre Morales se halló entre ellos un cofrecillo de madera con goznes de hierro en bastante buen estado de conservación. Tras sacar con sumo cuidado uno a uno los ilustres huesos y antes de ser introducidos en un ataúd de plomo sellado, se procedió a abrir el cofrecillo en el que se halló un folio manuscrito enrollado y atado con una cinta que se deshizo al tocarla sobre un extraño objeto muy arrugado de color parduzco y textura apergaminada. Tras la lectura del texto se supo que aquel objeto correspondía a las virilidades completas de Morales que en su juventud, en pleno arrebato de locura en su lucha contra las tentaciones de la carne, se había cortado de cuajo, al completo. El texto estaba redactado con una temblorosa caligrafía y firmado por el Padre Secundino de Santa Justa prior del convento de Los Jerónimos de Valparaíso donde había ocurrido muchos años antes aquel desgraciado suceso y fechado el mismo día del sepelio. Narraba el fraile cómo siendo él mismo de los mismos años y vecino de celda de Morales había acudido a los gritos que aquel diera tras cometer su locura justo un rato después de que él mismo pasara para gozar de su compañía en ella y cómo rescató de entre la sangre y la parafernalia sanadora que montaron los demás frailes para tapar la hemorragia y salvarle la vida, con grande amor y veneración y con los ojos arrasados en lágrimas, aquella desgajada parte causante de las tentaciones de su joven vecino. Cómo las lavó cuidadosamente, las enterró en varios puñados de sal que consiguió en la cocina y las mantuvo en custodia durante toda su vida bajo las tablas de las celdas que fue ocupando hasta la actual correspondiente al prior. Y cómo enterado de la muerte de su antiguo hermano de hábito y estrecho amigo y entonces ya sabio reconocido por toda la España bajó a la ciudad y solicitó permiso al Obispo para introducir la parte que faltaba a su cuerpo sin vida en su lugar de descanso eterno para que nada le faltara cuando compareciera ante el Señor. Lo que le fue concedido.

Borja Pavón desgrana la discusión que se desató ante el descubrimiento entre civiles y eclesiásticos, éstos últimos contrarios a considerar parte de los restos el contenido del cofrecillo y partidarios de que quedara excluido del nuevo féretro, frente al conjunto de los laicos que consideraban de justicia su inclusión. Según don Rafael, Pavón no daba cuenta de los diversos argumentos pero sí de que al final ganaron los tonsurados y de que se decidió enviar el cofrecillo a la frontera iglesia parroquial de San Nicolás de la Axerquía para que allí se guardase mientras se decidía su destino. Se detallaba también el acuerdo unánime de que tal hallazgo y su destino no constaran en el Acta (1) oficial que se levantó dando cuenta del acto y que redactó y firmó el propio Francisco de Borja Pavón. Con esta noticia daba fin al manuscrito. (2)

Y es ahí donde comenzaba la ardorosa búsqueda de la reliquia don Rafael, partiendo del hecho de que unos años después la parroquia de San Nicolás de la Axerquía fue desalojada y todos sus enseres conducidos a la de San Francisco antes de que ocurriera su derrumbe. ¿Quedó en San Francisco o peregrinó por otras parroquias? ¿Sería secuestrada por algún particular y conservada en su casa como reliquia intelectual? Don Rafael no pudo conseguir, a pesar de sus denodados esfuerzos, encontrar su santo grial particular, pero quién nos dice que cualquiera de nosotros cualquier día no damos con la preciada reliquia del muy católico Ambrosio de Morales y que podría ser rescatada y venerada en la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, en la calle donde naciera y que aún lleva su nombre.

Como me imagino que ninguno de nosotros puede hacerse una idea de qué aspecto tendrá un estuche fálico momificado en salazón de casi 500 años de antigüedad (el de las momias egipcias jamás nos lo muestran) propongo varias modelos de objetos similares que pudieran servir de referencia.

Ciruelas pasas, orejones e higos secos

(1) Documento original custodiado en la Biblioteca Provincial de Córdoba y que puede hallarse bajo el título: Certificación de Don Francisco de Borja Pavón, vocal Secretario de la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Córdoba, sobre el Acta de exhumación de los restos mortales de Ambrorio de Morales del sepulcro que ocupaban en el convento dominico de los Santos Mártires del Río, en la ciudad de Córdoba, su posterior colocación en una urna y su traslado a la Colegiata de San Hipólito, el 8 de noviembre de 1844 [Manuscrito].

(2) No fue este el único meneo que se le dio al paquete residual y ya definitivamente incompleto de Ambrosio de Morales. 25 años después de su traslado a la nueva tumba de la Colegiata de San Hipólito, en 1867, una brillante idea del Gobierno de Madrid fraguada en 1937, en línea con las ideas que suelen tener los gobiernos de un país tan absurdo y necrópata como éste en todos los tiempos y circunstancias, consistente en la creación, siempre copiando tarde y mal lo que la más racional Francia hacía, de un Panteón de Españoles Ilustres, volvió a hacer viajar a los pobres restos ambrosianos de un lado para otro. Y con ellos los de varias decenas de Españoles Ilustres más, Juan de Mena, Garcilaso de la Vega el Inca y Gonzalo Fernández de Córdoba, alias El Gran Capitán por lo que respecta a nuestro paisanaje, pero también Quevedo, Calderón de la Barca, Ventura Rodriguez y muchos más. El lugar elegido fue el templo de San Francisco el Grande de Madrid y para su inauguración se organizó un soberbio zafarrancho de combate consistente en una comitiva de cinco kilómetros, en la que desfilaron las carrozas fúnebres acompañadas por bandas de música, unidades del Ejército y de la Guardia Civil, estudiantes, religiosos, políticos e intelectuales se dispararon cien cañonazos y como detalle iluminativo al entrar los restos en la basílica se encendieron tres grandes lámparas. Los restos fueron depositados en una capilla y años después devueltos a sus lugares de origen, con lo que se cerró por un tiempo la idea de crear un panteón nacional. Así que los sufridos restos de nuestro emasculado para toda la eternidad (si La Colleja no lo remedia) Ambrosio de Morales que habían sido despedidos en la flamante estación de ferrocarril de Córdoba años antes con todos  los honores de cubrimiento de bandera de seda, presenten armas, banda de música y discurso de don Francisco de Borja Pavón en el que flotaron en el éter de la gloria sus vibrantes palabras: con emocion profunda, no ajena si se quiere á un dulce sentimiento, pero impregnada en gloriosa complacencia, regresaron a Córdoba para aguardar unos años más en un rincón de la Colegiata su definitiva residencia en el pisito cercano al altar mayor que le fue definitivamente destinado y en el que aún espera, completamente destributado, el Juicio Final.

jueves, 25 de abril de 2013

La Cruzada Gastropija

Para calibrar medianamente las estrategias artilleras que últimamente emplean las vanguardias de la Cordocaspa, o sea el Ejecutivo Municipal, para alcanzar sus últimos objetivos militares, propongo un sencillo ejercicio de agudeza visual. Se trataría de a través de un amable paseo que comenzaría en la Judería, continuaría por la plaza de Filosofía y la Puerta Almodóvar hasta alcanzar los puestos de artesanía y abalorios del Paseo de la Victoria (ya sabéis, los puestos que unos llaman de los jipis y otros de los moros), comprobar la alineación de los elementos comerciales que invaden los espacios públicos.

En la Judería la invasión de la vía pública por los expositores de abigarradas chilindrinas para guiris es meridianamente comprobable. En la Puerta de Almodóvar la colonización del espacio público intra y extramuros por las mesas de los negocios cazaguiris es altamente contaminante. Pero una vez llegados a los expositores de los productos que se venden en los moros/jipis al observador imparcial puede incluso producirle un ligero mareo la contemplación de la inquietante simetría y perfecto alineamiento que presentan los bordes de los puestos a ambos lados del paseo. Pero si incluso uno teme ser objeto de espejismo producto de la caló sólo tiene que usar un nivel de aparejador de alta precisión y comprobar concienzudamente que ni un solo pañuelo ni una miserable pulserita se salen ni un solo milímetro del espacio que les pertenece.

La extrañeza se hace pregunta inquietante a la nada que caigamos en la cuenta de que ni moros ni jipis intrínsecamente considerados tienen inscrita precisamente en su código genético la tendencia al orden maniático y a la simetría en la exposición del género. Así que algún misterioso acontecimiento ha debido ocurrir para que semejante milagro se obre a la vista de todos, que por supuesto no me voy a quedar sin destrincar. Y como preguntando se va a Roma me entero de que la causa de que prodigio se obre tan prodigiosamente no es otra que las multas de 1.500 euracos que nuestro ecuánime ayuntamiento le está imponiendo a cada vendedor, pertenezca a la harka mora o a la jipi, que ose traspasar el milímetro milimétricamente medible que tiene contratado con la municipalidad. 1.500 euracos, que se dice pronto, la más alta penalización que contempla la normativa vigente. La misma que le pondrían un poner al Corte Inglés si osara colonizar con stands la calzada de Tejares. Tampoco pueden colocar toldos o plásticos protectores lo que conlleva que el delicado género de fibras naturales se les pudra en multitud de ocasiones porque el sol y la lluvia sí que no entienden de normativas. Me cuentan que cada día y por sorpresa una brigadilla de fotomunipas armados con sofisticadas cámaras digitales escanean los bordes de los puestos para detectar los probables delitos de lesa espacialidad pública de los aviesos vendedores para endiñarles la consiguiente denuncia y la subsiguiente milquinientoseurística sanción. Me cuentan también que de vez en cuando aparece por allí un señor que dice ser el Concejal del Ramo transfigurado en Santiago Matamoros/jipis o en Ricardo Corazón de Leopardo, con la vena del pescuezo como un vaso de tubo, armado con la flamígera espada de su habitualmente trapajosa lengua atizando amenazas de más multas y castigos bíblicos a los desarmados súbditos que laboran en el colorido zoco multicultural. 

 ¿Cual es el pecado de la morisma y el jipismo para ser tratados así por las Fuerzas del Bien Munisipal y su Valiente Adalid el Consejal del Ramo? Pues haberse ido a instalar desde hace años y por blandenguería de los rojos precedentes en lo que está llamado por ahora a convertirse en el Cordón del Glamour Cordofacha. Lo explicaba de rechupete hoy Ángel Ramírez en Cordópolis en un cortante post titulado La batalla del Arroyo del MoroEl nuevo Mercado Victoria, concebido como una punta de lanza del futuro Cogollito Pijilín o Templo de la Gastropijotería Salmorejistaní, al que piensan y amenazan sumar pronto la Pérgola, blindado por un ejército de seguratas donde la Córdoba de Siempre, la que realmente manda, porque mandó siempre, reinventada hoy con chemis Lacospe y caracolillo embetunado pescuecero se solacen y se distingan. Y para eso les sobra el corredor humanitario a la altura de Puerta Gallegos, flanqueado por unos coloristas y poperos quioscos en el que se resguarda una fuerza internacional que a la vez que cuida el paso vende paraguas y bufandas del Córdoba CF y del Real Madrid, como vividamente lo ha pintado Ángel. Glamour llama a glamour y no a lo que ellos consideran la quincalla humana que vende baratijas.

Menos mal que todos sospechamos que detrás del tal Mercado Gastropijo no hay más que una burda maniobra de distracción y que el asunto durará más menos que una pompa de Mistol, aproximadamente lo que duren los trapiches del intercambio de nitrogenados (líquidos o gaseosos) capitales y el ensudoramiento de la cama que con nuestros dineros se les ha montado a los de Hostiacor aprovechando que el PPisuerga de Aznar pasa momentáneamente por Capitulares. Y que los jipis y los moros resistirán y persistirán como corresponde a su pellejo de resistentes natos  cuando de tu obra ya no quede ni la memoria… 

CODA: Han resultado sumamente graciosas las recientes muestras de coordinación entre las fuerzas del Ejército de Salvación Nacional Salmorejistaní. En Bilbao nuestro inefable general PiPiolo proclamaba a pecho hinchado como pavo salvado del cuchillo navideño y ante las autoridades euskaras que situaba el Guggenheim y el Palacio Euskalduna como “espacios de referencia” para CórdobaAntes de pisar moqueta de Capitulares ya sus fieles cohortes ponían la primera piedra de tan altos muros para el futuro anunciando el proyecto de construcción de un campo de pitch and putt, que aunque suena bastante cochino sólo es algo parecido a un campo de golf, pero como de cachondeo, en terrenos no urbanizables y de altísimo valor arqueológico a la falda de la sierra. Teniendo en cuenta que se trataría de un deporte de alto riesgo si se practica en los seis meses que van de abril a octubre y que el timo del campo de golf como forma de recalificar terrenos es más viejo que el cagar y que ya hace años vino un japonés con la misma moto en venta no nos queda duda de estamos ante un pelotazo urbanístico que no se lo salta ni un gilipollas milieurista votante del PP.

lunes, 22 de abril de 2013

Señales


Yo, como buen poliateísta, no creo en la señales. Pero a veces he de reconocer que hago mal, porque algunas, de tiempo en tiempo, son inequívocas. Por ejemplo ésta: un Sáenz de Buruaga, de los Sáenz de Buruaga de toda la vida y de larga trayectoria neofranquista en los medios desde hace unos años ironizaba ayer en su twitter sobre el plan de la Junta de Andalucía de procurar que dado el galopante avance de la pobreza en la comunidad ningún niño que acuda a las escuelas públicas se quede sin sus tres comidas diarias. Bueno, lo de ironizar es en este caso una propia ironía, porque en realidad lo que hace es descojonarse. ¿Y por qué no una bicicleta?, dice el hijoputa. Hace 77 años, un antepasado suyo, el coronel africanista Sáenz de Buruaga, ordenaba asesinar el 28 de julio de 1936 a varias decenas de jornaleros de izquierdas en la plaza de Baena. Uno a uno, tiro a tiro, a sangre fría. Hombres y mujeres. Y algún niño. Mientras sus esbirros de la Guardia Civil y de la Falange le ejecutaban las órdenes, él lo comprobaba bromeando sobre el asunto acodado en la barra del Casino del Pueblo tomando un refrigerio. No se sabe si con o sin alcohol pero seguro que fresco, dado el sofocante calor que hizo ese día en la Campiña cordobesa.

La tendencia a la humorada macabra de ciertos Sáenz de Buruaga queda pues reconocida. Eso sí, ha habido una evolución humanitaria. Siendo ambos militares al servicio de la misma oligarquía, uno con la pluma, el otro con la espada, el último se limita a reírse de los niños andaluces que pasan hambre y el anterior los dejaba huérfanos. Parece que los tiempos fueran otros, pero en realidad, en el fondo, siempre son los mismos. Un espejismo evolutivo.

viernes, 22 de marzo de 2013

CORDOBESTIAS

Corre por ahí una anécdota que parece ser rigurosamente cierta en la que se cuenta que un concejal del Ayuntamiento de Córdoba del periodo anterior de gobierno pepero (95-99) que presumía constantemente de ser un gran melómano, recibió en su despedida de los trabajadores (se supone que de los más pelotas) de la empresa municipal que dirigía el regalo de una lujosa caja de cedés con varias operas. El concejal melómano tras agradecer el gesto pidió el tique de compra de El Corte Inglés para ver si lo podía cambiar por otro de marchas procesionales, que en realidad era la única música que le gustaba.

Más allá del derecho de todo concejal a cultivar los gustos musicales que más lo pongan la anécdota marca el nivel general del concejalato del PP en Córdoba, de entonces y actual, porque hoy el melómano procesionista vuelve a estar al frente de una concejalía con responsabilidades en la protección del patrimonio urbanístico de la ciudad. Y ayer pudimos verlo asistiendo sin asomo de culpa a la demolición total de un edificio que está perfectamente registrado en el CATALOGO DE BIENES PROTEGIDOS DEL CONJUNTO HISTORICO DE CORDOBA, el que hace esquina con El Portillo, un arco del siglo XIV que se abre en la muralla imperial romana del siglo I dd C. Un precioso edificio de arquitectura popular en ladrillo que guardaba el acceso a la Medina desde hace un siglo y que formaba parte indisoluble, como nos contó anteayer Aristóbulo en un artículo que profetizaba la demolición y que recomiendo leer entero, de la fisonomía genuina, tópica y típica pero tremendamente real de ese rincón del barrio, patrimonio visual y sentimental de los cordobeses y paisajístico de la ciudad.

Independientemente de la responsabilidad del propietario, la incompetencia manifiesta y tremendamente dolorosa de los responsables de la protección y mantenimiento de los elementos más genuinos que conforman la zona que ostenta el título de Patrimonio de la Humanidad que en un rapto de inconsciencia concedió la UNESCO a esta ciudad sin contar con la índole general de sus gobernantes, es la verdadera culpable de ese crimen de lesa historicidad.

En primer lugar la casa, dada su estratégica situación en un lugar tan emblemático, infinitamente fotografiado, dibujado y pintado desde hace un siglo por viajeros, turistas y locales por su altísimo valor de conjunto histórico y la belleza intrínseca de su imagen, tendría que haber sido estrictamente vigilada desde que hace unos dos años quedara deshabitada para controlar que la falta de uso de sus estructuras, recordemos que claramente protegidas, quedaran expuestas a un acusado deterioro. En segundo lugar el hundimiento parcial de la techumbre fruto de esa desidia mancomunada de la propiedad y los responsables municipales no afectó visiblemente a la estabilidad de las fachadas, que no sufrieron ni un milímetro de abombamiento en su gallarda tiesura. Hubiera bastado un concienzudo apuntalamiento, desescombro interior y fijación de los muros con las pertinentes tirantas y vigas y el edificio podría haberse mantenido esperando su futura rehabilitación los años que hubieran hecho falta. Ese fue el criterio de varios vecinos empleados, algunos ya jubilados, desde niños en la construcción que asistieron a la demolición. Ojo de buen cubero que se llama. Habría que ver, desde luego, lo que vio el de los técnicos a sueldo de los demoledores y el tipo de gafas que les obligan a ponerse.

Pero la responsable última del crimen ha sido la Semana Santa. Ya lo dijo uno de los amigos de Aristóbulo en el post del otro día. Bueno, las semanas, aunque sean santas, no tiene voluntad ni capacidad de gestión. La voluntad y capacidad de gestión reside en los responsables municipales cordobeses, que mayoritariamente tienen, como el melómano de marras, las cabezas amuebladas como capillas rococós, con las circunvoluciones atestadas de volutas y angelotes tiznados por los humazos de las velas y los inciensos cofrades consumidos desde que eran niños. Efectivamente, el techo de la casa tuvo la ocurrencia de caerse cuando sólo quedaban cinco días para que el primer aparador cofrade apareciera por la calle. Así que la sospecha fundadísima es que las prisas por solucionar el problema de la casa no vinieron porque realmente hubiera un peligro inminente de derrumbe poniendo en peligro la vida de las personas humanas que por su lado pasaran sino por los disturbios que una correcta actuación procuraría al desarrollo de la Semana Santa. Hay que tener en cuenta que en esa esquina tienen lugar algunos de los chutes más gloriosos que los adictos a la cofradeína se meten en vena estos días. No sólo es que más de dos tercios de todas las procesiones pasen por ahí, es que además no sé si es el lunes o el martes baja por el Portillo a la calle la Feria la procesión esa que se desarrolla sólo bajo el ritmo de un tambor de ajusticiamientos con penitentes descalzos bisbiseando incomprensibles yuyus católicos. Y el jueves el delirio nacionalcatólico de las tropas coloniales del Ejército Español desfilando ante un cristo y que concentra cada año en esa esquina a varios miles de vociferantes vivaespañas.

El nivel general de esta ciudad nos lo proporciona oportunamente hoy La Hojilla Parroquial, también conocida como Diario CÓRDOBA, que da una noticia de cinco líneas en la que lo que resalta es el alivio porque... el derribo permitirá que las procesiones que pasan por allí no se vean afectadas.

Y sobre todo ese nivel lo da también el ensordecedor clamor que las fuerzas vivas de esta ciudad han elevado como protesta por tan sangrante crimen. Todos los fracasados eurocapitalistas culturales, los erudos locales, los diletantes cordobitas, los periodistas, los artistas que tanto lloran últimamente y sobre todo todos esos finos almagrandes que cagan flores desde hace poco en el tema de esos ya estomagantes patios cordobeses neodiseñados desde la impostura de un concurso turístico. A lo mejor es que han visto una oportunidad para que en el solar que ha dejado la casa asesinada se pueda poner otro patio más. Como por ellos tal vez harían en el solar de los Baños de San Pedro o en el de Santa Clara. Más macetiyias con gitaniyias y claveliyios y barra para servir servesiyias y flamenquiniyios.

De vez en cuando recibo invitaciones a firmar peticiones en una página creada exprofeso para esos menesteres sobre las más justas causas. Voy a ver si alguien me encamina a ver cómo se usa para solicitar firmas y exigir a la UNESCO que le retire el título de PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD que tan insensatamente ostenta Córdoba. Y desde luego desde aquí invito a los turistas que nos visiten a que se paren ante el escenario del crimen y lo cuenten. Y que pidan el Libro de Reclamaciones de la Ciudad en la oficina de turismo.


sábado, 16 de febrero de 2013

Rezos de destrucción masiva (III). El bramido del cíclope cristofacha.

Yo sé que es un sentimiento completamente infantil cuando no directamente estúpido pero una de las pocas cosas que me alegran las pajarillas últimamente es el espectáculo de los catolicistas (católicos en cruzada) rabiando y lanzando espumarajos de verde bilis cuando, no contentos con el abrumador espacio público que ya dominan por dejación de obligaciones de las autoridades, sufren algún pequeño revés en su arrolladora marcha para la reconquista de la totalidad, una parte de la cual tuvieron que ceder estratégicamente a lo largo de los últimos 40 años y la reconversión de este país en el estado confesional católico, meapilista y cofrade que casi siempre en su historia fue.

Por eso estos días no dejo de visitar las páginas del Acorazado ABC, guarida de los peores de esta ciudad, a la espera de que todos los polifemos cristofachas que acoge en sus entrañas acaben asomándose a las bocas de sus hediondas covachas bramando su dolor ciegos de odio y arrojando rocas a diestro y siniestro con el ojo atravesado por la estaca de la sentencia del juez que absolvió a los turistas musulmanes acusados de atacar a la Cristiandad armados de contundentes rezos, alfanjes pelafruta y muletas de inválido de destrucción masiva en la Mezquita (antes mezquita) de Córdoba.

Que yo sepa ya han sido dos (I y II) los que han asomado sus ciclópeas cabezotas y nos han atufado las neuronas con su fétido y bilioso aliento. Pero el más grande y violento de ellos no lo había hecho hasta hoy. Luisito Miranda BRAMA SU DOLOR usando los mismos tonos peripatéticos, ostentóreos y desgarradores que sus predecesores, pero además ha lanzado una enorme roca directamente contra el juez emisor de la sentencia: LA ACUSACIÓN DE PREVARICACIÓN.

Bueno, bueno, bueno… Luisito acusa nada veladamente al juez (que forma parte del 40% de jueces de este país que no son del Opus o secta narcocatólica afín) de haber emitido a sabiendas sentencia injusta, absolviendo a la aguerrida morisma rezadora y supuestamente blandidora de armas blancas no porque considerara no probadas las acusaciones de agresión de privatas y maderos, sino tras haber recibido una llamada telefónica de instancias políticas superiores obligándole a hacerlo. O movido sólo por su zapaterismo militante adorador de la Alianza de Civilizaciones y diputado rojo (socialista, ya tú ves…) en tiempos pasados. Luego ya de paso lanza la morralla pedrusquera de la jueza Alaya, los metros cuadrados del recinto o las imaginarias dictaduras. Lo dicho: está que se le va a reventar el hígado y la vesícula de odio troglodita y vernáculo.

SEÑOR JUEZ: no lo consienta. No consienta que este mequetrefe le injurie y calumnie públicamente. Se trata de su dignidad personal y profesional. Y la de la Justicia. Eso no es libertad de expresión: es una calumnia. Mándele un buen burofax y después métale un puazo que le parta el ojete de su cuenta corriente.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Rezos de destrucción masiva (II)

Últimamente me acuerdo mucho de Polanski y su Baile de los vampiros. Tal vez un Polanski cordobés se atreviera a rodar la versión local, pero con el título de El baile de los fartuscos. Castillo no le iba a faltar: la covacha local del periódico ABC. Fartuscos tampoco: sólo hay que leer pacientemente, aunque armados de Primperan, cada día a sus columnistas. Si el otro día uno de ellos se montaba una versión de Las Navas de Tolosa pasada por el cartón piedra de Juan de Orduña, ayer mismo se sumaba otro fartusco al minué de la sandez que no dejan de bailar colectivamente.

El preclaro intelectual egabrense José Calvo Poyato saca de nuevo (ORAR) el tema de los rezos, alfanjes pelafruta y muletas de destrucción masiva que presuntamente usara hace un par de años una harka de pérfida morisma para a ofender primero y ensangrentar después a los católicos en la Mezquita (antes  mezquita) de Córdoba. Y para defender el pendón cruzado en tan escabroso fregao nuestra lumbrera abecedaria esgrime el viejo y muy querido Argumento Tontológico de San Hodierno. Los argumentos que esgrime son de índole claramente tontológica porque los basa en el más agusanado de los tumasismos (de tú más), el carpetovetónico rancio, racial y castizo. ¡Con lo fácil que es centrar los asuntos, Santísimo Cristo Bendito del Sentido Común! Podría haber escrito por ejemplo que qué bonito que vivimos en un blanco y acomodado estado de derecho, uno de cuyos funcionarios judiciales ha emitido una sentencia tras analizar unos hechos denunciados pero que él en el uso de su libertad de pensamiento no está de acuerdo con ella sin más, porque está profundamente convencido de que hay que castigar duramente a quienes rumían pienso espiritual en corral ajeno a pesar de que ese del rezo no era el hecho juzgado, sino unas supuestas agresiones a guardas y policías por parte de los rezantes. Y ello independientemente de lo que se estile hacer en el mismo caso en el resto del mundo, musulmán, budista o rastafarista, que para eso somos europeos y civilizados. Pos no.  El fartusco en libertad muestra su disconformidad argumentando previo estudio comparativo acerca de las escasamente hipotéticas, según él, reacciones de jueces, policías y hasta población civil de alguno de los aproximadamente cincuenta países de mayoría poblacional musulmana que en el mundo existen en el caso hipotético de horda de turistas cristianos rezando agresivos padrenuestros en corral y en país musulmán ajenos. Por supuesto el Lindo Don José osa desde la torre de su sabiduría hacer recaer sobre esos ocho jóvenes cenutrios que se pusieron a rezar en lugar probablemente inadecuado la abrumadora representatividad total de la actitud, el pensamiento y la filosofía, de los aproximadamente mil seiscientos millones de personas que oficialmente practican la religión musulmana en el planeta Tierra.

 A ver, Joselito, el juez lo ha dicho claramente: que no le corresponde valorar para sancionar lo del rezo de los turistas austriacos (aunque no se ha privado de hacerlo a título personal), porque ese no era el hecho juzgado, sino sólo las denuncias de supuesta agresión armada a guardas y policías y ha dictaminado que no ha encontrado pruebas de que tal agresión hubiera tenido lugar. Ya está. A lo mejor lo que debería preocuparte, si tanto amas el estado de derecho, no es que el terrible delito de  rezar en templo ajeno se salde con una reprimenda paternalista de un juez sensato, sino que tal hecho hubiera provocado la monumental y a todas luces desproporcionada reacción agresiva por parte de las fuerzas policiales privadas y públicas de dos estados soberanos, el vaticano y el español, que se desplegaron estratégicamente para reprimirlo. Y que la sensación final que quede sea  la sospecha, avalada por la sentencia, de que los miembros de esas fuerzas mintieron para perjudicar gravemente a unos ciudadanos fueran de la religión o nacionalidad que fueran.

Tú y tus colegas abecedarios podéis seguir con vuestro precioso minué fartusco sacando a bailar a la Reconquista, Bin Laden, la perfidia moruna, la ablación del clítoris y hasta la leyenda de que los moros la tienen más larga, pero con ello sólo conseguís poner en ebullición la bacinilla llena de mierda xenófoba que tenéis por cerebro.

Ah, gracias por la clase que nos regalas sobre la historia, sentido y distintas localizaciones del rezo en las distintas religiones monotemáticas, digo monoteístas, pero tal vez deberías hacerte mirar tus conocimientos: los musulmanes no consideran sus templos de oración, mezquitas, casa de dios.  Sólo el lugar de reunión para dirigir correctamente y en compañía la dirección de la oración y escuchar la para ellos palabra sagrada. Pedazo de catedrático de Historia.

martes, 12 de febrero de 2013

Cospedal amenaza las dehesas de encinas de la vieja Iberia

FOTO DE LANSKY


La ignorancia hace masa crítica con la codicia para fabricar el explosivo más demoledor. Igualmente, la idea mítica de Naturaleza, con mayestáticas mayúsculas, es un sorpresivo antagonista de lo rural. De ahí que a veces haya encabezado mis diatribas en defensa de esos entornos con el lema ‘La Naturaleza contra el campo’. La noción de espacios naturales protegidos y en especial de su figura señera, el Parque Nacional surgió en una época de la colonización occidental de los Estados Unidos ligada a dos contextos inaplicables en la vieja y vejada Europa: la de la naturaleza Virgen, inalterada por el hombre, y la de frontera de esa colonización.

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lunes, 11 de febrero de 2013

El escalafón

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Esta mañana el monaguillo de la parroquia de mi barrio me ha confesado discretamente que se ha alegrado de la renuncia del Papa.

- Así corre el escalafón...

Una sonrisa pícara se le escapaba entre los labios.

domingo, 10 de febrero de 2013

Rezos de destrucción masiva (I)

El individuo que hoy traigo a colación publicó hace tiempo un libro titulado Diccionario progre en el que trataba de cachondearse del lenguaje que usan los políticos, pensadores y gente de izquierdas en general. La mejor crítica que puede hacérsele al tal artefacto putrefacto es señalar que fue ardorosamente alabado por nada menos que todo un don Antonio Burgos que casualmente hociquea en la misma cochiquera jornalista. No había ferocidad ni sociológica ni política alguna en su descojono, sino puramente ideológica, una ferocidad amasada con los presupuestos de la ranciedad intelectual y del reaccionarismo narcocatólico.

Hoy nuestro fartusco abecedario ha puesto primorosamente las primeras piedras de una futura obra que pudiera llamarse Fraseología Fartusca, en la que se recogieran las perlas lingüísticas que usa la Carcunda Cristofacha Española en su afán de servir de palanganera tanto a la Gran Puta de Babilonia como al Gran Cabrón Extractor de Beneficios.

El textículo de marras, que ostenta el ingeniosísimo y descacharrante título de A DIOS ROGANDO... Y EN LA MEZQUITA MOLESTANDO le sale a nuestro fartusco directamente del fondo de las negras tripas por pura reacción emética que le produce el hecho de que un juez haya puesto en su sitio el asunto de los jóvenes turistas musulmanes austriacos que fueron sorprendidos rezando en la Mezquita de Córdoba, interpelados y atacados por los guardas de seguridad del obispado primero y por la policía nacional después y detenidos a base de hostias (cristianas) limpias. Absolviendo a los jóvenes y poniendo seriamente en duda la veracidad de las declaraciones de las fornidas fuerzas represivas privadas y públicas, que los acusaron en la denuncia que les interpusieron de haberlos  atacado salvajemente armados con navajas-alfanje pelafruta y con una muleta de minusválido de destrucción masiva. La proverbial perfidia moruna. Tras la sentencia se adivina la acusación de que los represores profesionales mintieron conscientemente para causar grave daño a unos ciudadanos que tal vez cometieran una estupidez pero que se comportaron de una forma absolutamente pacífica.

No recuerdo si nuestro fartusco formó parte de la cuadrilla de columnistas linchadores de musulmanes o de alguna de las bandas de miserables plumillas incendiaros que por los días de los hechos soltaron desde sus medios una zorra con el rabo ardiendo para que prendiera los campos de la convivencia.

Pero independientemente de cualquier otra consideración, incluso del profundísimo chiste  a cuenta del apellido de las Hermanas Hurtado, el premio se le concede a este individuo por su aportación a la Historia del Fartusquismo Columnista Universal por las siguientes frases cargadas de dramatismo peliculero de la factoria Cifesa:

1. Y no venían los mahometanos austríacos pertrechados con acordeones tiroleses (ya podían) sino con modernos alfanjes reminiscencia de los que usaron sus ancestros en las Navas de Tolosa (total para nada: se fueron calentitos).

2. Las naves de la Mezquita y cuantas personas deslizaban sus ojos por los prodigios de nuestro templo, pudieron contemplar el brillo de afilados cuchillos, como si se escenificara de nuevo, más de diez siglos después, al asesinato de los mártires de Córdoba a manos de aquellos musulmanes tan escrupulosos con su fe.

No merece la pena añadir nada más... La fartusquidad de ley se basta y sobra para explicarse ella misma. Y San Google dice que este lumbreras es psicólogo. Y de Lucena. Ya te digo...

martes, 5 de febrero de 2013

La ¿ESFERA TUNANTE? Nueva intervención clandestina en el río

Mi amigo Aristóbulo publica en La Colleja un post sobre la aparición sorpresiva de una etérea esfera sobre el Guadalquivir, justo debajo del Puente de Miraflores. Cuelgo sus fotos y parte de su texto para disfrute de mis escurridizos seguidores.

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La ¿ESFERA TUNANTE? Nueva intervención clandestina en el río

Aristóbulo Fernández

No hace mucho tiempo alguien llamó en una de las redes sociales INTERVENCIONES TUNANTES a la serie de acciones artísticas clandestinas que desde hace años vienen atacando la cotidianidad de los cordobeses y por ello alegrándoles las pajarillas, con la irritación a veces, la sorda aceptación y la acción represiva directa otras de las autoridades pertinentes y presuntamente competentes. Yo creo que ese título clasificatorio debería instituirse como oficial.

La primera fue El Hombre Río, una escultura que apareció en mitad del río Guadalquivir, que causó un gran revuelo entre ciudadanos corrientes, artistas y autoridades, a la que el Ayuntamiento acabó oficializando tras la asunción de la responsabilidad de sus autores Rafael Cornejo y Francisco Marcos y la presión popular. Una brutal crecida del Guadalquivir acabó con ella y las autoridades nunca cumplieron su promesa de costear su restauración y recolocación. (1)

Más tarde fue el arcángel atropellado que apareció en plena calzada de la Ribera, los renombramientos piratas de las calles del casco histórico y la escultura de El Bañista que apareció una mañana en el pilar del puente de Miraflores. Me cuentan que el alcanforado gusto artístico de nuestras autoridades municipales actuales les impelió a amenazar a los autores, los hermanos Gamboa, con obligarles a pagar el gasto de bomberos de su retirada si no lo hacían ellos mismos por su cuenta.

Desde hace unos días un nuevo asalto interventivo tunante ha vuelto a sorprender a los cordobeses, aunque esta vez, quizás por su menor impacto visual y discreción no ha llamado tanto la atención. Incluso he tratado de localizar alguna mención del mismo en los medios locales. Infructuosamente. Los vecinos de la zona dicen que apareció hace tres días y que nadie vio ni oyó nada. Consiste en una esfera de aproximadamente dos metros de diámetro construida con varillas de un material brillante, probablemente fibra de vidrio y colgada supuestamente por un invisible hilo del pretil del puente de Miraflores.

La verdad es que se trata de una hermosa estructura etérea que flota como ingrávida sobre la achocolatada superficie del viejo Guadalquivir. Una hermosa INTERVENCIÓN TUNANTE, que viene a alegrarnos la vista, como hicieron sus antepasadas, y a poner una gota de rebeldía real y simbólica en el penosísimo panorama de apatía ciudadana que parece haberse convertido en nuestro único horizonte.

VER EN LA COLLEJA
(1) Me entero de que el Bañista de la Ribera sigue vivito y coleando pero ahora en un local privado. Mi amigo Paco Muñoz ha dado buena cuenta de su resurrección en esta preciosa entrada de su blog NOTAS CORDOBESAS.

domingo, 3 de febrero de 2013

El pseudomizado

Resulta enternecedor lo que pueden dejar enfriar algunos individuos las venganzas. Me avisan de que en un perfil de feisbu un individuo con cierta familla local porque ha escrito alguno más de un par de libros y tiene columna en el principal diario de la ciudad, ha enlazado un post mío, el último, en el que defiendo la superioridad moral, pero sobre todo práctica en caso de pobreza solemne, del estado socialista frente al capitalista, para, haciendo uso de su libertad y su derecho, cachondearse de él y de mí con sus amigotes.

Cuelgo captura de pantalla de la entrada (es pública) pero los comentarios posteriores me los ahorro. Yo no le he leído ni uno de esos libros (novela y poesía) –no tengo tiempo, hay demasiados buenos publicados para no perder el tiempo- aunque me han señalado que en uno de ellos en el que recoge términos locales hace pasar como popular alguno de mi invención. Se lo regalo. Pero sí que durante un tiempo frecuenté por obligación las columnas que perpetraba en prensa por los días en que mantenía un blog en el que analizaba el pensamiento de los columnistas de la prensa local. En ellas se declaraba liberal, de los de la nueva escuela, defensor de las políticas que predica y que incluyen el desmontaje de lo público, la jibarización del estado y la entrega del juego económico a las leyes exclusivas del mercado y frecuentemente rendido admirador del pensamiento y de las políticas con que azotaron al mundo Reagan y Tatcher. Un aprendiz -más bien una triste caricatura- del portentoso escritor y atroz político Vargas Llosa. Todo ello con el aliño de la nouvelle cuisine carpetovetónica que mixtura la guindilla de la Sagrada Unidad de la Patria y el ajazo de la rojigualda de toda la vida con los aromas guasaperos del odio africano al Gran Wyoming, a Garzón y a los ecologistas. Profundamente herido, aunque sin rencor, como dice en el feisbu, por el retrato que hice de su pensamiento ha aguardado unos años para endiñarme. Hasta hoy había sido fiel a la conocida marca feriada de esta ciudad: la discreción. Te digan lo que te digan, tú disimula.

Comienza llamándome cobarde por esconderme tras un pseudónimo. Después tipo excesivo. Luego me llama filocoreano del norte, un insulto que ya usaba un troll convenientemente pseudomizado que entraba en los comentarios de los viejos posts donde breaba su calaña y que jamás antes –ni después- había escuchado o leído. Una graciosa muletilla de tildar rojos de quien por fin he acabado descubriendo a su ingenioso inventor (¿lo habrá también incluido en su Lexicón?).

En lo de mi excesividad, nada que objetar. En lo del pseudónimo no voy a entrar más, cuando ya he explicado muchas veces que existe una cosa que se llama correo en el que si amablemente se me solicita envío a cualquiera mis pertinentes datos personales con foto incluida (con derecho incluso a elección de grado de sicalipsis) para que se me puedan enviar citaciones: sexuales, judiciales o sicariales.

Más adelante me acusa de algo de lo que me siento especialmente orgulloso y que considero altamente saludable: de odiar a la Iglesia Católica, una teocracia que discrimina laboralmente en su carta Magna a la mitad exacta de la población mundial, condena a la exclusión social a millones de optantes a diversidad de orientación sexual, apadrina genocidios y posee un funcionariado encargado de boicotear el acceso a derechos básicos de los ciudadanos que no son sus súbditos por todo el mundo. Y más cosas claro.

Seguidamente me adjudica gratuitamente la cualidad de odiador de aquellos que no son comunistas y que, según la deficiente redacción que usa, parece asimilar a él y a otros (a no ser que use el NOS mayestático, que no me extrañaría, debe ser que actúa en comandita) que tienen una LIBERTAD (¿en el hombro como si fuera un loro?) que les dicta qué escribir. Me imagino que lo que quiere decir es que a mí quien me dicta lo que tengo que escribir es EL LORO DE MOSCÚ, perdón, de PIONYANG.

Luego se queja de que saque sus nombres de forma personalizada en mis blogs, nombres con los que firman (él y los desconocidos otros o su mayestaticidad) sus mefíticos artículos previo pago de una bonita cantidad de dinero. Parece desconocer nuestro individuo que el derecho de decir lo que se te pase por debajo del puente por dinero en un medio público contiene la obligación de hacer frente como un machote o una hembrota y sin lloriqueos a las críticas, e incluso a las ridiculizaciones, de los que pagan por leerlo. ¿ O eso no se lo dictó la lora Libertad que perchea en su hombro?

Es curioso que en sus artículos se permita haciendo uso de su libertad mofarse de personas reales, a los que se les suponen sentimientos y vulnerabilidad cardial como él, colocar por ejemplo rasgos simiescos a Hugo Chávez o caricaturizar a Fidel Castro como un dictador de opereta y luego lloriquee ante sus amiguitos del feisbu de que un vecino y lector suyo se cachondee un poco de sus descacharrantes (e indecentes) ideas revolucionarias neoliberales por cuya evacuación en un medio público además ha cobrado.

Porque además luego resulta que en la terrible balanza de los crímenes sus ídolos políticos tienen en su haber millones de muertos más que esos dos, por seguir con el ejemplo, a los que ridiculiza. Él usa su libertad para admirar y loar públicamente a cambio de dinero a unos líderes que usan su libertad para matar de hambre con sus políticas a millones de personas que carecen de libertad de decidir si morirse o no morirse, una libertad que han conseguido porque la gran industria armamentística, alimentaria y farmacéutica también haciendo uso de su libertad les ha donado ingentes cantidades de dinero para que defiendan sus intereses convenciendo a millones de ciudadanos de que aunque carezcan de la libertad de información, porque tienen también a los medios comprados, tienen una mucho más interesante: la libertad de voto para colocarlos a ellos donde están. Y está demostrado que esos que son sus ídolos son responsables de las políticas que más hambre, miseria, pobreza y guerras han producido en el mundo desde al menos los años 70 del siglo XX.

Hace unos años Bill Clinton, uno de sus modelos políticos o al menos líder de la Democracia Perfecta que idolatra, confesó que la liberalización de los precios del arroz a que obligó al gobierno haitiano presionado por la industria alimentaria americana, produjo el hundimiento de la paupérrima economía del desgraciado país caribeño. El resultado fue una terrible hambruna que llevó a cientos de miles de hambrientos campesinos a emigrar de los campos y convertir las ciudades en unos infiernos de miseria en los que murieron como hormigas aplastados en sus chabolas tras el terremoto. Y eso es sólo una gota en el océano de las injusticias del sistema que defiende este tipo que, como dije en aquel post con evidente intención cachondeante y que tanto le escoció, tiene las neuronas embadurnadas de gomina liberal. Liberal del liberalismo de ahora, que no tiene nada que ver con el de los padres fundadores del XVIII que se horrorizarían con lo que hoy pasa por su pensamiento, sino con el de Esperanza Aguirre, la aristócrata a quien este pedazo de mastuerzo considera la mejor candidata para regir los destinos de esta España Una, Grande y Libre con la que de nuevo sueña. Ahora que su ídola aristócrata se convertirá en la lideresa indiscutible del Tea Party cañí igual necesita camareros. Con las neuronas bien engominadas. Exactamente como las suyas.

Lo más gracioso (y terrible) de todo es que nuestro individuo se declara cristiano y defensor de la civilización cristiana, esa que se basa en una doctrina que tiene el precepto de NO MATAR entre los primeros (curiosamente no el primero) de su Decálogo básico. Debe ser que en ese precepto no va incluido el NO MATAR DE HAMBRE, como decía el otro día El Roto en uno de sus más geniales poemas gráficos.

viernes, 18 de enero de 2013

Elogio del sentido común(ista)

PUBLICADO ANTERIORMENTE EN LA COLLEJA

La cosa, tal como yo la veo, es bastante fácil. En caso de ser un pobre de solemnidad se trataría de elegir entre vivir en Honduras o vivir en Cuba. Nada más. Luego si queréis hablamos de ideología, del materialismo histórico o de libertades formales. Pero lo básico, lo que todo el mundo es capaz de entender incluso siendo un analfabeto más o menos funcional, sería eso. Y urge, desde luego, decidir.

Porque la inmensa mayoría de la población española está (estamos) condenados a caer en estado de solemne pobreza en un plazo relativamente corto. Lo ha contado recientemente  en un terrorífico libro titulado España, destino Tercer Mundo Ramón Muñoz, que no por ser comentarista de economía de El País desde hace muchos años es más digno de crédito que cualquier practicante del canónico optimismo vendefrases. Sólo que lo que dice tiene mucho, muchísimo sentido. Murphy y sus inexorables leyes mediante.

Pero sintiéndome enfilado con su espeluznante visión del porvenir, por mi humilde parte mis sospechas sobre las causas de esta crisis, estafa o como quiera que la llamemos van más allá de lo que Muñoz cuenta en su libro. Básicamente lo que creo es que El Capital, o sea el grande, el que se escribe con mayúsculas hasta el artículo, ha decidido que algunos países sureuropeos ya no somos rentables después de haberlo sido lo suficiente durante un tiempo, más que nada porque estábamos ahí mismo, a un tiro de piedra de los centros de decisión macroeconómica del momento. El caso de la banca alemana que invirtió en las burbujas inmobiliarias sureñas el inmenso caudal dinerario que le confió la industria tedesca tras dieztiplicar sus ganancias en los primeros años del euro, es la más visible, pero no la única, de las cabezas de la Hidra Capital. Ahora lo que toca es recoger el chiringuito y llevárselo a otro sitio. A otros campos más vírgenes: Sudamérica, India y China, con perspectivas mucho más halagüeñas para sus negocios. Lugares donde existe un capitalismo sin democracia o de democracia más laxa, con carne de cañón mucho más fácilmente explotable.  Una deslocalización a lo bestia. Yo no es tal o cual fábrica, sino todo, absolutamente todo. Por eso han obligado a los sucesivos gobiernos españoles, empleados suyos, a estrujar al máximo el fruto de zumo de la economía española a marchas forzadas, con una prisa sobrevenida pero estudiadamente prudente por el temor a una reacción antes de tiempo de la desprevenida población. La estrategia que están usando está perfectamente retratada en el proverbio de la rana en la olla puesta al fuego y el aumento uniformemente acelerado de la temperatura para evitar que salte repentinamente escaldada. A ello responde el movimiento uniformemente acelerado para reformar el mercado laboral, por eliminar pagas, seguridades legales, rebajar pensiones y prestaciones sociales y por privatizar todo lo privatizable. La forma en que se ha llevado a cabo la de la sanidad expublica madrileña debería amoscar bastante más a los incrédulos de lo que lo está haciendo. El final será, cuando los ordeñadores profesionales de los partidos en el poder a su servicio hayan cumplido con lo pactado, cuando hayan conseguido extraer el máximo de jugo de las ubres del país, hasta las zurraspas de los intereses de lo que invirtieron hace años una vez sacado el capital propiamente dicho, que ya está fuera, tirarnos como cáscara al muladar del Tercer Mundo. ¿Impensable? ¿Futurismo catastrófico? Yo por si acaso iría estudiando las condiciones de vida imperantes en casi todos los países de Sudamérica durante los últimos 50 años. Igual nos toca a la mayoría de los españoles aprender a sobrevivir en el día a día como a la mayoría de nuestros llamados, hipócritamente hasta ahora, hermanos de ultramar, o sea los primos pobres.

Así que independientemente de lo que pensemos del comunismo, del que la mayoría de la población no tiene ni puta idea de lo que es, igual deberíamos ir pensando en las comparaciones: o como Honduras o como Cuba. Si la mayoría vamos a vernos en la más vergonzante, aunque decente, que nosotros somos muy limpios, de las pobrezas, a lo mejor nos interesaría ir pensando en el comunismo, o sea en comunalizar la propia pobreza como se hace en Cuba, o intentar comunalizar lo que quede de riqueza antes de que los ricos locales se hagan su fortín para disfrutar de lo poco o mucho que quede, como se hicieron los ricos de Honduras desde siempre. Una revolución con su poquito de tira y afloja, para que vamos a engañarnos, que seguro que los ricos no se dejan comunalizar razonablemente y no se hace una tortilla sin romper los huevos. Lucha ardua y difícil, no tanto por la escasez de medios como porque, como también dice Ramón Muñoz, el bienestar nos ha vacunado contra la revolución. Pero si por un milagro ocurre esa revolución del Sentido Común(ista) lo siguiente sería organizarnos unos buenos servicios sociales con los restos de aquellos que pagamos todos a los largo de decenios y que fueron privatizados en un pis pas. Y luego ya veremos qué hacemos con lo demás, con la creación de riqueza suficiente para sobrevivir, con las libertades formales, con los niveles de consumo que nos podemos permitir… Lo más democráticamente posible. Ya digo entre Honduras o Cuba esa es la elección.

El comunismo tiene mala prensa por dos razones fundamentales: una por culpa de las nefastas políticas de las élites gestoras de algunos de los países que lo pusieron o intentaron ponerlo en práctica y otra por la apabullante, abrumadora campaña de demonización que ha sufrido a lo largo de su historia por la no menos apabullante, abrumadora capacidad de fuego de la artillería de su enemigo El Capital. La lectura del último e imprescindible libro de Josep Fontana Por el bien del Imperio. Una historia del mundo desde 1945 provee de suficientes pruebas. Pero está demostrado que los niveles de corrupción, salvo contadas, aunque sonadas, ocasiones, no llegó jamás ni a rozar una millonésima parte de la que impera en los países capitalistas. Los tan cacareados privilegios de las castas burocráticas no solían alcanzar a más que al número de metros cuadrados disfrutados de vivienda o al uso de coche oficial. A ver quién ha podido demostrar que un solo político cubano posea un dolar en algún banco extranjero.

En cuanto al origen del estado del bienestar consumista y su previsible final en escasas décadas, Fontana siempre pone el dedo en la llaga certeramente:

Buena parte de las concesiones sociales se lograron por el miedo de los grupos dominantes a que un descontento popular masivo provocara una amenaza revolucionaria que derribase el sistema. A partir de los años setenta, los ricos pierden el miedo. Y hoy, ¿a qué revolución van a temer los banqueros? Han perdido el miedo, y desencadenan el empobrecimiento global y el enriquecimiento de su grupo.

Sin embargo, independientemente de sus valores filosóficos y éticos, el comunismo puede ser ofertado a la ciudadanía desde un punto de vista de su bondad práctica con ejemplos muy claros y precisos, sobre todo cuando acucie la perentoria necesidad, como empieza ya a ocurrir. Una visión liberada de los burdos tópicos demonizadores reaganianos e incluso de los refinados, pero profundamente cobardes, alarmismos socialdemócratas, podría presentar un producto vivencial de alta calidad convictiva. Sobre todo teniendo en cuenta que se ahorraría el esfuerzo de convencer a la gente de la necesidad de desengancharse del consumo compulsivo de productos innecesarios. La propia realidad que se avecina se encargaría de ello. Cuando se vive en una burbuja consumista y se tiene la impresión más o menos falsa de que se es rico, es lógico que el comunismo nos suene a racionamiento, a escasez y a disciplina. Pero una vez expulsados de la burbuja e instalados en plena ley de la jungla lo suyo es que a las personas razonables empiece a sonarnos a música racional celestial, a la única posibilidad que tendremos la inmensa mayoría de los habitantes de este desgraciado país de mantener unos mínimos niveles de dignidad existencial. Bueno, y si alguien quiere, también puede acudir  a justificaciones tan deletéreas como justicia social, hermandad entre los humanos y otras simplezas propias de idealistas trasnochados.

Y no hace falta entrar en profundidades ideológicas ni dar la paliza con consignas o profundos análisis de Marx, Lenin, Gramsci, etc., ni siquiera apelar a una supuesta tendencia natural evolutiva de la Historia.  Sólo hacer lo que el sentido común(ista) dicta a los jodidos frente a los jodedores. En el fondo es lo que ha hecho el capitalismo en su último avatar, el neoliberalismo, imponiendo la política sin ideología, la de los puros tecnócratas, pero que en el fondo no consiste más que una invisibilización de la ideología capitalista a fuerza de la pura ocupación de todo el espacio social, como el dios de los panteístas. Así que revolución sin teorización consciente. Puro sentido común(ista). Planificación absoluta de la economía para que sirva a los humanos a vivir adaptados a su entorno en la Tierra.  Tendencia al equilibrio económico en todas las regiones del planeta. En fin, todas esas cosas que a cualquiera se le ocurre cuando está a la intemperie azotado por el hambre y el frío viendo a través de los envaporados vidrios cómo unos pocos de privilegiados se hartan de marisco en un restorán bien calefaccionado.

A los más reluctantes o ideologizados por la propaganda capitalista habría que explicarles que de todas formas dentro de los países comunistas existieron muchas variantes y algunas de ellas se acercaron bastante a un ideal de confort social e individual muy deseable.  Slavoj Zizek contaba lo siguiente en El títere y el enano:

¿Cuándo exactamente se puede decir que un pueblo es feliz? En un país como Checoslovaquia de fines de la década de 1970 y de la década de 1980, el pueblo, en cierto sentido, era efectivamente feliz, y allí se cumplían tres condiciones fundamentales de la felicidad: 1. El pueblo tenía sus necesidades materiales básicas satisfechas, no DEMASIADO satisfechas puesto que el excedente del consumo puede generar en sí mismo infelicidad. Es bueno por un breve lapso de tiempo la falta de algunas mercancías en el mercado (que no se consiga café por un par de días, luego que no haya bifes y más tarde que falten los aparatos de televisión): esos breves periodos de escasez funcionaban como excepciones que le recordaban a la gente que debería sentirse encantada de que en general se consiguieran todas las mercancías -si algo está disponible todo el tiempo, la gente toma esa disponibilidad como un dato evidente de la vida y ya no aprecia la suerte que implica-. De modo que, por entonces, la vida marchaba de manera regular y predecible. Sin grandes esfuerzos ni grandes sacudidas, cada uno podía retirarse a su propio nicho privado. 2. Un segundo rasgo extremadamente importante es que había el Otro (el partido) a quien culpar por todo lo que funcionara mal, por lo tanto uno no se sentía realmente responsable. Si había escasez temporal de alguna mercancía y aún si un clima inclemente provocaba grandes daños, la culpa era de "ellos". 3. Y por ultimo, pero no por ello menos importante, había Otro Lugar (el Occidente consumista) con el cual uno podía soñar y que, a veces, hasta podía visitar: ese lugar estaba justo a la distancia conveniente, no demasiado lejos y tampoco demasiado cerca. Este frágil equilibrio fue perturbado. ¿Por qué? Precisamente por el deseo. El deseo fue la fuerza que impulsó al pueblo a avanzar más allá y terminó cayendo en un sistema en el cual la amplia mayoría es definitivamente menos feliz.

El deseo, pues. Ese es el elemento a conjurar mediante la represión controlada y la creación de alternativas, de espitas racionales. Ese retrato y ese mal del deseo que se apoderó de los checos podría aplicarse esencialmente a Cuba, con la diferencia de que la pobreza endémica a que los salvajes bloqueos a los que todos los países capitalistas la han condenado hace que las pinturas sean bastante más negras en lo que se refiere a la satisfacción de necesidades básicas. Pero de todas formas aquí ya no se trata de elección más o menos frívola de modelo, sino de pura y dura supervivencia. Porque el modelo real que se nos vienen encima es lo suficientemente terrorífico como para que nos lo pensemos. Y lo gracioso, porque la paradoja es genial, es que ha sido generado precisamente en un país que ha practicado el comunismo de una manera atroz: China. Un modelo en el que como sospechaba el mismo Zizek en Primero como farsa y después como tragedia y que ya se ha demostrado como cierto la despiadada combinación del látigo asiático con el mercado bursátil europeo acabará demostrando ser económicamente más eficaz que el capitalismo liberal.

El matrimonio entre la democracia y el capitalismo se ha acabado. Así que toca elegir entre el modelo chino liberalcomunista y su ramificación hondureña que a nosotros nos corresponde o el cubano comunista puro con aspiración al checo cuando se normalice la producción racionalizada, planificada y santificada por la santa y estricta necesidad.

Mientras tanto... hala a ponernos ciegos de cava o de champán esta última noche fantasiosa, que, como dice el neotradicional villancico que estos días corre de boca en boca, pronto no tendremos pa brindar ni don Simón con gaseosa...

viernes, 21 de diciembre de 2012

Patios cordobeses, la injusticia zombificada

Vecinos de un patio cordobés a finales del s. XIX. Algunos de ellos son antepasados del autor de este post
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Si algún rasgo ha caracterizado a Andalucía a lo largo de su historia ha sido el hecho de que sus clases populares hayan sido víctimas desde las épocas más remotas de una doble explotación: material y cultural. Lo extraordinario no está en el fenómeno en sí, frecuentísmo en todos los tiempos y lugares, sino en una pertinacia esquilmadora que dura ya veintidos siglos. Un tópico, no por serlo menos verdadero, basado en una cita de Estrabón (II.3.4), con el que comienzan todos los tratados actuales de flamenco nos revela la intensa demanda de puellae gaditanae, bailarinas béticas armadas de castañuelas, como divertimento de los ricos de todo el Mediterráneo desde el siglo II ad.C. Aceite, garum, vino y cultura popular directamente desde el sudor y la creatividad de los pobres a las mesas, los ojos y los oídos de los ricos. Del cerdo explotable, hasta los meneos.

Las clases extractivas andaluzas lo fueron siempre a carajo sacado. La mano de obra semiesclava en fundos y fábricas, pero también el jugo exprimido de su cultura. Las zambras moriscas, las gitanillas cervantinas… Pero también la Semana Santa Andaluza cuyo origen primario fue la necesidad de los sospechosos de neocristianidad ante las pesquisas inquisitoriales de mostrar más esfuerzo (más yihad) en las manifestaciones de catolicismo tridentino. Más tarde el flamenco, el grito telúrico de la garganta aherrojada por penas seculares convertido en negocio de espabilaos: los cafés cantantes, los teatros, las ventas, las fiestas de señoritos y más recientemente, las peñas.

Pero no sólo. Las ferias, las romerías populares, que guardan la memoria milenaria de los dioses primigenios, usurpados por la Iglesia Católica desde su Triunfo sobre la libertad de culto, y recientemente por los genocidas franquistas que impidieron mediante un baño de sangre la entrada del aire fresco de la Ilustración en este país. La película Rocío, la única que sigue desde hace más de cuarenta años censurada en España, lo retrataba magistralmente.

Pero si hay un símbolo de esa atroz, milenaria y actual, condición explotada de la cultura popular andaluza es el que sustenta su canónico traje folklórico. Mientras en el resto de las variantes del estado español los trajes folklóricos se basan en fosilizaciones de los trajes dominicales tradicionales de sus campesinos pobres, en Andalucía el traje consiste en el vestido de diario de los señoritos-caciques explotadores cortijeros para los hombres y en el de domingo de las mujeres del campo, de las jornaleras o esposas de los jornaleros. A ver quién supera ese simbolismo, la atroz carga semiótica que sustenta.

En los últimos cuarenta años el keynesianismo a la violeta que nos ha convertido en europeos, ricos y modernos no menos a la violeta ha teñido todo de color violeta, transmutando la radicalidad analítica -la que va a la raíz de las cosas- que empezó a imponerse en los 70 en la banalidad sintética absoluta y absolutista y que hoy es pan y vino del evangelio oficial progresista.

Por eso para mí, hijo irredento de esa radicalidad setentera, las palabras patio cordobés no van asociada a esa especie de orgasmo sincrónico que sacude al parecer unánimemente a todos los estadios de la ciudad cuando se pronuncian. Para mí, patio cordobés va asociado a patio de vecinos, y patio de vecinos va asociado a hacinamiento, a miseria, a explotación, a represión… En definitiva a dolor y a miedo. Un dolor y un miedo blanqueados con la cal de la oficialidad desde el momento en que el señorito ve la posibilidad de sacar rentabilidad social, política, económica e incluso estética a la miseria de sus explotados. Patios siempre hubo en Córdoba. A los erudos locales y redactores de folletos turísticos cordobeses les encanta enhebrar antedecentes históricos: la casa romana, la andalusí, la renacentista… En Córdoba todas las casas tuvieron siempre patio. Pero en su concepción y acceso siempre hubo clases. En los patios de los ricos, en las casas en que vivía sólo una familia, sólo podían entrar los dueños, sus esclavos y sus sirvientes. En las otras, las comunales, en las que se hacinaban decenas de familias de pobres, siempre pudo entrar cualquiera. Eran públicas.

A principios del XX una panda de señoritos de la burguesía protonacionalista, degustadores de los vinazos populares, de las tabernas donde se cantaba el flamenco que guardaba aún retazos de un pasado de miseria y persecución y de las estéticas primarias de los explotados, decidieron entronizar los patios en los que vivían los pobres como lugares de peregrinación anual, de juerga y jolgorio cíclico con la excusa del hecho diferencial local, del supuesto alma eterna del pueblo al que explotaban sus familias. Y crearon el Festival de los Patios. Ellos vivían también en casas con patio, pero esos patios, especialmente hermosos, siguieron siendo estrictamente privados, no concursables, no visitables. Lo que se buscaba como degustación era la explotación de ese primitivismo decorativo de la cal y la gitanilla, del alma popular sencilla y dócil. A mediados de los 50 los correspondientes cordobeses guardianes falangistas del campo de concentración en que se convirtió cada ciudad y cada pueblo de España tras el genocidio de republicanos trataron de blanquear los muros contra los que perpetraron sus crímenes mediante la exaltación de los localismos populares más vistosos. Y el Festival de los Patios, de los patios de vecinos de los pobres, sirvió para atraer turismo y vender la imagen de una falsa placidez, la de la población rigurosamente vigilada a punta de pistola.

Hoy esos patios de vecinos, los que consiguieron librarse de la piqueta de la especulación urbanística, son estructuras habitacionales fósiles, milagrosas pervivencias de la sociedad preindustrial, fenecido su espíritu popular por el progreso, un extraño fenómeno que consistió en que la misma alta casta que los había explotado por siglos seguiría sacándoles rendimiento a los vecinos que consiguieron huir vendiéndoles pisos adocenados a precios desorbitados en el extrarradio construidos y equipados por su propia mano de obra barata a su servicio que los pagaría religiosamente con los salarios sistemáticamente hipotecados por los bancos. O de sus hijos y nietos camareros encargados de servir a los turistas que venían a sacar fotos de los lugares donde malvivieron -hambre y piojos- de chicos. Los que no consiguieron escapar o no quisieron y se quedaron en los infectos cuchitriles de los patios de vecinos cuidando de las macetas a cambio de unas ridículas subvenciones son hoy los porteros de los museos en los que los han convertido. Zombificados. Como reclamo para atraer turistas a los que vender flamenquines y alquilar camas y cuyos beneficios principales siguen yendo a los de siempre.

Es curioso que la reciente nominación por la que ha peleado la burgueprogresía posmoderna cordobesa para acrecentar el valor de su cortijo urbano, la de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, no haga referencia a la estética de los patios, sino a una forma de vida que se desarrolló en ellos, inhumana y digna de ser recordada, pero no por su valor testimonial, sino por su supuesta autenticidad de manifestación popular. Por eso no es extraño que lo único que se muestre a las miradas de los miles de turistas que los visitan sean los espacios abiertos y profusamente decorados y no los interiores de las viviendas o al menos muestras gráficas de los cuchitriles insalubres en los que el pueblo cordobés se hacinó y sufrió la explotación de la casta dominante durante siglos. Porque desde esa óptica Patrimonio Material de la Inhumanidad hubiera sido más exacto.

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jueves, 13 de diciembre de 2012

El Villancico de los Funcionarios

Hace un par de días nos encontrábamos en el corazón de Galicia unos amigos que me habían acogido en su casa y yo poniéndonos ciegos de pulpo y tintorro local peleón a orillas del Miño, justamente en el Parque da Feira de Ourense, junto a las termas de Chavasqueira, cuando alguien mostró en su móvil un archivo de video que acababa de recibir en el que un gato cantaba con una voz espantosa un villancico. Me fui quedando a cuadros cuando, conforme lo iba escuchando, descubría que se trataba de MI VILLANCICO. Sí: ese villancico que este verano compuse en mi cabeza mientras conducía la moto camino del curro por puro entretenimiento entre semáforo y semáforo justo el día en que nos enteramos de que nos cepillaban la paga de Navidad. Al llegar al tajo se lo canté a mis compas y les hizo gracia. Así que lo colgué esa misma noche (11 de julio) en el feisbu. Muchos de vosotros lo celebrasteis. E incluso pensé usarlo de felicitatorio pa los amigos en estas intragables fiestas. Cosa que no hice por vagancia y olvido. Porque a estas alturas ya me había olvidado de él. Yo no soy ni poco ni mucho vanidosillo, o al menos no más ni menos de lo normal en estos casos y las cosas esas del copirai y los derechos de autor me la refanfinflan bastante (porque no vivo de ellos, claro) y además sigo al facha de Manuel Machado en aquello de hasta que el pueblo las canta / las coplas, coplas no son / y cuando las canta el pueblo / ya nadie sabe el autor. Pero como sé que muchos de vosotros sí que sois bastante vanidosillos y os gusta eso del roce con el famoseo os comunico que fuisteis los primeros en leerla y que tenéis de ciberamigo (o enemigo que de todo hay por aquí) al autor del que se ha convertido ya en el más FAMOSÍSIMO VILLANCICO REIVINDICATIVO 2012 de todos los tiempos, como me ha demostrado una simple oración a San Guguel. He descubierto incluso que las buenas gentes que se manifiestan contra los recortes en toda España lo usan como arma carminativa en sus concentraciones. Con eso me doy por pagado.

Venga, besitos, afortunados y felices amigos lectores de aquella primicia. Que Santa Mula y San Buey que andan desahuciados por los prados de Belén buscando cobijo desde que Herr Banker Papa los echara del Portal os bendigan.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Aniversario de boda

Hace apenas un rato, en el momento justo en que las manitas del reloj de las Tendillas se hubieron unido como las de un devoto hindú y comenzó a sonar la primera de las notas de las soleares de Juan Serrano, se cumplían 30 años (fue un 18 de noviembre de 1982 a las 12 de la mañana), de que C. y yo nos plantáramos ante un juez para que nos bendijera en nombre del estado y certificara que cumplíamos los requisitos legales para poder disfrutar de los privilegios de las parejas (de distinto sexo, claro) que se prestaran a ello. El año anterior los más fieles militares franquistas habían tratado de emular a sus colegas chilenos y argentinos. Apenas un mes antes los cabecillas del comando que arteramente se había hecho con el control del hasta entonces respetable PSOE en el congreso de Suresnes (1974) con el fin de desactivar su potencial izquierdista y sancionar a golpe de desmemoria el genocidio franquista coronaban la misión por la que el capital europeo lo había contratado. La movida, esa orgía de falsa libertad y de creatividad de celofán que apenas sirvió para tapar con su perfume de garrafón el pestazo a cebollino del sobaco nacional estaba en su apogeo y el chorro de pasta pública para bagatelas culturales y oropeles expositivos asordinaba convenientemente las bocas de los críticos. El capital, la alianza del camisa vieja franquista con el encorbatado europeo, se frotaba las manos ante tal olla en ebullición.

Lo mejor de todo es que éramos jóvenes y teníamos voluntad, y motivos, sobre todo motivos, de rebeldía. El mundo cambiaba, lo habíamos deseado ardientemente, pero no en el sentido que hubiéramos querido. C. y yo contribuíamos, modestísimamente, a la resistencia viviendo arrejuntados, sin papeles. Era un simple símbolo, pero creíamos firmemente que el estado no era quién para concedernos su aquiescencia para vivir con quien nos diera la gana. Pero el estado tiene siempre presta la manzana de la tentación colgando del árbol del paraíso de la libertad personal y te la anda ofreciendo a cada paso con ofídicas maneras para controlarte y encerrarte en el corralito social. C. consiguió su plaza en un pueblo alejado mientras yo la tenía en Córdoba. El estado entonces, en un alarde de discriminación que luego se eliminó por inconstitucional, ofrecía a los casados que trabajaban para él una mayor facilidad para los traslados que a los solteros, arrejuntados o casapapivivientes. Por algo se llamaba reunificación familiar. Los demás no eran para el estado familias. Tras muchas deliberaciones e intentos de trampear nuestras convicciones caímos directamente: la diferencia, de un mes a varios años, era una tentación irresistible. Bueno, resistible era. Pero tampoco éramos mártires de la fe. Así que podríamos decir que nuestra relación se instituyó sobre una convivencia por amor y un matrimonio de conveniencia.

La boda la planteamos como si de solicitar un certificado normal se tratara. Pedida de instancias en el juzgado, falsificación de fe de vida y soltería (lo firmaron dos desconocidos que pasaban por la puerta de los Juzgados porque los amigos que debían hacerlo se durmieron tras una noche de juerga) y entrada en lista de espera (sólo 15 días por entonces) para la ceremonia, o sea la firma definitiva de los papeles. Pensamos en un primer momento no decírselo ni a la familia para evitar que se convirtiera en eso, en una ceremonia, pero al final decidimos sensatamente que no se merecían semejante feo y lo hicimos con el aviso de que se trataría de eso, de un simple trámite burocrático. Tres de los padres se lo tomaron con más o menos resignación, el cuarto incluso se negó a participar por principios religiosos. Hermanos y cuñados y ya está. Y rogamos ropa de diario. Para que nadie desentonara con los contrayentes.

Pero el punto que se ha convertido casi en una leyenda urbana fue el hecho de que yo pidiera y firmara una salida en el trabajo para ir a mi propia boda. Lo hice por la única razón de no desperdiciar ni uno de los quince días de permiso que me correspondían. Cuando se lo comuniqué el día de antes mi jefe montó en cólera y me acusó de hacer escarnio, católico practicante como era, no sólo del matrimonio eclesiástico sino también de las instituciones civiles. Lo coronó con un fantástico ¡los jóvenes de ahora es que no respetáis ná de ná! de lo más teatral. Juro sobre los gayumbos de Voltaire que no fue esa mi intención, ni me planteé con ello el hecho de ultrajar libertariamente institución alguna, pero el descubrimiento posterior de que mi jefe lo había publicitado y de que aún hoy treinta años después se siga recordando cíclicamente y comentando como una excentricidad propia de un desharrapado social y moral en mi centro de trabajo ha acabado por convencerme de que fue un testimonio de simbología libertaria que compensaba de alguna forma la caída en rendición de principios de la boda en sí.

Así que a las doce menos cuarto llegué a la puerta de los juzgados desde el trabajo en la vieja vespa que conducía entonces, con vaqueros, zapatillas, un jersey sobre camisa abierta y mi ajada pelliza sobre la que caía la melena que calzaba entonces. Y, claro, sin casco. La novia, guapísima, ya esperaba en la puerta ataviada con un simple vestido negro y unos ligeros toques de maquillaje extra. Afortunadamente la familia se portó y se presentó sólo discretamente arreglada. A las doce en punto ante dos testigos de la familia, un abuelo y una madre, y un juez extremadamente bonachón que se frotaba las manos como un cura y hablaba como un obispo, firmamos la renuncia a vivir jurídicamente según nuestra voluntad a cambio de la infumable regalía de ahorrarnos varios años de separación laboral.

Mi madre, de todas formas, se encargó de bendecir por su cuenta aquella unión según los cánones religiosos cuando a la salida de la sala del crimen nos acorraló contra un muro, levantó el brazo como una terrible arma ofensiva, hizo una gran señal de la cruz y perpetró la fórmula: En nombre de Dios yo os caso a los dos. Amén.

Un par de días después estábamos por Madrid en casa de unos amigos. Para parodiar, esa vez sí conscientemente, las lunas de miel de la mayoría de las parejas españolas que, en plena Dictadura, comenzaban a poder permitírselas, pedimos a los amigos que nos llevaran a El Escorial. Terrible coincidencia: 20 de Noviembre cerca de Cuelgamuros…

Ni C. ni yo somos de celebraciones conmemorativas. Yo especialmente. Podéis comprobarlo buscando, si queréis pero infructuosamente, reseña alguna sobre los cumpleaños o cumpleposts de este blog. Jamás hemos conmemorado la fecha de la boda, que siempre consideramos un simple trámite administrativo. Y sólo en fechas muy redondas, por pura y relajada integración social, celebramos el aniversario de nuestro primer encuentro en serio.

Pero esta mañana cuando pasaba por la plaza de las Tendillas unos minutos antes de las 12 me he acordado de este aniversario y me he emocionado. Y me he sorprendido sacando la foto en el momento en el justo en que cumplía. Me he sentado en uno de los bancos bajo un tímido sol y he pensado en todo lo que acabo de contar. Y he pensado que, contra todos los pronósticos de los agoreros, todavía seguimos juntos. Y he pensado que de las poquísimas cosas de las que me siento orgulloso de mí mismo, la principal y más importante es la de haber sabido y podido mantener ese amor intacto. Y se me ha ocurrido contarlo. Por eso y por simple conmemoración, pero también porque representa algo del espíritu y de los valores de ciertos jóvenes de una cierta época, la de las rebeldías juveniles contra los convencionalismos sociales creados para anudar voluntades, contra la corbata, contra la etiqueta… Estos tiempos en que las bodas se han convertido por ejemplo en verdaderas orgías de derroche de estupidez vestimentaria, ceremonial y dineraria. En que las primeras comuniones entrampan a familias por años. En que los quinceañeros de barrio se ponen corbata para ir a sus fiestas de cumpleaños… En fin… Todo eso que hace que de verdad me de cuenta yo mismo y de cuenta a los demás de que me estoy haciendo viejo. Cada vez menos discretamente viejo.