Córdoba en el Alentejo
Nunca sabremos si nuestro paisano cruzó la frontera portuguesa como tantos otros a lo largo de la Historia para comprar toallas o para hacer la guerra, pero lo que sí está claro es que terminó haciendo el amor y fundando una linaje ilustre. Tampoco sabemos si el nombre de nuestra ciudad ya lo llevaba en su apellido o se lo puso o pusieron, como en la mili nos llamaban por nuestro origen (“El Málaga”, El Madriles”) ya en las dulces tierras lusas. El caso es que uno de los apellidos más linajudos del Alentejo portugués hace mención a Córdoba. Los Cordovis (aunque a veces aparecen como Cordovil) asentados desde al menos el final de la Edad Media en su capital, Évora.
Yo no tenía ni pajolera idea de la existencia de un vínculo cordobés evorense cuando visité recientemente la preciosa ciudad. Ni siquiera había oído nunca hablar del monumento en el que hice el descubrimiento. Sí había leído que existía en el largo das Porta da Moura un palacio llamado Casa Cordovis, pero no la había asociado al nombre de la ciudad de la Mezquita (antes mezquita). Fue al tercer día después de haber explorado todo lo minuciosamente que me daba el tiempo la ciudad cuando, dedicándome a una de mis actividades favoritas, la de buscar las huellas de la ciudad musulmana en el actual entramado, me lo encontré. Estaba en el largo das Portas da Moura, las principales de la muralla musulmana porque daba entrada al alcázar, cuando tras admirar la fuente renacentista que enseñorea en su centro me la topé enfrente. Se trataba de los restos de un palacio del que sólo quedaba un mirador incrustado en un edificio moderno. De factura claramente manuelino-mudéjar, de ese estilo para mi gusto extremadamente empalagoso porque retuerce moriscamente lo ya retorcido góticamente tan típico de la zona. Ya lo había visto en los restos del palacio de don Manuel, cuyo encanto reside hoy día más en lo romántico de su estado ruinoso que en su propio interés arquitectónico, con sus ventanales flamígeros dotados de finísimos arcos de herradura que le dan un aire de decadente decorado del Tenorio. El autor de ambos, mimado arquitecto del rey don Manuel, el prolífico Francisco de Arruda lo fue también de la torre de Belem de Lisboa, de los acueductos de la misma Évora y Elvas y de la iglesia de San Francisco también de Évora que acoge la espeluznante Capela dos Ossos cuyo horror macabro no radica sólo en que esté profusamente decorada con huesos humanos, sino que los mismos pertenecieron a multitud (se dice que cinco mil) de ciudadanos evorenses difuntos y que fueron desenterrados y robados en el siglo XVI por los frailes del convento profanando los camposantos vecinos en uno de los mayores aquelarres necrófilos de los muchos que la Iglesia Católica ha perpetrado en su historia.
Bueno a lo que iba, que me embala mi correoso anticlericalismo. Pues que estaba yo ante la puerta de reciente factura de la casa que actualmente soporta el bonito mirador manuelino-mudéjar cuando en el fondo del portal entreví otra puerta decorada con uno de los típicos e inevitables adintelados de azulejos portugueses. El portal se encontraba en un estado lamentable, con piso escombroso y algunas basura esparcidas por él. La puerta de madera acristalada debía tener sus cincuenta años y conoció tiempos mejores y a través de los polvorientos vidrios unos inquietantes maniquíes vestidos a la moda de al menos la Revolución de los Claveles me decían a las claras que se trataba de una tienda de tejidos clausurada desde entonces.
Fue el texto inscrito en el frontal del dintel de azulejo el que me sacudió el entendimiento. Porque en él estaba explicado el porqué del nombre de la casa. Yo me atrevería a asegurar que la obra de azulejo pertenece a la primera mitad del XVIII, cuando se pone de moda el uso exclusivo del azul y el blanco por influencia de las porcelanas chinas, pero desde luego hace referencia a un linaje que debía llevar al menos dos siglos enseñoreado en la ciudad. Eso a pesar de que no he conseguido encontrar referencias claras en la red al tal linaje ni a la tal familia. Sólo alguna vaga alusión a la familia Cordovis de Évora en alguna página de heráldica portuguesa.
DE CORDOVA NATURAIS
SÃO OS CORDOVIS HONRADOS
LÁ E CÁ MUI ACATADOS
CAVALEIROS PRINCIPAES
FORAM SEUS ANTEPASSADOS
Y debajo, como una especie de firma un enigmático BISPO MALACA
El lema de la familia se despliega a lo largo de la metopa representada en trompe l’oeil y dice
NOBILIS FUERIS, SI HONESTUS ET IUSTUS FUERIS
Lema que ya podían adquirir los políticos actuales a los que se les llena la boca de petición de nobleza democrática.
Especialmente enigmático me parece ese LÁ E CÁ MUI ACATADOS (allí y aquí muy obedecidos) que parece hacer referencia a que allí, o sea aquí, en Córdoba, ya debian mandar lo suyo antes de ir a mandar portugueses.
Pero las sorpresas, por juego de analogías, no terminaron ahí. Al doblar la esquina de la Casa Cordovis donde terminaba el largo (plaza alargada) y comenzaba una calle estaban rotulados los nombres antiguo y moderno de la misma. El nombre histórico de la calle era Rua da Mesquita. El nuevo Rua d Augusto Eduardo Nunes Arcebispo de Evora. De donde se deduce que en la bonita ciudad de Évora no sólo se cuece la exquisita carne de porco a alemtejana y deliciosos caracois chicos en caldo de cornetillas, sino que también se cuecen las habas nacionalcatólicas de cambiar nombres populares de centenarias calles por los de reyes, roques, santos y frailes. Sobre todo si hacían referencia a su pasado islámico.
Y un último enigma. En Portugal se consideran las mejores aceitunas para encurtir las llamadas azeitonas cordovis. Partidas, ralladas, de lejía o de ajo.
4 comentarios:
Manuel
Que interesante mochila de viaje tienes. Son tremendamente atractivas las referencias. Buenísima la cita a "Nobles sois, si honestos y justos sois", que mejor nobleza ésta, que la del azulado de la sangre, o del espermatozoide noble. La mejor, sin lugar a dudas, la que se labre con el comportamiento ciudadano.
Mis felicitaciones por la didáctica referencia a Córdoba que has extraído de Évora, mucho mejor que las toallas que como dice "El Manu" son peligrosas, porque te pueden extraer en su labor de secado la sangre, como el "corruco" si te lo comes en seco, como en el chiste, que se chupó el café entero al mojarlo en él.
Un abrazo.
La verdad es que Córdoba es fascinante. Con lo pequeña que es y escarbando sólo un poquito descubres muchísimas cosas.
Ojalá se invirtiera más en rescatar los secretos que esconde, en lugar de dejarlos morir a la intemperie...
Un beso.
Gracias, Paco, pero no deberías reirte de las toallas postuguesas. Tal vez algunas del mercadillo de Elvas escamonden más que el cazón, pero desde luego sirvieron para que muchos españolitos cruzaran una frontera en su vida.
Y los chistes esos me los tendrás que contar enteros. El del café no sé si es el de la madalena....
Y gracias Elvira por pasarte por aquí. Aquí ya se invierte en sacar los tesoros que esconde el subsuelo de la ciudad. LO que ocurre es que lo hacen sólo para hacer cocheras y sótanos de urbanizaciones.
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