jueves, 13 de noviembre de 2008

VISLUMBRES DEL IRÁN (I)

cartelcoran


Aunque la totalidad de la gente que sabe un mínimo de cosas sobre el Irán coincidiría probablemente en que el rasgo más acusado del país de los antiguos persas radica en la obligación que sufren actualmente sus mujeres de mantener permanentemente cubierta la cabeza yo añadiría un par de ellos más que completarían un primer vislumbre, esas primeras impresiones que algunos de mis amigos ya me han reclamado insistentemente: en Irán se da una curiosa, actual y absoluta carencia de perros y corbatas.

Y no es que estos dos últimos rasgos me parezcan totalmente mal en su mismidad. No. Considero la corbata como una de las prendas masculinas más estúpidas que han salido de la delirante mente fashionista del ser humano después de la gola renacentista y además una especie de símbolo esclavizante, de sumisión a los convencionalismos más abstrusos. Y en cuanto a los perros, no es que tenga nada contra esa noble especie animal, pero me parece demencial, claro síntoma de alguna enfermedad social, la proliferación y la importancia que ha alcanzado actualmente la crianza de especies caninas en nuestras ciudades. De ambas cosas se libran los iraníes, aunque lamentablemente, de la misma forma que el famoso hijab a las mujeres, se trata de imposiciones del siniestro gobierno de clérigos viene soportando la población desde hace 30 años. Bueno, parece ser que estas dos últimas no se pueden considerar claramente impositivas, sino disuasivas. El no uso de la corbata no está regulado por ley, sino por presión social y política. La agresiva propaganda gubernamental la considera una prenda occidental, símbolo de la corrupción moral de las sociedades satánicas (no sotánicas, como la propia) enemigas de la pureza moral del Islam. Por eso no la lleva ABSOLUTAMENTE nadie. Al menos yo no alcancé a ver ninguna, ni complementando los trajes de los maniquíes de los escaparates más elegantes en las zonas más pijas de las ciudades, ni en el cuello de viandante, funcionario o vendedor alguno.

En cuanto a los perros su ausencia se inscribe más en los rígidos atavismos que rigen las vidas de las sociedades más esclavizados por la religión, que en una expresa prohibición legalizada. Un hadiz (texto que atribuye un dicho al Profeta) viene a decir que los ángeles no entran a una casa en la que hay un perro, por lo que en las sociedades islámicas tradicionalmente los perros se han considerado meros animales utilitarios y nunca de compañía. Yo he notado cómo en otros países musulmanes de literalidad islámica menos rígida la tendencia a soslayar este probablemente absurdo hadiz ha aumentado en los últimos años, sobre todo en las zonas más pijas (más occidentalizadas) de las grandes ciudades donde pueden encontrarse locales acomodados paseando sus chuchos con pedigrí, diseminando impunemente por los jardines y calles sus cremosos zorullos. Y me imagino que esa tendencia hubiera sido la normal en Irán si no hubieran sufrido la desgracia de haber sido secuestrados por una banda de apestosos curas y sus fanatizadas fuerzas de seguridad que han impuesto como ley unos textos supersticiosos escritos en la Edad Media.

El pañuelo (hijab) en cambio sí que es una imposición legal, perfectamente regulada, complementada con la de ajustar la vestimenta femenina a los cánones fijados por unos reprimidos legisladores de callosa entrepierna. Una policía femenina (fashion police llamada sarcásticamente por muchas mujeres) se encarga de vigilar el cumplimiento de la ley llamando al orden a las casquivanas y desobedientes chicas que se pasan un pelo en el ajustamiento de las ropas al cuerpo o en el mostramiento de más volumen de flequillo del permitido. Pero la mayoría de las veces se hace innecesaria toda vez que la prenda más usada es el chador, el siniestro manto negro que cubre totalmente el cuerpo, la cabeza, y mediante habilidosas sujeciones dentales de las portadoras, los propios rostros. No es que no se vean por la calle chicas con vaqueros cubiertos hasta medio muslo por amplias camisolas y la cabeza simplemente empañolada hasta la base trasera del flequillo, fruto de una relajación de las normas sobrevenida en los últimos tiempos, pero suponen desde luego una minoría.


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Carteles situados a la entrada de las principales atracciones turísticas avisando de la obligación legal de llevar el hijab.


Como comentaré más adelante, la iraní, por chiíta, es una sociedad muy triste, obligada tradicionalmente por la ley religiosa y actualmente por la política al luto permanente. Ese es el sentido del chador, cubrir con un manto de luto a las mujeres, tradicionales obligadas al abanderamiento del mismo, por unas muertes, más o menos merecidas, de unos sujetos del siglo VII d.d.C. Ese luto obliga también a otras formas de tristeza y manifestaciones de dolor a los hombres pero como viene siendo común desde que la masculinidad se impuso como forma de dominio y control social en las primeras sociedades organizadas, son las mujeres las más obligadas al comportamiento “decoroso”.

El chador es una prenda intencionadamente incómoda. Un largo y ancho trozo de tela rectangular que las mujeres han de aprender a manejar desde pequeñas para que les cubra todo el cuerpo desde la coronilla hasta los tobillos y mediante un perenne ajuste manual cierre recatadamente sobre la barbilla y cubra la mayor parte posible de la cara. Ello las obliga a mantener siempre una mano agarrando los dos bordes superiores a la altura del cuello y a presentar siempre ese aspecto de recato o de sentir permanentemente frío incluso bajo los rigores del verano. El sentido de esa patente incomodidad es mantenerlas permanentemente ocupadas con las complicadas maniobras chadorianas. Verlas caminar, hacer las compras, comer o simplemente conversar entre ellas manejando con tanta habilidad el espantajo negro es un espectáculo fascinante. Por terrible, claro. Sobre todo comprobar cómo su uso condiciona la naturalidad corporal de las mujeres enclaustradas perennemente en él, el desarrollo de una tendencia al encogimiento malsano, por permanente, de hombros, a un gesto de sumisión como de cubrimiento simbólico, además del real, del cuerpo.

Podrán venir las musulmanas feministas más o menos islamistas, pero siempre creyentes, o los esforzados chicos de WEBISLAM a contarme las pelis que quieran, pero los ajustes vestimentarios por ley o por imposición religiosa podrán asumirse voluntariamente por las mujeres nacidas bajo el Islam, pero no dejan de ser cárceles de tela diseñadas para encerrar posibles voluntades íntimas de las portadoras de tendencias insumisas.

En una cosa sí que estoy de acuerdo con la legislación impositiva de los clérigos chiítas, lo que me ha costado una enconada defensa de posturas en las discusiones mantenidas con C. y con otras viajeras encontradas a lo largo del viaje. Según ellas el hecho de que la legislación iraní obligue al cubrimiento capilar tanto a las ciudadanas musulmanas como a las visitantes que no lo son agrava lo abusivo de la ley, poniendo, insensatamente desde mi punto de vista, el ejemplo de una sociedad mucho más rigorista como es la saudí que no lo hace. A mí me parece mucho más lógica la postura iraní que la saudí. Un agravio comparativo como ese añade más injusticia a la injusticia legal. Y lo mismo con el tema de la abstención absoluta en el consumo de alcohol, que, aunque me ha supuesto un terrible y doloroso sindromazo de abstinencia de cerveza he sobrellevado con valor y gallardía ayudado por mi voluntad solidaria con los terriblemente reprimidos borrachuzos iraníes. Hay que ser coherentes, ¿ que no?


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ÍNDICE DEL VIAJE A IRÁN:

4 comentarios:

  1. Estimado señor Harazem, sobre musulmanas y velos la historiadora Sophie Bessis ha publicado hace poco el libro Los árabes, las mujeres, la libertad, una certera síntesis sobre la situación femenina en el mundo árabe actual. Tal vez ahí encuentre algunas ideas que pueda relacionar con su visita a Irán. Es un texto sobresaliente.

    Me gustaria hacer la siguiente reflexión: la presencia masiva de perros en los pisos de nuestras ciudades ¿no es una moda importada del ámbito anglosajón? Normalmente la gente ha tenido perros para resolver tareas económicas (caza, pastoreo, espactáculos) o por motivos de seguridad. Pero la costumbre general es que los perros no convivieran bajo el techo de la familia, para eso estaban sus casetas y sus cobertizos. El concepto "mascota" al que se acogen muchos compradores de perritos, creo que es ajeno a nuestra cultura y al igual que muchos otros, impuesto y "tragado" por multitud de personas, esas mismas que luego los abandonan cuando comprueban lo trabajoso que es mantener a los citados bichos en unas mínimas condiciones.
    Muchas gracias por su blog, un saludo.

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  2. remercie por tu crónica iraní harazem. Yo tendría un grave problema si tuviera q ponerme esos "jarambeles" o chador o como se les llame por muy fashion sean.
    Se habla de respetar ideas , pero no puedo respetar las ideas q apriori son ellas las q pisotean y castran nuestra naturaleza más intrínseca y nos condenan a la tristeza y a la represión de nuestros más genuínos instintos.

    besote para ti y para tu C (con el chador cortito estaba muy bien)

    P.D. Me he reído mucho tb con la hilaridad q has puesto en el relato sobre Monse Asenjo, jejejej

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  3. Gracias, amiga Marta, por la recomendación. Aunque conozco a Bessis desde hace tiempo y le asistí a una conferencia muy interesante con motivo de la inauguración de la Casa Arabe de Córdoba no conocía su reciente libro. Ya he visto que está en la biblioteca pública, así que en breve lo leeré.

    En cuanto a lo de los perros, un día de estos haré alguna reflexión más profunda sobre un tema tan interesante.

    Que aprendas mucho árabe

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  4. Manuel,
    En cuanto al Chador, de lo que yo leí, ha sido introducido por la sociedad Iraní al mundo islamico es decir que antes de la invasión arabe ya exictía una cultura de cubrir el cuerpo por las mujeres iranies. Quiero decir que tiene una raiz más profundo que la religion. El cambio de las tradiciones, según los sociologos tarda cientos hasta miles de años. Con la globalización y el proceso de imitación de estilo de ropa del occidente puede que este cambio sera accelerado.
    A mí, esta manera de vestido surge de la voluntad de las mujeres iranies. Creo que en un momento de historia las mujeres persas han llegado a un acuerdo para inhibir los hombres de la belleza de las otras mujeres para estalbilizar su situación como la sola mujer.
    No tengo ningun datos historicos para justificar este hipótesis.

    Yazdan

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