(del laberinto al treinta)


sábado, 12 de marzo de 2005

El laúd (Naseer Shamma)

Al final me he cansado de buscar entre el ingente número de experimentos de fusión musical que proliferan en los últimos tiempos. Está claro que para conseguir un sonido realmente fundido a partir de dos tradiciones musicales diferentes hay que tener un conocimiento profundo de ambas y desde luego un talento especial para hacerlo, algo que no abunda precisamente en el panorama musical actual. Lo que sí abundan hasta el hastío son las mezclas pastiche propiciadas por las compañías discográficas al calor del interés de los aburridos consumidores occidentales por los sonidos exóticos, sean de origen salsero latino, africano, medioriental o de tradición hindustani, sobre todo si sirven para hacer mover sus adiestrados esqueletos. Los experimentos más interesantes ya están fijados, los talentos reconocidos y parece muy difícil encontrar nuevas vetas que refresquen el panorama. Tal vez se deba a que las compañías no se arriesgan a apostar por valores que se salgan de los cánones estrictamente comerciales en que se mueven, porque no creo que la cuota de talento supere a unas épocas más que a otras. O que los genios, al no ser comerciales, trabajan en silencio.

La prueba de ello es que de vez en cuando me sorprendo con alguna pequeña joya escondida en los más inaccesibles anaqueles de los comercios del ramo.

Mi último descubrimiento me vino, como tantos otros, de una manera totalmente inusitada. En un reciente artículo de Maruja Torres en EPS comentaba que para aislarse del mundo ruidoso que hería constantemente su cerebro solía conectarse mediante unos auriculares a un pequeño reproductor desde el que disfrutaba de la audición de uno de sus sonidos favoritos: el laúd iraquí de Naseer Shamma. Como soy un degustador asiduo y medianamente entrenado de ese delicioso instrumento y como, aunque había oído hablar del tañedor iraquí, aún no había conseguido disfrutar de ninguna pieza suya, decidí poner remedio lo antes posible. Así, a mi colección de laudistas árabes sharqís (de la tradición medioriental: Abdelwahab, Farid el Atrash, Munir Bashir) y maghrebís (de la tradición del Magreb: Abdesalam Cherkaoui y el tangerino El Arabi Serghini.), así como los experimentalistas Rabih Abou Khalil y el jazzista tunecino Anouar Brahem acabo de sumar el maravilloso regalo del Le luth de Bagdad de Naseer Shamma.

Ningún laúd de los por mí escuchados hasta ahora suena como éste. Lo primero que me ha sorprendido es la variedad de registros y la capacidad de evocación de otros instrumentos de cuerda que Naseer consigue arrancarle al suyo. A veces suena como una guitarra española, a veces como una guitarra portuguesa, a veces como un qanun, a veces como un arpa... Y no es música estrictamente árabe, ni siquiera estrictamente oriental, como cabría esperar de un músico iraquí. Sino una mezcla inefable de aromas de muchas músicas, especialmente mediterráneas, que desprenden las notas desgranadas por los dedos del artista.

Pero sobre todo y a partir de la segunda audición he comenzado a descubrir al escuchar algunos temas ecos que yacían dormidos en lo más profundo de mi memoria. De mi memoria flamenca concretamente. De cuando diseccionaba los discos de los ya antiguos guitarristas, los que inventaron la guitarra flamenca, los discos de esos genios que yacen olvidados en las estanterías de los viejos aficionados que ya no tienen a quien dejarlos. Niño Ricardo, Parrilla de Jerez, Sabicas. Sin partituras que los avalen, sólo los que los conocen bien saben que en la guitarra fabulosa de Paco de Lucía, por ejemplo, persisten como una savia nutritiva sus falsetas. Esas falsetas que ahora creo entrever en esta música nueva que escucho. Pero también ecos balcánicos, italianos, árabes. Todo ello sin que se puedan delimitar exactamente las pertenencias puntuales de cada frase. Se reparte esos ecos como vetas de grasita entreverada en la carne de esa música preciosa. Y me he estremecido en un helor cercano al espanto cuando, en el tema Al ‘Amiriya, tras un dulce preludio donde parece percibirse el rumor del Tigris entre los juncales, irrumpe un brutal aullido de ambulancia, milagrosamente imitada por las cuerdas crudas del laúd. Últimamente sólo el desgarrador tema de Anouar Brahem Amanecer rojo sobre Grozny de su trabajo Astrakan Cafe había conseguido evocarme tanto el dolor y el espanto de la guerra.

Pura fusión, pues: fusión delicada, aromática y profunda, pero desde luego no apta para el consumo masivo. Un músico de la estirpe de Astor Piazzola o Paco de Lucía.

Cuelgo Al Alamiriyya como botón de muestra:

viernes, 11 de marzo de 2005

El espejo de Durrell


Ya he dicho cómo nos encontramos, en el gran espejo del Cecil, ante las puertas del salón de baile, una noche de Carnaval. Las primeras palabras que nos dijimos fueron pronunciadas, y es ya todo un símbolo, en el espejo. Justine estaba con un hombre parecido a una jibia, que esperaba mientras ella se miraba atentamente el rostro moreno. Me detuve a ajustar la corbata de lazo a la que aún no estaba habituado. Había en Justine una franqueza ávida tan natural que no hubiera podido confundírsela con el menor asomo de descaro, cuando sonrió y me dijo:
- Nunca hay bastante luz
Sin reflexionar, le contesté:
- Para las mujeres quizás: los hombres somos menos exigentes.
Nos sonreímos y me adelanté a ella para entrar en el salón de baile, pronto a salir para siempre de su vida en el espejo, sin volver a pensar en lo sucedido.

(Lawrence Durrell "El Cuarteto de Alejandría: Justine" Edhasa, 1970)

He ido a Alejandría en busca de ese espejo. Ese espejo donde empezó todo. Es curioso que se trate de un hecho imaginario y que además ocurriera dentro de un reflejo. Un reflejo de un hecho imaginario. Menos concreto imposible. Y sin embargo yo lo he visto tantas veces como veces he abierto el libro por esa página exacta desde hace tanto tiempo. Anochecer de carnaval en una Alejandría de posguerra. Ante la puerta del salón de baile del Hotel Cecil, en el cristal del majestuoso espejo de marco dorado, se cruzan las miradas de Justine y Darley. Es la primera vez y en ese cruce irreal se cifra todo el misterio de la relación que ambos mantendrán con la delicada connivencia de Nessim, el marido de Justine. Una y otra vez. Ese es el espejo que yo he ido a buscar a Alejandría, a una ciudad que ya no es la de Justine, Darley, Nessim, Balthazar y Melissa. La Alejandría de Kavafis y de las historias de gentes sin patria. Una ciudad que fue muchas y que ahora es una presencia fósil, como fósil es su puerto, inundado de salitre, de donde han huido las gaviotas.Esperando la hora propicia, para propiciar la magia del encuentro, discurro por las calles por donde discurrió Durrell, por donde sonaron los pasos de sus personajes, en busca de algún vestigio de aquel aire, de las migajas de aquel festín. En la esquina de Nabi Daniel con la rue Fuad, justo donde estaba la barbería babilónica de Menemjian, el oráculo de la ciudad, hay una gran librería. Me alegro. Tal vez vendan en ella ejemplares de la novela en árabe o inglés. Alquilo una calesse para que me lleve rodeando el arco del puerto hasta el morro de Qaitbai. El conductor no para de intentar venderme de todo, pero le pido contundentemente que me deje en paz. Cansado de las especialidades árabes, me apetece comer pescado y lo hago frente al mar. Por la tarde visito la nueva Biblioteca. Una hermosísima construcción que no estoy muy seguro que necesitara la ciudad, tan pobre, pero que ahora brilla como una joya en su centro. Atardece sobre las palmeras polvorientas y de repente como un coro de ecos las voces de los muecines acuchillan el aire para recordarnos por enésima vez que Dios es Grande y que además es Único. Y que ahora vuelve a ser el Señor de esta ciudad.

No sé por qué siempre imaginé una puerta giratoria en el Cecil. Acerté. Un portero de librea verde me mira indolente mientras la empujo. El interior parece intacto, conservando todo el aire de época de los hoteles coloniales. Me demoro recorriendo el vestíbulo. Uno, dos, tres, cuatro, cinco.... Hasta seis espejos enormes, de marcos dorados bordean las puertas, dos en cada extremo, del antiguo salón de baile, hoy comedor. Me siento confundido en una mesa y me obligo a decidir cuál de ellos es mi espejo. Pido una Stela. Me la sirve una camarera de ajustado uniforme azul, la falda demasiado corta para el país. No está fría, pero no protesto. La veo alejarse mientras habla en un árabe muy rápido con un compañero que parece requebrarla. La mesa es pequeña y redonda. Aparto el horrible menú de sandwiches de plástico y me miro en uno de los espejo con la cerveza, el libro abierto y una risa enorme estallando en mi rostro. Así tenía que ser y así ha sido. En este maravilloso juego de ilusorios reflejos, he sido víctima de uno de ellos, del más cruel de todos, el que te coloca justo enfrente de tu propia estupidez:

la culpa se dirige siempre hacia su complemento, el castigo, y sólo en él encuentra satisfacción.

Durante la vuelta a El Cairo guardo el precioso billete de tren ya para siempre marcando la página mientras veo pasar más y más palmeras polvorientas.




















Comentarios
  1. Excelente escrito, me ha traído recuerdos de esa maravillosa novela, de sus personajes fascinantes, sobre todo Justine... Parece que ya conoces muy bien El Cairo..., este tipo de mensajes son los que más me gusta leer. Enhorabuena!lukas — 11-03-2005 12:19:41


  • Gracias, amigo Lukas, ya veo que nos seguimos en nuestros respectivos blogs. Yo también te leo con gusto. Y sí, conozco algo El Cairo, todo lo bien que se puede conocer una ciudad de esas características, después de pasar un par de largas temporadas en ella. Me resulta una ciudad fascinante. Una de las veces me alargué a Alejandría a pasar un par de días. Pensé que quedaba aún menos del esplendor de la antigua ciudad internacional. No fue tan decepcionante como esperaba. Y la Biblioteca me pareció un lugar magnífico.Un saludo harazem — 11-03-2005 23:27:41
  • Manuel:Tu texto me ha impresionado: conmovedor y magnificamente escrito. Deja entrever mucho más que la intención de contar una anécdota y trasmite perfectamente esa clase de relaciones mágicas que a veces establecemos con determinados textos.Antecedentes: estoy leyendo el cuarteto; hacia el final de la segunda novela...Alejandría me produce desde hace muchos años una sensación inquietante que ahora no me atrevo a definir.Quizá lo único que me ha movido a escribirte es la envidia que me inspiran tus paseos por Rakotis.Vete a saber...SaludJesúsKefet — 24-03-2006 20:23:26
  • miércoles, 9 de marzo de 2005

    Estatuaria (III): Manolete

    Corría el mes de enero del año del Caudillo de 1971 cuando el psiquiatra Castilla del Pino, alarmado por la destrucción sistemática del patrimonio arquitectónico de la ciudad de Córdoba en que se empleaban entusiásticamente y mano a mano las empresas inmobiliarias locales y el muy patriótico y excelentísimo Ayuntamiento de la ciudad, presidido a la sazón por Antonio Guzmán Reina, publicó un artículo en la revista Triunfo (APRESÚRESE A VER CÓRDOBA, nº 538, 20 de enero) , en el que ponía de chupa de dómine a los responsables de los desaguisados y clamaba por una vuelta a la cordura ética y estética antes de que fuera demasiado tarde. El artículo conmocionó la dormida conciencia de la ciudad y parece ser que consiguió un apaciguamiento temporal de las destrucciones del patrimonio y que las corruptelas tuvieran que cocerse un poco más hondo en los oscuros mechinales municipales. Todo ello viene recogido en el segundo tomo de las sabrosísimas, y demasiado piadosas, memorias del psiquiatra, La casa del olivo, de reciente publicación. Pero lo más llamativo del artículo era el descubrimiento que hizo a la ciudadanía de que su adorado monumento al fino matarife Manolete, tan llorado, aparecía por méritos propios en un libro editado por entonces en Inglaterra y que respondía al título de Kitsch. An Antology of Bad Taste (Kitsch. Una Antología del Mal Gusto (1)) (Ed. Studio Vista, London, 1969), del prestigioso artista y teórico de estética italiano Gillo Dorfles en el que se recogían los más descacharrantes atentados contra la razón estética de todo el mundo. Con el desvelamiento público de tal honor, el monstruoso pisapapeles recibía así su merecido.


    Y por detrás...

  • (1) Existe edición en español: El kitsch : antología del mal gusto / Gillo Dorfles ; con textos de John McHale... [et al.] ; y ensayos de Hermann Broch y Clement Greenberg ; [traducción de Jaume Pomar], Barcelona : Lumen, 1973. (VOLVER)



  • ADDENDUM DE NOVIEMBRE DE 2006: Acaba de publicarse en la red la digitalización de todos los números de la revista TRIUNFO. El enlace correspondiente al artículo de Castilla del Pino es:



    APRESÚRESE A VER CÓRDOBA



    COMENTARIOS:

    1. Hablando de Manolete, ayer dos hombres comentaban en el metro que "apunta alto pero tiene mala suerte a la hora de matar". Supongo que hablaban de toros.
      lorensito — 01-04-2005 08:53:07

    martes, 8 de marzo de 2005

    Estatuaria (II): El Gran Capitán


    Horrores urbanos ocultos


    Al hilo de mi comentario del otro día sobre la atroz escultura recién trasladada del imaginero Juan de Mesa, me he propuesto organizar aquí algunas ideas que llevan danzando en mi magín desde hace tiempo respecto al resto de las esculturas urbanas de esta bendita ciudad. Lo primero que se me ocurre es la feliz comprobación de que Córdoba resiste. De que es una ciudad singularmente bella y de que lo es a pesar de sus gobernantes, sobre todo de los que le han tocado en suerte en los aproximadamente últimos 70 años, que han hecho todo lo posible por convertirla al anodinismo, por arrasar sus más entrañables estructuras, por falsificar sus señas de identidad con reconstrucciones-pastiche, por venderse a la peste del infame negocio inmobiliario. Afortunadamente, todo hay que decirlo, en los últimos años parece que el desastre organizado ha remitido y que al menos en líneas generales la restauración urbana responde a criterios racionales y artísticamente contrastados, aunque todavía, como demuestra el caso de la ominosa escultura cofrade, siguen campando por sus anchas algunos restos del caciquismo cultural.


    Lo segundo es la constatación de que las dos mayores representaciones monumentales de esta ciudad son glorificaciones de la misma terrible cosa: el matarifismo. En dos versiones distintas pero de índole y origen comunes. Se trata sin duda de la especialidad nacional que más ha contribuido a llenar las plazas y calles del territorio de mármoles y bronces y su memoria de sangre y de lágrimas. Hay que decir que el fenómeno no es estrictamente español. En todas partes cuecen habas, pero aquí la pertinacia en el mantenimiento del oprobio es realmente doloroso.


    Estoy hablando, claro, de los aparatosos pedestales a que han sido elevados nuestros dos grandes matarifes locales: El Gran Capitán y Manolete. Manolete domina con su delantal de bronce la preciosa plaza del Conde de Priego, una invasión intolerable que debería haber sido remediada hace tiempo. Don Gonzalo Fernández de Córdoba, alias El Gran Capitán majestuosea desafiante en la plaza principal del pueblo: Las Tendillas.


    La plaza de las Tendillas es el corazón de la Córdoba moderna. Abierta a partir de otra pequeña plaza de origen medieval fue la partida para la creación, tras el derribo de las antiguas murallas, del ensanche que las burguesías ascendentes de todas las ciudades europeas a fines del siglo XIX y principios del XX llevaron a cabo en sus ciudades como símbolo de su nuevo poder. La particularidad de esta sufrida ciudad es que, a diferencia de la mayoría de las demás urbes, en las que el ensanche se construyó en terrenos vírgenes de lo que fue extramuros, la ilustrada burguesía cordobesa (de origen mayormente cortijero) lo hizo arrasando parte del entramado urbano medieval de dentro de las antiguas murallas. Ello es fácilmente comprobable observando en vivo o en un plano las características del entramado de las calles que desembocan en las principales vías del ensanche: Nueva, Cruz Conde y Gran Capitán, y el flagrante contraste entre las mismas. Y sobre todo siguiendo la línea fósil de la antigua muralla.


    Pero esa misma burguesía cortijero-ilustrada no contenta con el desaguisado urbanístico recién perpetrado tuvo que dejar su firma en el mismo corazón de la nueva obra. La erección de escultura ecuestre del guerrero montillano respondió a la necesidad de esa burguesía de buscar un afianzamiento simbólico de su poder. Se trataba de sellar la nueva alianza que se gestaba en esos momentos (años 20) entre esa burguesía cortijera y el Ejército postcolonial español. La desmoralización de las élites rancio-castizas y del ejército por la pérdida de las colonias de ultramar y el empuje reivindicativo del movimiento obrero que no compartía desde luego el universo simbólico oficial, dio lugar a una búsqueda de nuevas justificaciones para el mantenimiento del estado permanentemente en armas. La guerra de Marruecos, la dictadura de Primo de Rivera y finalmente el sangriento aplastamiento de la República fueron hechos unidos umbilicalmente por el mismo espíritu.


    Y mire usted por donde tenía que ser esta ciudad (o un pueblo de la provincia, no vamos a discutir por unos kmts más allá cuando de engrandecer la patria se trata) la cuna del ya casi olvidado guerrero medieval que reformó el ejército español, convirtiéndolo en el ejército profesional del que es heredero el actual. Un ejército que al mando de nuestro ilustre paisano arrasó primero las feraces vegas malagueñas y granadinas y tomó a sangre y fuego las ciudades del reino de Granada para unificar política y religiosamente el solar hispano bajo la égida de los Reyes Católicos. Que una vez aniquilada la morisma se trasladó al sur de Italia, otro sur pobre y desgraciado como el nuestro, a llevar más sangre y más fuego, más muerte y más destrucción para alimentar los primeros delirios imperiales (las pomporrutas imperiales del maestro Forges) de nuestro recién estrenado Estado Unificado. En la peana del monumento están grabados los nombres de los lugares devastados. Tal vez en ellos se acuerden también de don Gonzalo, aunque supongo que de diferente forma.


    La escultura como tal es buena, obra de Mateo Inurria, que consiguió un hermoso efecto combinando el bronce del caballo y la armadura con el mármol blanco de la cabeza. El cachondeo popular sacó el bulo de que en realidad se trataba de la cabeza del torero Lagartijo que el autor había tenido que usar al habérsele roto la que había diseñado para don Gonzalo. Y la verdad es que le da un aire al otro fino matarife. Se inauguró en 1925 en la confluencia de la Avenida del Gran Capitán (hoy Bulevar) y la Ronda de los Tejares, justo frente de donde hoy se alza la mole de Nuestra Señora de El Corte Inglés. Dos años después se trasladaría a su actual emplazamiento en la plaza de las Tendillas.


    Me imagino lo que se sentiría atañido el pueblo llano de Córdoba de aquellos años por la erección de un monumento a semejante héroe, en el dudoso caso de que tan siquiera alcanzaran a saber quién era (en realidad eso no ha cambiado nada). La pobreza más absoluta y el analfabetismo se cebaban en las clases populares de aquellos años y la lucha feroz por la supervivencia cotidiana llenaba todas sus expectativas. Y desde luego siempre que podían intentaban derribar de sus pedestales los símbolos de sus opresores. En 1918 el mismo Mateo Inurria terminaba un ampulosísimo monumento al recién fallecido Barroso y Castillo (1), que fue un simple ministro de la corona, hijo de la tierra, encargo de la misma burguesía a la que defendió, y que se colocó en los jardines de la Agricultura (más conocidos por Los Patos). A la imponente figura sedente del político acompañaban cuatro broncíneas figuras alegóricas que representaban el Arte, la Agricultura, el Trabajo y el Comercio. Pero el pueblo no debió entenderlas demasiado bien, porque cinco meses más tarde fue totalmente destruido en el transcurso de una multitudinaria manifestación anticaciquil. ¿Sería esa la causa del traslado del de El Gran Capitán? ¿Buscarle un lugar más recogidito, más a salvo de la iras del populacho hambriento y reivindicativo?


    Hoy la escultura, El Caballo, como todo el mundo lo conoce, ha perdido todas las connotaciones en la mente de los ciudadanos y sólo representa un adorno urbano más, especialmente entrañable porque todos hemos crecido con su presencia majestuosa en la plaza del pueblo que ha sido siempre Las Tendillas. Pero no está mal conocer su origen y su significado primigenio.


    Peor es, desde luego, la presencia ominosa de la monstruosa escultura ecuestre (una copia de la cual se instaló también en la plaza de su pueblo natal, Trujillo) del sanguinario conquistador y desalmada persona que fue Francisco Pizarro en la Plaza de Armas de Lima, sobre todo ahora que la ciudad ha dejado de ser patrimonio de la burguesía criolla blanca y ha sido tomada por la indiada inmigrante de las sierras del interior. O la de Franco en pleno centro de Madrid, la ciudad que martirizó sin piedad durante tres interminables años y convirtió en un cementerio para vivos durante cuarenta más.


    Tan vez algún día se cumpla el sueño de Guy Debord que propuso


      ...reunir en desorden, cuando los recursos mundiales hayan cesado de ser despilfarrados en los proyectos irracionales que nos son impuestos hoy, las estatuas ecuestres de todas las ciudades del mundo en una planicie desierta. Esto ofrecería a los transeúntes -el futuro les pertenece- el espectáculo de una carga de caballería artificial, que incluso podría dedicarse a la memoria de los más grandes masacradores de la historia, desde Tamerlan a Ridgway.



    (1) A su político, Barroso y Castillo y a su militar, el Gran Capitán la burguesía cortijera tuvo que sumar dos patas más del banco monumental de su imaginario ideológico. La Iglesia fue contentada con la colocación de una tronante figura del obispo Osio, el inventor de las bases actuales del Catolicismo, en la plaza de las Capuchinas (1925) y la vena culturalista de la burguesía se vio alimentada con la erección de la que es sin duda la mejor escultura pública de la ciudad, la erigida al Duque de Rivas, el mayor productor de versos ripiosos de la Literatura Española, obra de Benlliure, en los jardines de la Victoria (1929). VOLVER

    viernes, 4 de marzo de 2005

    La ceremonia de la confusión


    Maruja Torres borda hoy un pequeño resumen de lo enmierdado que está el mundo. Escaneo de El País su columna de la trasera y la cuelgo aquí.
    marujatorres
    marujatorres.doc
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    Nunca comprendí por qué El País restringió sus contenidos a los abonados. Seguramente algún directivo me explicaría que fue estrictamente necesario dado el bajón de compradores que se experimentó a raíz de la aparición de la edición íntegra en la red. O cualquier otra razón económica. Lo que sí sé es que, más que a mí, que al fin y al cabo nunca dejé de comprar la edición de papel y que sólo me afecta en el hecho de que no me resulta demasiado cómodo ahora guardar los artículos que me interesan, debió de hacer polvo a miles de lectores de Latinoamérica que no tienen acceso al periódico. O que no pueden costearlo diariamente. En México existe una edición similar a las de las autonomías españolas, con un suplemento propio. Un mexicano me decía, en un quiosco cerca del Zócalo, donde coincidimos una mañana comprándolo, que los análisis de la política nacional del suplemento mexicano de El País eran mucho más interesantes que los de cualquier periódico autóctono. En Argentina se lee una barbaridad y lo mismo en los demás países de habla hispana sobre todo en ambientes estudiantiles. Pero en fin, el mercado manda y tal vez no hubiera sobrevivido nuestro diario matutino a la caída en picado de compradores.A lo que iba. Que comenta el esclarecedor capítulo del último libro de Arundhaty Roy aparecido en El País Domingo pasado, de la que bebo todo lo que publica sin haber sido nunca defraudado. Ahí van algunos enlaces de artículos suyos que circulan por la red. Hay más, o al menos había más, pero ahora no consigo encontrarlos. Nunca escarmentaré. Hay que copiar lo que se encuentra. La red no es inmutable.
    · redvoltaire
    · terraincognita
    · ucm
    · nadir
    Leyéndola se me ocurrió que la escritora india debe ser una de esas personas que sacan de quicio a Hermann Tertsch, al que poco a poco le van asomando las orejitas de lobo debajo del tirolés. El afamado columnista sigue alimentando en el mismo El País la ceremonia de la confusión en su defensa cerrada de las actuaciones del Emperador y sus alacayados aliados y considerándonos cómplices de los salvajes terroristas a los que no aceptamos como limpias las razones del Nuevo Orden Mundial. Lo más lamentable es que sus argumentos no apuntan a razones de orden práctico, lo que tendría un pase, sino a verdaderas convicciones de orden ideológico, lo que le coloca sin duda en la misma línea de pensamiento que Rumsfeld o el propio Cheney. Y de eso debería habernos avisado antes. En su última columna (La religión en la guerra moderna, El País, martes 1 de marzo de 2005) acaba perdiendo el norte y confundiéndolo todo, mezclando churras y merinas y después de azotarnos con la culpa por los últimos atentados de Irak y Tel Aviv pasa directamente y sin venir a cuento a espetarnos que eso nos pasa por antireligiosos. ¿También por pecadores, alineándose con las tesis de Fray Rouco Varela? Pasen y vean: copio directamente:
      En este panorama desolador resulta especialmente doloroso que estemos asistiendo a lo que parece la última gran agonía del papa Juan Pablo II. Quien levantó a Europa oriental contra la resignación de Yalta no podrá ayudar en el rearme moral ante las nuevas amenazas. Si hay algún fenómeno que ha alimentado el desarme de nuestras sociedades modernas ante sus enemigos es la incomprensión radical, y por tanto el desprecio y la hostilidad hacia el pensamiento religioso. Lo que no tiene nada que ver con creer o no. Es en el respeto al concepto individual de la trascendencia donde radica la más profunda tolerancia, la firmeza y la dignidad, bases de una sociedad no dedicada a la experimentación social, sino a fomentar la vocación del ser humano a ser feliz.


    Ya te digo... A ver quién es aquí el que muestra permanentemente incomprensión radical, desprecio y hostilidad hacia el pensamiento laico y racional...

    jueves, 3 de marzo de 2005

    Estatuaria (I): Juan de Mesa

    Vaya trasiego de estatuas que hay en la ciudad. Esta mañana unos esforzados operarios colocaban la peana de la Cruz del Rastro en el nuevo lugar de la plaza, señal de que las eternísimas obras del entorno están a punto de finalizar. Para Semana Santa, he oído decir. En esta ciudad todo se hace en función de la Semana Santa. Leo seguidamente en el Diario Córdoba, esa especie de hojilla parroquial que tenemos por periódico, que el monumento al imaginero cofrade Juan de Mesa que alevosamente colocó el Ayuntamiento en abril del año pasado (coincidiendo, cómo no, con el Viernes de Dolores) en la plaza de las Doblas fue anoche desmontado para ser traslado al nuevo lugar que se le ha asignado: la plaza de San Pedro. La noticia la firma A.V., iniciales que corresponden sin duda al crítico oficial de procesiones del diario. Por ello no me extraña que comente que la causa del traslado fueran las protestas, provinentes principalmente de las cofradías, por la ubicación del monumento en ese lugar concreto. Es una apreciación del todo sesgada por cuanto las protestas vinieron casi exclusivamente de la mano de los progresistas y artistas de esta ciudad que no sólo vieron en la imposición del monumento un atentado contra la estética más elemental, sino sobre todo una concesión más del Ayuntamiento regido por Izquierda Unida a las fuerzas más reaccionarias de esta ciudad, la Iglesia Católica y sus metástasis seglares, principalmente la Asociación de Hermandades y Cofradías, acunada amorosamente desde siempre por la Banca Episcopal, de nombre oficial Cajasur. Al final todo encaja en el universo como un puzzle sideral. Aunque tal vez tenga razón el ilustre glosador de procesiones en que la causa final del traslado fueran las presiones del bando cofrade que reivindicaban la plaza de San Pedro, donde nació el pintoresco imaginero, como lugar más idóneo lugar de acogida del espantoso conjunto. De todas formas fueron dignos de ver los empeños de los concejales comunistas capitaneados por nuestra inefable Rosa Aguilar por justificar la escultura y su ubicación. Una Junta de Salvación Ciudadana se organizó entonces para tratar de impedir el desaguisado histórico-artístico, y bajo el nombre de “Las Doblas como antes” se convocaron concentraciones dominicales en la misma para infligir un minuto de risas al horrible mamotreto y yo MISMO envié una carta al diario EL DÍA DE CÓRDOBA. Aunque fue mucha gente la que abominó del desaguisado, las concentraciones no fueron demasiado concurridas, debido fundamentalmente a la tradicional apatía de la ciudadanía cordobesa y por otro, quizás, a cierto miedo supersticioso a protestar ante una imagen de fuerte contenido religioso. ¿Que no crees que fuera por eso? Bueno pues no sería por eso... El caso es que los escasos asistentes echamos unas risas, le colocamos una camiseta con el logo del foro ciudadano “Las Doblas como antes” al broncíneo imaginero y luego nos fuimos a tomar unas cañas. Lo de siempre.De todas formas no sé que será peor si el remedio o la enfermedad. La nueva ubicación, en un un entorno por lo demás más tradicional y popular parece ser el trozo de plaza del muro sur de la iglesia, donde se encontraba la columna conmemorativa de los Mártires, que será desplazada. Será un espanto doblar la aguda esquina de Don Rodrigo viniendo de la calle La Feria y encontrarse el regalo de sopetón, con sus dorados de trono barroco y su dislocada figura.Adjunto MANIFIESTO de Carlos Hernández Pezzi, Presidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España, publicado con motivo de la creación del foro "Las Doblas como antes", en el que hace interesantes reflexiones sobre el asunto.

    miércoles, 2 de marzo de 2005

    Respuesta a P

    Aunque se trata de una contestación a un comentario que se me ha hecho la última anotación me ha petado colocarla también aquí. Y eso que hoy no me tocaba Papa.Amigo/a P: Has acertado plenamente en lo de la elección de la foto, Fue la mala leche la que me hizo elegirla. Tu perspicacia ha quedado plenamente demostrada. Yo hice una nítida declaración de intenciones. Trataré de hacerles el mayor daño posible con las armas de la inteligencia, aunque soy consciente de que supongo la picada de una pulga en el ijar de un elefante africano. Ellos no cejan un minuto de hacer lo mismo conmigo y con los que no comulgamos con sus hostias. Y ahora tenemos suerte: antes nos quemaban por nuestras ideas o nos denunciaban a los falangistas para que nos fusilasen. Por otra parte no suelo hacer discriminaciones entre tiranos moribundos y tiranos en plenas facultades. Son lo que son. Pinochet, Franco... Son sus actos y sus doctrinas las que me sacan de quicio. En cuanto a sus cuerpos, sí: me da repelús la obscena exhibición de decrepitud a que se somete o lo someten al pobre anciano, en cuanto a ser humano digno de respeto como tal ser humano, pero desde luego parece que esa obscenidad entra dentro de las propias referencias doctrinales que propugnan. Por supuesto que sé que el Opus Dei, esa especie de infección maligna y tentacular de ignoto poder real, que hay quien sospecha que lo sustenta efectivamente dentro del Vaticano y a quien este Papa ha concedido, en pago a su nombramiento y a sus posteriores servicios, regalos y privilegios innumerables, anda con el culo entre dos manos para impedir que ni un ápice de ese poder vaya a otras manos que no sean las suyas. Pero no era de eso de lo que yo trataba. Sino de la persona que fue elegida por ellos, y que han sido sus pilares, y que por muy moribunda que esté no ceja en su empeño de extender por el mundo el oscurantismo. De su talante y de su sinrazón. Si quieres otro día hablamos de cristianos y cristianismo.Un saludo



    Comentarios
    Una imagen vale más que mil palabras, y si a esas imágenes va unido un excelente guión podemos estar ante un vehículo muy potente y efectivo de vivisección social. Hace cierto tiempo que te leo Harazem y no estoy para nada de acuerdo con “P” en eso de que te pases al yoga como remedio para controlar tus secreciones pancreáticas. Te voy conociendo poco a poco y creo saber exactamente que es lo que necesitas para regular esa bilis. Tu medicina se llama Álvarez Rabo. Si lo lees acabarás agradeciéndomelo y tu salud mejorará, créeme. Te haré una breve descripción de sus señas de identidad: bajo el seudónimo de Álvarez Rabo se esconde todo un filósofo entre nihilista y epicúreo abocado a vender zapatillas de deporte en un Corte Inglés (igual que el subcomandante Marcos antes de decidir cubrirse con un pasamontañas) y que expresa mediante el recurso del cómic toda su irreverente y cáustica sátira social, en la que gusta mezclar siempre tres elementos: política, religión y sexo. Creo además, por la sorna que destilas en muchos temas, que tenéis muchos puntos en común: Rabo es ateo, y como parece que tú eres de Córdoba te diré que además de ateo Rabo es un declarado anti Alonso Manrique; como tu erudición no deja de sorprenderme no voy a caer en la desconsideración de explicarte quien era el susodicho. Rabo, aunque es antimonárquico, se declara Elenista y Marichalarista; cuando ve la familia real al completo siempre le recuerda al magistral retrato que hizo Goya de La familia de Carlos IV. Políticamente, parece que rabo ha ido evolucionando, siempre dentro de un camino progresista de izquierdas, hacia una postura marxista-nihilista, si es que eso puede darse. Algo que no comparto con él es su empeño en no votar, pues le parece un síntoma de incultura, de estupidez o de hijoputismo. En fin… su humor me encanta, él lo define como ácido, comprometido, positivista y muy crítico consigo mismo; algo muy necesario para soportar la enorme levedad de nuestro ser.Como te decía, Harazem, las imágenes del Papa que Rabo plasma en algunas de sus historietas (“Mamada satánica”, en No puedo dar más, ediciones La Cúpula, 1998; “Papa mising” y “Sueño papal”, en Historias raberas) son imágenes menos públicas que las que muestras en tu bitácora, son historias de situaciones cotidianas en la vida de todo bicho célibe por las que necesariamente se tiene que pasar. Algunas de sus historietas en las que emerge su anticlericalismo más radical son: “Ateo de veras”, “Auto traición” y “El curilla cantor: cómic de investigación” (en Hombres alterados); “Educación sexual”, “Curso prematrimonial”, “Racismo infantil”, “Sed de Dios” y “Victoria del Partido Pustular”, como él llama al PP, (en No puedo dar más). El Opus, por supuesto, no se libra de su escalpelo. La relación de Álvarez Rabo con la secta PUS, como él la llama, se remonta a su infancia: estudió en un colegio del Opus donde fue objeto de tocamientos, como repetidamente ha señalado. En sus historietas son muy frecuentes las mordaces e irreverentes sátiras para con esta secta que en una entrevista describió -y cito sus palabras exactas- como: “Secta antivida… Estos negros y perturbados individuos son capaces de trepar por los cristales y acabar logrando sus objetivos. La fuerza de su mal reside en la capacidad de negarse el gozo físico de una manera sumamente hipócrita y farisea. Yo los esterilizaría a todos sin el menor cargo de conciencia y con el convencimiento de que estaría haciendo un bien a la sociedad. Así no transmitirían su ponzoña ideológica a sus pobres descendientes”. Entre sus historietas sobre el PUS: “El vicio más natural”, “Todo por el saber” y “El padre Otxotorena: pequeño hijo de puta” (en Últimas chupadas, ediciones La Cúpula, 2004); “El peligro negro” y “Perversión sexual” (en No puedo dar más). En “El peligro negro” (No puedo dar más, Ediciones La Cúpula, 1998) Rabo expone con diáfana claridad el mecanismo de funcionamiento de esta peligrosa secta.Querido Harazem, como parece que te gusta mucho Savater, y no me refiero a Leticia (que sé que también) sino a Fernando, te recomiendo que leas Sabor a Rabo, no es uno de mis álbumes preferidos pero el prólogo es de Savater (Fernando). Y como me consta que esta bitácora es leída cada vez más por gente de mucho ingenio y razón les animo a que lean La metamorfosis, no la de Kafka sino la de Álvarez Rabo (Edicions de Ponent, 2003), su obra cumbre, mucho más kafkiana que la de Kafka. Su grafismo y texto es de lo más minimalista que he leído, pero su sensibilidad e inteligencia es sencillamente brutal. Algunos críticos han visto en esta obra el mundo de dos grandes filósofos de nuestro tiempo como Michel Foucault y Gilles Deleuze. Espero, Harazem y demás lectores, haberos descubierto un nuevo universo. ¡Adentraos en la obra de este grandísimo creador que puede hacer suyas las palabras de Oscar Wilde: “Comprendo demasiado bien que hemos nacido en un tiempo en que sólo los torpes son tratados con seriedad y vivo presa del terror de NO ser incomprendido”!.Un beso y que esos fluidos biliares se transformen en seminales por obra y gracia de Álvarez Rabo.C.Z.
    C.Z — 03-03-2005 01:22:55
    Bueno, agradecido por los cumplidos y anonadado por el despliegue publicitario (y por lo demás, erudito) que haces de la obra de Álvarez Rabo. La verdad es que había visto algunas cosas suyas en antiguos El Víbora, que seguí durante un tiempo, pero no recordaba a su autor. Prometo corregir esta laguna imperdonable y hacerme con algunas de las obras que recomiendas. Yo nunca fui muy aficionado a los tebeos, nunca acabé de pillarles el punto (tal vez porque de chico ya fui un niño raro y siempre preferí los libros), por más que buenos amigos míos y de criterios sólidos intentaran llevarme por la buena senda desplegando exégesis e intentando prolijas hermenéuticas de su lenguaje. Reconozco que es una tara mía, como esos buenos comedores a los que no les gusta el curry o esos diletantes que no aprecian el flamenco. Aunque he de reconocer que los tebeos tremendistas tipo El Víbora y El Jueves siempre me gustaron. Así que no tendré que hacer ningún sobresfuerzo.Lo que sí me ha dejado intrigado ha sido la referencia que haces a Alonso Manrique, que supongo que no debe ser otro que el obispo de Córdoba que decidió comenzar las obras de la catedral destrozando el centro de la mezquita con la oposición del ayuntamiento al que tuvo que reducir con la amenaza de la excomunión... Porque es, pese a mi falsamente atribuída erudición, el único que conozco. Pero fue una cita tan traída por los pelos... No sé que tendrá que ver con tu nihilista escribidor. En fin, que me alegro que te sean sugestivos mis posts.Un saludo
    harazem — 05-03-2005 10:36:15

    lunes, 28 de febrero de 2005

    El impresentable organista de Cracovia (II)

    Lo dicho. Después de serle practicada una traqueotomía, lo primero que nuestro Santo Padre pidió cuando salió de la anestesia fue papel y lápiz para escribir con el pulso más firme que le permitían sus condiciones: Sigo siendo Totus Tuus, o sea, sigo siendo yo y sigo mandando, que no os quepa duda. No vayáis a pensar que me vais a jubilar. No voy a soltar la vara de mando absoluto que con tanto esfuerzo y por tanto tiempo he hecho tronar sobre todas vuestras cabezas.

    Si algo me gusta de este Papa es que a su tremenda soberbia suma una falta de doblez apabullante. No es un hipócrita. Es así. No se corta en mantener las opiniones (infalibles) más vergonzantemente ultramontanas, las actitudes menos diplomáticas o contemporizadoras, los odios más montaraces. Sus obsesiones son simples, directas, sin dobleces. No es un hipócrita. Es un iluminado fanático. Hipócritas son sus fieles, bueno, los que se dicen fieles y luego campan a sus anchas por el pecado y la trasgresión. Los católicos que usan el preservativo o que no practican el odio al descreído. La doctrina de este Papa es totalmente diáfana. En su último libro, Memoria e identidad , aparecido esta misma semana lo dice todo. Dice que las ideologías del mal (no iba a dejarse pisar terminológicamente por un maldito cristiano renacido gringo, medio imbécil y para colmo, protestante) anidan en el propio sistema democrático, bueno, más bien, que son la esencia del propio sistema democrático, si se afina un poco en el análisis. La excusa es el aborto y los matrimonios homosexuales, pero en realidad, leyendo atentamente, se llega a la conclusión de que para nuestro agreste cura polaco es la raíz misma del sistema democrático el que nutre esas ideologías del mal. La asunción de la propia autonomía del ser humano, su capacidad de gestionar su propio destino, son las culpable de la degradación de los valores éticos actuales. Y precisa el origen: Descartes fue el culpable de abrir la caja de los truenos. Hasta para eso es obtuso este Papa. Como si el Renacimiento no hubiera puesto unas bases sólidas para esa construcción de la autonomía humana. Pero para él, fue la asunción del “pienso, luego existo” el origen de todo. La autonomía del hombre moderno, su liberación de las garras de la superstición y la irracionalidad que suponen la filosofía cartesiana. Más que la consideración de Dios como una creación de la conciencia humana, lo que realmente le duele a Wojtyla es la liberación por parte del hombre moderno de los administradores de la divinidad, de los ventrílocuos. Eso es lo que lo saca de quicio. Lo que considera origen de la ideología del mal que insufla todos los pilares de la construcción democrática. La desobediencia. Por eso para él la Edad Dorada de la humanidad es el medievo. Y sin contarse ni un pelo enumera sus virtudes frente a nuestra modernidad:

    El medievo con su universalismo cristiano; el medievo con su fe simple, fuerte y profunda; el medievo de las catedrales románicas y góticas y de la magnífica Summa Theologica de santo Tomás...


    Si esto no es apología del oscurantismo y del autocratismo que venga (su) Dios y lo vea. Por algo él es el jefe de uno de los últimos estados teocráticos que existen, junto con alguna satrapía del Golfo, Irán, y una vez desmantelado el gobierno talibán afgano.

    Habría que remontarse al reinado de Pío IX (muerto en 1878) y pasar por encima incluso del filonazi Pío XII para encontrar otro pontífice tan reacionario y antimoderno.

    Por eso es una vergüenza que el estado español tenga un concordato con un estado regido por semejante tipo. Una cosa son las relaciones diplomáticas, que incluso las mantenemos con gobiernos como el de Guinea Ecuatorial, Arabia Saudí o Israel, y otra un concordato mediante el cual el estado español costea los sueldos de los miles de funcionarios destacados en su territorio nacional y permite el adoctrinamiento en los presupuestos teocráticos de ese estado extranjero de sus propios niños.

    Hace unos años leí en una noticia de prensa que a una guardería de Valencia, que practicaba filosofías naturistas, le habían retirado las subvenciones estatales porque se negaba a vacunar a los niños a su cargo. Agravio comparativo tremendo respecto al caso de la Iglesia Católica que se niega a aceptar el uso del preservativo para prevenir el sida contraviniendo todas las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud y sin embargo a nadie se le ocurre por ello retirarle las multimillonarias subvenciones que recibe.

    A los ateos deberían de traernos absolutamente al pairo las cuestiones doctrinales de la Iglesia, pero dado que justamente esas cuestiones doctrinales nos afectan en nuestra vida política, social y cotidiana, por un absurdo entreguismo de los políticos que dicen representarnos, tenemos la obligación de devolverles de todas las maneras posibles los palos que nos dan y desde luego, dejar toda la constancia posible de que los consideramos unos desalmados abusadores, unos impresentables metomentodo, una metástasis de la irracionalidad más dañina...

    Pero lo peor es sin duda esa sospechosa unanimidad que presenta al actual Pontífice ungido de esa especie de acaramelada bondad blanda, una bondad tópica y relamida que parasita su verdadera condición de autócrata sin escrúpulos, de fanático visionario.

    Comentarios
    Te gusta la mirada aviesa y el tremendo anillo de oro de la foto, verdad?. Esta foto parece elegída con toda la mala leche del mundo. Y, sí, haces bien en preocuparte de que un moribundo sea capaz de alterar tanto tu paz. Te recomiendo 10 minutos de yoga diarios. Él tiene los días contados y probablemente solo es una marioneta en manos de un puñado de buitres agarrados al poder, quien sabe lo que de verdad escribió el hombre, nos dicen lo que les conviene que creamos: "¡seguimos mandando nosotros, y tenemos mandato para largo!". Olvídate del papa de los cristianos!
    P — 01-03-2005 23:43:18
    Has acertado plenamente en lo de la elección de la foto, amigo/a P. Fue la mala leche la que me hizo elegirla. Tu perspicacia ha quedado plenamente demostrada. Yo hice una nítida declaración de intenciones. Trataré de hacerles el mayor daño posible con las armas de la inteligencia, aunque soy consciente de que supongo la picada de una pulga en el ijar de un elefante africano. Ellos no cejan un minuto de hacer lo mismo conmigo y con los que no comulgamos con sus hostias.Por otra parte no suelo hacer discriminaciones entre tiranos moribundos y tiranos en plenas facultades. Son lo que son. Pinochet, Franco... Son sus actos y sus doctrinas las que me sacan de quicio. Y sí: me da repelús la obscena exhibición a que se somete o lo someten al pobre anciano, en cuanto a ser humano digno de respeto como tal ser humano, pero desde luego parece que esa obscenidad entra dentro de las propias referencias doctrinales que propugnan. Desde luego que sé que el Opus Dei, esa especie de infección maligna y tentacular de ignoto poder real, que hay quien sospecha que sustenta el poder real dentro del Vaticano, a quien este Papa ha concedido, en pago a sus servicios, regalos y privilegios innumerables, anda con el culo entre dos manos para impedir que ni un ápice de ese poder vaya a otras manos que no sean las suyas. Pero no era de eso de lo que yo trataba. Sino de la persona que fue elegida por ellos, y que han sido sus pilares, por muy moribunda que esté. De su talante y de su sinrazón.
    harazem — 02-03-2005 09:56:25

    sábado, 26 de febrero de 2005

    Un soberbio en el infierno

    Wojtyla Superstar camino del Olimpo




    El bueno de Wojtyla se nos va. Bueno, más bien nosotros nos vamos para él. Aunque ya ha durado. Probablemente, cuando la sociedad española deje de ser tan supersticiosa, se cambie el popular dicho de “dura más que un traje de pana”, por el más exacto de “dura más que un Papa polaco”. O ya le hemos durado a él. Me lo imagino en el infierno, en ese infierno que ha rescatado del baúl de las antiguallas de la Iglesia preconciliar, y en el que seguro acabará penando sus pecados, absolutamente fuera de sí sin poder soportar la idea de que nos ha perdido, de que ya no es la Presencia, la única mano férrea en la que confía para dominar las conciencias de su grey, sin menoscabo de sus intentos de dominar también las de los que no lo somos, o al menos de administrar nuestras libertades. Porque si algo es este Papa que hemos sufrido todos, los con gusto y los sin gusto, es inmensamente vanidoso. Y soberbio. Bueno, ya puede, teniendo como tiene por delegación el don de la infalibilidad. Pero al menos sus inmediatos antecesores portadores de tan portentoso don no lo habían usado de una manera tan agresiva. La intriga que me corroe es si esta agresividad es fruto de un talante personal o de una maniobra estratégica perfectamente diseñada para devolver a la Iglesia su anterior fuerza coactiva. Efectivamente, la primera respuesta al proceso natural de laicización de las sociedades evolucionadas, fruto de la libertad de pensamiento que trajo la Ilustración y de los progresos de las distintas ciencias en el necesario desmontaje de las patrañas supersticiosas organizadas, fue la vía del diálogo y la contemporización, el ecumenismo y cierta inclinación a la comprensión de los problemas sociales del capitalismo. El Concilio Vaticano II convocado por Juan XXIII y el epigonismo representado por Pablo VI llevaron a la milenaria firma salvadora a un aggiornamiento, que, si bien aparentemente les hizo ganar fidelidades, sobre todo populares, que daban por perdidas y el respeto de parte de sus contrincantes racionalistas, a la larga no conducía más que a un proceso de desustanciación doctrinal de imprevisibles consecuencias. Y ahí es donde aparece el impresentable organista de Cracovia, en feliz definición del maestro Sánchez Ferlosio. En un acto de cinismo inmaculado asume los nombres de los dos pontífices anteriores, si bien heredados de su inmediato antecesor Juan Pablo I El Efímero, para seguidamente traicionar directamente el espíritu de apertura que los alentó. Como Fernando Savater ya lo explicó en fecha tan temprana como 1985, lo cito directamente para no tener que pastichearlo:

    Wojtyla ha elegido un camino muy distinto, podríamos decir que opuesto. Como la universalidad sólo es posible ya a fuerza de desustanciación, ha decidido renunciar a ella. Nada de impersonalismos, dirección colegiada, pluralidad omnicomprensiva y fatigada, a fin de cuentas huera: vuelta a la nitidez agresiva de perfiles. Si la Iglesia no puede ser ya universal sin vaciarse, porque le falta fuerza secular y brío inquisitorial, volverá al menos a ser pintoresca. ¡Wojtyla ha decidido retornar al nacimiento oposicional de la Iglesia, a su prístino carácter de secta! Ya que no logra ser plausible, intentará al menos hacerse interesante. Reconozcámoslo: una jugada genial. Porque, ¿Qué es precisamente lo universal en el mundo de hoy? ¿La aceptación de lo decente y razonable? Este no es más que el lado insulso de lo universal. ¡Lo auténtico y enérgicamente universal es la pasión sectaria por la enormidad y el desatino! Tal es el reverso de un mundo a la vez demasiado utilitario y desencantado, deficiente en utopías y pródigo en fatigosamente repetidas maravillas técnicas. Las épocas de hastío y confusión lo son también de fanatismo. Aquí campan por sus respetos el barbudo Jomeini y el rapado Wojtyla, más que Escila y Caribdis, nuevos Daoiz y Velarde de la posmodernidad sin padres. Y así este Papa, como un cabeza de secta cualquiera, como alguno de aquello energúmenos primigenios que amargaron con sus enormidades sin gracia las últimas decadas del elegantemente corrupto paganismo, toma partido contra todas las libertades y libertinajes que forman el fondo de salsa de nuestra época, hace política, regaña, fulmina, se pavonea, histrioniza y, ante todo, chupa cámara. Lo mismo que cualquier terrorista, sabe que la única forma de ganarse la primera página es apostar por lo desaforado y que, aunque quizá no todo el mundo gustara de su tipo de enormidad, a todo el mundo le gusta que haya enormidades...

    Publicado en Saber, 1985. Recogido en Perdonadme Ortodoxos, Alianza, 1986

    25 años después ese mismo Papa ya ha cumplido su misión y (parece) que entregará pronto la cuchara. Me hace mucha gracia la explicación que sus fervorosos valedores dan sobre la intransigencia papal a renunciar al cargo a la vista de sus mermadísimas condiciones físicas. Dicen que el Santo Padre quiere dar testimonio del valor de las personas enfermas y aquejadas de vejez galopante. Mentira. El Santo Padre no quiere entregar esa cuchara por su desmedido afán de poder, por su resistencia a renunciar al supremo placer que le sigue proporcionando el disfrute de ese don delegado de infalibilidad que tanto bien le ha hecho a su soberbia, esa soberbia pecaminosa que acabará llevándolo al infierno que él mismo ha desenterrado para su grey.

    MÁS SOBRE WOJTYLA EN MI ANTERIOR POST DEL 14/01/05 ¿UN AMIGO CURA?,

    lunes, 21 de febrero de 2005

    La Europa cobarde

    Leo en El País de ayer (19 de febrero) que el ejército israelí ha pedido a su gobierno que no le obligue a llevar a cabo las demoliciones de casas de las familias de los presuntos terroristas palestinos. La causa no es que por fin se les haya caído la cara de vergüenza por la inhumanidad de tales acciones, sino un informe que indica que dañan la imagen exterior de Israel. Por el qué dirán.

    Mientras tanto los europeos, en los últimos tiempos, han mostrado una pasividad extraordinaria en el conflicto entre Israel y los palestinos al no utilizar sus relaciones comerciales contra Israel como forma de presionar a su Gobierno. Los que hayan vivido los años transcurridos desde 1967 tienen motivos para temer que el nuevo alto el fuego vaya a durar poco. No se puede dejar este asunto en manos de un Gobierno estadounidense que, hasta ahora, ha vivido atado de pies y manos por el lobby israelí y las fantasías de los uniteralistas sobre la omnipotencia de Estados Unidos.

    Este es un trozo entresacado del artículo que Norman Birnbaum publica hoy el El País. Un artículo sobre la necesidad de Europa de acentuar su independencia política respecto a los Estados Unidos. Y de cómo parece abrirse un poco de esperanza con el declive, cuando no con la desfenestración, de los incondicionales del Imperio: Berlusconi, Aznar, Blair. Tímidamente los demás se sienten con un poco de más fuerza para plantarle un no a las insensatas aventuras del emperador, fundamentalmente a su fijación por declarar una nueva guerra en Irán. Pero de todas formas y pese a algunos recientes y tímidos desplantes de los dirigentes europeos, la situación es de pura vergüenza para cualquier persona sensata que se plantee honradamente el papel de esta Europa en la configuración del Nuevo Orden Mundial. En el caso de Israel, la permanente amenaza de llamar a su primo el del Zumosol, los Estados Unidos, parece pesar más en el ánimo de los dirigentes europeos que una coherente actuación de acuerdo con las resoluciones de la ONU y con la exigencia de respeto a los Derechos Humanos.



    viernes, 18 de febrero de 2005

    La ciudad oriental

    El lugar es fácil de encontrar si uno está en El Cairo. Sólo hay que colocarse a la entrada del Khan el Khalili, de manera que la Mezquita-Universidad de El Azhar quede a su derecha y la Mezquita–Mausoleo de Hussein a su izquierda y seguir la calle de El Azhar hacia el este, en dirección al monte Moqatam, hasta su desembocadura en la gran avenida de Saleh Salem. Seguidamente habrá de torcer a la izquierda un centenar de metros hasta el paso elevado que la cruza. Subir lentamente los escalones y descubrirlo poco a poco. Allí está, frente a ti. El arquetipo escénico de la ciudad oriental. Como una maqueta hollywoodiana de El Ladrón de Bagdad o de la Basora de cualquiera de los regresos de Simbad. El aire siempre polvoriento de El Cairo proporcionará el filtro adecuado que fragüe una textura más irreal, más mágica de la visión. Y si coincide con una llamada a la oración matutina o vespertina el efecto será mucho más... de cine. Sólo el ruido infernal del tráfico que discurre frenético bajo tus pies te hará recordar quién eres y dónde estás. Eso y el saber que lo que contemplas es el cementerio habitado más grande del mundo. Donde se hacinan en armoniosa vecindad más de 500.000 personas vivas y un número indeterminable de muertos de varios siglos. Líneas de autobuses recorren sus calles, comercios en las esquinas y bulliciosos cafetines, niños jugando, ropa tendida, entre los mausoleos de ricos y pobres, de sultanes y mendigos. Todo empezó con la llegada masiva de refugiados de la invasión israelí del Sinaí en el 67. Como no había dónde alojarlos, ellos mismos decidieron el lugar. Hoy es el barrio más populoso de la vieja capital egipcia y los turistas no lo visitan si no es llegando en taxi hasta la misma puerta de los mausoleos. Pero sus habitantes son tan pacíficos como los de cualquier urbanización de clase media de las afueras de cualquier ciudad de occidente. Sólo que infinitamente más pobres. Y más desesperanzados...

    sábado, 12 de febrero de 2005

    Control del blog

    Llevo un par de horas jugando a configurar este blog. Nunca me había interesado el conocimiento del lenguaje html, puesto que con los programas específicos para confeccionar páginas no lo creí necesario. Llegué en cierta ocasión a confeccionar, mediante uno de estos programas, la estructura de una página bastante completa que nunca saqué a la luz por falta de contenidos adecuados. Sólo por aprender cómo se hacía. Pero con esto del blog me he visto en la necesidad de arañar conocimientos de los sitios más dispares, por no hacer un curso intensivo de lenguaje html y sobre todo por no saber si es estrictamente necesario.

    De todas formas he hecho mis progresos. He llegado a aprender a cambiar el tamaño y el color del texto, aunque no el tipo de fuente, ni el color del fondo, ni alinear los márgenes. No sé si porque está protegido el código fuente o por desconocimiento. He conseguido colocar imágenes con sumo placer en el descubrimiento del proceso. He podido colocar enlaces... Una página que encontré de HTML PARA PRINCIPIANTES me ha ayudado algo. Pero hay demasiadas cosas que se me escapan. La verdad es que trabajo con plantillas y no sé si hay posibilidad de trabajar con espacios vírgenes. Eso me permitiría seguramente más libertad. Ayer dediqué (no me atrevo a usar el verbo perder) más de una hora y media en colocar una foto en la columna del menú. Se trata de una foto de un barco varado en tierra. Una imagen que me gusta como definición del estado en que me siento. Una metáfora simple y directa de mi sazón actual. Pero no consigo adecuarla exactamente al espacio del marco de menú. Tendría que entrar en foros, preguntar en el canal del IRC. Le he dejado tal cual, en ese rincón, sin poder ampliarla sin que me desborde el marco y lo desplace hasta debajo del último post. Tampoco sé si este servidor es menos versátil que otros, como Blogger.


    En fin que hay demasiados trucos que se me escapan. Lo curioso es que he llegado a controlar algunas técnicas bastante complicadas de diseño y configuración de programas buscando tutoriales oficiales o personales en la red. Pero esto de los blogs parece pertenecer a una especie de secta esotérica donde la información está estrictamente reservada para los iniciados. Imposible encontrar en los buscadores consejos claros, indicios amables de por donde empezar, tutoriales específicos de cómo configurar a gusto un blog... Sus posibilidades... La cosa ha llegado al punto de que te recomiendan una serie de programas para confeccionar, crear, modificar, controlar los blogs. Bien, pues me he bajado dos: el Wordpress y el Movabletype. Los descomprimo y me encuentro un montón de archivos sueltos, sin ningún instalador ni cosa que se le parezca. Así que ahí están, en sendas carpetas de Archivos de Programa, esperando a ver si consigo averiguar qué hacer con ellos.

    Seguro que dentro de poco me reiré de mi propia impotencia actual, pero mientras tanto....

    jueves, 10 de febrero de 2005

    El ruido musical

    Me disponía a comentar la tira de este martes de Ian Gibson en El País Andalucía cuando descubro que el autor de un blog, EL PERRO CANSADO, que sigo a menudo ha tenido la misma idea. El artículo en cuestión se titula “Música de fondo” y trata de un tema que me es particularmente fastidioso: la música ambiente no deseada. Gibson se queja amargamente de cómo la única cafetería en la que podía leer el periódico y tomarse un café en un medio ambiente sonoro natural, es decir, sin que le asaltasen los oídos con un hilo musical o un programa radiofónico ha acabado sucumbiendo a semejante forma de fastidio, según su propietario por exigencias de la mayoría de la clientela.

    Como yo sufro el mismo problema me he sentido entrañablemente representado por su lamento. Es curioso que nadie considere la música ambiente de los espacios públicos una forma de contaminación acústica. El hilo musical de los grandes almacenes, el repugnante pianillo de las salas de espera de los dentistas, la infame dosis de Kiss FM de los autobuses de línea y no digamos los chundachundas a toda pastilla que vomitan las ventanillas abiertas de los autos conducidos por esa suerte de descerebrados que han tomado nuestras calles, no son considerados por la mayoría de la gente como una intolerable agresión al derecho de las personas a escuchar la música que han elegido, sino un inofensivo mecanismo de distracción al que han acabado por acostumbrarse a base de entumecimientos mentales progresivos.

    Pero lo cierto es que no deja de ser una forma de contaminación acústica, un hurto al derecho a vivir en un razonable silencio o al menos a elegir la música que cada cual decida consumir en cada momento. Es curioso que ahora todo el mundo grite y monte un pollo descomunal si descubre a un fumador en un lugar cerrado (y pronto incluso en los abiertos), aduciendo que contamina el aire que han de meter por sus narices hasta sus pulmones y muy poca gente proteste cuando se contamina el mismo aire que ha de entrar por sus oídos hasta su cerebro. Y desde luego, debe ser peligroso. A falta de estudios científicos de los que tanto abusan los médicos con el tema del tabaco, me pregunto qué cantidad de estúpidas cancioncillas puede una mente educada en el buen gusto musical soportar sin sufrir graves desarreglos.

    En uno de los últimos lugares donde he estado destinado en mi centro de trabajo se colocaba una pequeña radio encendida frente al micrófono para que se escuchasen en todo el enorme espacio que cubría las horripilantes cancioncillas basura de la última hornada. Por supuesto me sentí agredido, tanto más cuanto que realmente, sin aquella espantosa fuente de tortura, el lugar gozaba de un silencio de lo más agradable. Pero como acababa de llegar no podía ponerme a exigir el respeto a mi intimidad sonora. Así que opté por comprar en una farmacia unos tapones de espuma que me coloqué en los oídos. Si no del todo, al menos mitigaban en parte los histéricos ritmillos de moda que inundaban constantemente el lugar. Fui preguntado, lógicamente, por mis compañeros por la causa de semejante proceder y al serles expuesta convenientemente noté cómo los que acababan sintiéndose agredidos eran precisamente ellos, en particular los responsables directos de la emisión musical. Lo consideraron una falta de tacto, una suerte de muestra de intolerancia por parte de una persona extravagante y asocial incapaz de contemporizar con sus semejantes. Así están las cosas.

    No hace mucho leí la noticia de que un trabajador de un banco alemán había denunciado a su empresa por tortura psicológica aduciendo que a lo largo de su dilatada vida laboral se había visto obligado a escuchar 33.000 veces cierta versión de Yesterday que diariamente rotaba por el hilo musical del banco. Todo un valiente héroe de la causa, cansado de ser simplemente mártir. Por otra parte me espeluzna la idea de lo que tienen que sufrir los pobres dependientes de grandes almacenes, grandes superficies o simplemente comercios normales cuando llegan las navidades y los hilos musicales de sus lugares de trabajo comienzan a vomitar durante un mes y medio esas repugnantes formas de la escatología musical que son las interminables series de villancicos enlatados. Y aquí en el sur doblemente si se trata de los horripilantes aflamencados.

    La música es un don de la cultura. Un regalo que la humanidad se ha hecho a sí misma para ayudarse a sobrellevar las angustias de la existencia. Un bálsamo para el dolor y una fuente inagotable de alegría. Pero esta forma estúpida de organización social que nos hemos dado la ha acabado convirtiendo en un ruido constante, en un runrun sin sentido que invade la práctica totalidad de nuestra vida consciente y probablemente inconsciente. Música sin alma, fabricada en serie por industriales sin alma y dedicada a gentes a quienes se trata de arrebatar el alma, la capacidad de sentir, disfrutar y pensar la música, para ser llenada por un monótono y continuo fluir de cancioncillas estúpidas, de musiquillas pegadizas, de ritmos sincopados que impidan la circulación de las ideas entre las neuronas.

    Milan Kundera, en su novela La ignorancia, lo describe con meridiana claridad: Schönberg era consciente de la existencia de esa bacteria. Ya en 1930 escribía: “La radio es un enemigo, un despiadado enemigo que avanza irresistiblemente y contra el que toda resistencia es vana”; la radio “sin sentido alguno de la medida, nos atiborra de música, sin preguntarse si queremos escucharla, si tenemos la posibilidad de percibirla”, de tal manera que la música pasa a ser un simple ruido, un ruido entre ruidos. La radio fue el pequeño arroyo en el que todo empezó. Llegaron después otros medios técnicos para reproducir, multiplicar, aumentar el sonido, y el arroyo se convirtió en un inmenso río. Si antaño se escuchaba música por amor a la música, hoy aúlla constantemente por todas partes sin preguntarse si queremos escucharla, aúlla por altavoces en los coches, en los restaurantes, en los ascensores, en las calles, en las salas de espera, en los gimnasios, en las orejas taponadas por los walkmans; música reescrita, reinstrumentada, acortada, desgajada, fragmentos de rock, de jazz, de ópera, flujo en que todo se entremezcla sin que se sepa quién es el compositor (la música convertida en ruido es anónima), sin que se distinga en principio del fin (la música convertida en ruido no sabe de formas): el agua sucia de la música en la que muere la música.

    domingo, 6 de febrero de 2005

    Tregua musical

    Mamíferos en las junglas más impenetrables, reyes adolescentes momificados en los más inhóspitos desiertos, partituras de rara belleza en los polvorientos estantes de viejas bibliotecas nobiliarias. Descubrimientos.



    Hace unos días me prestaron un CD de la colección de música clásica que acaba de vender El País que no pude conseguir en su momento porque coincidió con un viaje al extranjero que hice por esas fechas. Se trata de Las Sonatas del Rosario de Franz Ignaz Biber (1644 - 1704). Me sorprendió no haber oído hablar nunca de él. Considero mi cultura musical medianamente aceptable y no esperaba encontrar una laguna importante en ella. Grabé el disco y leí el libro que lo acompaña. Las primeras palabras son de alivio para aquellos que como yo se sintieron sorprendidos por este desconocimiento. Advertía que ese hecho era normal dado que su descubrimiento era muy reciente y que aún no había llegado a círculos no excesivamente avisados. Hablaba de la historia del hallazgo del manuscrito de las Sonatas y de las endiabladas técnicas de scordatura que utilizaba para arrancar a los violines unas sonoridades insospechadas. La scordatura consiste en cambiar la afinación de una o más cuerdas del instrumento, haciendo posible producir ciertos sonidos imposibles de conseguir con un instrumento afinado en forma convencional. Biber llega a alterar el orden de las propias cuerdas, cruzándolas en la puente del violín. Lástima que no fotocopiara el libro, porque muchos detalles de los leídos en la ocasión no me vendrán ahora a la cabeza. Pero fue al oírlas por primera cuando me di cuenta de que estaba ante una obra impresionante y no sólo ante una hermosa obra del barroco. Sólo el comienzo te sobrecoge por el desgarro de las tonalidades, a pesar de que se trata de la pieza que describe La Anunciación, por el derroche imaginativo de sus escalas, que nos transportan directamente en el tiempo hacia adelante casi un siglo y medio, al corazón del Romanticismo. En algunos momentos parece estar sonando el mejor Beethoven violinístico. Pero es en la última pieza, el solo de violín del Ángel de la Guarda, donde esta familiaridad se hace más sorprendente, donde realmente asistimos a una verdadera epifanía del vanguardismo de Biber, con una concepción que rompe genialmente las costuras de la tradición barroca en la que se inserta. Todo ello perfectamente ensamblado en las formas más rigurosas de la ortodoxia formal de la época. Porque no dejamos en ningún momento de saber que lo que escuchamos es Barroco puro y a veces incluso puro Renacimiento. Entusiasmado me pongo a la tarea de buscar en la red noticias sobre él y me encuentro una escasez apabullante de textos, aunque eso sí, todos ellos coinciden en que la apreciación del músico austriaco tiene todo el futuro que realmente se merece. En una de ellos, Goldberg, el portal de la música antigua, encuentro lo siguiente firmado por Diego Fischerman:

    La catedral de Salzburgo fue construida por primera vez por el obispo Virgilio, cuando el lugar aún era una fortaleza romana y se llamaba Juvavum. En 1167 fue incendiada, junto a gran parte de la ciudad, por los seguidores del emperador Federico Barbarroja, y reconstruida diez años después por el arzobispo Conrad III de Wittelsbach. Otro incendio, el 11 de diciembre de 1598, volvió a destruir varias de sus secciones. El 25 de septiembre de 1628 fue consagrada la nueva catedral, con un festival (tal vez el primero de Salzburgo) que fue recordado durante décadas. Según un cronista anónimo, “en todos los altares había todo tipo de músicas, con los instrumentos, los órganos, cantando en forma tan alegre y graciosa que era difícil creer que, incluso en el mismo cielo, pudiera existir algo más bello o más dichoso”.

    En la catedral, imaginada por el arzobispo Markus Sittikus von Hohenems y el arquitecto Santino Solari, cabía varias veces la población total de la ciudad y en esa desmesura, donde Salzburgo era imaginada como un imperio cuando no era más que una aldea enriquecida por el comercio con la sal de sus minas, se dibujaba el mismo gesto que en la imponente polifonía espacial de Heirich Ignaz Franz Biber, el músico que diseñó la banda sonora perfecta para ese exceso. Allí se encarnaba uno de los retratos posibles del Barroco: el de las contradicciones y las faltas de medida; el de la búsqueda simultánea de la teatralidad y los afectos por un lado y, por el otro, de los sistemas capaces de contenerlos. El retrato de una época en la que, al mismo tiempo que se sentaban las bases de la explicación racional y positivista del mundo, comenzaba el largo proceso que desembocaría en la lectura del arte como la expresión de dramas personales únicos y de la biografía del artista como la primera (y tal vez la más importante) de sus obras.


    En otro texto, de la edición digital del Diario Montañés, Ana Rodríguez de la Robla, después de fusilar inmisericordemente en la primera parte de su artículo el texto anterior continúa con bastante acierto:

    Nada en la vida de Biber nos habla de su audacia musical, nada justifica el hecho de que sea considerado sin discusión uno de los violinistas más extraordinarios del XVII, por no decir el más. Una biografía sin sobresaltos, con una adquisición de consideración dentro del entorno musical escalonadamente progresiva pero sin grandes picos; una suma discreta de éxitos; un matrimonio convencional. Una de sus vivencias más notables y deseadas debió de ser su promoción a caballero en 1690, petición que había elevado ante el emperador Leopoldo I en dos ocasiones, y que le otorgó el nombre por el que hoy es conocido: von Biber. En aquellos tiempos, bien distantes en espíritu de los actuales, se concedían títulos nobiliarios por méritos musicales, pictóricos o literarios; desgraciadamente, las causas de la promoción social en la actualidad resultan bastante más vergonzantes.

    El caso es que los 'Misterios del Rosario' de Biber, pese a ser una obra de filiación evidentemente católica, pueden degustarse incluso, dada su peculiar concepción musical, con total independencia de su intencionalidad o significado religiosos, apelando simplemente a una estricta perspectiva cultural. No debe dejarse de lado que el Rosario es, evidentemente por su etimología, un jardín o conjunto de rosas (en su significación religiosa, cada Ave María recitado implica una rosa de ese jardín, que se corta para ofrecerla a la Virgen); y la rosa es con probabilidad la flor más significativa de la civilización occidental, como la literatura atestigua bien sobradamente. Pero además los 'Misterios del Rosario', aun en su temática, no presentan, como antes sugería, una clara semejanza con las formas tradicionales de la música litúrgica. Quizá la «scordatura» característica del quehacer biberiano (esa forma de poder interpretar lo ininterpretable con el violín), junto a la sucesión de preludios, zarabandas, gigas o gavotas, dotan de espectacular y atemporal osadía la deslumbrante obra religiosa del compositor bohemio.

    Escuchar los 'Misterios del Rosario' de Biber constituye la oportunidad de oro de encontrarse al fin con uno de los ausentes de las programaciones musicales habituales, y al tiempo deleitarse con una de las grandes composiciones de todos los tiempos. Una oportunidad realmente única, proporcionada por la mera coincidencia de una fecha, como ocurre con el paso de un cometa o de una estrella fugaz. Hasta dentro, de nuevo, de cien años.

    sábado, 5 de febrero de 2005

    MÁS TABARRA (III)

    El Carrusel Deportivo. El odio que genera normalmente en mí la escucha de las interminables retahílas de vociferantes estupideces, el tonillo descacharrante de ese locutor que me parece el mismo desde hace 30 años (¿lo será?, ¿habrá creado una secuela de clones?; ¿será una especie de ectoplasma o mejor, aún, un ectoplasta?), esas modulaciones histéricas, esos alargamientos de tono asquerosamente entusiastas, especialmente diseñados como dardos para incrustarse en las mentes gelatinosas de los débiles mentales que los disfrutan, ese odio, digo, ha llegado a preocuparme seriamente. Por una simple cuestión de higiene mental. Debería estar inmunizado y ser capaz de soportar esa basura. Los comentaristas de deportes de los telediarios me parecen repugnantes, su falsedad manifiesta, esa especie de optimismo meloso e infantiloide me lleva normalmente a eliminar la voz de la tele cuando aparecen, pero no consiguen ordeñarme ni una quinta parte de la bilis que consigue el dichoso locutor radiofónico-deportivo-dominguero. Recuerdo con indeleble viveza los viajes de vuelta de las excursiones domingueras en autobús de mi familia a Málaga, donde trabajaba mi padre, y que se repitieron durante varios años. Se tardaban casi cinco horas por aquellas espantosas carreteras de la subdesarrollada Andalucía (finales de 60). Al horror de esas interminables cinco horas de baches, soñarrera y mareo por las curvas yo tenía que sumar la inacabable, ineluctable, insoportable ringlera de frases absurdas e inconexas de las que conservo como especie de jirones de pesadilla desgajados de aquel discurso estrafalario una serie de nombres, estadios, marcas publicitarias que suenan más o menos así:

    sfgwrhcorreporlabandafgtewtiroallarguerodesdelaromareday goooooooooldefrewtgwtiroapuertafanislasturianasupresencia siempregraaaadaaaaaafgstdrminutosparaqueterminehaggtsr dwsanmaméshsgdtdraparadóndiribaaaarfueradejuegogaystr


    viernes, 4 de febrero de 2005

    El FÚTBOL, esa TABARRA (II)

    La interpretación favorita de esa unanimidad futbolera entre los más lejanos rincones del planeta y los más cercanos y de ellos entre sí encuentra en la babosidad hermanadora su más logrado acierto. La cara amable de la globalización sería ese ecuménico encuentro espiritual de todos los pueblos y culturas en torno al esférico totem balompédico. Siempre será mejor que nos unan cosas que no que nos separen. Sobre todo si esas cosas son productos de consumo perfectamente elaborados y envueltos en los colores de los equipos-multinacionales multimillonarios de las principales ciudades ricas de occidente. Una sofisticada forma de colonialismo consumista a la vez que una estupefaciente distracción de los problemas reales y de sus causas que agobian a la mayoría de los habitantes de la miserable periferia de occidente. Ramón de España, en su imprescindible libro El odio, considera que toda sociedad se divide entre aquellos que aman el fútbol y aquellos que lo odian. Como estos últimos son una minoría, los primeros imponen la ley, convirtiendo lo que era, insisto, una inofensiva práctica deportiva en una pesadilla insoportable. Yo, como el mismo Ramón cuenta en su libro que le ocurrió a él, también sufrí de pequeño el apartheid moral en el que me sumieron mis contemporáneos infantes (y no infantes) ante mi resistencia numantina a considerar divertido un espectáculo tan asnal como el balompié. Aunque he de decir que muchas veces participé en polvorientos partidos infantiles como forma de juego necesaria, el fútbol como espectáculo en vivo o en la ubicua televisión siempre me pareció de un aburrimiento mortal. En vista de lo extravagante de mi gusto no tengo más remedio que reconocer que son los millones de aficionados los que tienen razón frente a mi estrafalaria y minoritaria pretensión de comprensión. Ni siquiera tengo derecho (no me lo permitiría mi ética dialógica, ni mi buen gusto) a utilizar el recurso fácil de considerar cargadas de buen gusto a las millones de moscas que en el mundo existen por su golosa afición a la mierda. No, no haré tal cosa. Ni siquiera por venganza. Porque eso es lo que siento desde mi más tierna infancia: deseos de venganza. Ya sé que es un sentimiento poco loable, pero la persistencia de mi sufrimiento me ciega la razón cuando pienso en la cantidad de bilis que mi cuerpo ha sido obligado a generar por culpa del deporte rey desde épocas excesivamente tempranas. A la sensación de raritidad (de rarito) a que me indujeron se suman las molestias puramente físicas a que fui sometido. En este país han cambiado muchas cosas. La mayoría para bien. Han cambiado muchos hábitos de consumo, el look general, los niveles de tolerancia, etc, pero hay una cosa que sigue mineralmente inalterable en su fondo y en su forma, en su desconcertante capacidad de subyugar a las sucesivas camadas de forofos de generación en generación a lo largo de varias décadas y de espeluznarme a mí y, tengo constancia, a algunos como yo, en su espantosa estulticia expresiva: El Carrusel Deportivo. (continuará)

    miércoles, 2 de febrero de 2005

    El FÚTBOL, esa TABARRA (I)

    Rafael Sánchez Ferlosio lo describió una vez con su aguda maestría:
    Campo de hierba y coces, cosa de asnos.


    Acabo de ver en El País del sábado 29 de enero una foto que ilustra una manifestación de indígenas en el departamento de Santa Cruz de Bolivia, en plena selva amazónica. Uno de los indígenas que gritan consignas lleva una camiseta a franjas con un escudo. Si se fija uno bien en ese escudo se acaba descubriendo que la camiseta pertenece al Club de Fútbol Barcelona y el escudo, el emblema del mismo. En Vietnam, donde anduve deambulando en octubre, en las portadas de los principales diarios deportivos o no deportivos se destacaban COTIDIANAMENTE entre un incomprensible mar de palabras vietnamitas las mágicas Barca, Real Madrid, Manchester, Milán. Si alguien lo quiere comprobar puede entrar en cualquier página web de algún periódico vietnamita. Supongo que ocurrirá lo mismo con los filipinos, ugandeses o esquimales. O sea que tarde o temprano cualquiera podrá comprobar la veracidad de lo que digo. Mi arrebatado amigo Juan Sepelio dice de vez en cuando para epatar a los bienpensantes que las mayores lacras de la humanidad en este cambio de milenio son el sida, el fútbol y la Iglesia Católica. Yo creo que tiene una visión muy reduccionista y por ello injusta. Yo, mucho más generoso y universalista que él, extiendo esa condición a todas las demás iglesias y religiones, sea cual sea la verdad absoluta e indemostrable que vendan y todos los deportes de masas, sea del calibre que sea la pelotita que juegan a arrebatarse o el tipo de vehículo que usen para alcanzar la mayor velocidad posible a la que romperse con más fervor la crisma. Pero es asumible la reducción de mi amigo teniendo en cuenta que aquí las que sufrimos, de forma inevitable y hasta extremos intolerables, son esas dos formas concretas de lacralidad.

    viernes, 28 de enero de 2005

    CATEGORÍA "CÓRDOBA"

    Di NO a la NOCHE EN BLANCO
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    Con divisa mecha y oro
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    CAJASUR: El Cuerpo Místico del Euro (IV): la ciudad
    CAJASUR: El Cuerpo Místico del Euro (III): el Buñuelo de Incienso
    CAJASUR: El Cuerpo Místico del Euro (II): los políticos
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    Periodismo patético cordobés
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    La Chicharra Ensotanada, la hipertrofia católica y la Rahola
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    España Una, Grande y Cornúpeta
    Meapilismo cordobés (en antología)
    Ayuntamiento arboricida, ciudadanos salvadores
    Pasando el verano
    Parcelaciones ilegales: Patrimonio de la Humanidad
    La segunda desislamización de la Mezquita de Córdoba (II)
    La segunda desislamización de la Mezquita de Córdoba (I)
    El misterio del voto "rojo" cordobés
    NOCHE BLANCA: LA "TOMATINA" FLAMENCA DE CÓRDOBA
    Córdoba erige un monumento al amor sacerdotal por los niños
    De boinas y asesores de la Capitalidad 2016
    MAKI CUBERO
    KAÑERO Y KAIRO
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    Izquierda Unida Confesional Cofrade
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    Me voy a El Cairo: ahí os quedáis con ESO...
    El compromiso político de las Cofradías
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    De cuando en Córdoba hubo petróleo
    Día de Andalucía (siglo XXI)
    Chalanes y trileros en la Sanidad de Córdoba
    Se nos ha muerto ASI/DISI
    La CALLEJA bombardeada desde un submarino cabrón
    Arte en Cajasur: quien con curas se acuesta...
    La misa del obispo y las agujetas de la alcaldesa
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    Rectificación para EL DÍA DE CÓRDOBA
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    Dios ha nacido (¿alguien tiene superglue?)
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    La invasión de los ultracuerpos en dodotis
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    La Universidad de Córdoba, devota de Frascuelo y de María
    Juicio a la democracia (Antonio Manuel)
    Manifiesto visceral del basural cordobés
    Cuenca Toribio: elogio del Inquisidor
    Música para narguile
    Memoria histórica y miseria moral (IV)
    Memoria histórica y miseria moral (III)
    Memoria histórica y miseria moral (II)
    Memoria histórica y miseria moral (I)
    Un tórrido blues para C.
    ¿Son los Arcángeles fascistas?
    Dios y sus Arcángeles se suman a la Capitalidad Cultural para Córdoba
    Estampida en Los Boliches
    Ruta tirística por el fascismo cordobés
    El ajoblanco de Montalbán
    Mi descubrimiento del cine
    El antiguo cine Osio
    FESTIVAL DE LA GUITARRA 2008
    Córdoba, ciudad libre de fútbol
    CÓRDOBA Y PRAGA: ESCULTURA HUMORÍSTICA
    Mi NOCHE BLANCA es más grande que la tuya
    Ya en verano (2008)
    La cofradosterona
    SOY CORDOBÉS (versión lisérgica)
    La Ribera Street
    El cénit del petróleo
    Mis gatos y música andalusi
    Mi níspero (2008)
    La Cruz de Mayo de Cañero
    Hasta los cojones de procesiones
    El Rocío es de derechas
    Metáforas en COSMOPOÉTICA
    Nombres de las calles históricas: Patrimonio de la Ciudad
    ROSA LA MOROSA
    ELENA CORTÉS SOMOS MUCHOS (II)
    ELENA CORTÉS SOMOS MUCHOS (I)
    COSMOPOÉTICA 2008
    UTOPIKKA: más leña al mono(teísmo)
    "Clandestinos", el Obispero y el honor de la Guardia Civil
    Por favor: llévense la Semana Santa al Arenal, por favor (remix)
    Breve antología del frikismo cultural cordobés
    VOTANDO CLARAMENTE
    PEÑA CORDOBESA "LA COSA NOSTRA"
    HIPOCRESÍA COFRADE
    RUINAS ENJAULADAS
    LA JAURÍA DE GUADALCÁZAR
    EL PUENTE ROMANO DE CÓRDOBA
    EL SACRO COLEGIO DE MÉDICOS Y EL PP
    LOS NOMBRES DE LAS CALLES, PATRIMONIO ORAL DE LA HUMANIDAD
    LA UCO PATROCINA LA SUPERSTICIÓN
    MÚSICA PARA EL POLLO TANDOORI
    RECETA DEL POLLO TANDOORI
    EL BALDÓN DEL PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD
    ASI / DISI crece
    SIGUEN LAS AVENTURAS DEL HOMBRE RÍO
    ANIMACOR 07
    DOÑA ROSA Y SUS MONJITAS
    LA SANTA TRINIDAD ANDALUZA (SEÑORITOS, CIVILES Y JUECES)
    EUTOPÍA 2007
    ASI / DISI
    Plasticuchi
    Majadera prensa cordobesa
    El obispo de Córdoba condena la inteligencia
    Muere un furbolista y de paso Paco Umbral
    Contestación sobre Fray Albino
    Torturas agosteñas añadidas
    Fray Albino: la memoria histórica fascista
    Se busca baronesa portátil para que se encadene a un rosal cordobés
    La grandeza del fútbol
    Australopithecus cordubensis
    Caimanes cordobeses
    El Séneca de Barrón
    De vuelta deLondres
    Para Rosa Aguilar (alcaldesa, aún)
    Disfrazado de flamenco
    Plegaria
    Esaborío de la Feria
    Mi níspero
    La metástasis parcelista
    La estatua más grande de Córdoba
    Mateo Inurria y el pobre Barroso y Castillo
    La mejor escultura funeraria de Córdoba
    Arcoiris
    La Cruz de Mayo de mi barrio
    Adonis en Cosmopoética
    La "Caza salvaje" de Juaristi
    A mí me bautizó un cura nazi
    El pescódromo de Córdoba
    Rosa Aguilar cofrade convicta y confesa
    Testosterona cofrade
    Calle de la Paja (III): Las Hijas del Patrocinio me fusilan
    Calle de la Paja (II)
    Pepe Espaliú en Córdoba (por fin)
    Sophie Bessis en la Casa Árabe
    Día de Andalucía: bicis y caballos
    Manolo Valdés en Córdoba
    La calleja de Junio Galión
    Paleocordobeses
    ¿Que le ha pasado a la Calleja?
    Fundamentalistas de la Feria
    Fray Miguel Varona excomulgador de chirigotas
    El Hospital "Reina Sofía" de Córdoba
    Desvergüenza en el Hospital
    Luis Recio Mateo y su grasia cortijera
    La guerra de los mundos
    Urbanismo cordobés: papeles para un debate
    El PUENTE ROMANO (II)
    Warhol en Córdoba
    EL PUENTE ROMANO (I)

    Tapas
    ROSA REGÁS Y LOS FACHAS CORDOBESES
    Vuelta a la dulce rutina
    Anécdotas cordobesas (02/10/06)
    Matilde Cabello, Cruz Conde y Bambi (05/09/2006)
    El Sacro y Meapilas Colegio de Enfermería (31/08/2006)
    EL ARCO DEL TRIUNFO DE SANDOKÁN (23/08/2006)
    La Oficina del DNI de Córdoba (22/08/2006)
    Gazpacho (13/08/2006)
    Adios al Meliá (06/08/2006)
    MEDICAMENTOS Y MÉDICOS "GENÉRICOS" (20/07/2006)
    EL DÍA DE CÓRDOBA me censura (17/07/2006)
    Cambio del santoral cordobés (15/07/2006)
    Jesús Aguirre se nos va. Amén. (14/07/2006)
    Mi monzón cordobés (12/07/2006)
    La calaña cofrade (09/07/2006)
    La Calle de la Paja (07/07/2006)
    Córdoba, Centro Mundial del Milagro (27/04/2006)
    El HOMBRE RÍO (22/04/2006)
    CÓRDOBA: COSMOPOÉTICA 2006 (21/04/2006)
    Desmentidos cofrades (12/04/2006)
    ¡Por favor, llévense de una vez la Semana Santa al Arenal, por favor! (11/04/2006)
    Ladrones de memoria (02/04/2006)
    Ritual (01/04/2006)
    Mis entrañables berrinches (rótulos callejeros) (23/03/2006)
    Caracoles con comino (12/03/2006)
    Ensayos costaleros (12/03/2006)
    Estatuaria egabrense (04/02/2006)
    BEATIFICA MADRINA NOSTRA (16/01/2006)
    Racismo cordobés (24/12/2005)
    ¿De qué coño se ríen? (21/09/2005)
    Supersticiones cordobesas (10/09/2005)
    Los viejos rótulos callejeros : La plaza de la Concha) (01/10/05)
    Pinturas de María Cruces (01/06/2005)
    Rascacielos cordobés (12/05/2005)
    ESTATUARIA (IV) (Séneca) (12/05/2005)
    Me matan: Espectáculo de luz y sonido en la Mezquita (07/05/2005)
    ESTATUARIA (III): Manolete (09/03/2005)
    ESTATUARIA (II): El Gran Capitán (08/03/2005)
    ESTATUARIA (I): Juan de Mesa (03/03/2005)
    CÓRDOBA, LA CIUDAD DE LOS CURAS