MONAGUILLOS, SACRISTANES Y COFRADES
EL ACORAZADO ABC
Por el mismo orden del título, periodistas, historiadores y abogados. La prensa monaguilla es la que está más desatá, que pa eso es es la que más cobra por tocar la campanilla o menear el incensario. Tema MEZQUITA y el informe de los expertos convocados por el Ayuntamiento de Córdoba. Obviando lo que podamos encontrar en LA COZ DE CÓRDOBA, medio propiedad a medias del cabildo y del PP, por la ínfima calidad intelectual de sus contenidos y emisores, han destacado por su enormísimo despliegue guerrero los artilleros de puente del Acorazado Nacionalcatólico ABC, tanto los de la cuerda meapilas como los de la mercenaria, que llevan una semana cañoneando con el tema las mentes de sus piadosos lectores. ¡Zafarrancho de combateeee! ¡Alerta está! Así hemos podido asistir a uno de los más desvergonzados intentos de manipulación informativa sobre un tema histórico desde los tiempos en que se acuñó el término Reconquista. Con munición forjada con tinta nacionalcatólica, alguna fresca pero mayormente ya rancia, de hace meses e incluso años. Pero tampoco se ha quedado atrás, como es lógico, la emisora de los propios curas, la COPE.
LOS LEGAJOS
A ver, empecemos por uno al azar… por ejemplo Rafalito A. Aguilar. Este normalmente acreditado perpetrador de inanidades informativas cree que se lanza heroicamente de cabeza a las procelosas aguas del medievalismo académico pero acaba tristemente cayendo de culo en la piscina de la urbanización El Ridículo. Venga, Rafa, que tú puedes, casi podemos escuchar al capitán del Acorazado. Y así se dejaba caer el otro día con un artículo en el que se desgañitaba eufórico porque tenía la prueba definitiva de que la Mezquita se la había donado el Rey Santito a los curas. Y ponía un par de fotos: una de un legajo del siglo XIII completamente ilegible y la otra de la transcripción de libro del mismo y primorosamente encuadrada con rotulador celeste, la prueba de oro: Después de aquello el rrey don Ferrando diolos algunas rrentas a los / de la Iglesia de Córdoua e el solaz della e la plantía.
Luego ya en plena vena eruda aclara a los pobres lectores que no saben castellano antiguo: El término «plantía» del castellano antiguo equivale en la actualidad al de planta del edificio, y en el pasaje en cuestión se refiere a la Mezquita. Ya, y tenemos que aceptar lombriz de tierra como animal de compañía… Habrá que suponer, por suponer algo, que esa milagrosa traducción surgió de la lengua trapajosa de dos compadres acodaos ante dos medios en su guarida tabernaria bajo cuernas de venao y fotos de muñeconas enjoyás. —"Plantía” pos qué va a ser, compadre, pos planta. ¡Naturaca!
A ver, veamos... Resulta que el término plantía hace referencia a tierras de cultivo y el término solaz a las baldías, no a planta edilicia alguna. Es decir que lo que dice ese texto es: El Rey donó a los de la Iglesia unas rentas y las tierras tanto cultivadas como las baldías de Córdoba. A lo que está haciendo el texto referencia, como en el segundo texto que también usa desvergonzadamente como prueba, es a unas donaciones de rentas y de tierras —baldías y cultivadas— que el rey hace a la Iglesia para que se mantenga y mantenga la catedral. Pero la Mezquita propiamente no aparece PARA NADA como donación. En este otro texto de la época se puede comprender fácilmente el significado de ambos términos.
El tema de acudir a los legajos del siglo XIII, que si donación o no donación, no conduce a ningún sitio porque hay muchos más factores que no se están teniendo en cuenta como por ejemplo el del patronato regio, una institución que está funcionando en España hasta la II República y que consistió básicamente en que los papas en época medieval concedían la potestad a los reyes de que fueran ellos los que fundaran catedrales e iglesias para evangelizar, sobretodo en tierras de infieles e indios. Esa potestad estaba anidada con la obligación de dotarlas económicamente para su mantenimiento. Igual un día de estos que tenga tiempo le dedico unas palabritas.
LAS LEYES
Los monaguillos aprenden a mentir de los curas. Bueno y otras cosas más cochinas. Así que es normal que los monaguillos del ABC mientan cochinamente. A no ser que la criatura no esté mintiendo a conciencia y lo que le ha pasado es que se ha intoxicado leyendo alguna cosa de Pío Moa, Fedeguico o César Vidal, que son el alimento espiritual más laico que consumen en esa santa redacción. Pero no, el intrépido reporter tribulete abecedario de quien bebe (sin citarla, qué bonito, Rafalito) es nada más y nada menos que de la hermanita del abad del Valle de los Caídos, Margarita Cantera Montenegro, profesora de Historia Medieval de la Complutense y una acreditada niputaideista en los propios temas de los que vive. Así que si el primer ejemplo de monaguillismo puede interpretarse como causado por falta de seso, el segundo ejemplo está instalado en la mentira más flagrante. El que toca ahora la campanilla para que los abecedistas se arrodillen es Rafa Ruiz. Dice en medio de una cerrada defensa sin ambages del clero que Ni siquiera la búsqueda de argumentos naïf como los efectos de la ley de congregaciones de la Segunda República, -¿de verdad nadie va a decir que se la cargó Alejandro Lerroux apenas unos meses después de su aprobación tras el pacto de radicales y la CEDA?- puede evitar un dato que, si me permiten. admite pocos comentarios.
Aparte del divertido uso, de viejo en el oficio, del término naïf como eufemismo de gilipollas, este lamesotanas a sueldo sabe donde ataca porque, así como el tema de los textos del siglo XIII, como dije más arriba, no conduce a ningún sitio, solo al ridículo de alguno de sus colegas, en el jurídico, mejor dicho, en el legal, o sea el que atiende a las leyes que amparen una u otra cosa, es donde es probable que finalmente se sustancie el asunto. Y por ello, por su cuenta (o mejor, ajena) y a riesgo de quedar con el culo al aire como va a suceder escasas palabras más adelante, miente inventándose hechos históricos como que la Ley de Congregaciones Religiosas de junio de 1933 fue tumbada por Lerroux. Esa ley, inspirada en la francesa de 1905, que sigue aún vigente en nuestro ilustrado país vecino, que desarrollaba el artículo 26 de una Constitución moderna, laica, progresista y que intentaba sacar al país de sus anclajes en el medievo y traerlo a la modernidad, empieza diciendo en su TÍTULO III Artículo 11 que
Pertenecen a la propiedad pública nacional los templos de toda clase y sus edificios anexos, los palacios episcopales y casas rectorales, con sus huertas anexas o no, seminarios, monasterios y demás edificaciones destinadas al servicio del culto católico o de sus ministros. La misma condición tendrán los muebles, ornamentos, imágenes, cuadros, vasos, joyas, telas y demás objetos de esta clase instalados en aquéllos y destinados expresa y permanentemente al culto católico, a su esplendor o a las necesidades relacionadas directamente con él.
A ver, lamesotanas, Lerroux y la carcunda protofascista antirrepublicana intentó por todos los medios, una vez conseguido el poder en las elecciones de ese mismo año 33, con la aquiescencia del portentoso meapilas presidente Niceto Alcalá Zamora, detener la realización de lo articulado en esa ley impidiendo sistemáticamente que se implementasen sus mandatos. PERO NO FUE TUMBADA, solo boicoteada como corresponde al concepto de democracia de la jauría nacionalcatólica que tres años después iniciaría el genocidio de demócratas. Eso correspondió al caudillo de tus patrones, el Generalísimo Franco, que en febrero de 1939, antes incluso de que terminara la guerra, que igual es un detalle a tener en cuenta, derogó la ley. Vualá la prueba:
Será esta ley derogada por el caudillo de los curas la sustituida por él mismo por la Hipotecaria de 1946 como parte del reparto del botín de guerra y la que será modificada por los franquistas de Aznar en el 98 para completar las deudas del estado franquista con la Iglesia por los servicios prestados a sus causas familiares.
Lo que teme la Iglesia y sus monaguillos es que esa ley acabe finalmente por considerarse nunca derogada legalmente. Porque nunca lo fue. A no ser que se consideren legítimas y legales las derogaciones y las leyes emitidas por un gobierno ilegal, ilegítimo y criminal como está ocurriendo en España, donde incluso no han sido declaradas nulas las sentencias a muerte en los juicios concebidos por el régimen franquista como un arma más de guerra. Pero probablemente cualquier tribunal de la Comunidad Europea, donde las legislaciones emitidas por el parlamentarismo liberal que fueron dinamitadas por el fascismo fueron higiénicamente restituidas en su completa integridad una vez repuestos los países que lo sufrieron de su lacra política, moral y cívica, consideraría nulas de toda nulidad las leyes y decretos emitidos por el régimen golpista con el fin de privilegiar a determinadas organizaciones, colectivos e individuos como parte del botín de guerra.
Porque lo que esa ley dice no es que se confiscan o se desamortizan bienes eclesiásticos, sino que se establece legalmente un hecho previo, es decir, una especie de inmatriculación totalizadora de aquellos bienes a cuenta del estado, legítimo propietario de los mismos como representante legal de todos los ciudadanos. El problema que se les vendría encima a los defensores de la clerigalla sería que se estableciese como aún vigente aquella ley, lo que aparte de restablecer la justicia nos equipararía un poco a la diez veces más ilustrada y democrática Francia. Pero eso significaría, claro, poner a las claras que la Santa Transición fue una enorme estafa, una continuación de las estructuras del fascismo por otros medios y una traición a la democracia.
LA SANTA CADENA DE LOS OBISPOS
Para terminar comentaré brevemente otras mentiras que desde otros altavoces de la misma calaña, los de la emisora episcopal COPE, se vertieron hace un par de días. Tres fueron los convocados: el decano del Colegio de Abogados, uno de esos clásicos representantes de la casta local de los apellidos dobles de toda la vida y de sus santas tradiciones, especialmente de las religiosas; un erudo de la apulgarada Academia de Bellas Caspas y Nobles Tretas y un arqueólogo profesor de la UCO que tuvo mando importante en aquel engendro que fue el Convenio UCO-GMU creado para gestionar la arqueología urbana durante la burbuja del ladrillo y que tanto hizo por el fomento de las palas Poclain en la ciudad.
Voy a pasar por encima del de en medio de esos chichos porque el desbarramiento y las graves acusaciones de tendenciosidad que lanza contra sus colegas historiadores no tienen la más mínima entidad intelectual, sobre todo porque provienen de quien ejerce de turiferario académico del canónigo archivero Nieto Cumplido, pero sí que la tienen la de los comentarios de los dos extremos.
El ilustre decano de entrada falta a la verdad, o sea…, con lo feo que eso está en la cabeza de un colegio profesional casi tan católico como el de Enfermería que ya hasta se ha convertido en Hermandad de nazarenos. Yo ya he defendido en otro lugar que el aspecto jurídico del informe es una verdadera chapuza, pero lo que dice el ilustre este va más allá de eso cuando afirma contundentemente que ese aspecto jurídico del informe no es válido porque no está hecho por juristas. Lo cual denota o mala condición o inopinada inopia, porque a pesar de que el informe no está firmado su autora es una jurista de prestigio, Carmen Calvo, doctora y profesora de Derecho Constitucional de la UCO, quien precisamente por haber accedido en el ínterin desde su confección a su publicación a un cargo político tan importante como el de vicepresidenta del gobierno no consideró oportuno hacerlo. Así lo declaró expresamente el director del informe, Mayor Zaragoza, al que por cierto este ilustre decano con su gracia orodentada ha llamado públicamente el boticario por su condición de licenciado en Farmacia. De ello se deduce que este señor manipula la información que tiene, y si no la tiene debería callarse, para agradar a los curas. Él sabrá por qué.
En cuanto al arqueólogo de la UCO es al que más se le nota que tiene una intención en colocarse donde se coloca. De entrada, llama corriente negacionista, y estudiosos que niegan rotundamente la existencia de la basílica de San Vicente a los historiadores y arqueólogos que, como se apunta en el informe, defienden que arqueológicamente lo único que se puede afirmar es que no se puede afirmar nada, porque nada que confirme esa existencia basilical se ha encontrado en el subsuelo de la Mezquita. Por lo que en donde se coloca él mismo es en la corriente fideísta, la de los que se creen lo que no se ve, a no ser que considere prueba de esa existencia la estancia con suelo de mosaico, amortizada desde un siglo y medio antes del inicio de la construcción del templo omeya que los curas muestran como la Vera Basílica y que los más acreditados especialistas consideran una tumba paleocristiana y las piezas del museo que montó el cabildo en el oratorio con una colección de piezas de dudosísima procedencia, como puso de manifiesto antes de morir la directora del Museo Arqueológico Provincial Ana María Vincent, persona poco sospechosa de anticlericalismo a la que incluso se la suponía miembra del Opus Dei. Todos esos llamado por él negacionistas, entre los que yo mismo me incluiría porque dedico un capítulo de un libro al tema, pensamos que probablemente existió ese complejo episcopal, y que también probablemente estuvo por la zona donde hoy está la Mezquita. Pero lo que decimos, y dice el informe de marras, es QUE NO SE SE HAN ENCONTRADO EVIDENCIAS y que los textos que hablan de algo parecido son muy muy tardíos y se deben además a cronistas árabes extrapeninsulares. Es el runrún que quiere salir y que escuchamos en el cerebro del profesor mientras habla el que lo delata. Lo que oímos con toda claridad es: Vihensita, vihensita que se quede todo como está, que ganen los curas y me dejen a mi hacer bujeros en la Mezquita, que la Santa Basílica la voy a encontrar yo.
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