(del laberinto al treinta)


domingo, 2 de septiembre de 2018

El crimen de la Rosaleda de los Patos (proyecto de novela negra cordobesa)


Nos recuerda hoy Aristóteles Moreno desde su púlpito del Acorazado que este año se conmemora el décimo aniversario del Crimen de la Rosaleda, ese que perpetraron complicitadamente dos políticas cordobesas que se han odiado fumanchuscamente desde que se conocieron pero que cuando sus verdaderos jefes, los Altos Señores del Ladrillo, tocaron a rebato no tuvieron más remedio que ponerse firmes y aparecer juntitas en la tarea común de asesinar la rosaleda bicentenaria. Eso sí, sin besitos ni ná.

Aquella historia merece ser rememorada y una parte, la superficial, porque el corpachón principal del iceberg de aquel canallesco negocio permanece bajo el vientre-océano de la proverbial discreción ferial de esta desgraciada ciudad, quedó reflejada en los pocos blogs y páginas críticas que han existido y existen en ella. El mío fue uno de ellos. Releyendo uno de los posts que le dediqué al tema flipo ahora comprobando cómo alcancé a intuir el desenlace del asunto de la estafa rosista, la milagrosa transmigración del alma de la exalcaldiosa perolera desde el materialismo histórico al grouchomarxismo histérico por obra y gracia de intercesión celestial de fray Pepe Bono y Monse Asenjo. La arquitectura de la política local, municipal y comunitaria, desde entonces hasta ahora mismo, está cimentada sobre ese milagro. Su fín, impedir que el inconmensurable poder que la Iglesia había acumulado en la comunidad y especialmente en Córdoba a través de la gestión mafiosa de la Caja de Ahorros que le regalaron los pesoeístas, se disipase tras su debacle, causada por la monumental incompetencia de sus gestores de alzacuello. Cualquier día de estos me pongo a explicarlo. O mejor, invito a cualquier pluma más experimentada que la mía en los secretos de la SERIE NEGRA para que se curre un novelazo con el tema. Que lo merece. Y ahí va el esqueleto del argumento, trabajo adelantao que se lleva.

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EL NOVELÓN

La arquitectura global de esa movida, de la que esa jugada resultó ser sólo un elemento marginal, fue magistral, digna de ser comparada con aquellas conspiraciones venecianas del Renacimiento. Y todo diseñado por un purpurado personaje no menos digno de haber vivido en aquella época, Monseñor Asenjo, el de las untosas maneras, por entonces sólo obispo de Córdoba y posteriormente lanzado al estrellato del arzobispado de Sevilla. La operación RESCATE DE ROSA DA GRIMA de su cárcel municipal comunista y su trans...lado al PSOE fue diseñada minuciosamente por el obispo contando con la inestimable ayuda de su monaguillo el exministro hostiófago expresidente de Castilla la Mancha y exministro de Defensa de Zapatero. Estamos en las postrimerías de 2008.

La rescatada, por su parte, ayudaba nada recatadamente desde la propia cárcel gesticulando desaforadamente para visibilizar su pasión: desde su puesto de poder por cuenta de una formación política que predicaba el laicismo y desde la que ya se había revolcado moralmente con el Capo Episcobanquero Monsignore Castiglieggio, algún día sabremos a cambio de qué, se declaró católica y cofrade de corazón, procesionó con palo de plata detrás de vírgenes y santos, boicoteó sistemáticamente todo lo atinente al cumplimiento de la aconfesionalidad del estado obligando incluso a sus concejalas a procesionar de penitentes, dejó de pagar su cuota de afiliada al PC y consiguió que la expulsaran ¡por morosa!, promovió, por orden directa del obispo, al concejalato al presidente de la Asociación de Hermandades y Cofradías -colocado allí por Il Capo Castiglieggio de quien fue faldero- como valor para planes futuros, se ciscó en la memoria histórica negándose, pudiendo hacerlo, a abrir las fosas del franquismo y bailó en la catedral el Vals de las Mariposas con su confesor y obispo. Y como guinda declaró, alguien que era alcaldesa por IU, que en las autonómicas votaba a la competencia, o sea, al PSOE. Algún día también sus compañeros de partido de entonces tendrán a bien explicarnos por qué no la descabalgaron de la alcaldía a las segundas de cambio y dejaron que ese cambio tuviera unas terceras, unas cuartas y unas quintas…

Paralelamente su confesor, el boquitipiñonado Asenjo, y el amigo de ambos, Pepe Bono, conspiraban en las altas instancias del estado para sacarla con vida del avispero municipal. Bono entonando cantos de sirena tanto en la oreja de la alcaldiosa como en declaraciones públicas y deslizando su nombre en la de su amigo del alma Zapatero. Este dio finalmente la orden: que me la hagan consejera de la Junta. La casualidad quiso que la consumación de la traición de la tránsfuga y su instalación en Sevilla (abril de 2009) tuviera lugar dos meses justitos después de que su spiritual coaching fuera nombrado arzobispo de la capital (enero de 2009). Y es que los juegos con el azar de la voluntad divina forman a veces preciosas figuras geométricas.

Pero antes de que todo eso ocurriera la famiglia pesoeísta en la que la tránsfuga iba a ser acogida le exigió una prueba de sangre. Ya sabéis cómo funcionan esas cosas: si quieres entrar en la organización te tienes que cargar a alguien que te digamos. No hubiera hecho falta, desde luego, contando con el historial de incompetencia interesada a la limón con pesoeístas con que contaba la moza. Ahí son nada los dos despilfarrazos siderales que adornaban su historial perpetrados mano a mano con sus socios de gobierno, los chicos del club de Mr. X: el del sipote de Koolhas (10 millones de euros) y el del aeropuerto (85 millones). Pero la Famiglia necesitaba una última y definitiva.

La prueba consistió en colaborar de nuevo con ellos concediendo los permisos municipales pertinentes a su archienemiga la ministra Calvo, por entonces de (lo que ellos consideran) Cultura, para sustraer a la ciudadanía un espacio público preciosamente ajardinado como rosaleda, la Rosaleda de los Patos, de dos siglos de existencia, para construir un enorme edificio. El que el edificio fuera para la (supuestamente necesaria) biblioteca provincial era la excusa (quién se va a oponer a que se construya un Templo de la Cultura), pero a nada que se explique que existían muchos edificios públicos perfectamente reciclables o terrenos recién liberados por el soterramiento de las vías del tren a escasos cien metros, se entiende que los motivos eran otros. Como expliqué en aquel artículo: lo importante es arrasar, excavar, evitar que pueda haber vuelta de hoja posible en la definitiva consagración sacrificial de este espacio verde al dios de la especulación inmobiliaria. Si al final no se hace la biblioteca porque no está el horno para dispendios, y menos culturales, se hará otra cosa. Pero se habrá ahorrado un solar edificable que se encementará con otra cosa. O sea, algo que en cualquier otro lugar de esa Europa de la que dicen que pertenecemos hubiera acabado con los responsables en el maco por el delito de enladrillar un enorme espacio público verde en el centro de una ciudad, que además padece patente carencia de los mismos. Pues aquí ya vemos en la clase de maco que han terminado ambas prendas.

Consumado el crimen, pagado el precio de sangre, ya podía la señora poner el primer pie en la alfombra roja que su spiritual coaching y su amigo el tragahostias manchego le tenían ya desplegada hasta Sevilla y recoger los frutos de su traición. Allí el flamante arzobispo le tenía preparado ya el plan para el futuro. Un plan de perfecta arquitectura conspirativa cuya primera parte ya había consumado con diabólica (con perdón) precisión Monse Asenjo: la apropiación en 2006 de la Mezquita de Córdoba -y de decenas de bienes más- aprovechando la reforma aznarista de 1998 de la Ley Hipotecaria franquista de 1944, también conocida como Ley de Reparto de Botín de Guerra, y su desislamización física y simbólica. La física mediante la acumulación de quincalla barroca en los muros del edificio omeya y la simbólica con la puesta en pie de un corpus literario y señalético por parte de los plumillas a sueldo directo o indirecto del cabildo, que intentó modificar el ADN del monumento, falsificando su sentido histórico y artístico. La obra cumbre de este proyecto fue la creación de un museo dentro de la Mezquita con piezas arqueológicas de dudosa procedencia que demostrarían la existencia previa de una fantasmagórica basílica de San Vicente que habría sido expropiada y destruida por los moros.

Todo ello, por supuesto, con la rendida connivencia del gabinete municipal de asenjo-rosistas entregados que incluso llegó a sufragar el catecismo multimierda de la visita nocturna que aún hoy reciben los turistas creyendo que se trata de información académicamente contrastada. Patética la reciente exigencia de retirada y reformulación de sus contenidos por parte de los herederos izquierdaunidistas de aquellos que lo perpetraron sin ni siquiera pedir perdón por culpa colegiada a sus votantes. Coño, que hasta la Iglesia lo ha pedido por quemar a Giordano Bruno.

Bueno, a lo que íbamos. Monse Asenjo, con la inestimable ayuda de su amigo Bono, ya tenía a la pieza en donde quería: en el PSOE. El sacrificio para el partido fue el berrinche de su archienemiga, Carmen Calvo, a la que la propia alcaldiosa le había puesto el mote de La Zapatitos, quien, en un rasgo de dignidad impagable, dejó todos sus cargos institucionales y se fue a su despachito de la UCO. A la triunfadora la dejarían sus pigmaliones un tiempo en la cúspide ministerial haciendo transmorejos para que se endiosara un poco más y reclamarla finalmente en Sevilla siguiendo el sibilino y minucioso plan del untoso arzobispo.

Para su última parte se necesitaba a la transmorejista en la Junta, específicamente en Cultura. Sólo hay que seguir el curso de los acontecimientos a partir de ese momento mágico (junio de 2015) para que el puzzle del plan del arzobispo cobre, desde la distancia, todo el sentido. Con la ayuda ya del nacionalcatolicista Partido Popular en el poder municipal y la del obispo más reaccionario y berzotas del estado español en la sede de Osio diseñó una amplísima estrategia de apropiación de espacios públicos y dislocación de los ejes simbólicos de la ciudad, que tenía como principal ariete el traslado de la carrera oficial de la Semana Santa del centro de la misma a la zona de la Mezquita, convertida así en el objeto de la coyunda cofrade por antonomasia: todos los cofrades entrarían en la Mezquita con sus cirios enhiestos y encendidos y derramarían su cera en el vientre del edificio omeya. Convertida la coyunda ritual en nueva tradición sólo faltaba convertir a las cofradías en factorías de yihadistas católicos como aguerridos guardianes de la misma. Dos Magnas Procesiones Extraordinarias fuera de temporada sirvieron de ensayo, poniendo la ciudad patas arriba sin el más mínimo pudor y con la complicidad y complacencia de las autoridades, tanto de las pesoeístas como de las peperas, que los izquierdaunidistas andaban penando en la oposición. Pero para consumar el traslado y que todos aparadores cofrades pudieran penetrar a la Mezquita existía un tremendo escollo: la necesidad de abrir una segunda puerta para lo que habría que destruir un elemento patrimonio de la humanidad como todo el monumento: la preciosa celosía de madera de los años 70, obra de Rafael de la Hoz. Las resistencias del mundo no católico se preveían poderosas y podrían influir en los permisos que las autoridades municipales y de la Junta habrían de conceder.

Pero para eso el arzobispo había ido atando con maniática constancia todos los cabos sueltos de su plan. La transconsejera de Cultura nombraría a un cofrade correa de transmisión del cabildo como delegado del ramo en la ciudad. ¿Os acordáis del que fuera Presidente de la Cofradías que la alcaldiosa promovió como concejal? Exacto. Ese detalle era lo único importante. Su capacidad intelectual se le suponía, como el valor en la mili. Y ya, una vez ahí, no hacía falta que la tránsfuga siguiera en Cultura, con el delegado bastaba. Y la presidenta de la Junta, también católica y cofrade, pudo cambiarla de consejería y colocar en la del ramo a alguien menos cantoso pero completamente inofensivo.

Y así, desde su sillón gestatorio de la plaza de la Encarnación de Sevilla, Il Monsignore fue solucionando todos y cada uno de los escollos con que se encontró su plan: desde la Delegación el delegado cofrade acalló las voces de dentro de la Famiglia que, por pura pose, se habían levantado contra la inmatriculación por botín de guerra, se cerró la boca de los técnicos de patrimonio funcionarios de la Junta en el tema de la destrucción de la celosía patrimonio de la humanidad, se cerró el acuerdo para el demencial traslado de la carrera oficial al delicado -y peligrosísimo- entorno de la Judería, se ajustó con el Tío Pamplinas cofrade pesoeísta del ayuntamiento la renovación del catecismo nocturno multimierda y se consumó con su aquiescencia el proyecto de traslado de las taquillas de la Mezquita al obispado, para que las talegas con la recaudación libre de impuestos no tuvieran ni siquiera que cruzar la calle.

Por otra parte, y en el orden divulgativo, se informó perentoriamente a cualquier organismo dependiente del PSOE (UCO, Casa Árabe (¡¡¡!!!), Diputación, Delegación…) de que el tema de la inmatriculación y los usos de la Mezquita quedaban terminantemente vetados en sus dependencias. Y se vetaba por susanil decreto no escrito la habilitación en el flamante Centro de Visitantes, construido por la Junta pero gestionado por el Ayuntamiento, de un imprescindible núcleo didáctico e informativo de interpretación científico-académica de la Mezquita, tarea que queda así únicamente en manos de la doctrinal, confesional y mendaz de la Iglesia en el centro que está construyendo en el obispado.

Especial papel ha jugado también en el diseño maestro del arzobispo la putrefacta UCO, casta y pía, devota de Frascuelo y de María, prostituida ancestramente por el dinero de la Iglesia, antes corriente en abundancia a través de la mafia episcopobanquera de Cajasur y ahora más comedidamente a través de la financiación directa del cabildo de aquellos trabajos universitarios de los alumnos que se la pelen en estudios de arte estrictamente cristiano, a ser posible los dedicados a la repugnante quincalla postrentina que chorrea de las partes okupadas de la Mezquita y de los sobrios muros góticos de las iglesias fernandinas.

El final de la novela queda, como es lógico, convenientemente abierto… Aunque ya se va barruntando que nuestro arquitecto planificador está preparando su salto al solio papal. ¿Nombrará cardenala in pectore a su protegida? Yo ya lo vaticiné hace tiempo...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

http://calameo-download.tiny-tools.com/print.php?doc_id=00560931085b6c836aac1

Anónimo dijo...

Muy fuerte lo que pone en Córdoba Nostra.
Y digo muy fuerte, porque es la realidad de lo que ha pasado en la Córdoba actual, de hoy. No la del siglo XV
Efectivamente, si malos son los Curas, peores los políticos que decían ser de izquierdas y se asociaron con la Iglesia.
¡Córdoba!