(del laberinto al treinta)


miércoles, 21 de marzo de 2007

TESTOSTERONA COFRADE

Si mis difusos lectores tienen la curiosidad de picar en ESTE ENLACE podrán acceder a la imagen de un sacerdote ilustrando una noticia del mundillo cofrade. Aunque a primera vista no se note nada extraño, este santo varón tiene instalado en su penetrante mirada un detector de potencialidades pecaminosas de alta frecuencia que es capaz de imaginar, prever y neutralizar la más amplia gama de debilidades típicamente humanas propiciadas por los manejos del delegado del Maligno en el mundo de las cofradías para tentar la carne de los capillitas de esta ciudad.

No hay duda de que el sacerdote cuyo iluminado rostro (si me has obedecido, díscolo lector) tienes a la vista está íntimamente identificado con las teorías que el celebérrimo sociólogo de masas Boris Izaguirre exponía en su profundo tratado Morir de glamour (Espasa Calpe, 2002) acerca de la intensísima excitación mística que provoca en ciertas finas sensibilidades la imaginación de lo que ocurre bajo las encortinadas andas de los pasos de Semana Santa:

...esa imagen andaluza de docenas de hombres jóvenes debajo de una Virgen todopoderosa, moviéndose según una estricta coreografía que nadie puede observar, rozándose entre ellos a oscuras, sudando y sufriendo un vía crucis debajo de las tupidas enagüillas... (pg. 95)


Por eso, en santa connivencia con los Hermanos Mayores, ha ordenado la expulsión de dos mujeres de la testosterónica cuadrilla costalera de una conocida cofradía de esta ciudad. Sabia, acertada y equilibrada decisión que pone por fin las cosas en su sitio. Desde luego la inclusión de túrgida carne femenina en la descripción que del inefable fenómeno hace el profesor Izaguirre desvirtuaría totalmente el eléctrico hechizo que en la recta imaginación de los buenos catadores de pasos provoca, al incluir un vector carnal ajeno a su espíritu íntimo distrayendo con inquietantes y vidriosas variantes imaginativas la reconstrucción mental que cada espectador hace de lo que ocurre bajo las andas de los pasos que ante su nariz procesionan. Todo bajo los euforizantes efectos del alcaloide dulzón y adictivo del precipitado de cera e incienso que anula la torpe crítica de la razón pura.

NOTA: He de poner de relieve que en todo este asunto el que parece ser el responsable máximo de la discriminación tiene nombre y apellidos. Se trata de Manuel Herreros, el flamante Hermano Mayor de la Cofradía de Nuestra Señora de los Dolores de Córdoba. Elegido en el cargo desde noviembre sobre él recae la decisión de expulsar a la hermanas costaleras. Antes de él no parece que nadie viera nada raro bajo el paso. Él ve posturas soeces y rozamientos indecorosos. Tal vez los hermanos deberían recapacitar y volver a repetir la elección. Haber elegido un tipo con una mente tan sucia, con tal propensión a proyectar sus propios fantasmas sexuales sobre los demás, incapaz de regular sus patológicas represiones de entrepierna, con la irreprimible tendencia a imaginar obscenidades hasta en el mecanismo de un chupete, como su director cofrade no dice mucho de su capacidad de discernimiento. O sí.

El obispo de Córdoba, Monse Asenjo, por su parte, ha emitido el siguiente flujo aéreo bucal al ser requerida su opinión acerca de si es adecuado o no que hombres y mujeres trabajen juntos bajo los palos: ... es un asunto que no he madurado.

Ya te digo...

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